A ver cómo empiezo esto... Demos por sentado (a nivel teórico, al menos) que el rock progresivo, aquella evolución hacia el gigantismo de las formaciones de bajo-batería-guitarra que floreció en los setenta, ha muerto. Se suicidó, según parece, a causa de sus propios excesos: álbumes dobles o triples con temas de 25 minutos, pasajes indescifrables de algarabía instrumental desmedida, guitarristas que o rivalizaban con Hendrix o no eran nadie, teclistas virtuosos con quince dedos en cada mano, letras exquisitamente retorcidas, metafóricas, alegóricas, trascendentales. Si el rock era la voz mundial de la juventud, ningún joven se sentía identificado con lo que llegó a ser el rock progresivo, el rock predominante durante aquella bastante lejana década. Los jóvenes querían sentir que ellos también podían hacer rock, y no se resignaban a la aparente verdad de que había que nacer genio para estar ahí arriba iluminado por los focos.
Cayó el rock progresivo, pero como muchos mitos del siglo XX (y alguno del XXI) murió joven y dejó un bonito cadáver en forma de álbumes majestuosos, megalómanos, que, precisamente por la pátina de misterio que otorga la distancia en las fechas y el recuerdo de lo que fueron, siguen reeditándose en mil versiones para aficionados de a pie o coleccionistas babeantes. En esta entrada realizaré un breve análisis de algunos de los álbumes dobles más importantes y conocidos del prog-rock en términos absolutos, en orden cronológico, sobre todo para que quienes de verdad tengan interés por lo que se hacía en aquella época les pierdan un poco el miedo y se atrevan con ellos de una vez por todas.
Podríamos empezar con Tales from Topographic Oceans de Yes. Salió a la venta en 1973 y, a pesar de ser todavía fechas tempranas respecto al desarrollo de su género, ya tenía atisbos de "canto del cisne" por su enorme longitud, repartida únicamente en cuatro temas larguísimos de los que es difícil seleccionar un fragmento como ejemplo representativo. No fue especialmente bien recibido, aunque ha adquirido carácter de "álbum de culto".
Se trata de un trabajo conceptual inspirado en el shastra, algo así como los pies de página de los escritos sagrados del budismo. Jon Anderson, Rick Wakeman, Chris Squire, Alan White y Steve Howe se recrearon en sus habilidades con pasajes interminables de recitación y ambientación instrumental, extrañamente fascinantes por su atmósfera como de ciencia-ficción o fantasía. Nunca está de más manejar las portadas del genial Roger Dean para meterse de lleno en el universo musical de cada trabajo de Yes.
El siguiente título a considerar es The Lamb Lies Down on Broadway, de Genesis. Publicado en 1974, narra la historia de Rael, un inmigrante puertorriqueño llegado a Nueva York que experimenta un viaje onírico-psicodélico en busca de su hermano, en el que se sucederán multitud de escenas surrealistas hasta el "renacimiento" final del protagonista. El argumento venía narrado en el interior de las tapas del LP. Los propios miembros del grupo no terminan de estar convencidos con el trabajo, sobre todo porque Peter Gabriel adquirió un protagonismo excesivo (incluso se afeitó una calva, casi una tonsura monacal, porque decía poder comunicarse mejor así con Rael) al ser prácticamente el único autor de las letras, y porque todo se realizó deprisa y corriendo.
No obstante, crítica y público lo siguen alabando como una obra maestra por lo misterioso de su contenido y por su ambientación, fruto de la creatividad casi milagrosa de Genesis en su mejor momento. Destacan por su popularidad los temas Cuckoo Cocoon y, sobre todo, el inconmensurable The Carpet Crawlers (o Carpet Crawl, en alguna edición), que para muchos es la mejor canción individual que dio jamás el prog-rock, amén de un favorito personal. A continuación:
Portada de Tales from Topographic Oceans, obra de Roger Dean.
Podríamos empezar con Tales from Topographic Oceans de Yes. Salió a la venta en 1973 y, a pesar de ser todavía fechas tempranas respecto al desarrollo de su género, ya tenía atisbos de "canto del cisne" por su enorme longitud, repartida únicamente en cuatro temas larguísimos de los que es difícil seleccionar un fragmento como ejemplo representativo. No fue especialmente bien recibido, aunque ha adquirido carácter de "álbum de culto".
Despliegue de portada y contraportada.
Se trata de un trabajo conceptual inspirado en el shastra, algo así como los pies de página de los escritos sagrados del budismo. Jon Anderson, Rick Wakeman, Chris Squire, Alan White y Steve Howe se recrearon en sus habilidades con pasajes interminables de recitación y ambientación instrumental, extrañamente fascinantes por su atmósfera como de ciencia-ficción o fantasía. Nunca está de más manejar las portadas del genial Roger Dean para meterse de lleno en el universo musical de cada trabajo de Yes.
Portada de The Lamb Lies Down on Broadway, obra de Storm Thorgerson.
El siguiente título a considerar es The Lamb Lies Down on Broadway, de Genesis. Publicado en 1974, narra la historia de Rael, un inmigrante puertorriqueño llegado a Nueva York que experimenta un viaje onírico-psicodélico en busca de su hermano, en el que se sucederán multitud de escenas surrealistas hasta el "renacimiento" final del protagonista. El argumento venía narrado en el interior de las tapas del LP. Los propios miembros del grupo no terminan de estar convencidos con el trabajo, sobre todo porque Peter Gabriel adquirió un protagonismo excesivo (incluso se afeitó una calva, casi una tonsura monacal, porque decía poder comunicarse mejor así con Rael) al ser prácticamente el único autor de las letras, y porque todo se realizó deprisa y corriendo.
Despliegue de portada y contraportada.
No obstante, crítica y público lo siguen alabando como una obra maestra por lo misterioso de su contenido y por su ambientación, fruto de la creatividad casi milagrosa de Genesis en su mejor momento. Destacan por su popularidad los temas Cuckoo Cocoon y, sobre todo, el inconmensurable The Carpet Crawlers (o Carpet Crawl, en alguna edición), que para muchos es la mejor canción individual que dio jamás el prog-rock, amén de un favorito personal. A continuación:
¿Cómo disfrutar de un álbum así? Se aconseja leer la historia del viaje de Rael, o mejor ir leyéndola sobre la marcha, aunque si uno se limita a sumergirse en el peculiar sonido abigarradamente melódico de Genesis (y si encima somos capaces de entender las letras) es prácticamente como leer un libro. De hecho, ya he comentado varias veces en el blog que, durante los años setenta, la música en vinilo era el primer medio de entretenimiento, por encima incluso de la televisión.
Portada de Works Vol.1. Existen variantes según la edición, con o sin el logo de ELP.
En 1977 se publicó Works Volume 1, probable obra magna de Emerson, Lake & Palmer o ELP. Es un despiporre de egos desaforados, con cada miembro del grupo haciendo lo que le venía en gana. La primera cara es un concierto clásico para piano de Keith Emerson; la segunda una pequeña colección de temas lentos con fastuosos arreglos orquestales y corales, cantados por Greg Lake, la tercera una serie de versiones de clásicos por parte de Carl Palmer; y la cuarta, la única en la que el grupo toca como tal un par de temas muy complejos. Precisamente en esta última sección se encuentra uno de los himnos de ELP, su versión instrumental del tema de Aaron Copland Fanfare for the Common Man. Exceso, exceso y más exceso, aunque todo parte de la base indudable del genio de los tres músicos. Poco después se publicaría Works Vol. 2, aunque más que una secuela, se trata de un álbum de descartes del primero. Seguramente sea el trabajo que peor ha envejecido de los aquí comentados, aunque sigue siendo muy interesante.
Portada original de The Wall, de S. Thorgerson. Después se le añadiría el título a lo graffiti...
Finalmente, y compartiendo muchas características con los anteriores, está The Wall, de Pink Floyd, lanzado en 1979. A medio camino entre el desvarío surrealista de Genesis y las óperas rock que habían instituido The Who (Tommy, Quadrophenia), es una autobiografía no del todo encubierta de Roger Waters , quien ya sacaba la cabeza a la fuerza por encima del resto de la banda. Narra la vida de una estrella del rock, desde una infancia trágica marcada por la muerte del padre en la Segunda Guerra Mundial hasta una adultez en la que los excesos de la fama están a punto de conducirlo a la locura.
...Tal que así.
Obra oscura y árida donde las haya, The Wall es uno de los trabajos más políticos y explícitos de Pink Floyd, una banda que hasta entonces había trabajado mucho más en la línea de "el arte por el arte" y que sorprendió a todo el mundo al convertirse en uno de los álbumes más vendidos de todos los tiempos pese a su alto precio al ser doble; y, sobre todo, por ir a contracorriente, al estar la música mainstream mundial ya plenamente inmersa en la moda punk. Como ya sabemos, el director Alan Parker realizó una versión cinematográfica. Destacan aquí Hey You, Comfortably Numb, Run Like Hell y en especial la archiconocida Another Brick in the Wall Part 2, curiosamente todas ellas compuestas a dos manos entre Waters y David Gilmour, que siempre ha tenido un mayor sentido de la comercialidad.
El vídeo de Another Brick in the Wall Part Two, también el single más vendido de Pink Floyd.
En todos los casos hablamos de álbumes conceptuales que no fueron igualmente bien acogidos por los fans, y que incluso amenazaron con -o directamente lograron- destrozar a los propios grupos desde dentro. Lo mejor que tiene escuchar discos así en la actualidad es comprobar cómo el aficionado a casi cualquier género puede encontrar algo interesante en ellos, desde el jazz y la música clásica a la proto-new age, pasando por el pop, las baladas rock y hasta por algo de heavy. Excesos, sí, pero también talento y creatividad. No creo que haya necesidad de que la música actual vuelva a hacer estas cosas, pero tampoco estaría de más que se recuperase algo de aquella magia. Ya veremos qué nos trae el futuro.