martes, 23 de abril de 2024

Rodrigo Leão & Vox Ensemble - AVE MUNDI LUMINAR


1. Ave Mundi (4:29)
2. Movimento (5:31)
3. A Espera (4:45)
4. Carpe Diem (3:28)
5. Amatorius (1:45)
6. Vitorial (5:52)
7. In Excelsis (4:18)
8. Espiral II (2:20)
9. A Espera (Versão) (2:00)
10. Ruas (3:31)
11. O Medo (3:15)
12. Final (2:34)
13. Humanitá (1:00)

Durante la primera mitad de los años noventa, quien no se subió al carro -difuso, polivalente- de la new age, fue porque no quiso. No era solo el dinero, era la explosión de popularidad de un género que durante la década anterior había sido más bien "de nicho" y ahora era capaz de sacar la cabeza por encima de cualquier otro estilo musical mainstream. Y lo cierto es que, más que música new age propiamente dicha, espiritual y beatífica, lo que se hizo en aquellos años fue más bien el resultado de los adelantos técnicos de la producción musical. Desde ritmos étnicos a mil experimentos con canto gregoriano, pasando por viejas glorias que volvían a dar la campanada y divas neopaganas envueltas en vestidos sedosos. No se podía haber dicho a ciencia cierta, tiempo atrás, que los portugueses Madredeus se dirigían hacia estos universos. Quizá nunca llegaron a abrazar la new age. Pero con la new age ocurre como cuando dices que no te interesa la política y unos y otros lo toman como señal inequívoca de que en realidad perteneces a ese partido que no les gusta. Si una obra musical se parece a la new age aunque sólo sea un poco, ya es oficialmente new age.

El caso es que el cofundador de Madredeus, Pedro Ayres Magalhães, mantenía la formación dentro de los límites del folk y el fado de estilo libre al dar prioridad a la voz de Teresa Salgueiro y a su propia guitarra, mientras que el teclista Rodrigo Leão, según se deduce, sí que quería explorar otras posibilidades. En la pausa discográfica que siguió al exitoso álbum Existir (1990), Leão comenzó una carrera en solitario que lo llevaría a estar fuera de Madredeus un par de años después, si bien siguió a bordo en O Espírito da Paz (1994) y Ainda (1995). Ave Mundi Luminar, publicado en 1993, es claramente el desahogo que Leão necesitaba.

Rodrigo Leão (imagen de su página web).

Ave Mundi Luminar ("Salve, luminaria del mundo") es uno de esos discos que no pueden faltar en cualquier colección de nuevas músicas en sentido amplio. El Vox Ensemble, la banda de cámara que constituyó Rodrigo Leão, contó en aquella primera aventura con los violines de Maria do Mar y Margarida Araújo, las voces de NairNuno Guerreiro, la flauta de Antonio Pinheiro da Silva, el violonchelo de Francisco Ribeiro y el oboe de Nuno Rodrigues. Parece que casi todos los demás componentes de Madredeus aparecen también brevemente, Teresa Salgueiro incluida. A pesar de lo profundo que promete ser el sonido de un ensemble así, debo decir que Ave Mundi Luminar me decepciona un poco.

Ave Mundi

Obviamente, Leão es intérprete de sintetizadores y reclama su protagonistmo como líder, pero siento que la atmósfera devora de manera notable lo orgánico de los demás instrumentos. Si se estaba buscando un sonido más cercano al minimalismo "culto pero accesible" de gente como Wim Mertens, Michael Nyman o Philip Glass (escúchese In Excelsis, tema aquí contenido que tiene un poco/un mucho de ambos), quizá queriendo parecerse un poco al Kronos Quartet, las decisiones tomadas seguramente mantuvieron el proyecto en un estante de la tienda de discos distinto del que les habría gustado.

Carpe Diem

En mi humilde opinión, lo malo no es la combinación de lo electrónico y lo acústico, evidentemente, sino el hecho de que los sintes casi siempre quieren sonar como instrumentos tradicionales y esto se nota demasiado. ¿Para qué contar con violinistas en el Vox Ensemble si luego ponemos al sintetizador a imitar el sonido de violines, como en Movimento, Vitorial o Espiral II? Se percibe que Leão lucha por suplir con sus teclados la ausencia de más instrumentos, quizá toda una orquesta que complemente al conjunto de cámara, pero el sonido de sus teclados no suena lo suficientemente orgánico para integrarse al cien por cien. A lo largo de todo el álbum hay un trabajo de composición muy notable, pero opacado por un producto final demasiado artificial, me temo. Y son precisamente los temas con más protagonismo de los instrumentos acústicos (A Espera, Final) los que mejor me suenan.

Espiral II, en una versión muy acústica.

Llego a la conclusión de que el problema de base, si admitimos que lo hay, lo tienen los más de treinta años que han pasado desde que se publicó Ave Mundi Luminar, que sitúan el álbum muy en su época. Hay cantos eclesiásticos (Carpe Diem), ritmos exóticos (Ave Mundi, otra vez Carpe Diem), teclados solistas muy dulces sobre fondo plácido (Amatorius) y otras tantas cosas que nos remiten a mediados de los años noventa. Seguro que en su momento este álbum sonó a gloria a quienes buscaban algo más maduro que el hit de moda de Enigma o el single radiable de Enya, pero creo que a día de hoy le resulta difícil escapar del que fue un contexto muy característico. No obstante, tampoco nos engañemos, porque incluso con este visible lastre, el álbum sigue sonando bien y proporcionando una experiencia musical más que satisfactoria. 

A quienes no la conozcan, les invito a buscar una reedición con portada distinta y algunos cambios en la lista de temas, publicada en 1995 por Sony Masterworks.

Portada de la versión de 1995.

martes, 16 de abril de 2024

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 14: "LA SERENISSIMA"


"Imagina un futuro distante en el que la humanidad puede haber abandonado una de las más bellas ciudades del mundo: Venecia. 
    La música clásica italiana -pero con algunas diferencias- ha permanecido como único recordatorio de la magia y el romance de su antiguo esplendor.
    Lo que podría sucederle a Venecia es la historia de Rondò Veneziano."
(Texto de la contraportada del single en vinilo de La Serenissima)

Esto va a hacer "clic" en muchos cerebros. Hablamos del conjunto italiano Rondò Veneziano, uno de esos grupos pintorescos de los años ochenta que hoy nos parecen un poquillo kitsch pero que en su momento consiguieron una repercusión notoria en los medios. 

La Serenissima, portada del álbum de 1981.

Se trata de un conjunto neoclásico de cámara que busca recrear una música de estilo barroco, a la que se añade un ritmo pop y sutiles arreglos de sintetizador que la hacen más comercial y accesible. La mayor parte de los componentes -al menos de los que actuaban en vídeos- eran mujeres con pelucones tocando el violín, el violonchelo y el contrabajo. Se supone que el grupo surgió tras renacer el carnaval de Venecia a comienzos de los años setenta del siglo XX, aunque Rondò Veneziano se constituyó en 1979 y lanzó su primer álbum en 1980. Su fundador y líder hasta hoy es Gian Piero Reverberi, compositor, pianista, arreglista, productor y lo que se tercie, un músico de prestigio que lo mismo trabajó en bandas sonoras de spaghetti westerns que en álbumes de rock progresivo. Aunque pueda parecer que la banda interpreta temas clásicos modernizados, en realidad su repertorio consiste en piezas originales de Reverberi, supongo que con alguna excepción puntual.

Rondò Veneziano. En el centro de la primera fila, con chaqué, Gian Piero Reverberi.

Debo confesar que este tema en concreto que he seleccionado, La Serenissima, no es el que primero escuché del repertorio de Rondò Veneziano. Más bien lo he elegido por ser quizá el primer éxito de renombre del conjunto, que en su momento tuvo gran difusión gracias a su interesante videoclip de animación. También suele ser el primer o segundo tema que aparece en sus recopilatorios, y además creo que ha envejecido mejor que gran parte de su material de los ochenta. Pertenece a su segundo álbum, publicado en 1981 y titulado igual que el tema que nos ocupa.

La Serenissima

En realidad, conocí esta música gracias a un buen amigo que me prestó el casete Odissea Veneziana (1984), supongo que recién salido de la guantera del coche de su padre, donde estaría también el best-seller patrio Capriccio Russo de Luis Cobos. No podemos dejar de mencionar que Rondó Veneziano tuvo su momento de gloria en España gracias a que Narciso (Chicho) Ibáñez Serrador los invitó al concurso Un, dos, tres, que en en aquella época era visto cada fin de semana por varias decenas de milliones de personas. Es de suponer que muchos espectadores se acercaron a las tiendas de discos a por alguno del Rondò.

Odissea Veneziana en el Un, dos, tres (1991)

Aquí puedes visitar el sitio oficial de Rondò Veneziano.

domingo, 7 de abril de 2024

Jean-Michel Jarre - LIVE VERSAILLES 400


1. Le Château (2:27)
2. Epica Oxygene (3:15)
3. The Opening (3:43)
4. Oxygene 2 (6:41)
5. Equinoxe 4 (5:21)
6. Equinoxe 7 (3:33)
7. Industrial Revolution, Part 2 (2:59)
8. Chronology (5:49)
9. The Architect (3:34)
10. Oxygene 19 (3:13)
11. Zero Gravity (4:54)
12. Falling Down (3:27)
13. Stardust (4:42)

Este señor puede estar contento de que todavía se acuerden de él en algunas grandes ocasiones, y no porque haya hecho nada para dejar de merecerlo, sino porque a menudo parece que las autoridades que organizan determinados eventos prefieren tirar de juventud aunque sólo sea por atraer la atención de los medios. Mucho de lo que viene haciendo Jean-Michel Jarre desde el cambio de siglo -ya un poco lejano- suscita polémica entre muchos de sus seguidores, pero hay que admitir que el prestigio de sus conciertos apenas parece haberse resentido. Versailles 400, además, creo que es un trabajo que puede gustar a todos sus fans, ya que no renuncia al sonido bailable de disc-jockey de los últimos años y al mismo tiempo reivindica su toque clásico con unos cuantos temazos de los de siempre.

Diseño publicitario del evento.

Al igual que en aquella nochevieja de 2020 a 2021 en la que Jarre realizó un concierto virtual desde la catedral de Notre-Dame, en esta ocasión han llamado al de Lyon para celebrar los 400 años del palacio de Versalles, antigua residencia oficial de los reyes de Francia. Fue el 25 de diciembre pasado (día de Navidad), y no sabemos si el álbum, que está disponible sólo en formato digital desde el 23 de febrero, se editará en físico como ocurrió con el anterior concierto en la catedral, que dio lugar al CD y bluray Welcome to the Other Side unos meses después. Este último que menciono es uno de los álbumes de Jarre que me niego a adquirir por una cuestión de amor propio (ni siquiera he conseguido escuchar más de dos o tres temas en YouTube, de tan espantoso como me resulta), pero el de Versalles sí podría acabar en mi estantería.

Jarre en Versalles con las gafas VR. De su propio Facebook.

Tampoco es que este nuevo álbum sea la repera, pero se diría que Jarre ha querido dar aquí la de cal donde antes dio la de arena. Creo que comienza de la mejor manera posible, haciendo que nos preguntemos qué obras exquisitas podría brindarnos este señor si le diese por experimentar un poco más. Versailles 400 se abre con Le Château, una estupenda revisión electrónica-retro de un tema del ballet cómico Le burgeois gentilhomme (1670), que sirve como divertida y elegante antesala, muy a lo Wendy Carlos en La naranja mecánica. Temazo.

Le Château

No es que Epica Oxygene sea gran cosa -típico remix años 90 que sólo reutiliza unas notas repetidas del Oxygene 4 original-, pero no funciona mal. Después suenan The Opening (tema de Equinoxe Infinity que también se recuerda por la participación de Jarre en el festival de Coachella), ortodoxos remixes de Oxygene 2 y Equinoxe 4 al estilo de los escuchados en el recopilatorio A.E.R.O. (2004), una acertada remezcla modernizada de Equinoxe 7, y los temas Industrial Revolution, Part 2Chronologie 6 tal como los recordamos de los álbumes originales. Este último aparece como Chronology, a secas.

Equinoxe 7

En la recta final escuchamos varias piezas de publicación más reciente, como The Architect, una remezcla de Zero Gravity, Falling Down, y Stardust, todos del proyecto Electronica (2016), y entre ellos se cuela también Oxygene 19. No todos estos últimos temas son los mejores que podían escogerse de estos últimos años (¿Por qué no algún tema más de Equinoxe Infinity?), pero tampoco son los peores si se busca un espectáculo en vivo un poco cañero. Lo dicho: Versailles 400 no es ni por asomo una obra imprescindible, pero oye, contiene unos cuantos buenos momentos de los que agradecemos los fans de largo recorrido. 

Ahora nos queda hacernos una interesante pregunta: ¿Participará Jarre en la inauguración/clausura de los Juegos Olímpicos de París el próximo verano? Ojalá.

El concierto no pudo emitirse en directo por YouTube, pero sí que se subió al completo.

martes, 2 de abril de 2024

Anthony Phillips - PRIVATE PARTS & PIECES


1. Beauty and the Beast (4:08)
2. Field of Eternity (5:10)
3. Tibetan Yak-Music (6:09)
4. Lullaby - Old Father Time (1:15)
5. Harmonium in the Dust (2:29)
6. Tregenna Afternoons (7:49)
7. Stranger (6:08) (añadida en reediciones)
8. Reaper (7:38)
9. Autumnal (5:57)
10. Flamingo (11:06)
11. Seven Long Years (2:58)
12. Silver Song (Demo) (3:19) (añadida en reediciones)
13. Movement IV from Guitar Quintet (7:08) (añadida en reediciones)

Escribí más o menos lo mismo en una entrada anterior: Anthony Phillips puede ser el artista del rock progresivo más interesante de todos sobre los que nunca has oído hablar. Y no es que sea especialmente desconocido, sino más bien que él mismo ha debido sentirse cómodo manteniendo un perfil bajo. Salió de Genesis tras participar en sus dos primeros álbumes (y aportar algo de material al tercero) por tener problemas de pánico escénico y después se tomó su tiempo para publicar su primer y magnífico álbum de debut The Geese and the Ghost (1977). 

Anthony Phillips en una foto de la época 
(de la web musictoeat.com, en la que se narra la larga historia del tema Silver Song)

Escuchando este Private Parts & Pieces (1978), he llegado a la conclusión de que Phillips seguramente sentía que no estaba suficientemente preparado como artista para mantenerse a la altura del ascenso al éxito total de Genesis. Se sabe que en cuanto abandonó la banda se dedicó a estudiar para ser un mejor músico, y creo que no nos equivocaríamos al decir que el álbum que traemos hoy viene a ser su cuaderno de clase de aquella época. Un primer cuaderno, para ser más precisos, porque de Private Parts & Pieces se han publicado nada menos que once entregas.

Trasera de una versión en CD.

Anthony Phillips grabó este álbum después de su segundo trabajo de estudio, Wise After the Event (1978), confiando en que encontrase un espacio en el mercado en aquella época mágica en la que un trabajo casi totalmente instrumental, experimental y minimalista en todos los aspectos, podía tener una salida comercial más que satisfactoria. Parece que le animó el que gente como Brian Eno estuviese apadrinando iniciativas parecidas. Pero a la discográfica Virgin no le pareció buena idea. Llegaron a un acuerdo intermedio: Private Parts & Pieces se publicaría sólo como "regalo" en edición limitada para los primeros 5.000 compradores del que iba a ser el siguiente álbum de Phillips, Sides (1979).

Field of Eternity

¿Qué problema tenía Virgin Records, la compañía que había echado raíces gracias al Tubular Bells y a trabajos prácticamente extraterrestres de bandas como Tangerine Dream, en publicar un álbum de rock progresivo instrumental más o menos sosegado? Pues que Private Parts & Pieces no es un álbum normal, sino una colección de grabaciones caseras realizadas por Anthony Phillips mientras se formaba como compositor e intérprete. Algunas son piezas inacabadas, sin pulir, a veces descartes de composiciones ambiciosas de naturaleza conceptual que se iban quedando en la cuneta mientras el músico tomaba decisiones sobre sus álbumes venideros.

Harmonium in the Dust

Abundan las piezas para teclado con arreglos rudimentarios (Beauty and the Beast, Autumnal) y sobre todo las melodías para guitarra solista (Field of Eternity, Lullaby, Tregenna Afternoons, etc.), aunque también hay un par de canciones muy dulces y sencillas (Stranger, Seven Long Years). En los temas 2 y 12 colabora Mike Rutherford en la composición. La producción de algunos temas era a veces tan artesanal que el ingeniero Ray Staff (gracias, Wikipedia) tuvo que corregir muchos de los problemas de sonido que contenían, antes de que se publicase el disco. Se sigue apreciando la diferencia en la calidad de las grabaciones de unos temas y otros, tras muchos años de reediciones y remasterizaciones.

Stranger

Lo interesante de Private Parts & Pieces es que mantenía vivo el sonido de una fase temprana del rock progresivo británico en una época en la que buena parte de sus gurús se movían a grandes pasos hacia la reconversión pop. Anthony Phillips seguía haciendo las delicias de quienes alucinaron con el sonido de álbumes de Genesis como Trespass y Nursery Cryme, sólo que en una línea más meditativa y atmosférica. Sería interesante comprobar qué influencia tuvo la música de discos como este en el auge de la new age durante los años ochenta.

Estuche de 2015 con los cuatro primeros volúmenes de Private Parts & Pieces.

Me animé a comenzar con esta particular serie de grabaciones (ojo, la entrega número 12 de Private Parts & Pieces se publicará en mayo de 2024) después de trastear con todo el material inédito que hay de Genesis en YouTube, a veces álbumes completos montados por fans a base de grabaciones no oficiales. Creo que este álbum que nos ocupa suena muchísimo mejor, y seguramente tendremos más entregas de la saga por aquí en el futuro. La segunda parte, que también he escuchado hace muy poco, es tan buena como esta primera.

jueves, 21 de marzo de 2024

Hans Zimmer - LIVE

CD 1

1. Dune: House Atreides (3:46)
2. Inception: Mombasa (4:55)
3. Wonder Woman Suite 1 (3:18)
4. Wonder Woman Suite 2 (2:21)
5. Wonder Woman Suite 3 (4:06)
6. Man of Steel Suite 1: 
What Are You Going to Do When You Are Not Saving the World? (4:42)
7. Man of Steel Suite 2 (3:53)
8. Gladiator Suite 1 (3:47)
9. Gladiator Suite 2 (3:48)
10. Gladiator Suite 3 (5:30)
11. Gladiator Suite 4 (1:53)
12. Pirates of the Caribbean Suite 1: Jack Sparrow (4:11)
13. Pirates of the Caribbean Suite 2 (4:59)
14. Pirates of the Caribbean Suite 3 (4:45)
15. Absurdities 1 (5:00)
16. Absurdities 2 (4:27)

 CD 2

1. The Last Samurai Suite 1 (2:56)
2. The Last Samurai Suite 2 (3:34)
3. The Last Samurai Suite 3 (5:38)
4. The Dark Knight Suite 1 (4:08)
5. The Dark Knight Suite 2 (4:04)
6. Dark Phoenix Suite (5:17)
7. Dunkirk: Supermarine (2:26)
8. Dune: Paul's Dream (5:28)
9. Interstellar Suite 1 (5:58)
10. Interstellar Suite 2 (5:34)
11. The Lion King Suite 1: He Lives in You (3:59)
12. The Lion King Suite 2 (5:24)
13. The Lion King Suite 3 (3:02)
14. No Time to Die Suite (5:50)
15. Inception: Time (4:37)

El doble álbum Live (2023) es un trabajo bastante interesante dentro de la discografía de Hans Zimmer y dentro del panorama de la música de cine actual, en general. No solo porque Zimmer es uno de los compositores con más peso en la industria actual, sino sobre todo por el hecho de que su versión en concierto tiene poco que ver con lo que se suele estilar en la música de cine de corte clásico.

 
Hans Zimmer en faena.

Grabado durante el paso por Europa en la primavera de 2022 de la misma gira en la que Hans Zimmer se encuentra embarcado actualmente, Live presenta una selección de algunas de sus BSOs más emblemáticas (no todas especialmente recientes) como si de espectáculos del mundo del rock se tratase. Sus músicos de acompañamiento, que en muchos casos han colaborado antes con él y reciben el nombre de The Disruptive Collective ("El colectivo disruptivo"), llevan vestuario de diseño, él mismo se recrea con una guitarra eléctrica y gran parte del show consiste en un futurista juego de luces. Participan también la orquesta y coro de la Ópera de Odessa. Parece que Zimmer y su productor Stephen Lipson seleccionaron cuidadosamente las mejores interpretaciones de una buena cantidad de conciertos para confeccionar el álbum.

Contraportada del estuche de los CDs.

En lo estrictamente musical, Live es una propuesta bastante compleja que va más allá de interpretar una serie de grandes éxitos. De cada película o saga se realiza más bien una especie de suite (dividida en varios cortes en la versión en CD) que suena distinta de la escuchada en el álbum original, sobre todo por las lógicas diferencias en la instrumentación, y de ahí su valor como relativa novedad. Creo que estas suites están realizadas con acierto, tanto a la hora de representar los elementos esenciales de las partituras como al ofrecer piezas con un buen equilibrio entre la acción y los pasajes más sosegados. Los temas recogidos en Live guardan entre sí una sutil coherencia que favorece tanto al conjunto como a cada movimiento en particular.

The Last Samurai

Aparte de las suites de Wonder Woman, El hombre de acero, Gladiator, Piratas del Caribe, El último samurai, El caballero oscuro, Interstellar y El rey león (primer Oscar de Zimmer), hay varias piezas sueltas que sirven para "engrasar" la maquinaria. Están sacadas de Dune (segundo Oscar) e Inception, y también hay algunos cortes aislados de X-Men Dark Phoenix, Dunkerque y Sin tiempo para morir. El primer CD termina con dos piezas llamadas Absurdities ("absurdeces"), que según he rastreado en Google parece ser una mezcla de temas de Sherlock Holmes, Rango y algo más. Seguramente cada cual echará de menos alguna otra cosa que habría merecido formar parte del disco, pero todo lo que hay funciona bastante bien. Para mi alivio, incluso parece que Zimmer deja a un lado su material más genérico, con la excepción de la horrorosa fanfarria de la primera película de Jack Sparrow que firmó el subalterno Klaus Badelt. Pongo la "buena", la que compuso Hans Zimmer para El cofre del hombre muerto:

Jack Sparrow

Lamentando lo que se ha quedado fuera, siempre podemos subrayar lo que más nos gusta de lo que sí está. Me gusta mucho la épica luminosa de Wonder Woman y Man of Steel, la voz madura de la invitada de honor Lisa Gerrard en Gladiator, el sinfonismo de las mejores partes de Pirates of the Caribbean y sus instrumentos tradicionales, la profundidad dramática de The Last Samurai y el cántico inicial de The Lion King, con el que no contaba. Me gusta cada vez más el tema del Superman de Zack Snyder, aunque aquella no fuese una BSO memorable.

Man of Steel

Un buen álbum con un sonido nítido y fresco que aporta arreglos novedosos de temas que para la actual generación de cinéfilos -y cinéfagos- son míticos, que además mantiene un valor constante como experiencia para disfrutar de una sentada, y que invita a la buena costumbre de acercarnos a los auditorios a escuchar, siempre que tengamos la oportunidad, buena música que se salga del sota-caballo-y-rey de todos los días. Aunque Hans Zimmer no siempre sea nuestro músico favorito, lo que está realmente bien hecho merece nuestro más sincero aplauso. Pasará por España este 2024.

Muchas imágenes y vídeos de los conciertos en https://www.hanszimmerlive.com/

viernes, 23 de febrero de 2024

Michael Oldfield - HEAVEN'S OPEN


1. Make Make (4:18)
2. No Dream (6:02)
3. Mr. Shame (4:22)
4. Gimme Back (4:12)
5. Heaven's Open (4:31)
6. Music from the Balcony (19:44)

Durante muchos años, manías aparte, los seguidores de Mike Oldfield estábamos más o menos de acuerdo en que el peor álbum del artista era Heaven's Open ("El cielo está abierto", 1991), una relativa rareza si queremos verlo así, y tendrían que llegar los años del chill out para poner sobre la mesa otros trabajos que le disputarían tan dudoso honor al disco que nos ocupa. Necesitamos un poco de contexto.

Mike Oldfield en una imagen de la época.

El contrato que tenía firmado Oldfield con Virgin Records era demasiado exigente. Debía publicar un disco por año, y si contamos con algún recopilatorio aquí y allá, que también valían, se puede decir que lo cumplió a rajatabla hasta este 1991 en que dicho contrato iba a quedar completo. Le restaba, de hecho, un solo lanzamiento para darle carpetazo. La tensión con la compañía era evidente, sobre todo porque no habían hecho esfuerzo alguno por promocionar el tremendo Amarok (1990), ni siquiera después de que el álbum anterior Earth Moving (1989) hubiese sido exactamente como ellos querían: un disco de canciones normales y radiables de principio a fin. Se supone que Oldfield, cansado y enfadado, grabó este raro Heaven's Open siguiendo aquel refrán de "para lo que me queda en el convento, me c... dentro".

¿Y qué tiene de raro Heaven's Open? Muy superficialmente, casi nada. Se trata de un trabajo con una estructura parecida a la de Five Miles Out (1982), Crises (1983) y Islands (1987): una pequeña colección de canciones comerciales en una cara y un instrumental largo en la otra. Lo que ocurre es que, por una parte, las canciones están cantadas por el propio Mike, cosa muy singular, y el instrumental no sabemos muy bien si es en serio o en broma. En la portada y en los créditos aparece por única vez hasta hoy en toda su discografía el nombre de Michael Oldfield, el que utilizan sus allegados en la vida real para dirigirse a él, en lugar del diminutivo Mike que adoptó como nombre artístico en sus inicios.

Los singles Gimme Back y Heaven's Open.

Sobre las canciones, me niego a creer que si Mike Oldfield pensaba grabar un "churro" de disco para terminar el contrato y dar un portazo al salir se hubiese molestado en contratar a profesores de canto para ejercer personalmente como vocalista, y menos con resultados tan aceptables. Es verdad que algunos de los temas cantados son un poco excéntricos, con algún efecto sonoro estridente. Y uno de ellos, Gimme Back, es nada menos que un reggae. Pensémoslo bien: Mike Oldfield cantando un reggae y publicándolo incluso como single. Pero ninguna de las canciones es mala de verdad. De hecho, No Dream y sobre todo Heaven's Open son francamente buenas. Hay quien pone la que se titula como el álbum a la altura de Moonlight Shadow o puede que más.

Heaven's Open

La mandanga es la cara B del vinilo, con la desconcertante Music from the Balcony ("Música desde el balcón"), que en resumidas cuentas podemos definir como la secuela de Amarok en la que casi todo sale mal. Hay melodías salvables, la producción (Tom Newman, aquí llamado "Thom") está tan cuidada como siempre y se puede encontrar algún momento más o menos inspirado, pero la sensación general que transmite es de desenfoque, de sinsentido, entre la alternancia de fragmentos que no encajan bien, el uso de efectos sonoros y el empleo repetitivo de samples un poco tontos (esos chillidos de simios). Creo que los elementos que más contribuyen a esta sensación negativa son la aparente desidia de la batería de Simon Phillips, algunos fragmentos de teclado dignos de un festejo rural y la guitarra del propio Oldfield que a menudo busca más hacer ruido que desarrollar algo coherente. Incluso el saxo y el clarinete (Courtney Pine) parecen estar ahí más para alienar el clásico sonido Oldfield que para aportar algo importante. Muchos trozos sueltos del largo tema son dignos de esa anodina música de archivo que se utiliza en publicidad.

Music from the Balcony

Pero no sé... Mientras lo escucho para redactar este texto, sí que descubro que Music from the Balcony tiene muchos más rinconcitos interesantes de los que recordaba. Al fin y al cabo, dura casi 20 minutos y pasan un montón de cosas en todo ese tiempo. A lo mejor quiere tener cierto parecido con trabajos experimentales de gente como Jon Hassell, a lo Fourth World Music, o con el famoso My Life in the Bush of Ghosts de Eno y Byrne, de la misma manera que álbumes más antiguos de Oldfield como Incantations se inspiraban en las obras de Terry Riley y Philip Glass. No consigo ver el retablo completo de Music from the Balcony, pero quizá posea una lógica interna que simplemente no he logrado comprender todavía. 

Diseño fractálico utilizado en el estuche y el libreto del álbum.

Como cierre simbólico a la etapa en Virgin, Heaven's Open utilizó en su portada el mismo diseño de Trevor Key que había sido descartado al comienzo de toda esta andadura, cuando el ya lejano Tubular Bells original todavía tenía el título provisional de Breakfast in Bed. Un año después de este Heaven's Open se publicaría el largamente deseado Tubular Bells II con una nueva discográfica, e incluso recordando que hay quien lo considera un álbum demasiado comercial y sobreproducido, es la prueba de que Oldfield no había perdido su habilidad para las melodías ni su virtuosismo instrumental. Quedó claro entonces que este anecdótico Heaven's Open era un álbum incomprendido, o una broma y nada más, pero en ningún caso la demostración de que el británico estaba agotado musicalmente. 

viernes, 16 de febrero de 2024

Air - MOON SAFARI


1. La femme d'argent (7:08)
2. Sexy Boy (4:57)
3. All I Need (4:28)
4. Kelly Watch the Stars (3:44)
5. Talisman (4:16)
6. Remember (2:34)
7. You Make It Easy (4:00)
8. Ce matin-là (3:38)
9. New Star in the Sky (5:38)
10. Le voyage de Pénélope (3:10)

Se celebra el 25 aniversario de Moon Safari, álbum de debut de Air, el dúo francés de música electrónica que no lleva cascos de robots. Y me sorprende un poco, porque se supone que se publicó en 1998 y en realidad ahora cumple 26 años. Se avecina una edición especial del álbum que nos ocupa, con material inédito y extras en varios formatos.

Un diseño promocional.

Moon Safari es un disco de lo que en aquella época habrían situado en la órbita del "chill out", aunque más bien es un trabajo de pop electrónico diverso y colorista con chucherías al gusto de cada paladar. Creo que este subgénero se conoce como downtempo ("por debajo del tempo"), pero seguramente Jean-Benoît Dunckel y Nicholas Godin no estaban pensando en etiquetas cuando lo concibieron, más allá del clima de modernidad que desprende la música contenida en él. Personalmente, después de haber escuchado muchas veces los recopilatorios Cosmic Machine 1 y 2, noto que Moon Safari es descendiente directísimo de lo que se hacía en el mundillo electrónico-psicodélico galo de tres décadas antes.

Contraportada del CD.

Equilibran bien su actualidad con los recursos "retro" que emplean aquí y allá: melodías como de películas antiguas de marcianos (La femme d'argent), arreglos orquestales de cuerda (Talisman) y trompetas a lo Burt Bacharach (Ce matin-là), voces sexys a lo Gainsbourg-Birkin (Sexy Boy), rollito soul (All I Need), uso del vocoder (Remember) e incluso fugas de aire (Kelly Watch the Stars)... haciéndome pensar, de paso, que nuestro amigo Jarre se inspiró claramente en algunos conceptos aquí manejados para el que iba a ser su álbum inmediatamente posterior, Metamorphoses (1999). Sin rencores, porque a su vez algún detalle (ese fondo de percusión electrónica de You Make It Easy, por ejemplo) está poco menos que robado de Oxygène 6.

La femme d'argent, en una versión de 2008.

Hay una tendencia a lo instrumental en Moon Safari, un ritmo sostenido que no empalaga, un exotismo no muy definido pero agradable, fondos complejos, muy trabajados, y notas de teclado juguetonas, pero sobre todo destaca una atmósfera onírica peculiar, en una línea de música alternativa al gusto internacional y mainstream que busca gustar a los chavales aficionados a la electrónica pero sin llegar a dar el paso definitivo hacia la arena de la rave.

Ce matin-là

Dunckel y Godin lo tocan casi todo, especialmente sintetizadores Moog y Korg, aunque se cuelan también alguna guitarra, bajo y percusiones no sintéticas. Además de ellos, destacan la voz solista femenina de la norteamericana Beth Hirsch y la labor de diseño del también director de cine Mike Mills, uno de los cerebros en la sombra tras el éxito del álbum, me atrevo a decir. Poco después de Moon Safari, Air se consagraría sobre todo gracias a la BSO de la película indie de culto Las vírgenes suicidas (Sofia Coppola, 1999), y desde entonces seguiría publicando varios álbumes interesantes que quizá comentemos más adelante. Tengo que escuchar sin falta la música que compusieron en 2012 para una versión restaurada del clásico Viaje a la luna, del pionero del cine Georges Méliès.

miércoles, 7 de febrero de 2024

Steven Wilson - THE HARMONY CODEX


1. Inclination (7:15)
2. What Life Brings (3:40)
3. Economies of Scale (4:17)
4. Impossible Tightrope (10:42)
5. Rock Bottom (4:25)
6. Beautiful Scarecrow (5:22)
7. The Harmony Codex (9:50)
8. Time Is Running Out (3:57)
9. Actual Brutal Facts (5:05)
10. Staircase (9:26)

El último álbum en solitario de Steven Wilson, The Harmony Codex (2023), ha sido recibido por sus muchos fans como uno de los mejores de su carrera. The Future Bites (2021), su disco anterior, fue un intento de pop más o menos elaborado que dejó a sus seguidores con ganas de algo más complejo y arriesgado, y quizá por eso este The Harmony Codex llegó con aura de álbum conceptual, complicado y profundo, como queriendo volver a ese rock progresivo modernizado que tanto renombre le ha estado dando.

Una imagen promocional.

Wilson es un personaje enormemente popular en páginas especializadas, una figura casi mesiánica a veces cuyos lanzamientos se diseccionan al milímetro, y por eso no pretendo añadir información novedosa al análisis de un álbum del que los entendidos han hablando largo y tendido. Lo único que puedo aportar es una opinión personal basada en mi experiencia como oyente de este tipo de música, y allá va: creo que The Harmony Codex es un buen álbum, mejor que los dos anteriores de Steven Wilson, pero no es la octava maravilla del mundo.

What Life Brings 

Creo que Wilson ha querido manejar varios conceptos profundos con la mejor de las intenciones y poniendo todos los medios y el talento, pero dudo que el "mensaje" contenido en toda esta música llegue con fluidez al público y toque las fibras que se quieren tocar. Seguramente, The Harmony Codex funciona mejor en la cabeza de Steven Wilson que en la realidad de lo que hay grabado en el disco, que es dispar e irregular en el mejor de los casos, por mucho que los momentos más brillantes nos deslumbren.

Economies of Scale

La propia premisa del álbum es expresamente críptica: The Harmony Codex o "El códice de la armonía" reúne diez temas que cubren un espectro musical muy variado y que estarían representadas mediante el código de diez colores de la portada, que seguramente tiene una función en el álbum que va mucho más allá de lo decorativo. ¿Se supone que cada color representa algo en concreto? ¿Qué tema corresponde a cada color? ¿La cercanía a otros colores tiene algo que ver con cómo están concebidos los temas? ¿Esa progresión de colores más claros a más oscuros es casual? Es probable que muchas de estas preguntas han sido respondidas en entrevistas, pero desde luego no es algo que puedas deducir de una única escucha.

Impossible Tightrope

Parece que la música se desarrolla alrededor de una historia que el músico escribió en un libro autobiográfico: la de un muchacho de 16 años que busca a su hermana Harmony (Armonía) mientras asciende los distintos pisos de un edificio de Londres que ha sido bombardeado, subiendo por las escaleras llenas de humo. De ahí la forma escalonada del diseño de colores de la portada y ese edificio entre brumas que vemos detrás. No he visto completos los vídeos musicales que se han realizado para promocionar el álbum -aquí subidos unos cuantos-, pero no creo que intenten desarrollar la historia antes mencionada.

Rock Bottom

Wilson hace un poco de todo. Por una parte se monta unos pasajes instrumentales fabulosos entre el ambient, la música cósmica y la psicodelia (Impossible Tightrope), y por otra aporta temas pop que suenan un poco trillados (What Life Brings, Rock Bottom junto a Ninet Tayeb) incluso para su no tan extensa discografía como solista. Una vez más, algunos de sus referentes son muy claros, a destacar aquí ese Economies of Scale en el que el propio artista prácticamente imita el estilo vocal de Adrian Belew, aunque quienes buscan reminiscencias de Vangelis, Tangerine Dream o Mike Oldfield en el tema homónimo al álbum creo que han ido a los referentes más a mano. A mí The Harmony Codex me suena nuevo de verdad, quizá lo más fresco del álbum. La producción del conjunto es magnífica y como labor puntera de electrónica experimental aplicada al pop, es impecable. Quitaría en todo caso los textos recitados, creo que a cargo de la esposa de Wilson, Rotem, que adulteran los paisajes sonoros de varios temas innecesariamente.

Beautiful Scarecrow

Sí que se percibe una sensación general de esmero y complejidad muy satisfactoria, pero personalmente -y llevo un montón de escuchas- sigo sin alcanzar ese momento de epifanía en el que todas las piezas encajan y puedo recrearme un poco más en los detalles. Admito que esto es más problema mío que de Steven Wilson y su música, pero esto es lo que hay. 

La portada empieza a recordarme a ese cubo de Rubik que nunca fui capaz de completar.

The Harmony Codex

sábado, 3 de febrero de 2024

Vangelis - ENTENDS-TU LES CHIENS ABOYER? / IGNACIO

1. Ignacio / Entends-tu les chiens aboyer? (39:04)

¿No oyes ladrar los perros? es una película mexicana de 1975 basada en el relato del mismo nombre de Juan Rulfo. Dirigida por François Reichenbach, participó en el Festival de Cannes y seguramente tuvo cierto recorrido internacional en su momento, pero hoy en día es especialmente conocida por contar con una banda sonora de Vangelis Papathanassiou. No son pocas las películas de ficción y documentales que se recuerdan hoy más por la presencia del genio griego a los teclados que por cualquier otro motivo, sin entrar a valorar su calidad. No he visto esta en concreto, pero parece que trata sobre un indígena mexicano que carga a hombros a su hijo herido y le va contando cómo será el hermoso futuro que espera (o desea) para él, triunfando en la vida. Dudo que esta película tenga un final feliz.

Vangelis, en la contraportada del vinilo.

Ya en 1975 se publicó un álbum con la música de Vangelis, pero la edición discográfica más difundida es la de 1977, titulada simplemente Ignacio, en alusión al muchacho herido coprotagonista. Hay toda una pequeña colección de portadas distintas para el álbum, entre las que mantienen el título original y las que juegan con sutiles diferencias de diseño alrededor la imagen de la silueta de un pájaro. Todas -o casi- contienen la misma música, recogida en CD -creo que de manera innecesaria- en una única pista de sonido, pese a que muchos de los temas estás perfectamente delimitados con pequeñas pausas.

Portada alternativa

El libro que Luis Fernando Torre publicó sobre Vangelis en la colección Rock/Pop de Cátedra en 1998 lo califica como uno de los mejores trabajos, si no el mejor, de la etapa parisina del artista. No es un mal disco, pero no creo que pueda competir con algo tan exquisito como L'Apocalypse des Animaux (1973). Sí es cierto que su sonido se va volviendo menos nebuloso, anticipando el despliegue melódico de su época del estudio Nemo de Londres, aunque mantiene rasgos de la etapa más "ambient" del griego que lo convierten en un álbum bisagra muy interesante.

El álbum al completo.

Lo mejor de Ignacio es su primera mitad, la que corresponde a la cara A del vinilo. Es una hermosa suite llena de variaciones, con una melodía principal muy clasicista, delicada y evocadora, y algunas otras secundarias sin ningún desperdicio, amén de unos coros muy logrados. La segunda mitad, en cambio, comienza con un ultramoderno ejercicio de electrónica rítmica que, sin estar nada mal, sí que resulta un poco chocante. Después escuchamos unos pasajes tenebrosos con golpes de percusión sueltos, seguramente con la función de música incidental para algunas escenas de la película, seguidos de una pieza atmosférica también un poco oscura, justo antes del tema final -supongo que el de los créditos-, muy romántico y que busca un acercamiento a la música tradicional mexicana que no termina de funcionar. Es casi como cuando Jean-Michel Jarre parodió una rumba en Magnetic Fields.

Si encuentras la edición de la izquierda, ignórala. Si encuentras la de la derecha, ráscate el bolsillo. 

Creo que Ignacio es un álbum notable, desde luego favorecido porque algunos pasajes realmente soberbios (ojo a la sabia utilización de Carl Sagan de buena parte del primer tercio del álbum en episodios de Cosmos) se quedan en la memoria por encima de otros más experimentales. Sí que es, en general, muy accesible para públicos amplios, y es una pena además de un hecho inexplicable que no se haya vuelto a encontrar a la venta con normalidad desde hace décadas. Tras descatalogarse en LP y después de algunos años de ediciones en CD por parte de Barclay y Polygram, lo publicó CAM con la primera mitad de La Fete Sauvage (1976) en lugar de su verdadera segunda mitad, y solo en 2002 se reeditó íntegramente en una tirada escasísima que hoy cuesta un riñón. En realidad, y pese a que debería ser al revés, es mucho más fácil encontrarlo de segunda mano en vinilo.

martes, 23 de enero de 2024

Ludwig Göransson - OPPENHEIMER


1. Fission (4:38)
2. Can You Hear the Music (1:50)
3. A Lowly Shoe Salesman (3:34)
4. Quantum Mechanics (3:00)
5. Gravity Swallows Light (3:30)
6. Meeting Kitty (5:47)
7. Groves (3:03)
8. Manhattan Project (3:01)
9. American Prometheus (2:37)
10. Atmospheric Ignition (3:28)
11. Los Alamos (2:38)
12. Fusion (3:55)
13. Coronel Pash (4:57)
14. Theorists (3:14)
15. Ground Zero (4:21)
16. Trinity (7:52)
17. What We Have Done (5:45)
18. Power Stays in the Shadows (4:10)
19. The Trial (5:32)
20. Dr. Hill (4:23)
21. Kitty Comes to Testify (4:52)
22. Something More Important (3:25)
23. Destroyer of Worlds (2:54)
24. Oppenheimer (2:16)

Una banda sonora que tiene grandes probabilidades de llevarse el Oscar de 2024 en su categoría es la de Oppenheimer (2023), obra del sueco Ludwig Göransson. La película está muy en la línea de lo que viene haciendo desde hace tiempo el director Christopher Nolan, una producción magnífica que -para algunos- se ve lastrada por una sensación de urgencia, de tensión visual y sonora constantes, que en este caso quizá resulten excesivos al tratarse de una biografía bastante al uso y no de una película de acción tipo Tenet (2020). 

Algunos críticos han querido señalar a Göransson como responsable de que esta película, muy buena pese a ser un poco "duermeculos" con sus 3 horas de metraje, se haga además un poco indigesta por ese bombardeo musical al que nos somete incluso en escenas que bien podrían haberse montado sin música de ningún tipo. Personalmente, creo que este es el estilo de Nolan y que el músico solo está a su servicio. Nos toca analizar la música, que incluso en su escucha independiente constituye un trabajo más que interesante.

Ludwig Göransson y Christopher Nolan, durante el rodaje.

Lo cierto es que Ludwig Göransson, que había ganado el Oscar por la no especialmente recordada partitura de Black Panther (2018) entró en los sets de Nolan al salir de allí su -hasta entonces- alter ego musical Hans Zimmer para volcarse en la primera parte de Dune. Como algún comentarista ya me ha puesto la etiqueta de "hater" de Zimmer, no abundaré en ello, pero creo que Göransson ha entrado con frescura en el terreno de su predecesor. La premisa creativa de la que parte uno respecto al otro es más o menos la misma, música muy sencilla sobre el papel y muy épica en su ejecución, pero la paleta sonora de Göransson es especialmente rica. No es fácil componer una pieza tan potente como Can You Hear the Music sin recurrir a tópicos, y el tema estrella, aunque muy breve, brilla por su osado planteamiento y su espectacularidad. Hasta que se logró grabarlo de un tirón, tras múltiples intentos, Göransson llegó a creer que Can You Hear the Music era imposible de interpretar.

Can You Hear the Music

Un poco entre el propio Zimmer (escúchese el tema Manhattan Project, puro Batman Begins) y el sonido de gente muy en boga como Hildur Guðnadottir, pero sin que parezca que copia a ninguno, la BSO de Oppenheimer es un despliegue de minimalismo desatado, aposentado casi siempre en unas cuerdas tensionadas, cortantes, dificilísimas de interpretar, y con esos altos vuelos de sintetizador casi en la línea más grandiosa del añorado Vangelis en el tema inicial de Blade Runner. En realidad, la propia temática de la película hace apropiado este planteamiento musical del hombre en contraposición con la tecnología, lo orgánico contra la máquina, a menudo desarrollando toda una danza (escúchese Quantum Mechanics) entre unas notas que evocan mecanismos en funcionamiento, cuentas regresivas, procesos irreversibles, partículas moviéndose armoniosas en el mundo atómico... mientras otras notas musicales parecen centrarse en la parte humana, la de los sentimientos y las relaciones entre las personas. A veces intercambiando sus roles sobre la marcha. Es una música que por muchos motivos podría haberse teñido completamente de gris, pero que con frecuencia arranca destellos de colorido deslumbrante de un paisaje sonoro frío como un témpano.

Quantum Mechanics

El encargo de Nolan para Göransson fue que toda la banda sonora reflejase el punto de vista del protagonista, J. Robert Oppenheimer, y esto explica el diálogo continuo del violín (personificación del científico) con los demás instrumentos, unas veces sonando armónico y otras enloquecido, según reacciona a los acontecimientos a los que se va enfrentando, especialmente en momentos de tensión como el juicio al que se somete al protagonista durante la segunda mitad de la película. Göransson preparó los fragmentos de violín junto a su esposa Serena McKinney, que resulta que es violinista. Apunta la Wikipedia que el compositor y el director de la película asistieron juntos a una interpretación de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky a cargo de la Filarmónica de Los Ángeles, como inspiración para el enfoque musical de la película. La orquesta con la que se grabó finalmente Oppenheimer fue la Hollywood Studio Orchestra, en los estudios de Warner Bros.

Trinity

En fin, esta idea -repetimos, más del director que del compositor- de la música (en tres "movimientos" correspondientes a los tres actos de la película: período de formación del científico, Proyecto Manhattan y juicios posteriores) como combustible para la locomotora que es Oppenheimer, curiosamente logra su efecto más impresionante cuando cesa. El desenfreno de violines en el tema Trinity llega a un final abrupto cuando explota la primera bomba atómica en Los Alamos, y aunque hay pocos momentos libres de música en lo que resta de película, que es mucho, es en ese momento cuando damos significado al crescendo que ha supuesto todo lo construido hasta entonces. La música se define en buena medida gracias a los pocos momentos en los que se opta por eliminarla. Me pregunto cómo habría quedado la película si no se hubiese escuchado una sola nota musical después de la explosión en el desierto, aunque esto es mucho pedir incluso para un director con tanto margen de decisión como Nolan. 

Sigo siendo de CD, pero es verdad que la edición en triple vinilo de esta BSO impresiona.

Con todo, y aunque parezca contradictorio, la música de Oppenheimer está utilizada de manera más efectiva que en otras películas de Nolan, precisamente porque la urdimbre entre el sonido y las imágenes está tan calculada que, salvo que uno sea un melómano empedernido, al final esta BSO se percibe como un inteligente y efectivo efecto sonoro. Parte de un todo homogéneo e impactante.

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