lunes, 13 de agosto de 2012

Los "hijos" de Hans Zimmer empiezan a hacerle sombra.

Aunque parezca que algo así va contra natura, el bueno de Zimmer fundó una compañía dedicada a la composición prácticamente industrial de bandas sonoras de cine. En principio se llamó Media Ventures, aunque por motivos legales ha sido rebautizada como Remote Control Productions. Cosa fea lo de fabricar partituras originales en serie, pero el caso es que el 50% o más de los músicos que trabajan en las grandes producciones norteamericanas actuales lo hacen bajo este sello.

Hans Zimmer con sus cacharros (de www.hans-zimmer.ch).

Por supuesto, todos los aficionados al género sabemos que de unos años a esta parte, yo apuntaría que más o menos desde los tiempos de Gladiator (2000), hay una serie de músicos que han adoptado de modo manifiesto el estilo impuesto por Zimmer: golpes de percusión que suenan como explosiones atómicas, coros enormes y algo pomposos, melodías muy simples de corte casi militar, y un uso discreto pero visible del sintetizador mezclado con la orquesta sinfónica correspondiente. Gente como Klaus Badelt (Piratas del Caribe) o Steve Jablonski (Transformers) son responsables de las obras más prosaicas y prescindibles del colectivo de "creadores", y su influencia es tal que este estilo grandilocuente pero vacuo se ha impuesto como la tendencia dominante en la actualidad de Hollywood, genios supervivientes del pasado aparte.

Otros nombres en la firma son John Powell, Henry Jackman, Mark Mancina, Trevor Rabin o Geoff Zanelli, responsables unos u otros del moderno sonido del blockbuster palomitero. Y sin embargo ha habido dulces aportaciones del colectivo que, bien por tratarse se brillanteces pasajeras, bien por haber sido ejercicios de ego independientes del sonido oficial de la marca, merecen una mención aparte. Ahí está la  muy interesante El reino de los cielos de Harry Gregson-Williams; y sobre todo algún rotundo acierto del propio Hans Zimmer, como su muy respetada La delgada línea roja y la sorprendente El código Da Vinci, que no me cansaré de reivindicar. Últimamente ha habido sorpresas.

Journey to the Line, para muchos el mejor tema de Hans Zimmer.

Por un lado tenemos el estreno de El caballero oscuro: la leyenda renace (The Dark Knight Rises), tercera entrega de la saga de Christopher Nolan sobre Batman, en la que Zimmer aparece por primera vez como compositor en solitario. Tanto en Batman Begins como en El caballero oscuro estaba también presente James Newton Howard, un músico que -hasta donde yo sé- no forma parte del colectivo Remote Control.


Las tres primeras portadas corresponden a las dos primeras películas. La cuarta es la nueva.

Este señor ha realizado trabajos musicales para el séptimo arte tan meritorios como las partituras de SeñalesKing Kong y, sobre todo, El bosque. Él aportaba el lado sensible de ambas composiciones sobre el hombre murciélago, el lado misterioso y dramático, logrando un equilibrio bastante aceptable respecto a la obsesión de Zimmer por los golpes de orquesta explosivos y fanfarrones.

Rise.

En la última de Batman, no obstante, no encontramos ante una banda sonora centrada en ofrecer apoyo sonoro (no me atrevería a llamarlo "musical") a las imágenes de la película. Follón y más follón, tachán tatatachán sin pies ni cabeza, salvo por esas dos notas que Zimmer ha convertido en nuevo leitmotiv del superhéroe de DC. Le han llovido las críticas, y creo que con mucha razón, ya que aquí se ha cruzado la tenue barrera que separa la música del efecto sonoro más estridente y obvio.

Portada de la banda sonora original de Prometheus.

Y luego llega Marc Streitenfeld, en teoría uno de los segundones, y deslumbra con la banda sonora original de Prometheus. ¿La fórmula? Una partitura completa con diferentes ambientes y tonalidades que recuerda, sin plagiarla, a la original de Jerry Goldsmith para Alien, de la que Prometheus es una precuela indirecta. No estamos hablando de una banda sonora con especial interés de cara a escucharla como álbum musical independiente (por eso no he visto oportuno redactar una crítica al uso), pero es un excelente trabajo de música incidental que también en esto se aproxima a lo realizado por Goldsmith.

Un trocito más o menos luminoso de Prometheus.

En fin, Hans Zimmer se echa al monte intentando despertar emociones épicas primarias con cortes de su  tercer Batman como el conclusivo Rise, y en el resto del trabajo no escuchamos más que ecos de los puñetazos que da y recibe el villano Bane. Y mientras, su "ahijado" Streitenfeld hila fino y coloca su sutil y efectiva música entre los aspectos mejor valorados de Prometheus. No estaría mal que Zimmer se llevase unos cuantos palos más si continúa en esta línea, porque es un músico que en momentos aislados ha hecho grandes cosas, y últimamente se columpia demasiado con su parafernalia dinamitera orquestal. Veremos lo que hace con la nueva versión de Superman, titulada Man of Steel, para la que ha sido confirmada su participación.

Portadas de las bandas sonoras de Juego de tronos.

No puedo dejar de mencionar entre los valores en alza de Remote Control a Ramin Djawadi. Meramente eficiente en su partitura para Iron Man y decepcionante en Furia de titanes (sus dos títulos más conocidos), últimamente está metido en la cabeza de muchos teleadictos de todo el mundo gracias a su trabajo en la exitosa serie Juego de tronos. No solamente ha compuesto una sintonía de cabecera pegadiza y apropiada como pocas, sino que el resto de música incidental de las dos temporadas emitidas hasta ahora irradia sobriedad, clasicismo e inteligencia a la hora de recrear los diversos ambientes y territorios de los Siete Reinos de Poniente. Es un trabajo parecido en sus planteamientos, si bien lejano en su escala, mucho más modesta, al realizado por Howard Shore en el mundillo de Tolkien. ¿Será flor de un día? Ya veremos.

La ya mítica cabecera de la serie.

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