martes, 31 de diciembre de 2013

Jorge Granda - FILMWORKS


1. The Roots (4:02)
2. Paradise (3:50)
3. Quarter of Dollar (3:24)
4. Bossanova's Port (2:52)
5. The City of Plymouth (4:38)
6. Highlands (4:07)
7. Crossing the Bosphorus (3:12)
8. The Colour of the Sea (5:36)
9. Algeciras (5:03)
10. Costa Concordia (4:29)
11. Farewell (2:11)

¿Qué mejor manera de acabar 2013 que con un buen disco publicado este mismo año? Vamos entonces con Filmworks, el nuevo trabajo del compositor e intérprete (guitarrista sobre todo) Jorge Granda. Filmworks es, felizmente, una nueva demostración de talento por parte de alguien que, sin esnobismos, parece coincidir punto por punto con los criterios artísticos que solemos valorar principalmente en este blog: creatividad e imaginación, buen gusto y mimo en lo técnico. 

Jorge Granda, desde la ciudad de Nueva York.

El propio Jorge Granda hace una muy buena descripción del álbum en el vídeo arriba enlazado. Al igual que Muzak (2011), Filmworks es, objetivamente hablando, una colección de temas creados por el músico de Oviedo como bandas sonoras para diferentes obras audiovisuales. En lo subjetivo, no obstante, Granda da a entender que no se trata de una simple antología, un ramillete selecto de piezas de aquí y de allá, sino que hay en Filmworks una intención conjunta como álbum coherente y con sentido completo. Es un álbum conceptual, si se quiere ver así. Aun estando -obviamente- de acuerdo con su criterio, la verdad es que Filmworks es una nueva pieza, quizá la mejor y más depurada, en la larga y sólida obra conceptual en que se está convirtiendo el conjunto de su discografía.

Si escuchamos álbumes como Muzak y Filmworks (no he podido escuchar todavía El Sol de Invierno) uno detrás de otro, nos quedan impresiones parecidas en lo que a sus propuestas musicales se refiere: temas cortos muy ricos en la melodía y los arreglos, variedad instrumental con predominio de lo acústico y, más que nada, una sensación constante de cambio de escenario. Jorge Granda parece estar elaborando sus temas, y sus álbumes por extensión, como coloristas postales de los lugares donde ha estado, bien personalmente, bien con la imaginación. O bien de ambas maneras. En el caso de Filmworks, tenemos referencias a la ciudad británica de Plymouth, las Highlands escocesas, el Bósforo y Algeciras. Tampoco hay que ignorar los aires brasileños de Bossanova's Port y la inquietante presencia del tema Costa Concordia, en referencia al crucero de lujo que terminó varado y medio hundido. Son postales y son también estados de ánimo, casi siempre optimistas, pero fluctuando entre el dinamismo de Quarter of Dollar, el buen rollo de la antes mencionada Bossanova's Port y la serena contemplación de Farewell. Por cierto, entre las influencias del álbum (Granda suele mencionar por ejemplo a Pat Metheny como un favorito personal) quizá esté también el multipremiado argentino Gustavo Santaolalla, o por lo menos eso he apreciado en algún punto. A continuación, un par de ejemplos de lo que podemos encontrarnos en Filmworks:

The Colour of the Sea.


Algeciras.

En su estupendo blog La voz de los vientos, que no me canso de recomendar, nuestro colega bloguero Mike Shooter ha realizado una interesante reseña de Filmworks con una descripción de cada tema uno por uno a la que, por no haber posibilidad de añadir nada más por mi parte, remito pinchando aquí. En fin, lo que marca la diferencia en Filmworks respecto a trabajos anteriores es que Jorge Granda ha conseguido un sonido bastante unificado a lo largo del álbum, con temas variados pero no tan dispares como ocurría en Muzak, a partir de los cuales el compositor define su estilo con más claridad que nunca. Para entender el porqué de la unidad de este trabajo, hay que hacer como quien mira la parte interna de una tela bordada, que al derecho parece estar hecha a base de bellas filigranas aisladas, y que al revés deja a la vista los hilos que unen las figuras, la delicada urdimbre de la costura. 

 
Jorge Granda y su colección de guitarras (de la página oficial http://www.jorgegranda.com).

¿Y qué vemos al mirar las costuras de Filmworks? Que Jorge Granda lleva a cabo una efectiva mezcla de minimalismo y ambient, adoptando el carácter más accesible y lúdico del primero, y los tintes más luminosos del segundo. De ahí la necesidad de crear temas relativamente cortos (3-5 minutos), ya que de lo que se trata es de extraer todo el jugo a cada combinación de instrumentos, a cada fraseado melódico y a cada sutil arreglo, sin dejarse llevar con pomposidades innecesarias, pero al mismo tiempo sin llegar en ningún momento a cansarnos. Cada tema es como un paisaje visto a través de la ventana del tren, del coche o el avión, como un flash sensorial que nos inunda con intensidad pero no dura lo suficiente como para que nos aburramos de mirar. Entendidas las piezas del álbum como bandas sonoras (y sin haber visto las imágenes a las que acompañan), da la impresión de que Granda se preocupa bastante de aquella antigua máxima que hace preferibles las músicas que no invaden, que no manipulan en exceso, sino que ayudan a aportar matices sutiles.

El artista, en la alfombra roja de los Music in Media Awards. (en http://www.jorgegranda.com)

Al final, la impresión que se lleva uno es que Jorge Granda ha hecho algo tan difícil como es aunar la composición de "música aplicada" para fines específicos, con la creación de piezas que funcionan a las mil maravillas en su escucha independiente, y encima con un claro espíritu experimentador. Lo que más me gusta de todo es que el autor, aun teniendo en cuenta lo poco que puede saberse de otra persona a través de tres o cuatro emails, desprende el carisma especial y la modestia del artesano, del trabajador especializado que domina perfectamente su oficio y, aun así, la creatividad le sigue bullendo bajo la piel. El pasado mes de noviembre, Jorge Granda asistió como nominado a los premios Hollywood Music in Media Awards gracias a su tema La buena estrella (contenida en Muzak) y, aunque no resultó ganador en su categoría (New Age/Ambient), ello deja constancia del prestigio creciente de este artista instrumental. No es casual el que tanto el título del álbum que nos ocupa como el de cada uno de sus temas esté en inglés. 

Con mis mayores agradecimientos a Jorge Granda por volver a contar con nosotros, solo me queda decir que el álbum Filmworks está en Spotify para su degustación, que puede conseguirse en Fnac y en tiendas El Corte Inglés, y que os deseo a todos y todas un feliz año 2014. Mejor con algo de música, ¿no?

viernes, 27 de diciembre de 2013

Enya - AND WINTER CAME...


1. And Winter Came... (3:15)
2. Journey of the Angels (4:47)
3. White Is the Winter Night (3:00)
4. O Come, O Come, Emmanuel (3:40)
5. Trains and Winter Rains (3:44)
6. Dreams Are More Precious (4:25)
7. Last Time by Moonlight (3:57)
8. One Toy Soldier (3:54)
9. Stars and Midnight Blue (3:08)
10. The Spirit of Christmas Past (4:18)
11. My! My! Time Flies! (3:02)
12. Oíche Chiúin (Chorale) (3:49)

Normalmente, por estas fechas suelo comentar algún disco de temática navideña, pero tengo que admitir que no hay demasiado donde elegir -y con un mínimo de calidad- una vez que han pasado varios años de andadura del blog. El mejor de los que vengo reservando es And Winter Came... (2008), hasta ahora el último álbum de Enya, que lleva demasiado tiempo, creo yo, sin ofrecer nada nuevo a sus seguidores.

 
Imagen de "portada" del "single" Trains and Winter Rains.

Y sí, lo de "nada nuevo" va casi con cachondeo, considerando que esta artista, formidable casi siempre pese a quien pese, ha sido acusada a menudo de venir repitiendo su fórmula prácticamente desde los tiempos de su quitaesencial Watermark. También es cierto que hay multitud de músicos en todos los géneros que llevan décadas y décadas cantando de la misma manera, tocando igual sus instrumentos y abordando los mismos temas en sus letras, de modo que señalar a Eithne con dedo acusador no es del todo justo. Lo que sucede es que, normalmente, quienes escuchamos de vez en cuando los trabajos de esta señora solemos ser gente que aprecia la imaginación y la creatividad casi por encima de cualquier otra cosa cuando se trata de las llamadas "nuevas músicas", y si bien no creo que haya nadie realmente cabreado, sí que se echa de menos alguna clase de evolución en el sonido de la compositora y cantante irlandesa a lo largo de los últimos tiempos. And Winter Came... no fue el caso precisamente.

Imagen de "portada" del "single" My! My! Time Flies!

Aunque cuenta con los mismos niveles de calidad en la producción y el mismo cuidado de siempre en las composiciones, el último disco de Enya tuvo desde el principio un innegable aura de desgana. El anterior álbum, el para mí muy apreciado A Day Without Rain (2000), fue un álbum conceptual en toda regla sobre las cuatro estaciones del año, y por eso fue un poco raro, una decisión creativa algo pobre, el decantarse por un álbum invernal no tantos años después. Y con invernal realmente queremos decir navideño, corroborando el pensamiento ya bastante extendido de que los artistas tipo Enya tienden a mejorar sus ventas en fechas navideñas. Por esas fechas suelen publicarse sus álbumes, y esta artista ya había publicado en forma de single algún que otro villancico versionado con su peculiar estilo electrónico-polifónico. El álbum Amarantine (2005), por cierto, contó con una versión navideña que incluía unos cuantos villancicos más.

Una imagen del libreto del CD.

Tampoco es que And Winter Came... sea estrictamente navideño, pero la navidad es el tema predominante en esta postal invernal que nos propone Enya, en la que hay nieve, juguetes, ángeles y referencias a Dickens. El álbum incluye, además, una nueva versión (coral) de un tema, Oíche Chiúin, que ya era un viejo conocido de su repertorio. En fin, es el clásico Noche de paz en el idioma gaélico. El resto de temas, salvo algún fragmento en latín, es en inglés. Nada de loxian (lengua imaginaria creada por Roma y Nicky Ryan e inspirada en las lenguas élficas de Tolkien) para este trabajo. No hay altibajos notables entre los temas, ni para bien ni para mal, aunque sí que hubo una canción -que no single- más o menos popular en los medios, Trains and Winter Rains, que está por encima de la media.

Trains and Winter Rains, en una actuación para la TV.

Un tímido intento de evolución musical es My! My! Time Flies!, simpático homenaje al guitarrista dublinés Jimmy Faulkner, que incluye un ritmo muy marcado, casi pop, unas cuantas guitarras (ausentes de su repertorio desde I Want Tomorrow del álbum The Celts) y una melodía algo menos angelical de lo habitual. No fue una idea que cuajase del todo, pero se agradece el intento de meter algo nuevo de verdad.

Otro playback en la tele, My! My! Time Flies!

Como no hubo singles oficiales publicados para promocionar el álbum, que otra vez se vendió como churros, no nos topamos esta vez con las habituales "caras B" de los sencillos de Enya, a veces muy interesantes, pero sí que hubo un tema titulado Miraculum que solamente pudo obtenerse como parte del álbum en su versión para descarga digital. 

Miraculum

Resumiendo, podemos calificar a And Winter Came... como un álbum conservador y poco sorprendente, aunque Enya es una artista tan especial y poco prolífica que sigue siendo muy agradable escuchar su música incluso cuando no se ha esforzado tanto como otras veces. Y encima las fechas acompañan, así que tampoco hay tanto de lo que quejarse. A disfrutar de las fiestas, que todavía les queda un buen tirón.

El disco está en Spotify.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Jean Michel Jarre - CITIES IN CONCERT. HOUSTON-LYON


 1. Oxygene (Part 5) (1:30)
2. Ethnicolor (11:41)
3. Chants Magnetiques / Magnetic Fields (Part 1) (8:11)
4. Souvenir de Chine / Souvenir of China (5:37)
5. Equinoxe (Part 5) (6:01)
6. Rendez-Vous III (Harpe Laser / Laser Harp) (3:54)
7. Equinoxe (Part 7) (5:29)
8. Wooloomooloo (3:22)
9. Rendez-Vous II (11:54)
10. Ron's Piece (6:35)
11. Rendez-Vous IV (7:01)

Hay diferentes formas de entender un álbum en directo desde el punto de vista del consumidor de música, sea éste coleccionista o no. Puede verse como un modo de satisfacer la curiosidad sobre cómo suena sobre el escenario el artista en cuestión. También responde a la necesidad del fan de poseer todos los lanzamientos oficiales de su ídolo. Y en algunos casos algo más raros, un álbum en directo se convierte en todo un documento poco menos que histórico, bien por la importancia del evento en sí mismo, bien por el contexto en el que tuvo lugar. Jean Michel Jarre ha publicado varios álbumes en vivo a lo largo de su carrera, todos bastante buenos como mínimo, y al menos un par de ellos auténticos hitos en varios sentidos. En el caso de En Concert Houston-Lyon (1987), rebautizado en su edición "extendida" de 1997 con el título de Cities in Concert. Houston-Lyon, estamos ante uno de estos momentos trascendentales.

Portada alternativa de la versión del álbum de 1986.

Quizá no sea tan carismático y esencial como The Concerts in China, pero el segundo álbum en vivo de Jarre es igualmente potente a la hora de reflejar los años de mayor esplendor popular de la carrera del músico francés. Contiene temas escogidos de los conciertos de 1986 en Houston (Texas) y en Lyon, Francia.

El primero de estos eventos fue el espectáculo en celebración del 150 aniversario de la fundación del Estado de Texas y el 25 aniversario de la NASA, tornado inesperadamente en amargo homenaje a las víctimas del transbordador espacial Challenger. Todos los que entonces teníamos uso de razón recordamos aquel momento terrible en el que la nave explotaba pocos minutos después del lanzamiento, marcando de paso el inicio del declive del programa espacial estadounidense. Aunque se pensó lógicamente en suspenderlo, el concierto se replanteó finalmente como una celebración del heroísmo de los/las astronautas y de la épica espacial, con todos sus claroscuros. Jarre utilizó todo el ultramoderno centro de Houston, literalmente, como escenario. Los propios edificios funcionaron como pantallas donde proyectar imágenes láser, y la afluencia de público, que alcanzó el millón y medio de espectadores, batió el récord Guinness. Récord que, por cierto, poseía hasta entonces el propio Jean Michel.

El mastodóntico concierto de Houston. Toda la ciudad fue parte del escenario.

El concierto de Lyon se celebró también en fechas cercanas y estuvo enmarcado igualmente en la promoción del álbum Rendez-Vous (1986). En este caso, su carácter histórico queda unido al hecho de haber tenido lugar con motivo de la visita del papa Juan Pablo II a Lyon, que es además la ciudad natal de Jarre. Fue aquel un papa bastante dado a los espectáculos de masas, cercano al mundo artístico y mediático, y no fue nada raro que Jean Michel Jarre quisiese plasmar en disco aquel evento en particular. Debo decir, eso sí, que no sé si el propio Juan Pablo II estuvo presente en el concierto.

Yéndonos a la música aquí contenida, que al final es lo que cuenta, debemos comenzar con una advertencia: es un álbum con muy pocos temas al que le habría sentado de maravilla una edición en dos discos como está mandado. No obstante, es de suponer que primó su carácter como testimonio de una época brillante de su autor por encima de su mero disfrute musical para el oyente-consumidor, entre otras cosas porque es justo afirmar que la naturaleza de la música de Jarre no permite que sus interpretaciones en directo aporten nada muy distinto de sus versiones de estudio. Menos mal que la selección de los cortes es bastante buena, y gracias a eso las cosas se equilibran.

Una imagen del concierto de Lyon (de www.jeanmicheljarre.com).

Que el álbum comience con Oxygene V es simplemente anecdótico, ya que este primer corte funciona más como un prólogo que como una pieza musical. Por encima de la nerviosa melodía de sintetizador destacan las voces de los locutores de radio y televisión norteamericanos informando sobre el concierto que va a tener lugar en Houston esa noche, y que está causando gran expectación, problemas de tráfico inclusive. Suena después Ethnicolor, un tema muy épico procedente del rompedor Zoolook que suena fenomenal en su versión completa, y al final del cual Jean Michel saluda al público. Después suena el bastante habitual Magnetic Fields I en versión recortada (¿qué narices tiene Jarre contra la segunda mitad de la versión del álbum?), con un pequeño arreglo pseudo-orquestal de base que se une al frenetismo sintético de la pieza. Como si se cerrase un círculo, más voces de periodistas reconocen su agradable sorpresa ante la música del francés (ni siquiera se aclaran con la pronunciación del apellido), no centrándose tanto en los fuegos de artificio como sucedía en el prólogo del disco. No podía faltar a continuación la siempre bienvenida Souvenir of China, y lo que fue la cara A del vinilo concluye con Equinoxe V y más reporteros atrapados en el tumulto.

El Rendez-Vous Houston, en fabuloso (ehem...) VHSRip.

Lo siguiente que escuchamos, bastante impresionante, es la bendición del papa en Lyon con las campanas de la catedral sonando después. Comienza entonces Third Rendez-Vous, una pieza pensada originalmente para lucimiento de la famosa arpa láser de Jarre, que concluye (solo en la edición de 1987) con otra periodista entre el público de Houston. En la edición de 1997 del álbum se introdujeron aquí Equinoxe 7 y Wooloomooloo, unidos entre sí por un nuevo rezo de Juan Pablo II, cuya voz vuelve a sonar antes de continuar con Second Rendez-Vous y su acertada mezcla de electrónica y sinfonismo coral. Tras mencionar Jarre a su amigo, el fallecido astronauta Ron McNair -quien iba a interpretar su saxo desde el espacio de no haber sucedido la tragedia del Challenger- suena obviamente la magnífica Ron's Piece.

Por último, y tras el épico discurso de John F. Kennedy (solo en el CD de 1997) en el que afirmaba que los EEUU iban a ir a la Luna "porque era difícil" y no por lo contrario, suena como colofón del álbum la festivalera Fourth Rendez-Vous con un añadido de saxofón. El epílogo lo ponen dos grabaciones distintas en las ediciones de 1987 y 1997 con el papa pronunciando más bendiciones y con Jarre despidiéndose del público en Houston, respectivamente.

Y el Rendez-Vous Lyon, con la misma calidad.

Aunque es un pelín tramposo al mezclar azarosamente grabaciones de ambos conciertos e incluir material externo a los mismos, Houston-Lyon sigue siendo una manera fabulosa de presenciar, auditivamente al menos, dos momentos cumbre en la carrera del músico francés en su faceta más megalómana. Insisto: algo de esta envergadura (sobre todo lo de Houston) habría merecido un doble álbum, pero como tenemos que valorar lo que hay, nos queda decir que, aun no siendo un trabajo imprescindible para el neófito, sí es jugosísimo para conocer y apreciar como se merece no solamente la trayectoria de su autor, sino también uno de los momentos más dulces de la música instrumental popular contemporánea.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Howard Shore - THE HOBBIT: THE DESOLATION OF SMAUG


CD 1

1. The Quest for Erebor (3:23)
2. Wilderland (4:56)
3. A Necromancer (Bonus Track) (2:54)**
4. The House of Beorn (4:52)*
5. Mirkwood (5:31)*
6. Flies and Spiders (9:35)*
7. The Woodland Realm (5:15)*
8. Feast of Starlight (2:48)
9. Barrels Out of Bond (1:50)
10. The Forest River (5:10)*
11. Bard, a Man of Lake-town (3:18)*
12. The High Fells (3:38)*
13. The Nature of Evil (3:20)
14. Protector of the Common Folk (3:37)

CD 2

1. Thrice Welcome (3:34)
2. Girion, Lord of Dale (4:15)*
3. Durin's Folk (3:04)*
4. In the Shadow of the Mountain (2:15)
5. A Spell of Concealment (3:22)*
6. On the Doorstep (7:46)
7. The Courage of Hobbits (3:00)
8. Inside Information (3:48)
9. Kingsfoil (2:25)
10. A Liar and a Thief (3:41)
11. The Hunters (9:55)*
12. Smaug (6:29)*
13. My Armor Is Iron (5:16)
14. I See Fire (5:00)
15. Beyond the Forest (5:27)

*Temas extendidos en la edición especial del álbum.
**Exclusivamente en la edición especial.

Dentro del argot de la crítica literaria entendemos el concepto "Geografía del Mal" como el conjunto de elementos que ayudan a identificar un espacio físico como propio de seres malvados o siniestros. Peter Jackson, hoy un director de primera fila, emergió de entre los barones del cine de terror gore en los años ochenta, y quizá por eso siempre ha tenido buena mano a la hora de aportar un componente terrorífico impactante a sus películas. No habría funcionado del todo bien su aproximación a la obra de J. R. R. Tolkien sin que los aposentos de la villanía en la Tierra Media hubiesen quedado perfectamente ambientados, también en lo musical. Con la segunda entrega de El hobbit, titulada La desolación de Smaug, ha llegado la polémica en lo que respecta a su banda sonora, y creo que las anteriores consideraciones pueden servir parcialmente como explicación a ciertas críticas que ya circulan ampliamente entre los aficionados.

Carteles de la película (mis favoritos).

¿Dónde está el problema? Pues en que The Desolation of Smaug prácticamente no contiene un solo tema que deje huella en el recuerdo inmediato, que nos haga andar tarareando unos días tras salir del cine. Puede ser sencillamente que a Howard Shore se le haya agotado la inspiración después de los cuatro monumentos a la composición fílmica que son sus anteriores bandas sonoras para El Señor de los Anillos y el primer Hobbit... o puede ser que el canadiense haya planteado una banda sonora sustentada en conceptos distintos a las anteriores, rebajando el peso de los llamados leitmotifs -fraseados melódicos que identificamos con personajes, situaciones o sentimientos- en favor de una composición más incidental y atmosférica. Yo apuesto por lo segundo, principalmente porque me resulta evidente que Shore no tiene nada que demostrar y puede permitirse giros estilísticos de este tipo; y también porque The Desolation of Smaug muestra una diferencia evidente en sus planteamientos, que no en su nivel de calidad. 

Howard Shore (de Here & Now).

Distinto habría sido si el músico hubiese repetido la fórmula clásica y le hubiese salido mal, por ejemplo con temas principales poco atractivos y autorreferencias constantes. No. Howard Shore ha compuesto en esta ocasión una banda sonora densa como el hormigón, infinitamente rica en texturas y originalísima en el uso de instrumentos inesperados, utilizados casi como efectos sonoros que aportan sorpresa y profundidad a los temas, enriqueciendo de paso ese tour por los pueblos y razas del mapa tolkiano que supone cada trabajo para la franquicia.

Como comentábamos, The Desolation of Smaug (tanto la película como su banda sonora) es una inmersión cada vez más profunda en las oscuras geografías del mal de este universo fantástico, bastante más siniestras que las vistas y escuchadas en An Unexpected Journey (2012), que van desde el Bosque Negro (Mirkwood) con sus moscas y arañas hasta el reino perdido y desolado de los enanos, Erebor, pasando por la fortaleza "abandonada" de Dol Guldur, donde Gandalf se las ve con el misterioso Nigromante. Las sensaciones de tensión y progreso van en aumento hasta el tramo final, en el que entra en escena el dragón Smaug -este sí, con un potente leitmotiv propio que no deja lugar a dudas sobre su importancia- y todo el poderío orquestal explota en un gran clímax de acción. El álbum contiene dos epílogos: la canción I See Fire del joven cantautor Ed Sheeran, y Beyond the Forest, quizá la única pieza totalmente concertante del álbum.

Beyond the Forest.

Por el largo camino que suponen los dos CDs encontramos diversos ambientes élficos (bellísima Feast of Starlight), piezas que mueven a la grima y algunos pequeños temas que podemos asociar -tímidamente en algún caso- con nuevos personajes como la elfa Tauriel o Bardo, habitante de la ciudad del lago, aunque mucho de ello es identificable para nosotros gracias a su propio poder de evocación, nunca porque se trate de temas ya escuchados en las partituras previas.

Feast of Starlight.

Insisto: Howard Shore renuncia por completo al reciclaje de su propio material, cosa que habría sido facilísima e incluso habría satisfecho mucho más a algunos fans poco exigentes. Shore, que parece dispuesto a recrear la Tierra Media con la misma originalidad que la primera vez, ni siquiera recurre al pegadizo tema de la Montaña Solitaria, esencial en Un viaje inesperado. Shore lo utilizó con mesura en el álbum oficial, aunque Jackson quizá abusó de él un pelín en el montaje de la película. Habría sido lícito, incluso lógico que volviésemos a escuchar la melodía cantada por Neil Finn, pero parece que al compositor no le agradan los atajos, del mismo modo que a Gandalf no le pareció bien viajar en águila hasta Mordor y echar el anillo al volcán sin mayores complicaciones ni caminatas. Entre los dos CDs, la presencia de composiciones ya conocidas (el tema de la Comarca, algún guiño a Sauron y el Anillo) puede no sumar ni medio minuto en total. En cambio, sí que se intuye la presencia de temas que pasan ante nosotros como de puntillas, seguramente esperando a brillar con pleno tronío en la tercera entrega de la saga, There and Back Again (Partida y regreso), que promete contener momentos de épica fastuosa.

La edición especial.

Brillante, potente y arriesgada, mucho más jugosa para el experto curtido en bandas sonoras que para el consumidor ocasional, la música editada en el álbum de El hobbit: La desolación de Smaug cierra la boca de quienes pudieron quejarse de que Un viaje inesperado bebía de lo escuchado en El Señor de los Anillos, entre otros los mismos académicos de Hollywood que le negaron la nominación a los Oscars, a pesar de ser lo mejor del año pasado. También habrá tenido que actuar en consecuencia el propio Peter Jackson, quien desperdició gran parte de la música compuesta originalmente para el filme anterior, y que en este caso se ha encontrado, por si lo dudaba, con una partitura netamente incidental que encaja como un guante en cada escena. Para terminar, solo queda recomendar la edición especial por encima de la edición normal (cuya mera existencia se explica solo por afán de lucro por parte de los completistas) aunque admito que nunca he sido un gran admirador del formato físico en digipack. En Spotify.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Vako - VAKO


1. VAKO Part I (5:37)
2. VAKO Part II (4:54)
3. VAKO Part III (3:52)
4. VAKO Part IV (5:52)
5. VAKO Part V (2:55)
6. VAKO Part VI (5:43)
7. VAKO Part VII (5:40)

Vako (2013) es otra -que no "otra más"- de las sorpresas que podemos llevarnos, en los últimos tiempos al menos, quienes añorábamos los mejores tiempos de la electronic music de vanguardia, tal como se hacía en los años setenta. Las claves del estilo de aquellos tiempos, impuesto con firmeza por las bandas recurrentes del krautrock / Escuela de Berlín, son su tendencia hacia lo cósmico, su preferencia por las texturas antes que por las melodías y la búsqueda, en general, de ambientaciones que se mueven entre lo indefinidamente misterioso y la ciencia-ficción. Dicho así todo esto, suena bastante mundano, bastante previsible incluso. Nada más lejos de la realidad. 

Las reglas: 
1) Utiliza los instrumentos que quieras, pero recuerda lo bien que van los sintetizadores para las atmósferas.
2) Intenta estimular la percepción del oyente creando espacios sonoros amplios y evocadores.
3) Dicho lo anterior, ajústate a la duración del soporte (LP, CD) y haz lo que te dé la real gana.

Juan Carlos Palazón (Vako).

Evidentemente, con esta clase de supuestos y un poco de imaginación puedes hacer maravillas, y así lo demostraron en su día muchos artistas y grupos de los que Vako (pseudónimo del madrileño Juan Carlos Palazón) bebe, de manera confesa, para la composición de su álbum de debut en solitario. Aunque las influencias deben ser más variadas de lo que he podido apreciar en las primeras escuchas, lo mismo puedes encontrarte un fondo oscurantista tendente a lo infinito como en Irrlicht de Klaus Schulze, unos punteos de guitarra a lo Manuel Göttsching / Ash Ra Tempel, unas secuencias tipo Rubycon de Tangerine Dream, e incluso (aunque Vako no lo menciona entre sus inspiradores) algún toque lejano del primer Jean Michel Jarre en la línea sobria de Oxygene. Y no nos olvidemos de Pink Floyd, un grupo en teoría ajeno a la música cósmica alemana que, sin embargo, realizó experimentos instrumentales muy en paralelo a los de la rama berlinesa, y cuyo clásico Welcome to the Machine parece asomarse un poco al último corte de Vako. El álbum alterna temas que se aproximan a lo progresivo (los impares) con otros más cósmicos (los pares), aunque las fronteras entre unos y otros, afortunadamente, no quedan tan claras.

El arsenal de Vako.

¿Reciclador? Quizá... Pero Vako hace mucho más que ofrecer un ramillete de guiños al aficionado de a pie. No sé muy bien cómo un guitarrista de hard rock y doom tuvo la feliz idea de pasarse a los sintetizadores analógicos y a unas discretas pero efectivas guitarras acústicas para componer con ellos una colección de temas meditativos, pero es como si su álbum viniese a cerrar un círculo muy amplio que llega a abarcar tendencias y géneros como el ambient, la música planeadora y el progresivo instrumental, que derivaron unos de otros lentamente a lo largo de tres décadas, reuniéndolos todos ellos bajo la estructura primigenia del LP conceptual electrónico setentero, en el que seguramente estaba el ADN original. El caso es que Vako, el álbum, irradia inspiración, valentía y talento, entre otras cosas porque, si bien a estas alturas habría sido muy difícil colgarse la medalla de pionero, su autor sí que logra un trabajo sólido, sin rellenos, con un sonido tan auténtico que asusta, gestionando sus fuentes con inteligencia hasta lograr un todo coherente.

Así comienza el álbum.

Suelo referirme a los álbumes de debut de compositores instrumentales actuales como "catálogos de moquetas", en cuanto a que tienden a tocar palos muy distintos para ver cuáles gustan más de cara a próximos trabajos. Solemos encontrar en estos casos trabajos que, independientemente de su calidad (y por el blog han pasado verdaderas delicias) pecan un poco de demasiado eclécticos, demasiado variopintos para ofrecer experiencias musicales completas que se disfruten de un tirón. Vako se la juega más bien a una sola carta, pero resulta que ese naipe es un as.

Puede escucharse y/o adquirirse (también en formato físico) en http://vako.bandcamp.com/.
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