viernes, 3 de octubre de 2025

Klaus Doldinger - DAS BOOT


1. Das Boot (1:05)
2. Mon Gars (1:45)
3. Muss I Denn (0:45)
4. Das Boot (3:41)
5. Appell (0:50)
6. U96 (2:28)
7. Auslaufel (1:06)
8. J'attendrai (1:20)
9. Erinnerung (3:02)
10. Heimkehr (2:29)
11. Angriff (2:07)
12. Bedrohung (1:16)
13. Erinnerung (1:06)
14. Gibraltar (2:56)
15. Warten (1:08)
16. Eingeschlossen (2:21)
17. Rettung (2:13)
18. Rückzug (1:20)
19. Ende (3:20)

Una película de culto con una BSO también de culto que he querido tener por aquí desde hace tiempo es Das Boot (1981), titulada en España como El submarino y dirigida por el debutante en el largometraje y futuro director estrella Wolfgang Petersen. Pese a que esta banda sonora no es una obra especialmente conocida, y tampoco sé si muy influyente, es habitual encontrarse con el tema de Das Boot en más de una antología de bandas sonoras, por no decir que también puede encontrarse en recopilatorios de música realizada con sintetizador.

Klaus Doldinger (de la web Instrumentals Forever)

El autor de la música original de El submarino es el saxofonista de jazz Klaus Doldinger, cuya obra más conocida es La Historia Interminable, que, sin ir más lejos, fue la siguiente película que dirigió Petersen. En aquella partitura metieron mano desde la productora del film, añadiendo arreglos diferentes a los de Doldinger por parte del gurú electropop Giorgio Moroder. En la BSO que nos ocupa, seguramente por tratarse de un trabajo más discreto, Doldinger trabajó en solitario. Esto no impide que la música diegética de la película (la que los propios personajes pueden escuchar) incluya algunas piezas que no son suyas, y que están recogidas en algunas versiones del álbum oficial. La película fue un éxito enorme, lo que dio lugar a ediciones extendidas tanto de la misma como del álbum que se editó con su banda sonora, por lo que hemos decidido encabezar la entrada con la portada y el tracklist originales.

Contraportada de la primera edición.

Lo más interesante de esta BSO es el uso -en general- sutil que hace Klaus Doldinger de los elementos electrónicos en combinación con los desarrollos orquestales. En el tema principal se utiliza una base rítmica sintética que acentúa la tensión junto al sencillo crescendo de la melodía. A lo largo y ancho de la grabación se utilizó equipamiento como el Minimoog, el Prophet 5 y el Fairlight CMI, no sólo como aderezo "modernizador" de las piezas orquestales, sino también para aportar sonidos como el del sónar que escuchamos en el tema principal. No me atrevería a decir que la mezcla de orquesta y sintetizadores suponga la traslación musical del contraste entre la épica clásica de señores guerreando llenos de mugre y la alta tecnología de un submarino U96, pero igual van por ahí los tiros. 

Portadas alternativas para ediciones posteriores del disco, la segunda de ellas expandida.

El caso es que, vista la película hoy en día, podemos ponerle las mismas pegas que en su momento se pusieron -con mucho más énfasis- a aquello que hicieron Andrew Powell y Alan Parsons para Lady Halcón (1985): la música suena bonita, original e inspirada, pero para muchos críticos no termina de encajar con el tono general de la película, que quizá habría funcionado mejor con una ambientación musical más clasicista. Entre finales de los setenta y principios de los ochenta era muy común este elemento electrónico en muchas BSOs de películas de éxito (pensemos en el mencionado Giorgio Moroder o nuestro querido Vangelis), y entendemos que Das Boot buscaba estar en la misma línea.

 
Das Boot (Tema principal)

Los resultados son desiguales, al menos para mi gusto. Tanto el tema principal como los distintos arreglos del mismo que escuchamos a lo largo del filme me parecen acertados, pero en algún caso se cae en el error de imitar un sonido orquestal con sintetizadores, en especial en algunas escenas de acción tipo "zafarrancho de combate", lo que no contribuye al buen envejecimiento de la película. Con lo bien gestionada que está la orquesta de toda la vida en temas como Gibraltar... También funcionan bien los temas intimistas con guitarra (Erinnerung), y esa utilización del ritmo sintetizado para añadir dinamismo en algunas partes (que recuerda inevitablemente a los temas más aventureros de La Historia Interminable) me tiene que gustar a la fuerza, aunque a mi lado melómano le toque echar un pulso con mi lado cinéfilo.

 
Erinnerung

Resulta que en 1992 se publicó un remix del tema principal Das Boot a cargo del proyecto musical U96, un tema dance que tuvo una difusión importante en toda Europa y que reavivó en interés de algunos aficionados por la BSO que nos ocupa. Un trabajo interesante, representante de una época muy particular que merece la pena recordar.

jueves, 4 de septiembre de 2025

Nueva edición de "Amarok" en vinilo: el sacacuartos por antonomasia.

Si prácticamente cualquier edición revisada, remasterizada y con nuevo diseño  de portada que se publica actualmente va destinada a complacer sólo al coleccionista, el nuevo lanzamiento de Amarok de Mike Oldfield se tira de cabeza a hacer las delicias de los afectados por el síndrome de Diógenes. Debe ser ínfima la cantidad de compradores de este ítem que verdaderamente le quiten el plástico y lo pongan a girar en el tocadiscos. ¿Y por qué? Porque Amarok (1990) es un álbum ideado desde el minuto uno para ser escuchado de un tirón. Es un único tema musical de 60 minutos sin interrupción, ideado así adrede por varios motivos, que se ajustaba perfectamente al formato físico dominante cuando salió a la venta (sí, el CD) y que hoy también puede disfrutarse de manera parecida en versión digital (mp3, flac, etc.).

La cosa.

No se les ha ocurrido mejor idea que lanzar Amarok en LP y a media velocidad, con lo que la pieza original de una hora queda troceada en cuatro cachos, o sea, en dos vinilos. Se supone que Mike Oldfield en persona ha dado el visto bueno, pero no veo a este hombre amarrando el velero y bajando por la pasarela hasta el puerto para rubricar la mutilación de su obra. Si ya fue todo un atraso la primera versión en vinilo, en la que hubo que partir Amarok por la mitad, el nuevo invento es un despropósito. ¿Qué tal un lanzamiento en Bluray, Dolby Atmos, surround 5.1 o algo por el estilo, si de verdad querían celebrar el 35 aniversario del álbum con algo que mereciese la pena?

Como gancho para el fan acrítico, la publicidad promete arte conceptual expandido. Si está en la línea del nuevo título en la portada, que tira por tierra aquella tipografía que parecía formada por piezas de metal reales en favor de una horterada digital feísima, por mí se lo pueden ahorrar. La moda del vinilo se nos ha ido de las manos, y es que una estupidez como la que nos ocupa apenas puede justificarse como una broma anti-establishment en la línea de lo que supuso el propio Amarok a nivel compositivo. Sólo falta que un audiófilo analice el vinilo una vez se publique y descubra que, como tantas otras veces, no es más que un "transfer" de la versión digital del álbum.

martes, 2 de septiembre de 2025

Camel - MUSIC INSPIRED BY THE SNOW GOOSE

 
 
1. The Great Marsh (2:02)
2.  Rhayader (3:01)
3. Rhayader Goes to Town (5:19)
4. Sanctuary (1:01)
5. Fritha (1:19)
6. The Snow Goose (3:11)
7. Friendship (1:43)
8. Migration (2:01)
9. Rhayader Alone (1:50)
10. Flight of the Snow Goose (2:40)
11. Preparation (3:58)
12. Dunkirk (5:19)
13. Epitaph (2:07)
14. Fritha Alone (1:04)
15. La Princesse Perdue (4:43)
16. The Great Marsh (1:20)

Una de las bandas más "de culto" del rock progresivo es Camel. No es tan archiconocida como Genesis, King Crimson y Yes, pero sus seguidores la ponen siempre en lo más alto del escalafón del género en cuanto a calidad se refiere. Sin menosprecio de otros trabajos emblemáticos que todavía no conozco, he querido que el primer álbum de Camel que tengamos por aquí sea Music Inspired by the Snow Goose (1975), que este año cumple su cincuenta aniversario. Menudo año fue aquel.

Camel, de izquierda a derecha y de arriba abajo: 
Andrew Latimer, Peter Bardens, Andy Ward y Doug Ferguson.

Al parecer, en el disco anterior de Camel, titulado Mirage (1974), se incluía un tema inspirado en El señor de los anillos que tuvo mucha aceptación. Esto animó a la banda a realizar un álbum completo inspirado en un libro. El elegido fue la novela corta El ganso de las nieves (1941), de Paul Gallico, una historia de amistad entre un artista solitario y una muchacha ambientada en la ofensiva alemana sobre Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Según he leído por ahí, Gallico, que era anti-tabaco, se opuso a que el álbum se titulase exactamente igual que su libro por un motivo interesante: la banda Camel no sólo tenía el mismo nombre que una marca de cigarrillos, sino que en varias ocasiones empleó en sus portadas la misma tipografía que aparecía en las cajetillas. Es por eso que el título fue Music Inspired by..., de la misma manera que The Alan Parsons Project tuvo que quitar la coma de I, Robot para su álbum conceptual sobre los relatos de Asimov.

 
Rhayader

La aproximación a la novela es parecida a la de otros álbumes conceptuales que han pasado por aquí, el más reciente de ellos A Celtic Tale: The Legend of Deirdre. Se trata de una serie de piezas musicales cortas que funcionan a modo de "banda sonora" del libro en cuestión, buscando más una recreación de ambientes y sensaciones que una narración que pueda seguirse independientemente. Lo cierto es que sorprende que un disco instrumental tan dulce y meditativo sea obra de una banda de rock que además estaba en un momento fuerte de su trayectoria. Sólo en los años setenta se hacían estas cosas y, encima, se vendían bien y la crítica daba el visto bueno.

 
 The Snow Goose

Hay rock en The Snow Goose, aunque mezclado con arreglos orquestales, en ocasiones dando el protagonismo a instrumentos solistas muy diversos, desde el oboe a la guitarra acústica. Supongo que a esto es a lo que llamaban con pleno acierto rock sinfónico. Y algunos temas son puramente experimentales, como las versiones de introducción y de cierre de The Great Marsh o el tema correspondiente a la evacuación de Dunkerque (Dunkirk), casi cinematográfico. Se considera que Camel tenía pie y medio en lo que se conocía como Escena de Canterbury, y esto se refleja en el toque jazzístico de temas como Rhayader -cuya flauta recuerda un poco a Jethro Tull- y en la pátina bucólica, muy británica, del conjunto de la grabación. Hay algún detalle curioso, como cuando Doug Ferguson agita un abrigo tipo parka junto al micrófono en el tema Epitaph para simular el sonido de aleteo del ganso.

 
 Epitaph

Los componentes de Camel eran entonces los que hoy se consideran su formación clásica: Andrew Latimer (guitarras, flauta y voz), Peter Bardens (teclados de todo tipo), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería y percusiones). Bardens y Latimer figuran como compositores de este trabajo en particular, y participan también en el álbum la London Symphony Orchestra y David Bedford como director y en los arreglos. Se volvieron a unir estos últimos a Camel para la exitosa presentación del disco en el Royal Albert Hall en octubre del mismo año, cuya grabación posteriormente ocuparía uno de los dos vinilos del doble álbum en directo A Live Record (1978).

Portada de la versión de 2013.

El álbum que nos ocupa podría ser la obra más referencial de Camel, con permiso del posterior Moonmadness (1976) y el mencionado Mirage. Lo más interesante de la apuesta es que el álbum huye totalmente de la pomposidad de algunas obras conceptuales de su época. Nada de grandes fanfarrias ni de arranques de virtuosismo sin sentido. The Snow Goose es un trabajo sobrio y elegante, de gran madurez pese a que se trata sólo del tercer disco de la banda, lo que ayuda a que haya envejecido con plena dignidad. La nostalgia es poderosa, y en 2013 la formación actual de Camel (en la que sólo permanece Latimer) regrabó el álbum al completo, con algunos pequeños retoques, en esta ocasión con el título reducido a The Snow Goose. No lo he escuchado todavía pero, según parece, el resultado fue excelente y debe merecer mucho la pena.

lunes, 28 de julio de 2025

El poder del "Triunvirato" (II)

Pienso que la primera dificultad para tratar de encontrar a artistas que "sucedan" (esto es, que lleguen a tener roles similares en la cultura popular) a los tres grandes es que no es fácil saber dónde buscar, más que nada porque el mundillo de la música digital autoeditada es tan vasto y carente de asideros como el océano mismo, y porque la industria musical convencional ha compartimentado muchísimo los géneros y subgéneros. 

En última instancia, la forma de hacer llegar la música al público es mediante estrategias de mercado, y hoy tenemos un montón de etiquetas bajo las que se ofrecen productos en lugares como Spotify. En el caso de la música instrumental de ámbito popular, el etiquetado múltiple viene desde finales de los años ochenta y primeros de los noventa, cuando esa música que nos gustaba empezó a llamarse de maneras diversas según matices no siempre tan claros: ambient, minimalismo, new age, electronic music/electrónica, chill out, drone, world music, downtempo, jazz fusión, folk fusión, soft jazz, neoclásica, neorromántica, etc. Yo mismo utilizo muchos de estos términos como etiquetas en las entradas, por hacer más fáciles las búsquedas.

Pasamos de la dificultad de definir estilos de música que son previos a la diversificación del panorama, y mucho más libres (como los del Triunvirato), a otro contexto en el que la inmensa mayoría de los músicos que beben del Triunvirato deciden conscientemente adherirse a los subgéneros, a uno o dos a lo sumo. Hace tiempo que acabó el ecumenismo.

Es más, dos de los miembros del propio trío de ases, a partir de cierto momento de sus trayectorias, empezaron a sentirse cómodos también bajo el paraguas de esos subgéneros que en sus mejores años les habrían quedado estrechos. Aunque sólo fuese momentáneamente. Jarre entró de lleno en el eurodance mientras que Oldfield publicó álbumes autoproclamados como chill out. Para muchos seguidores de ambos, además, esto supuso una decepción, teniendo en cuenta que en nuestra mente habían representado lo contrario de todo aquello, casi desde una perspectiva moral.

Nada impide que de repente aparezca un renovador (¡O renovadora!) ecléctico de talla internacional que vuelva a difuminar las barreras entre etiquetas, pero no parece la tendencia natural, imitadores confesos aparte. En realidad, muchos artistas hoy en auge que admiten de algún modo seguir los pasos del Triunvirato parecen estar mucho más influidos por la etapa de -digamos- decadencia de sus ídolos que por aquella otra que los aupó al estrellato. 

Me resultaría difícil identificar como sucesor a alguien que siga los pasos del Jarre DJ, del Oldfield ibicenco o hasta del Vangelis sinfonista con soprano. Eran (son) artistas muy completos con un rango compositivo amplio, virtuosos en la ejecución con sus instrumentos, sorprendentes en la producción, rupturistas en las formas pero siempre comprensibles para el no iniciado, impactantes en lo visual, capaces de equilibrar lo electrónico y lo acústico... Demasiadas cosas a la vez.

La última cuestión que se me ocurre es también fundamental: ¿Para qué queremos sucesores para el Triunvirato? Nadie nos va a quitar sus discos, que además van adquiriendo una vigencia renovada con los años como clásicos, por no mencionar que los tres poseen discografías muy largas a las que puede añadirse todavía una cantidad respetable de material hoy inédito. 

Creo que la aparición de sucesores me resultaría ilusionante más por lo que ello tendría de sintomático respecto a la música actual que porque de verdad necesite nuevos ídolos a los que seguir. La cantidad de prejuicios sobre la música instrumental (hoy marginal para el público masivo si exceptuamos la de baile y algunas BSOs de cine) que caerían hechos añicos si emergiese una figura de esa talla haría que valiese la pena la espera, incluso a sabiendas de que difícilmente este nuevo -o nueva- gurú pueda hacernos olvidar a los tres grandes.

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