2. Sound Chaser (9:31)
3. To Be Over (9:03)
Hace un año que comenzó toda esta pesadilla de la pandemia, e incluso considerando que en este tiempo todos hemos tenido demasiado tiempo libre para leer libros, ver películas y escuchar muchísima música, tanta como para que sea difícil acordarse de toda ella para escribir una entrada al respecto, yo al menos sí que puedo señalar un disco que se quedará grabado en mi memoria para los años venideros: Relayer (1974), de la banda progresiva británica Yes.
Lo mío con gran parte del progresivo clásico es un gusto adquirido que he ido configurando poco a poco. A estas alturas, salvo por algún fragmento de Close to the Edge, ya tenía decidido que Yes iba a ser el único de los grandes grupos del movimiento con los que no conectaba del todo. Demasiada filigrana, demasiados músicos virtuosos alardeando, un vocalista a veces estresante. Pero aquí estaba yo, justo donde estoy ahora, de un viernes a un lunes reprogramando todo un curso académico para adaptarlo a la enseñanza online (¿he dicho que soy profesor de instituto?), horas y horas ante el teclado. Y entre unas cosas y otras me hice con algunos discos de Yes en mp3 y me puse con Relayer. No sé si será porque me identifiqué en seguida con el propio concepto del tema central del álbum o porque necesitaba despejar la mente entre clase y clase, pero aunque ya había escuchado un par de veces antes The Gates of Delirium con escaso o nulo interés, esta vez fue como una iluminación. ¡Qué maravilla!
Relayer ("Relevista") es el álbum que publicó la banda Yes en 1974 después del que hasta entonces había sido su momento más crítico: el lanzamiento del doble disco Tales from Topographic Oceans (1973), excesivo según el criterio de muchos, seguido del abandono del teclista estrella Rick Wakeman, que veía que la cosa dejaba de gustarle y prefería volcarse en sus trabajos en solitario. Es de suponer que los demás miembros de la banda quisieron volver a un formato más razonable con Relayer, y por eso retomaron el formato de satisfacción asegurada de Close to the Edge (1972): un tema largo muy progresivo y épico en la primera cara y un par de temas muy bien diferenciados en la segunda.
Como decíamos, el corte principal de Relayer es The Gates of Delirium ("Las puertas del delirio"), una suite alegórica inspirada vagamente en Guerra y paz de Tolstói que describe el antes, el después y el durante de una gran batalla. Comienza con los guerreros yendo a la batalla mientras cantan arengas, como vemos en la portada del genial Roger Dean; después se desarrolla la batalla en sí, con multitud de estruendosos y originales desarrollos instrumentales, todo un despliegue de efectismo en la posterior gira de presentación del álbum; y concluye con el fragmento que conocemos como Soon, que es un largo cántico prácticamente new age a cargo de Jon Anderson, que habla sobre la esperanza en el mañana y que utiliza unos fondos inmensos y unos punteos de guitarra en su recta final que rubrican más que de sobra el hecho de que The Gates of Delirium pueda considerarse con justicia, al menos a mi parecer, el mejor tema individual de Yes.
Completan la cara B del vinilo original Sound Chaser ("Perseguidor del sonido"), que es un tema casi totalmente instrumental muy potente y barroco, a veces hasta ruidista; y To Be Over, bastante más melódico y relajado, con un toque exótico de sitar y Jon Anderson otra vez muy dulce. Son dos temas interesantísimos, pero con lo genial que es la primera cara del álbum, tienes la injusta sensación de que están ahí a modo de "extras".
La alineación de Yes, además del mencionado Anderson, incluye el bajo de Chris Squire, la guitarra de Steve Howe, la batería de Alan White y los teclados de Patrick Moraz. Este último fue contratado por la banda tras una serie de audiciones a las que acudió nada menos que Vangelis, seguramente animado por su amigo Jon Anderson, y también seguramente sin la menor intención de unirse a Yes. Moraz, que hace aquí un muy buen trabajo, duraría un par de años en la banda y después se iría con los Moody Blues.
En cualquier caso, Relayer no gustó del todo en su momento a los críticos, que ya estaban dando más y más la espalda al rock progresivo en favor de expresiones rockeras más del gusto popular. Hoy en día, el álbum es reconocido como una obra fundamental, supongo que gracias a que su virtuosismo y su imaginación desbordante lo convierten en un perfecto ejemplo (y bastante accesible, por cierto) de todo lo bueno que tenía el progresivo. Puede disfrutarse en varias versiones en la actualidad, una de ellas pulida con bastante acierto por Steven Wilson.
Siempre agradeceré lo mucho que me ayudaba a relajarme escuchar Soon entre clase y clase durante la horrible primavera de 2020. Un rayo de luz entre tanta oscuridad.
4 comentarios:
No sé si lo sabes, pero si tienes Amazon Prime, tienes allí dos conciertos de Yes. Uno de ellos, el "Symphonic Live", del 2001, en el que se acompañan de una orquesta sinfónica, tiene dos interpretaciones completas y absolutamente magistrales tanto de "The gates of delirium" como del mejor tema de 'Tales from topographic oceans', "Ritual". Ver esas dos interpretaciones en ese concierto me ayudó mucho a entender plenamente la magnitud de esas dos composiciones. Y aún hoy, casi 20 años después de comprarme ese concierto, todavía me provocan piel de gallina y lágrimas en los ojos. Con un poco de suerte puede que te ayuden a que ese tema te entre definitivamente :)
Ah, y no te preocupes por el hecho de que se acompañen por una orquesta (eran los tiempos en que compusieron y grabaron el disco 'Magnification'); al contrario que en muchas otras "symphonic versions" de multitud de grupos para hacerse los interesantes, aquí la integración de lo sinfónico me parece hecha con un gusto tremendo y enriquecedor, similar a las orquestaciones de Michael Kamen para Metallica. Así, sí.
En lo personal, Yes son los autores de mis composiciones progresivar largas favoritas después de las de Oldfield.
Saludos!!!
São miguel Arcanjo combatei rogai por nós, são José rogai por nós, mãe passa a frente de todas as minhas necessidades
No es mi disco favorito, pero casi. Con Wakeman y Bruford en los créditos habría más caché, pero nada que envidiar, por lo menos en este album. Moraz y White toman el relevo y hacen un trabajazo. Las tres canciones son joyas. Ya solo por la portada debería ser compra obligatoria,como arte del bueno, pero si encima el disco es bueno ya....
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