2. Babylon (2:47)
Aphrodite's Child ("Hijo de Afrodita") sería hoy un grupo de culto incluso si de entre sus filas no hubiesen salido Demis Roussos y Vangelis Papathanassiou. Aunque actualmente los Aphrodite's Child son conocidos sobre todo gracias a la carrera posterior de los mencionados, lo cierto es que en su momento fueron una bomba comercial que llegó a vender la bestialidad de 20 millones de copias con solo tres discos publicados.
En 1967, el teclista y compositor Vangelis venía de liderar The Formynx, el arquetípico émulo (griego) de los Beatles, con tanto éxito que hasta rodaron una película tipo A Hard Day's Night; y el cantante y bajista Demis Roussos, pariente suyo, también había estado ya en dos bandas. Con ellos estaba el batería Loukas Sideras y después se les unió Anargyros Koulouris, conocido como Silver, a la guitarra. Tras alguna maqueta interesante, una discográfica los convenció para que viajasen a Londres, la meca de la música pop, donde su estilo comercial melódico con aura psicodélica seguramente iba a funcionar bien.
Pero algo tan sencillo como cuatro amigos que iban a trabajar a Inglaterra se complicó cuando Koulouris tuvo que quedarse a hacer la mili (en Grecia había una dictadura), y para más problemas los otros tres se toparon con las revueltas de Mayo del 68 en su escala en París, lo que les impidió viajar a Londres. Optaron por quedarse allí, y ya bajo el nombre definitivo de Aphrodite's Child grabaron, justo antes de su primer álbum End of the World (1968), el single superventas Rain and Tears. Era una versión cantada y exquisitamente arreglada del Canon de Pachelbel y sonó en la radio hasta el hartazgo.
En 1969 se lanzó un segundo álbum, It's Five O'Clock, y a pesar del éxito continuado del trío, a Vangelis empezaba a picarle el gusanillo del rock progresivo de cara al siguiente trabajo de estudio. Tal como ocurriría con varios de los grandes grupos del rock progresivo posteriores, el que destruiría la banda desde dentro iba a ser su álbum más ambicioso: 666, también conocido como 666: The Apocalypse of John 13/18 (1972). Recordemos lo que pasó con The Lamb Lies Down on Broadway o The Wall.
Lo primero que sorprende es cómo Aphrodite's Child, un grupo con unas propuestas musicales bastante ingenuas (sus canciones se movían entre "Con su blanca palidez" de Procol Harum y, si acaso, algo parecido a las canciones medio en broma que componía Syd Barrett para Pink Floyd en aquella época), se embarcó en algo tan descabellado con un doble vinilo conceptual sobre el Apocalipsis bíblico que, para más enjundia, encima contenía algunos provocadores guiños oscurantistas. 666, pese a que cuenta con un par de canciones que encajarían bien con lo escuchado en los dos álbumes previos de los griegos (Babylon y Break, quizá The Four Horsemen), es sobre todo una larga pieza unitaria en la que muchos cortes son un puro experimento, atmosféricos, instrumentales, llenos de efectos sonoros muy impresionistas que no tienen ni asomo de una atmósfera pop. Casi no es ni rock, y eso que ya contaban con un muy buen guitarrista al reunirse por fin con su banda para este tercer álbum Silver Koulouris.
Resulta complicado describir el conjunto de un álbum tan extenso y abigarrado que cuesta tener una visión global del mismo, pero sí que podemos destacar algunos momentos importantes como los mencionados Babylon y el epílogo Break, el impresionante instrumental Aegian Sea, la extraña invocación esotérico-sexual ∞ (en la que colabora con mucho, mucho, pero que mucho placer la actriz Irene Papas), la suite conclusiva All the Seats Were Occupied o el temazo tremendo de rock progresivo The Four Horsemen ("Los cuatro jinetes"), que hoy en día llega a todo el mundo gracias a un anuncio de coches. Suenan geniales la voz de Roussos, la batería y las percusiones exóticas, varios fragmentos corales muy logrados, algunas partes recitadas, y todo un arsenal de sintetizadores de última generación. Curiosamente, Vangelis (compositor principal por no decir único del álbum) contó con un letrista ajeno al grupo, el cineasta griego Costas Ferris.
666 funcionó bien comercialmente y para la crítica, y eso que sufrió la censura en varios países, entre ellos España, por sus contenidos supuestamente satánicos (el tema de Irene Papas, una voz al final del álbum que dice "hazlo", un supuesto uso de drogas durante la grabación). Vangelis, que entonces se encontraba bien metido en la farándula avant-garde, conoció en aquella época a Salvador Dalí, que se quedó entusiasmado con esta música y propuso una performance en Barcelona para promocionar 666. Habría en teoría parafernalia nazi, lanzamiento de animales y clérigos desde aviones y demás ideas surrealistas. Véase una vieja entrada sobre Dalí en este mismo blog. Por supuesto, nada de aquello fue más allá de la imaginación del artista catalán.
En la actualidad, 666 es un álbum de referencia, no solo por su gran calidad artística y su ambición conceptual, sino porque fue un ejemplo relativamente temprano del grado de libertad compositiva que llegaría a desplegar el rock progresivo. Por supuesto, quienes somos seguidores de Vangelis no podemos evitar considerarlo un álbum importante en su carrera, aunque todo aquel que disfruta de los mejores y más cuidados desvaríos de la auténtica era psicodélica va a gozar muchísimo con cada escucha. Es un clásico de culto que cuenta también con una edición griega con algunas pequeñas pero interesantes variaciones muy del gusto del coleccionista.