1. Aquarium (3:36)
2. Nimrod (8:58)
3. Alto Giove (4:05)
4. Peer Gynt (5:31)
5. Arioso (2:36)
6. Lark (5:47)
7. Sonnambula (3:35)
8. Paradisum (3:37)
9. Pavane (4:46)
10. Clavier (4:25)
11. Babbino (3:44)
12. Swan Lake (5:15)
"Este álbum es la continuación de Pieces in a Modern Style. Algunas personas escalan montañas, otras juegan al sudoku, pero yo obtengo un inmenso placer realizando estas remezclas (...) Lo que me llamó la atención de la música clásica es su ensamblaje. Me encanta el reto que supone y me encanta intentar descoserlo para averiguar cómo funciona (...) unas veces tomándome libertades diabólicas y otras siendo totalmente fiel al original (...)"
William Orbit (en la contraportada)
Uno de los grandes lanzamientos del recién terminado 2010, en el campo de la música "distinta" fue este Pieces in a Modern Style 2 de William Orbit, secuela de la que fue para mí una de las últimas grandes sorpresas musicales de los noventa. Aquel álbum tan extraterrestre, tan avanzado y al mismo tiempo tan sencillo, me deslumbró por la manera en que se podía plantear un disco serio con versiones de temas clásicos realizados por medios electrónicos sin caer en infantilismos ni en el kitsch. La publicación de esta segunda entrega el pasado mes de agosto me pasó totalmente inadvertida. De no ser así, habría hablado de ella enseguida, pero más vale tarde que nunca.
William Orbit (en su página oficial, fotografía de Marc Marot).
Lo lógico y normal a la hora de evaluar una secuela, sea de una película, de un libro o en este caso de un trabajo discográfico (no son tan frecuentes las secuelas pero haberlas, haylas), es comenzar haciendo una comparación entre lo nuevo y lo viejo. Pienso que este Pieces in a Modern Style 2 es una digna continuación del original, precisamente porque tiene lo que toda buena secuela debe tener: fidelidad al concepto e innovación propia. Es una segunda parte, y al mismo tiempo una interesante evolución. Si el primer álbum destacaba por su sonido prístino, cuasi-cristalino que nos mantenía en una nube de algodón durante toda la escucha, el segundo logra mantener este efecto cristalino, aunque introduce nuevos sonidos menos delicados (ritmos electrónicos más marcados, sobre todo) que, si bien estropean en parte la magnificencia gélida del primero, le añaden una nueva frescura muy bienvenida y enriquecen su paleta de colores.
Clip promocional. Lo que suena son los remixes más que el álbum "real".
Como ya sucediera con la primera entrega, el productor musical y experimentador William Orbit se ha dedicado a escoger piezas clásicas, unas muy muy conocidas y otras seguramente favoritos personales, y jugar un poco con ellas a la manera que lo hiciesen los dinosaurios -lo digo con cariño- Wendy Carlos y Tomita hace cuatro décadas. Está claro que se ha hecho con cierto rigor, y aunque parezca de poca importancia, el hecho de que el álbum haya sido publicado nada menos que por el prestigioso sello clásico DECCA no es cualquier cosa. Como afirma Orbit en su introducción, los tratamientos a los que somete cada pieza son variados, desde reconversiones muy comerciales y prácticamente bailables a fantasías ambientales para los amantes del mejor new age instrumental. Entre los temas más famosos que Orbit versiona tenemos el Aquarium de El carnaval de los animales, obra de por sí muy divertida de Saint-Saens; La mañana de la suite Peer Gynt, de Edvard Grieg; el O mio babbino caro de Puccini; y El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Especialmente la segunda y la cuarta son magníficas por su modernidad y su tratamiento rítmico, y la tercera tiene una textura hermosísima.
Dar cera, pulir cera, dar cera, pulir cera...
Encontramos también piezas de Elgar, Vaughan Williams, Bellini, Faure, Bach y Nicola Porpora. Aunque no he escuchado el original de algunas de ellas, sí que me resultan -como poco- familiares. He tenido la impresión, además, de que esta vez Orbit no ha introducido ningún tema demasiado largo y pesado como su sosa versión del Adagio para cuerdas de Barber del primer volumen, cosa que otorga vitalidad al conjunto y no nos hace llegar cansados al segundo tema. Este trabajo es muy recomendable para quienes quieran descubrir (o redescubrir) la música clásica desde una óptica alejada del aura demasiado oscura y académica que a veces se le otorga por boca de la opinión de la masa consumidora de ídolos pop. Considerando las relativamente malas críticas que tuvo la primera entrega del disco pese a su calidad, y el hecho probable de que esta segunda tampoco haya sido un pelotazo de ventas, pienso que los acercamientos a la música clásica, sea por el medio que sea, deberían ser mucho más insistentes de lo que son. Hay que apoyar a los artistas que, sea por un afán lúdico como Orbit, o sea desde la honradez del conservatorio de toda la vida, intentan con uñas y dientes que la gente de la calle pierda el miedo de un género que simplemente no conoce.
Peer Gynt
El álbum se ha publicado también en una edición especial que contiene un segundo CD con remixes de otros artistas, y que viene a suponer una revisión de lo ya revisado. También incluye algún tema que no estaba en el primer disco, como una estridente versión de Carmen, de Bizet; una muy dulce del Stabat Mater, de Pergolesi; una muy galáctica del Nisi Dominus de Vivaldi; un par de piezas de Jean Mouton; y una divertida versión del Preludio de J. S. Bach. Como siempre, yo me quedo con el primer disco y me limito a él, aunque el segundo tiene su interés propio. A escucharlo entero, que es todo bueno. Por ejemplo aquí, en su página oficial, o en su propia emisora de radio online.
¡Y FELIZ AÑO NUEVO!
2 comentarios:
Me pillaste, no sabía que había aparecido este disco, pero el primero es realmente bueno, así que a por él.
A mí sí que me han pillado. No sé como he estado de tonto en 2010 que se me han pasado un montón de lanzamientos de primera (por ejemplo, los nuevos discos de Wim Mertens y Loreena McKennitt, nada menos). Este es un buen disco. Ya digo en la entrada que no tan "especial" como el primero, pero merece mucho la pena.
Un saludo, Pepe, y feliz año!
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