2. Lament (4:00)
Pensaba que nunca hablaría de este disco, porque me parece uno de los menos atractivos para el oyente casual dentro de la ya de por sí no especialmente accesible discografía de King Crimson. Y yo, que pese al tiempo que dedico a analizar álbumes para el blog no me considero más preparado que un oyente casual cualquiera, apenas he sido capaz alguna vez de completar una escucha de Starless and Bible Black (1974) de un tirón. Acostumbrado al carácter habitual del rock progresivo, con estructuras casi siempre parecidas a las de la música clásica y con un carácter -también casi siempre- muy programático cuando no conceptual, me cuesta trabajo valorar un trabajo que es en un 80% o más pura improvisación.
Pero una improvisación de este nivel no la lleva a cabo cualquiera. Estamos hablando no solo de una banda mítica, sino de un conjunto de intérpretes que en su mayoría formaban ya parte del panteón olímpico del progresivo por sus méritos individuales. Además de Robert Fripp, argamasa de los Crimson, están aquí el bajista y también cantante John Wetton, el batería Bill Bruford y el violinista y teclista David Cross. Este último, no tan conocido, puso un pie en el panteón por el simple hecho de estar en este álbum. Se cayó del quinteto Jamie Muir (que estuvo en el anterior Larks' Tongues in Aspic) porque, al parecer, con la excusa de haber sufrido un accidente en el escenario dejó la banda e ingresó en un monasterio. Tal cual.
Si hace un par de años la actual formación de King Crimson hizo oficial que se dedicaría ya para siempre a los conciertos y no a crear nuevo material de estudio, en este lejano 1974 ya podíamos comprobar la inclinación de la banda hacia su faceta en vivo como pilar fundamental de su actividad artística. Starless and Bible Black es un álbum de estudio con truco, ya que todos sus temas excepto los dos primeros (The Great Deceiver y Lament) fueron improvisados y grabados en vivo en actuaciones anteriores y posteriormente editados para, aparte de algún añadido puntual, eliminar de ellos los aplausos en la medida de lo posible. Parece que estaban faltos de ideas para un álbum de estudio en sentido estricto y tiraron de archivo. No les salió nada mal la ocurrencia, porque el álbum de hoy es uno de los más apreciados de su discografía por la crítica y los fans.
Sobre los temas, y acudiendo a la Wikipedia, se sabe que el inicial The Great Deceiver ("El gran estafador") es una crítica del comercialismo inspirada por los souvenirs cutres que encontró Robert Fripp en una visita al Vaticano; que Lament trata sobre la fama y que The Night Watch se titula así por el cuadro La ronda de noche de Rembrandt. Sobre el resto de cortes, salvo que algún miembro de la banda haya dejado constancia en algún momento, solo se puede especular. El tema instrumental que da título al álbum, eso sí, es una referencia directa a un fragmento del poema de Dylan Thomas Bajo el bosque lácteo (Under Milk Wood), y en uno de sus habituales retruécanos, el siguiente álbum de la banda, Red (1974), contiene un tema llamado únicamente Starless ("Sin estrellas") que contiene toda la frase "Starless and bible black" en uno de sus versos.
Starless and Bible Black es un álbum bastante áspero, duro a ratos, en el que es posible perder la atención en más de un momento si insistimos en buscar temas con melodías que nos guíen. Los antes mencionados The Great Deceiver, Lament y The Night Watch las tienen, pero el resto es un montón de material "free jazz" en el que hay que recrearse mucho más en el virtuosismo y las atmósferas que en cualquier otra cosa. Un pelín más planificada parece, en todo caso, la épica suite final Fracture. Especialmente brillante está Bill Bruford, que además de su batería de siempre asume las percusiones variadas del anterior especialista Jamie Muir e incluso se pone los laureles al decidir conscientemente no intervenir en Trio, para bien, según parece. También merece mención David Cross, que consigue equilibrar bien el peso de su violín y su viola en un entorno de rock tan vanguardista.
Como en toda gran banda progresiva, en King Crimson también tuvo lugar este momento de revolución en el que un dinosaurio de los setenta se recompone después de un cambio drástico. Aquí estaríamos hablando de la parada total de producción de estudio que se produjo entre 1974 y 1981, en la que de nuevo hubo entradas y salidas de miembros y el concepto original se reinventó in extremis como sofisticado experimento new wave en el muy celebrado álbum Discipline. Con permiso del admiradísimo Red, antes mencionado, creo que Starless and Bible Black (fijándonos sobre todo en sus temas vocales más "convencionales") es ya un precedente de lo que serían los años ochenta para King Crimson. Sigo sin contarlo entre mis favoritos, pero cada vez que vuelvo a escucharlo encuentro en él cosas nuevas que me gustan.