jueves, 30 de noviembre de 2017

John Williams: lo nuevo, lo viejo y lo reciclado.


Mientras esperamos con lógica ilusión su álbum sobre Los últimos Jedi, tenemos sobre la mesa alguna otra novedad relacionada con su persona. Por ejemplo, conocemos la fecha de publicación de su última colaboración con Steven Spielberg, The Post (titulada aquí Los papeles del pentágono), que será el 12 de enero. Parece que Williams se apunta a la tendencia que impera últimamente de publicar las BSOs un tiempo después de las películas, no sé muy bien con qué intención. No es esta una composición de rutina, ya que Williams (de 85 años) ya ni siquiera puede cumplir con Spielberg en todas sus películas. Recordemos que le sustituyó Thomas Newman en El puente de los espías y le sustituirá Alan Silvestri en Ready Player One.


Una semana después de The Post saldrá a la venta John Williams Conductor, un cofre de 20 CDs que contendrá los más conocidos álbumes del músico en su faceta de director de orquesta, esto es, sin contener álbumes completos para ninguna película en concreto, pero sí antologías con extractos de sus obras mas populares para el cine y composiciones de otro tipo (para eventos deportivos, versiones de piezas clásicas y/o  de otros compositores, etc.). Dentro estarán discos bastante conocidos como The Spielberg-Williams Collaboration, John Williams Conducts John Williams: The Star Wars Trilogy o su álbum con Yo-Yo Ma.


Pero esto sigue. También los de la productora para gourmets cinéfilos La-La Land se están aplicando en la fastuosa edición de sus bandas sonoras más importantes, en estupendas ediciones expandidas y limitadas con varios CDs cada una, con extensos libretos y abundante material inédito y grabaciones de archivo. Empezaron tímidamente con ediciones de películas menos trilladas de Williams en sus primeros tiempos, para pasar después a otras más populares como El imperio del sol, Hook o A. I., Inteligencia Artificial. Desde 2016 están que lo tiran, primero con un pack brutal de Jurassic Park y El mundo perdido en 4 CDs, y más recientemente con la edición limitada del 35 aniversario de E.T. el extraterrestre, en 2 compactos. Hace dos días ha salido a la venta su edición en 2 CDs de Encuentros en la tercera fase, esta vez por su 40 cumpleaños. Irá acompañada de eventos en los que Williams dirigirá la orquesta durante la proyección del filme completo, como hizo en su día con E.T. Las de La-La Land no son precisamente ediciones baratas, pero se suelen agotar con rapidez y me estoy dando cabezazos por haber dejado pasar alguna.



Y por si no teníamos suficiente, de nuevo celebrando 40 años (esta vez los de Star Wars), en Walt Disney Records tienen ya en preventa una edición de superlujo en vinilo triple de la BSO primitiva de la saga, rebautizada como Star Wars: Una nueva esperanza, con libro cargado de fotos y hasta con un holograma tridimensional de la Estrella de la muerte. A ahorrar tocan.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Michael Hoppé - SOLACE


1. This Majestic Land (3:33)
2. So You (3:54)
3. Romance for Violin and Orchestra (4:35)
4. Lachrymosa (2:46)
5. Beloved (3:06)
6. Renouncement (5:14)
7. Jude's Theme (4:35)
8. Nimbus (4:08)
9. Elegy (for Joan) (4:18)
10. Pie Jesu (4:03)
11. Farewell (3:12)
12. The Parting (7:48)

Como la etiqueta "new age" recoge una diversidad muy amplia de estilos, y porque muchos de los artistas así etiquetados no se sienten del todo cómodos (quizá por la abundancia de terapistas-flautistas), es frecuente que muchos aficionados se tapen un poco la nariz a la hora de considerar si una obra que les gusta es new age o no. Por lo general, en estos casos echamos al cajón new age lo que nos incomoda y usamos un calificativo más elegante para lo que nos toca la fibra. En el caso de álbumes como este, puede ocasionar todo un conflicto encasillarlo, porque cualquier subgénero o variante del maremágnum new age querría considerarlo como propio. Es una gozada.

Michael Hoppé

Se trata de Solace (2003), del pianista y compositor británico afincado en EEUU Michael Hoppé, y si tuviera que describirlo diría que contiene música orquestal contemporánea muy melódica, neo-clásica, neo-romántica quizá, pero con un espíritu preciosista y espiritualmente reconfortante muy new age. Hoppé logra un efecto embelesante del que emana una rutilante belleza pese a que muchos de los temas son decadentistas y melancólicos. No es que las melodías sean demasiado complejas, pero los arreglos sinfónicos obran un auténtico milagro. Llega a bordearse lo excesivamente sentimental en algún fragmento, pero la línea nunca se cruza.

"Artwork" de la edición limitada en vinilo de Solace.

Además del buen hacer del compositor, contribuye la presencia de la Sinfónica de Praga. El sonido de temas como el inicial -e impresionante- This Majestic Land debe mucho al sinfonismo de las solemnes oberturas wagnerianas y, por qué no decirlo, a alguna que otra pieza fílmica del gran John Barry. No obstante, en general nos encontramos ante temas tan llamativos que difícilmente podríamos considerarlos útiles como bandas sonoras de cine.

Contraportada

Michael Hoppé, por cierto, comenzó su andadura musical en un despacho, como ejecutivo encargado de los fichajes del sello PolyGram, y cuando decidió en cierto momento pasarse al bando de los creadores, supo mantener ciertos toques de estilo de sus mejores reclutas. No es casual que todo un álbum estrictamente clasicista reserve su última pieza, la más extensa además, para ser interpretada íntegramente por los inconfundibles sintetizadores del mismísimo Vangelis, uno de los artistas que contrató en su empleo anterior. The Parting es una composición que Hoppé ya había grabado en una versión propia en su álbum Homeland de 1993.

Exquisita maravilla por una parte, placer culpable algo azucarado por otro, Solace es uno de los discos más celebrados de su autor y todo un referente de lo mejor que puede dar la new age. Para la colección, sin dudarlo ni un instante.

This Majestic Land

The Parting

sábado, 4 de noviembre de 2017

Tangerine Dream - HYPERBOREA


1. No Man's Land (9:03)
2. Hyperborea (8:31)
3. Cinnamon Road (3:54)
4. Sphinx Lightning (19:56)

Siempre es un placer retomar uno de aquellos trabajos electrónicos señeros de los ochenta, y los Tangerine Dream -al menos entonces- no solían fallar. Los álbumes más míticos de sus "años Virgin", los que van desde Phaedra hasta... digamos Cyclone, resisten probablemente muchas más escuchas que sus obras posteriores, pero todos los trabajos con la productora de Richard Branson tienen una calidad indiscutible. Fuera de la etapa antes mencionada, mi álbum favorito de TD es Hyperborea (1983).

 Contraportada de su edición en CD.

Tener un poco clara la temática del disco, y en este caso me gusta fiarme del título, ayuda a adentrarse en la música. Para quien no esté enterado, bueno es recordar que Hiperbórea era, para los antiguos griegos, un territorio situado al norte de Tracia. Por ser una zona poco explorada y estar fuera de lo que consideraban el mundo civilizado, su geografía y su población (bárbaros y gigantes, decían) se revestían de leyenda. Con los años, la Hiperbórea de las leyendas pasó de ser una región balcánica a convertirse en todo un continente perdido como la Atlántida o Lemuria que se encontraría cerca del Polo Norte, tal vez oculta bajo sus hielos desde tiempos remotos. El sol allí no se pondría nunca y sus habitantes serían inmortales. Los misterios sobre estas tierras  inspiraron no pocas historias fantásticas de la mano de autores como Clark Ashton Smith o Robert E. Howard.

Diseño surrealista para la portada de la regrabación de 2008.

El álbum fue regrabado en 2008, y en el librillo de este CD se explica, además, que en Hiperbórea tuvo lugar el paso al segundo escalón del desarrollo de la humanidad, aquel en el que los grupos humanos se empezaron a organizar por etnias. Todo esto según el pensamiento teosófico de Helena Blavatsky, y en palabras de la entonces esposa de Edgar Froese, Bianca Acquaye.

Edgar Froese, Christopher Franke y Johannes Schmoelling nos llevan de paseo por este lugar mítico con un álbum de factura sencilla pero muy inspirada. Su sonido no es tan denso como el que tenían unos años antes, pero al buen gusto general contribuye la elaboración de ritmos y melodías efectivos, alcanzando el álbum su punto más alto en su tema inicial, No Man's Land ("Tierra de nadie"). Introducen aquí los TD el sitar como contrapunto orgánico y exótico a los más modernos sintetizadores del momento, logrando transmitir una sensación como de viaje, de dinámica aventura. Al parecer, el tema se inspira en la banda sonora de la película Gandhi (1982), en la que participó Ravi Shankar.

No Man's Land

Hyperborea

El tema homónimo es pausado, envolvente, y tiene resonancias cósmicas. Está dividido en dos secciones, la primera algo más siniestra y la segunda más luminosa. En la antes mencionada regrabación de 2008, cada una de estas "mitades" de Hyperborea se presentó como un corte independiente. Mucho más melódica y resultona es Cinnamon Road ("Ruta de la canela"), breve pero hermosa y disfrutable. Es la clase de pieza radiable que los TD de entonces componían para competir con los grandes éxitos del synth-pop ochentero. Con acierto, al menos esta vez, pese a que dudo del recorrido comercial del tema fuera del propio álbum.

Cinnamon Road


Sphinx Lightning

El disco concluye con la extensa Sphinx Lightning ("Relámpago de la esfinge"), la clásica pieza progresiva de TD de desarrollo épico y lánguido a base de superposiciones de texturas con atmósfera enigmática. Música cósmica con el mejor sabor de la década anterior para cerrar un disco con el que Tangerine Dream concluía su etapa de mayor esplendor. Vendrían más álbumes con éxito y de renombre, aunque con el fin de los años Virgin terminó lo que hasta entonces había sido una virtud para Froese y los suyos: la regularidad. Volveremos con ellos más pronto que tarde.
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