miércoles, 7 de octubre de 2009

Philip Glass / Kronos Quartet - DRACULA


1. Dracula (1:13)
2. Journey to the Inn (0:43)
3. The Inn (3:21)
4. The Crypt (1:15)
5. Carriage without a Driver (2:13)
6. The Castle (3:10)
7. The Drawing Room (1:09)
8. "Excellent, Mr. Renfield" (2:46)
9. The Three Consorts of Dracula (1:29)
10. The Storm (1:29)
11. Horrible Tragedy (1:22)
12. London Fog (1:15)
13. In the Theatre (2:49)
14. Lucy's Beaten (2:18)
15. Seward Sanatorium (2:57)
16. Renfield (2:56)
17. In His Cell (2:51)
18. When the Dream Comes (2:06)
19. Dracula Enters (4:00)
20. Or a Wolf (4:39)
21. Women in White (3:07)
22. Renfield in the Drawing Room (3:26)
23. Dr. Van Helsing and Dracula (2:22)
24. Mina on the Terrace (4:41)
25. Mina's Bedroom / The Abbey (3:52)
26. The End of Dracula (4:06)

Algunas viejas películas, especialmente aquellas que en su momento aspiraban a producir sentimientos muy concretos en su público, suelen ser las que más acusan el paso de los años. La versión que Tod Browning dirigió de Dracula en 1931, podría haber sido desde hace tiempo motivo de mofa. Los levantamientos de ceja de Bela Lugosi, su traje de aristócrata que va a la ópera, los murciélagos de goma sostenidos por gruesos cables... todo ello resulta hoy en día ingenuo, casi risible. Y sin embargo, la enorme longevidad de la película acaba recubriéndola de una pátina de clásico, de respetabilidad. Es un icono del cine, y el hecho de que uno de los compositores más afamados y respetables de la actualidad, Philip Glass, se encargase de dotarla de una nueva banda sonora, le da alas renovadas.

Bela Lugosi, en un fotograma de la película.

La película, por cierto, ayudó a asentar la imagen del vampiro como galán, con su levita y sus modales, si bien el libro original presentaba un personaje mucho más desagradable. Tod Browning se basó realmente en una obra de teatro que a su vez se inspiraba en la novela, con lo que al final el conjunto queda algo enrarecido por lo estático de algunas escenas, que bien podrían ser representadas en el escenario o en un único plano cinematográfico. El sonido decadente y minimalista del Kronos Quartet acerca Dracula a nuestra época precisamente por su talante teatral, por su efectismo de tramoya artesanal, convirtiendo aquella vieja película de terror en algo nuevo, más misterioso y atemporal que en ningún caso pretenderá competir con el estilo epiléptico y videoclipero del cine de género actual. La sugestión es la clave, y tanto Glass como los intérpretes parecen haberlo entendido de este modo.

La versión de Michael Riesman.

Respecto al disco en sí mismo, no se puede decir que logre crear un ambiente terrorífico estrictamente hablando (tampoco lo hacía El lago de los cisnes en la película original), sino más bien introspectivo, de una amargura nostálgica. Hay quienes conciben la propia novela de Bram Stoker como una obra decadentista, digna de un costumbrismo amargo, y si lo vemos de este modo, la música de Glass en un triunfo aplastante. Existe, por cierto, una segunda grabación de la misma partitura para piano a cargo de Michael Riesman, que según algunos críticos resulta más eficaz en su atmósfera.

Portada alternativa.

Con todo, la música de cámara que acompaña este viejo y nuevo Dracula puede verdaderamente considerarse digna del clásico del 31 y, con un poco de imaginación, de causarnos cierta inquietud malsana. No es la primera vez que se cuenta con un compositor contemporáneo para poner música a alguna obra de cine clásico (se han hecho otros experimentos, por ejemplo, con Metrópolis, de Fritz Lang, o con El acorazado Potemkin, de Eisenstein), aunque los resultados no siempre han sido completamente satisfactorios, por lo que aquí no caben las quejas respecto al trabajo de Glass y el Quartet. Terroríficamente sutil.

Un extracto, para hacernos una idea.

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