1. Remus (1:58)
2. The Box (2:20)
3. My Right Arm (1:02)
4. Odds and Ends (4:37)
5. Repairs (6:26)
6. The Knife (3:09)
7. Ideals (2:15)
8. The Mirror (5:21)
9. The Scorpion (2:21)
10. Lateral Run (3:54)
11. Engage (2:12)
12. Final Flight (3:47)
13. A New Friend (2:36)
14. A New Ending (6:08)
De Star Trek: Nemesis (Stuart Baird, 2002) se esperaba mucho, y en este caso fue la misma productora la que se dedicó a inflamar las expectativas de los fans a base de decir que iba a ser una película distinta, más potente e innovadora, épica y audaz por aquello de ser la última de la generación de los noventa. Craso error, porque Nemesis no solamente retiene el saborcillo a episodio alargado que ya había en Insurrección, sino que quiere hacer ostentación de varios supuestos puntos fuertes (sobre todo la idea sobadísima del villano como clon perverso del protagonista, Picard) cuya endeblez aumenta la sensación -pese a no ser la peor película de la saga- de estar ante un fiasco generalizado.
No se puede decir que la banda sonora de Jerry Goldsmith merezca echarse al mismo saco, pero también hubo quien anduvo con triunfalismos antes de tiempo, preconizando una genialidad acorde con la rompedora experiencia que iba a ser Nemesis. Quizá debían haber pensado en un cambio de compositor si querían hacer algo de verdad innovador, dada la sutil pero notoria diferencia que suele conllevar un cambio en la ambientación musical de una película. Pero los estupendos resultados de las anteriores entregas hacían innegociable su presencia.
Edición "deluxe".
Lo mejor y lo peor que se puede decir de la BSO de Star Trek: Nemesis es exactamente lo mismo: que cumple y nada más. Hay momentos de gran epicidad sinfónica en la partitura, y las orquestaciones (con hábiles añadidos electrónicos) son sobresalientes, aunque Goldsmith muestra inequívocas señales de cansancio. De hecho, y pese a que hay pequeños temas conductores para algunos personajes y situaciones particulares de esta película, estos son difíciles de identificar y a penas se recuerdan después. Si acaso, cabe mencionar la pieza que escuchamos en el tema inicial Remus, que viene a ser el leitmotiv principal del filme, y que es una divagación melódica que no funciona en su probable intento de transmitir amenaza o peligro. Tiene una potente base rítmica que de nuevo nos recuerda el frecuente uso de tales efectos en otras obras del músico, como la referencial Desafío total, aunque la utilización de este recurso en varios temas de la obra no logra instaurar una sensación de modernidad o innovación.
Remus
El ya conocido temita de cuatro notas que proviene de los tiempos de The Final Frontier reaparece en muchas ocasiones (demasiadas, tal vez) tras su poca presencia en Insurrection, en temas como My Right Arm y Repairs, aunque no suena el tema de los Klingon relacionado con Worf. Hasta la sempiterna fanfarria de la saga parece mostrar poco brío, poca intensidad pese a la sutil evolución que había tenido en la película anterior. Ese último tema para los créditos finales, por cierto, incluye la melodía de la canción Blue Skies de Irving Berlin, cantada por el androide Data en otra de esas olvidables escenas chuscas que jalonan la saga aquí y allá, en este caso una boda.
No pongo la boda, sino el tema final de la película.
No es ni una mala banda sonora ni una mala adición a la colección discográfica, pero al final, y en resumen, el simple hecho de que sea tan difícil quedarse con algo que recordar una vez pulsamos el botón de stop deja un sabor amargo. En todo caso, merece la pena reconocer la labor de un Jerry Goldsmith que en aquellos momentos supo, al menos, estar a la altura de su prestigio personal mientras encaraba el final de su vida. Star Trek: Nemesis fue su penúltima banda sonora.
Nos quedan dos, estas de Michael Giacchino. A por ellas.
1 comentario:
En efecto, recuerdo comentarios de la época antes del estreno afirmando que los miembros de la orquesta no paraban de aplaudir y ovacionar a Jerry a cada take que se grababa. Aquello anticipaba un "pepinazo" de banda sonora que finalmente no fué; y en retrospectiva, queda claro que todas aquellas ovaciones bien pudieron ser más debidas al frágil estado de salud del Maestro y a sus esfuerzos.
La película tienen un grave problema que ya arrastraba Insurrection: el guión es tan plano que los actores están tan perdidos que carecen del más mínimo carisma, es todo muy frío y plano. Donde sí gana enteros es con la llegada de Stuart Baird, un excelente montador que entiende bien de puesta en escena y en ritmo.
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