Directamente de una novelilla de ciencia ficción retro impresa en papel amarillo y comprada en un kiosco, traemos a esta querida sección Telstar, de The Tornados. Más que una rareza, se trata de un tema tan antiguo que, desde el punto de vista de las generaciones actuales, roza los límites del olvido total. Pero fue nada menos que el primer single en llegar al número 1 en Estados Unidos de un grupo británico en términos absolutos, el tercero si contamos a solistas. En una época, eso sí, en la que era bastante común que los temas instrumentales llegasen a tener un gran impacto en los medios.
Un vídeo musical, supongo que con calidad de sonido restaurada.
El padre del invento fue el visionario productor Joe Meek, que compuso y produjo la pieza inspirándose en el satélite de comunicaciones Telstar lanzado en 1962, en aquella época de optimismo futurista impostado en plena Guerra fría. Los Tornados eran entonces George Bellamy (guitarra rítmica), Heinz Burt (bajo), Alan Caddy (guitarra), Clem Cattini (batería) y Roger LaVern (teclados). Y digo "entonces", porque los componentes del grupo fueron relevados una y otra vez a lo largo de los años. Se trataba de la típica banda de acompañamiento de estrellas del pop de entonces a la que de vez en cuando le producían un álbum instrumental, más o menos en la línea del rock surfero que estaba de moda, pero en este caso con un enfoque más futurista.
Otra portada.
Salvo por este Telstar, no se puede decir que llegasen a un nivel de éxito semejante al de otras bandas del estilo como los posteriores The Shadows. Lo más destacable del sonido de este tema es el uso de un sintetizador primitivo, no se sabe bien si el conocido como Claviolina o el Jennings Univox, que eran parecidos. El resultado es una pieza que hoy suena ingenua, casi infantil, pero que entonces seguramente era lo más vanguardista que podía encontrarse en el ámbito de la música popular que sonaba en la radio.
The Shadows versionaron Telstar, por supuesto. Qué bien se lo pasaba Hank Marvin.
Sobre Joe Meek hay cosas muy interesantes que decir, pero me lo reservo todo para una próxima entrada. Si alguien quiere ir ya indagando por su cuenta, solo diré que oigo un mundo nuevo.
11. Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia) (3:09)
Renovarse o morir, dicen, y por eso hoy me he decidido a traer algo que no encaja perfectamente (aunque sí lo hace en algunos aspectos) con lo que solemos tener en el blog. En cualquier caso, Yoshimi Battles the Pink Robots es un álbum de 2002, y con la que está cayendo a nivel musical dentro del mainstream más puro, no andará lejos de que podamos considerarlo un pequeño clásico en la línea neblinosa que separa el panorama pop-rock de todo aquello que hay más allá, y que tanto nos interesa.
Tanto justificarme quizá sea innecesario, ya que estamos hablando de un álbum fantástico, una golosina instrumental y melódica que, salvando las obvias distancias, está en la línea del Pet Sounds de los Beach Boys o el mismísimo Sgt. Pepper's por su imaginación desbordante y su optimismo infinito y colorista. The Flaming Lips es una banda estadounidense formada por Wayne Coyne, Steven Drozd y Michael Ivins, que tocan un montón de instrumentos cada uno. Este álbum en concreto, el décimo de su carrera, es un experimento más o menos conceptual en una línea de rock alternativo psicodélico muy melódico con interesantes cortes instrumentales y un uso a discreción de recursos electrónicos y arreglos de todo tipo.
El título "Yoshimi combate a los robots rosas" es una referencia a la japonesa Yoshimi P-We, que en el álbum participa como colaboradora externa, y que manejaba un instrumento de voces sampleadas que sonaba como si "luchase con monstruos", según un comentario casual. Esta idea de la chica que pelea contra robots no solamente inspira también la portada, sino que en 2012 dio lugar a un musical escrito por Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca, La red social), en el que este argumento de ciencia ficción un poco infantil escondía metafóricamente la lucha de la chica contra el cáncer. Lo cierto es que solamente los cuatro primeros temas utilizan a discreción estos sonidos robótico/monstruosos y unos samples con ruido de público como de "falso directo", por lo que al final podríamos estar ante una suite conceptual limitada solamente a una parte del álbum. Un poco como en el famoso 2112 de Rush.
Fight Test
La estructura de las canciones es más o menos convencional, pero la producción es muy detallista y siempre están pasando muchísimas cosas en segundo plano. El álbum comienza con la estupenda Fight Test, que de manera seguramente no intencionada se parece al Father and Son de Cat Stevens. Se llegó a un acuerdo amistoso y el hoy llamado Yusuf Islam recibe algunos royalties. De One More Robot impresiona todo, aunque me quedo con su tramo instrumental final, que es una exquisitez. Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 1 es un tema más o menos comercial pero tan ingenuo que llama la atención, y su segunda parte (Pt. 2) es un instrumental incidental prácticamente propio de una escena de acción de anime en la que Yoshimi da lo suyo a los dichosos robots a base de kung fu.
Yoshimi Battles the Pink Robots, Pt. 2
In the Morning of the Magicians posee una delicadeza como de otro tiempo, una sentimentalidad arrebatadora acentuada por la bellísima producción. De Ego Tipping at the Gates of Hell destaca el ritmo electrónico y, de nuevo, los sorprendentes arreglos aquí y allá. Pero para arreglos, Are You a Hypnotist??, entre lo urbano y lo cósmico, con algunos coros impresionantes. De lo mejor del disco.
Are You a Hypnotist??
It's Summertime continúa en una línea intimista y delicada que crece segundo a segundo, y después llega el que -si no me equivoco- fue el single de más éxito del álbum, Do You Realize??, quizá de lo que menos me gusta, y no porque esté mal, sino porque el arreglo de cuerda ya no sonaba tan original después de algunos clásicos de REM en los años noventa. Es un tema que suena bastante a lo que se hacía en aquella época en el gremio del rock alternativo. All We Have Is Now es un último tema atmosférico y envolvente justo antes del perfecto cierre del álbum: el estupendo Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia), un capricho de pura ciencia ficción retro que ganó el Grammy al mejor tema de rock instrumental.
Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia)
No he podido quitarme de la cabeza algunas de las melodías de Yoshimi Battles the Pink Robots desde que lo escuché hace unos meses, y supongo que con esta entrada buscaba exorcizarme a mí mismo un poco. No se parece a casi nada de lo que puede escucharse en la radio comercial actual (supongo que tampoco en su época), pero es un trabajo de culto que fascina desde la primera escucha y que ha tenido un profundo calado en la cultura popular alternativa. Recomendado incluso para escépticos de lo pop.
Han pasado varios días desde que se conoció la noticia, pero no queríamos dejar de dedicarle una pequeña entrada a modo de homenaje. Hemos tenido varias de sus obras en el blog a lo largo de los años y aun así puedo asegurar que su obra habría merecido más atención por parte nuestra y de todos los medios. Sakamoto no solo era el músico más internacional que ha dado Japón en las últimas décadas, sino uno de los más respetados (y solicitados) del mundo.
La carrera de Ryuichi Sakamoto abarca numerosos géneros, desde el tecno (y no solo mediante la parte que le toca de la Yellow Magic Orchestra) a la música clásica de vanguardia sinfónica y minimalista, la electrónica experimental, el ambient y las bandas sonoras. Es en este último campo donde Sakamoto ha logrado sus éxitos más recordados en la cultura popular gracias a títulos como El cielo protector (1990) o El último emperador (1988), por la que ganó un Oscar. Obras más recientes son sus BSOs para El renacido (2015) o Call Me by Your Name (2017), y ha compuesto alguna partitura para series de anime y videojuegos. Tuvo incluso alguna conexión española, primero componiendo para Almodóvar en Tacones lejanos (1991) y después creando la partitura de la mítica ceremonia inaugural de los JJOO de Barcelona en 1992, cuya orquesta dirigió él mismo, en directo, en el estadio de Montjuïc.
Seguramente ocupe un lugar especial en su obra para el cine lo que hizo en Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983), en la que no solo compuso la banda sonora, sino que también actuó como protagonista junto a David Bowie. De aquel proyecto queda también en el recuerdo la canción Forbidden Colours, el trabajo más conocido de los que Sakamoto realizó junto al cantante de la banda synthpop Japan, David Sylvian.
No ha parado de innovar y explorar durante los últimos (casi) 50 años, y su actividad también ha sido relevante en el mundo del activismo antinuclear (tocó un piano rescatado del tsunami que causó el desastre de Fukushima, después de visitar la zona personalmente), en favor de la infancia y en defensa de la propiedad intelectual. Superó un cáncer diagnosticado en 2014, pero ha perdido la batalla contra otro que le atacó después. Su obra es tan variada como magnífica y su legado musical está -privilegios de quienes amamos este arte- al alcance de todos para nuestro deleite.
Su lema era "Ars longa, vita brevis": el arte es largo, la vida es corta. Descanse en paz.