1. Entre dos aguas (rumba) (6:03)
2. Aires choqueros (fandangos de Huelva) (4:14)
3. Reflejo de luna (granaína) (3:52)
4. Solera (bulerías por soleá) (3:46)
5. Fuente y caudal (tarantas) (5:12)
6. Cepa andaluza (bulerías) (5:50)
7. Los pinares (tangos) (3:37)
8. Plaza de San Juan (alegrías) (3:10)
Parecía mentira que, siendo yo andaluz, no hubiese tenido tiempo todavía para comentar alguna obra perteneciente al mundo del flamenco. Quizá sea por ser de la Andalucía oriental, la menos "castiza" en comparación con las provincias de Córdoba, Málaga, Cádiz, Sevilla y Huelva, que ni yo ni demasiada gente en mi entorno se ha sentido especialmente atraída por lo que se suele disfrutar en los tablaos. Sin embargo, Es una obviedad que el flamenco es a estas alturas una de las músicas étnicas más populares a nivel mundial, rivalizando con él en difusión tan solo la música celta, y no se si acabo de decir un disparate. El caso es que, puestos a meternos en faena, nada mejor que ir directamente a una de las obras claves del flamenco en lo que a su edición fonográfica se refiere: Fuente y caudal, obra de Paco de Lucía de 1973.
Paco de Lucía
Sobre Paco de Lucía no hace falta decir mucho, salvo que es la mayor figura actual del flamenco y uno de los guitarristas más importantes que ha dado esta tradición artística, heredero directo de colosos de las cuerdas como Andrés Segovia. Francisco Sánchez, que así se llama realmente el músico nacido en Algeciras (Cádiz), ha sido reconocido internacionalmente con distinciones como el premio Príncipe de Asturias de las Artes, en 2004. Su estilo combina el respeto a los palos tradicionales del flamenco de siempre con algunos elementos experimentales añadidos en varios de sus trabajos, teniendo en ello sin duda un gran peso sus numerosas colaboraciones con Camarón de la Isla, el legendario cantaor y renovador del género. Y no hablemos de lo difícil que es triunfar en el panorama musical español siendo un instrumentista.
Entre dos aguas, en TVE (1976)
Cepa andaluza.
Este Fuente y caudal proviene precisamente de aquellos años de eclosión creativa, convirtiéndose en una de las obras fundamentales de su trayectoria tanto por lo inspirado como por lo influyente de cara a la posteridad. Es curioso conocer que, en el momento de su grabación, Paco estaba obligado por razones contractuales y tenía bastante prisa por terminar el álbum, y es casi milagroso que su tema más conocido, Entre dos aguas, fuese prácticamente improvisado. Fuente y caudal fue una de las primeras grabaciones de flamenco que sobrepasaron las cotas del género y llegaron a un público amplio, y ahí está su mayor mérito: lograr que cualquier aficionado a la música se dé cuenta al instante de la asombrosa habilidad de Paco de Lucía a nivel técnico, deleitándose al mismo tiempo con una serie de melodías hermosas, sencillas y accesibles para cuyo disfrute no es necesario tener ni idea de en qué se diferencia un fandango de una bulería.
Portada alternativa del álbum en una edición posterior.
Entre dos aguas, tema estrella del álbum que además lo abre, es un notable ejemplo de investigación sonora, ya que la guitarra española se ve acompañada por el sonido del bajo y el de un bongo para crear una de las rumbas más famosas jamás concebidas, desde entonces arraigada al inconsciente colectivo de Andalucía y España, e incluso de lo que supone nuestra imagen como pueblo en el extranjero. No podemos hacernos una idea de lo que supondría el experimento en el flamenco posterior, ya que incluso el ultramoderno flamenco-chill sigue nutriéndose de aquel concepto espontáneo. En los temas, Paco de Lucía es acompañado por su hermano, Ramón de Algeciras, y no necesitan a nadie más para dar consistencia al conjunto de cortes del álbum. Los arreglos son sencillísimos, y salvo por la perfección interpretativa del algecireño que nos recuerda la excelencia de la grabación, no dejamos de imaginar cualquier clase de humilde rincón del mundo rural andaluz, seguramente una sombra bajo una parra en un patio encalado, mientras vemos el atardecer sentados en sillas de enea. Un mundo de placeres sencillos al que cualquier español puede acceder con sólo voltear un par de veces los expositores de cassettes de las gasolineras patrias.