1. Leaving Shire (3:28)*
2. The Old Forest & Tom Bombadil (3:43)
3. Fog on the Barrow-Downs (2:29)
4. The Black Riders & Flight to the Ford (4:07)
5. At the House of Elrond & The Ring Goes South (4:40)
6. A Journey in the Dark (1:10)
7. Lothlórien (4:01)
8. Shadowfax (0:51)
9. The Horns of Rohan & The Battle of the Pelennor Fields (3:57)
10. Dreams in the House of Healing (1:56)
11. Homeward Bound & The Scouring of the Shire (2:54)
12. The Grey Havens (4:57)
*He optado por incluir los títulos en la edición inglesa del álbum. Los originales en sueco... bufff.
Hoy traigo una delicatessen, una pequeña joya que, aunque importante en su momento y en su lugar, no parece haber llegado en demasiado buena forma a nuestros días, y menos aun entre el público hispanohablante, que al final es el que más acude a este blog. Se trata de Sagan om ringen (1970), obra del sueco Bo Hansson cuyo título no nos sugiere demasiado hasta que lo traducimos al castellano como El Señor de los Anillos. Hace bastante tiempo dedicamos una entrada a enumerar las diversas composiciones que la música clásica y popular han dedicado a la obra del ilustre autor británico J. R. R. Tolkien -que no son pocas-, y me salté sin querer este álbum que aquí presentamos, del que por aquel entonces ni siquiera tenía noticia. Grave error, pero ahora podemos arreglarlo.
Bo Hansson
Sagan om ringen es el primer disco de Bo Hansson, un músico de Gotemburgo que tocó varios palos dentro de la música popular, en el blues y en el jazz sobre todo, ganándose un importante prestigio como intérprete del órgano Hammond que le llevó a trabajar incluso con Jimi Hendrix. Junto al batería Jan Karlsson formó el dúo de predecible nombre Hansson & Karlsson, artífice de tres álbumes de éxito. Cuando Karlsson perdió interés por seguir en la música, Hansson se decidió a continuar en solitario. Y aquí comienza la romántica búsqueda del músico avant-garde.
Hansson descubrió la novela de Tolkien gracias a su novia, y parece que se le encendió una bombillita en la cabeza. Se metió en el piso de un amigo a experimentar con su órgano -qué mal ha sonado eso-, causando incluso su desalojo del edificio a consecuencia del ruido que atormentaba a los vecinos. De allí se "mudó" a una isla cercana a Estocolmo, a una cabaña, donde se le unieron Rune Carlsson (batería) y Anders Lind (ingeniero). Juntos los tres, poseídos por una creatividad arrolladora y deseosos de ir puliendo la obra en una línea muy artesanal, lograron dar cuerpo al extraño y fascinante álbum que estamos comentando.
Portada de la primera edición británica del disco.
Se añadió la coletilla de "Música inspirada en" por el asunto de los derechos.
Hoy en día, El Señor de los Anillos es un clásico literario bien conocido por los lectores de todo el mundo, en parte gracias a su indudable calidad literaria y su imaginación sin límites; en parte gracias al fenómeno que se vivió gracias al estreno de las películas hace ya diez años. Pero a finales de los años sesenta, si bien ya había quedado bien establecido su estatus como best-seller desde su publicación entre 1955 y 1956, el libro del viejo profesor era sobre todo una lectura de culto. Los universitarios norteamericanos, en plena oleada hippy y flower power, hacían pintadas con la frase "Frodo vive", fumaban su hierba mágica descalzos como los hobbits de la Comarca y, en general, contribuían a crear alrededor del extenso relato tolkiano todo un movimiento contracultural cuya influencia sigue tan viva hoy como entonces.
Hay que tener en cuenta que, pese a que hoy El Señor de los Anillos es sinónimo de aventura, fantasía desbordante y grandiosidad épica, entonces se le atribuía cierta aura esotérica, oscurantista incluso, debido al carácter macabro y grotesco con el que las fuerzas del mal están representadas en la novela. Hoy estamos más habituados a estas cosas, y por eso creo que esa interesante visión se ha perdido casi del todo con el paso del tiempo. El disco de Bo Hansson, sin embargo, mantiene vivo este misterio en la forma en que se aproxima a la obra capital tolkiana. Basta con decir que se trata de un álbum de rock progresivo instrumental con altas dosis jazzísticas, quizá lejanamente parecido a lo que harían en fechas cercanas los artistas de la escena de Canterbury en el Reino Unido. Para muchos expertos, el que se tratase de un trabajo instrumental creado prácticamente del todo por un único compositor e intérprete lo convierte en una obra no menos seminal que el mucho más célebre Tubular Bells de Mike Oldfield, la gran revolución internacional de la música popular instrumental que tendría lugar tres años después. No sé si es para tanto, pero admito que es una propuesta interesante.
Edición de 1977 con una portada algo más actualizada y reconocible por los seguidores del libro.
Como comentaba, la aproximación que ofrece Hansson al viaje de Frodo para destruir el Anillo Único de Sauron es tenebrista y extrañamente atrayente por sus connotaciones casi terroríficas. Suenan incluso instrumentos tan poco afines a la fantasía medievalista como el saxofón, el sintetizador Moog, la guitarra eléctrica o la conga, pero la música forma un todo tan perfectamente coherente, tan compacto, que nada chirría. Cierto que el sonido del órgano Hammond y el Moog hoy resultan un pelín arcaicos, pero al final te das cuenta de que un libro tan atemporal como El Señor de los Anillos resiste y hasta se ve enriquecido por esta visión musical a la vez ingenua y muy sobria. El disco abarca la obra literaria al completo, y muchos de los temas llevan directamente el título del capítulo que describen musicalmente, casi como si se tratase de una banda sonora de cine. Al parecer, se consideró incluso la posibilidad de incluir extractos cantados del libro sobre las piezas musicales (pensemos quizá en algo así como La guerra de los mundos en versión de Jeff Wayne), aunque la editorial poseedora de los derechos literarios, Allen & Unwin, se pronunció en contra de esta idea. Lo cierto es que el profesor Tolkien, que aún vivía en 1970, nunca llegó a asimilar del todo bien el desmesurado alcance sociocultural que llegó a tener su obra épica.
Una página del libreto de la edición en CD.
Escuchar Sagan om ringen como es debido requiere concentración y paciencia. Una vez seamos capaces de abrir nuestra mente, disfrutaremos plenamente de su sonoridad inspiradísima, de sus fascinantes poderes de evocación de dos mundos al mismo tiempo: el de la Tierra Media, en su expresión más pura y carente de las dulcificaciones actuales; y el del incipiente rock progresivo, una puerta que se abría a un mundo de imaginación y libertad creativa que, como la era de la magia en las obras de Tolkien, brillaría con fuerza pero no duraría para siempre. Desgraciadamente, en Spotify solamente cuentan con un par de temas sueltos (entre ellos el más conocido, The Black Riders), así que os invito a buscar el disco online o a haceros con él en formato físico. Para concluir, cuelgo tres temas del álbum reunidos en el siguiente enlace a YouTube:
3 comentarios:
Para mí el que resultó un gran descubrimiento fué el ''attic thoughts''.Me parece un gran disco de progresivo.Gran blog.Un saludo.
Pues me apunto la recomendación. Bienvenido, Pau, espero que sigas pasándote por aquí.
Termino de descubrir una joya...y eso que en el buscador puse Shadowfax ¿?
Publicar un comentario