Uno de los instrumentos más emblemáticos y fascinantes de la música electrónica es el theremín. De hecho, aunque no fue el primero (Luigi Russolo inventó en 1913 los "intonarumori", poco más que máquinas de ruido, bocinas enormes activadas con electricidad), el theremín sí que es probablemente el más antiguo de los que continúan utilizándose con relativa normalidad hoy en día. El ruso Lev Termen, que después sería conocido como Léon Theremin, lo inventó allá por 1920 -un par de años antes que las ondas Martenot-, por casualidad, durante unos experimentos sobre electromagnetismo. La patente es de 1928.
Léon Theremin (1896-1993)
El modelo actual, más compacto que el original, consiste en una caja mas o menos del tamaño de una videoconsola o un vídeo VHS con dos "brazos" metálicos, uno que regula el volumen y otro que produce las variaciones de frecuencia asociadas a las notas musicales. Basta con acercar las manos a estos sensores para que se produzca la música, y su enorme sencillez de manejo prometía mucho comercialmente. Pero Rusia estaba en su etapa más convulsa en aquellos años, con la Revolución todavía consolidándose, y aunque el mismísimo Lenin llegó a hacerse con uno, el éxito del instrumento tuvo que esperar a su llegada a EEUU, donde la discográfica RCA se haría con sus derechos.
Tristemente, la pequeña revolución musical doméstica que muchos pronosticaban se vio atenuada por el famoso crack del '29 y la depresión económica que lo siguió. Aun así, aún hoy sigue siendo bastante fácil encontrar theremines en colegios norteamericanos. Es un instrumento fabuloso para que hasta los niños más pequeños alucinen en colores.
Documental sobre el theremín de la UNED.
Lo que más caracteriza al theremín, anecdotario histórico aparte, es su sonido extraordinariamente peculiar. Suena a música y suena a máquina, y sobre todo suena un poco a magia, a misterio. Su primera gran irrupción en la cultura popular tuvo lugar en la BSO de Recuerda (Alfred Hitchcock, 1945), en la que acompañaba con efectos muy inquietantes aquellas imágenes oníricas ideadas por Salvador Dalí. El compositor Miklós Rózsa ganó un Oscar gracias al su acertada elección musical.
La famosa escena de Recuerda.
Poco después, el zumbante theremín se convertiría en sinónimo de ciencia ficción gracias a su utilización en Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1945). Desde entonces, no faltaría un theremín cada vez que en pantalla hubiese un platillo volante, un marciano disparando su láser o un señor con escafandra espacial. Un último y maravilloso ejemplo de uso del theremín para ambientar el espacio lo hemos visto hace muy poco en la BSO de la película El primer hombre, comentada aquí.
Una escena de Ultimátum a la Tierra.
El theremín también se hizo un hueco en la música académica vanguardista del siglo XX, muy dada al experimentalismo; y en la música popular, donde, si bien no ha tenido un protagonismo absoluto, sí ha tenido sus momentos, sobre todo como elemento efectista. Escúchese con atención la conocidísima Good Vibrations de The Beach Boys, que hasta en el título lleva un poco de theremin.
Los intérpretes de theremín, considerando que 1) es un instrumento de sonido extraño y 2) teóricamente es fácil de manejar, se han distinguido por lograr arrancar virtuosismo y delicadeza a algo, en apariencia, frío y aséptico.
Clara Rockmore (1911-1998)
Por distinguir a una thereminista con especial relevancia, debemos mencionar a Clara Rockmore, una prometedora joven violinista lituana que, debido a una enfermedad en sus manos, se volcó en el theremín por ser un instrumento que no necesitaba "tocar".
Clara Rockmore interpreta El Cisne, de Saint-Saëns.
Sus complicadas versiones de temas clásicos la hacen ser reconocida hoy en día como una de las grandes precursoras de la música electrónica. Tampoco se queda atrás el doctor Samuel J. Hoffman, precisamente el thereminista de las películas antes mencionadas, y que también difundió el instrumento en el mundo del jazz.
El Dr. Hoffman (1903-1967) en acción.
En la actualidad destaca Lydia Kavina, descendiente del mismo Theremin, colaboradora en proyectos musicales de todo tipo y muy influyente en su ámbito. Por lo que he investigado, ya que estamos, es notable la presencia femenina entre quienes tocan el theremín profesionalmente.
Lydia Kavina interpreta el tema de Doctor Who.
Y por supuesto, también está Jean-Michel Jarre, quizá el difusor con mayor alcance popular del theremín en las últimas décadas, si bien no es reconocido como un gran virtuoso en sus interpretaciones. Es bien sabido que utiliza el theremín tanto en sus álbumes de estudio como en sus conciertos más multitudinarios, en los que siempre procura reservar unos minutos para tocarlo, a veces sin más acompañamiento, y en algunos casos explicando previamente al público un poco de su historia.
Jarre tocó el Theremín en su concierto de Mónaco.