1. The Coral Atoll (8:00)
2. The Lagoon (8:37)
3. Journey to the Line (9:22)
4. Light (7:20)
5. Beam (3:44)
6. Air (2:21)
7. Stone in my Heart (4:28)
8. The Village (5:52)
9. Silence (5:06)
10. God Yu Tekem Laef Blong Mi (1:59)
11. Sit Back and Relax (2:07)
Hemos levantado una pequeña polvareda cada vez que ha salido por aquí una entrada sobre Hans Zimmer, por mi parte subrayando lo poco que me gustan algunas de sus costumbres como artista y su exagerado peso en el cine actual, y por parte de algunos comentaristas, destacando sus innovaciones y su indiscutible legado. Por lo general, las discusiones se zanjan cuando admito este último aspecto y se citan obras cuya calidad va más allá de mis gustos personales. Mi favorita es seguramente El código Da Vinci, aunque me gustan también la mayor parte de su trilogía de Batman, las secuelas de Piratas del Caribe, Origen, Rain Man, El rey león, etc. Un trabajo que suele estar entre los más defendidos por sus fans es La delgada línea roja, y creo que es un buen momento para analizarlo.
Tráiler de la película.
The Thin Red Line fue una de las películas más premiadas de 1998. Hoy está un poco olvidada, ya que compitió en popularidad con la mucho más célebre Salvar al soldado Ryan. El director Terrence Malick se excedió un poco en el metraje y su trama se vuelve difusa, haciéndola una película un tanto complicada de digerir para públicos amplios. Pero es muy buena. El caso es que Malick, uno de estos autores que ejercen un control total sobre sus obras, iba a hacer picadillo sí o sí, en sucesivos montajes, la banda sonora que le encargó a Hans Zimmer. En consecuencia, no sirve de mucho recordar lo visto y escuchado en la película a la hora de analizar el trabajo de Zimmer. Algo parecido, más sangrante si cabe, fue lo que ocurrió con la posterior partitura de Alexandre Desplat para El árbol de la vida, también de Malick.
Contraportada
Quedándonos, por lo tanto, con el álbum propiamente dicho, se podría decir que The Thin Red Line es un trabajo un poco irregular, constituido en su mayor parte por temas deliberadamente discretos, muy efectivos por su carácter atmosférico y por servir de argamasa útil a un director que -Zimmer debió verlo venir- iba a recortarlos y reordenarlos hasta la náusea. Y también está ahí el temazo por excelencia de Hans Zimmer, tal vez el que mejor representa su aportación al campo de la música de cine: Journey to the Line. Por pura coincidencia, el divulgador Jaime Altozano ha dedicado hace poco un vídeo a entrevistar a Zimmer y comentar el peso posterior de esta pieza musical, entre otras cosas. No hay que perdérselo.
Journey to the Line es un tema largo que va in crescendo, con una melodía minimalista que sorprendente por su efectismo y que va aglutinando más y más capas de sonido hasta lograr un efecto emocional hiperdrámatico, un muro sónico situado entre lo orquestal y lo electrónico que resulta potentísimo. Ha sido reutilizado en varios tráileres de otras películas y lo han imitado una y mil veces. En realidad, y aunque el primitivo Hans Zimmer "synthesizer hero" de los ochenta ya poseía este toque, es a partir de Journey to the Line cuando Zimmer y casi todos sus músicos afines se dedicarían a las fanfarrias mega-saturadas, cayendo a menudo en lo pomposo y reiterativo, cuando no directamente convirtiendo este tabique sonoro en puro ruido sin sentido. En la mayoría de los casos, se olvida el carácter verdaderamente épico, maduro y profundo de aquel tema seminal.
Journey to the Line
God Yu Tekem Laef Blong Mi
Otras cosas interesantes que hay en The Thin Red Line son su uso de algunos instrumentos exóticos como el koto y la flauta shakuhachi y los también bastante conocidos cantos melanesios del tema God Yu Tekem Laef Blong Mi, que ha tenido su propio recorrido en la cultura mainstream de la publicidad y los tráileres. Dos temas están compuestos por otros autores: Beam, de John Powell, y Sit Back and Relax (vaya título), de Francesco Lupica. Parece que el primero de ellos está inspirado también en un tema del autor del segundo.
Beam
Sit Back and Relax
El álbum se escucha con agrado de principio a fin, aunque el planteamiento más bien ambiental de muchos temas hacen desear quizá algo más de variedad. Teniendo en cuenta los trabajos ambient "hardcore" que a veces comentamos en el blog (y que yo disfruto sin reservas), no diré que este álbum aburre, pero sí creo que puede hacerse largo a quienes prefieran bandas sonoras de cine compositivamente más... intensas. En cualquier caso, es un gran trabajo que merece reconocimiento y cuya fama es bien merecida. Hay que escucharlo.