2. Bonny Portmore (4:21)
Uno de los picos de popularidad de Loreena McKennitt le llegó en 1991 gracias a su álbum The Visit. Nunca me he puesto a escuchar su música cronológicamente, y después de haberme acercado a este trabajo mientras hacía alguna otra cosa en casa (lo sé, mala idea) tengo la impresión de que casi todo lo que ha venido después en su discografía deriva de lo conseguido aquí, tanto en lo que se refiere al contenido musical como al éxito popular.
Supongo que The Visit dibujó una rosa de los vientos de buen tamaño en el mapa mental de los seguidores de la canadiense, que hasta entonces la situaban en el ámbito amplio de lo celta, para expandirse hacia lo que conocemos como "world music". Y digo que el ámbito de lo celta era amplio porque precisamente en aquella década -acabamos de hablar de ello en la entrada sobre Ave Mundi Luminar- todas las músicas alternativas estaban en boga. La new age, la electrónica cósmica muy producida y los ritmos tribales encontraban su igual, y unos pocos años más tarde incluso con más intensidad, en la música celta. Habría que preguntarse por qué una forma de folclore característica de unas áreas del mundo muy concretas llegó a ponerse de moda en todas partes, a convertirse en un género que ocupaba su propio espacio, y no precisamente pequeño, en los estantes de las tiendas.
Nos explica Mike Shooter en su blog La voz de los vientos que la idea general de The Visit le vino a la mente a McKennitt mientras asistía a una espectacular exposición en Venecia sobre el auge de la primitiva cultura celta en la Europa precristiana. Ella explica en el libreto del CD que entiende el concepto de "La visita" como ese impulso creativo que hace toc-toc de vez en cuando en la puerta del artista, y que los temas del álbum se inspiran precisamente en este largo periplo de los celtas desde la India hacia las Islas Británicas, a través del cual fueron sembrando el misticismo -muy proto-new age, si se puede decir- de la unión espiritual con la tierra, a través de una serie de creencias y rituales que hoy podemos entender como ecologistas, y que al mismo tiempo contenían esta idea de las "visitas", de la migración del alma hacia la naturaleza.
The Visit, efectivamente, es un poderoso álbum de world music a base de temas tanto propios como tradicionales, un ejercicio de investigación musical (Loreena McKennitt es casi tan valiosa por su erudición como por su virtuosismo vocal) que expande las raíces de lo celta hacia el resto del mundo. Desde la tradición japonesa de las linternas de papel para celebrar la migración de las almas de los difuntos (All Souls Night) hasta la leyenda artúrica (The Lady of Salott, con un poema de Tennyson como letra), McKennitt marida su arpa con numerosos instrumentos de viento, percusiones de Oriente Medio (Between the Shadows), sonidos de sitar, una guitarra (Tango to Evora, de inspiración portuguesa) que se antoja latina, un toquecillo de guitarra eléctrica también (The Old Ways) y muchas más cosas. The Visit incluye una bellísima versión cantada de Greensleeves, la ingenua melodía que se atribuye a Enrique VIII, y un fragmento de Cimbelino (Cymbeline), la obra tardía de Shakespeare sobre la invasión romana de la Inglaterra celta, que sirve como apropiado cierre temático del álbum.
De más de un disco decimos que no le sobra nada, pero de este podemos afirmar que todo en él es sobresaliente, magnífico, tan cargado de matices que se percibe que su autora había dado con un filón creativo del que iba a sacar muchísimo oro. En efecto, mucha de su producción discográfica posterior bebe de fuentes parecidas, del mestizaje, pero en su caso -y a diferencia de muchas otras mezclas raras que se hicieron cuando todo esto estaba de moda- sostenido por una coherencia musical, temática y hasta histórica que le aporta una seriedad y un interés atemporales. Imprescindible en cualquier colección, quizá mejor incluso en su "edición definitiva" de 2021, que incluye muchísimo material extra.
2 comentarios:
Como ya dejé en otro post, el término new age no me gusta nada, así que prefiero referirme al Chill-out (Enigma, Enya, Oldfield, Sarah Brigthman, Schiller) y a la World Music. En este último estilo me quedo con Peter Gabriel, Loreena, Lisa Gerrard o Deep Forest. Lo relevante de la world music es su riqueza en la fusión de estilos. Tema importante es saber que Loreena es la productora de su obra, quiere decirse que controla todos los parámetros instrumentales de su música y a la vez es multiinstrumentista, algo así como Mike Oldfield. Peter Gabriel también es productor musical y es que ser productor musical inicia una nueva era en la historia de la música. Previo a la World Music y Chill-out tenemos a los Jarre, Vangelis, Kraftwerk, Alan Parsons, Moroder-Donna Summer, los dos chicos de ABBA y demás productores que ya conocemos todos. Warner Music apostó por un auténtico póker de ases de estas músicas; Enya, Oldfield, Vangelis y Loreena.
Sobre la importancia e influencia de esta World Music pues es la misma que la del Chill-out con respecto a la música cinemática. Basta escuchar la banda sonora del Reino de los Cielos para ver la enorme influencia de estos productores iniciáticos sobre los productores que viven bajo los parámetros de la Factoría Zimmer.
Yo me "enganche" a esta señora con este disco, a comienzos de los 90. La verdad es que me gustó mucho y me compré todo lo editado hasta la fecha. Luego la he ido siguiendo de manera más o menos continua. No sé ya si ha sacado algo nuevo desde Lost Souls y el directo posterior.
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