miércoles, 29 de diciembre de 2021

"Legend" de Jerry Goldsmith, expandida y remasterizada.

Lleva a la venta apenas dos semanas, y después de la entrada que le dediqué hace tiempo a la peculiar doble banda sonora de la película de Ridley Scott de 1985, no quería dejar de avisar a los coleccionistas que siguen el blog. Supongo que encontrar una edición oficial antigua tampoco será lo más fácil del mundo.

Portada.

Se trata de una edición limitada de 2.500 ejemplares y contiene dos CDs, el primero con la música de la película reorganizada y con dos temas inéditos, y el segundo con la versión y la lista de temas lanzada originalmente, pero remasterizada y con dos bonustracks. Habría molado una edición conjunta que incluyese también la interesante música que realizó Tangerine Dream para la versión estadounidense del filme, pero entiendo que esto sería más bien una tarea del mundillo bootleg (pirata).

Portada alternativa.

Aquí, el enlace a la tienda online de la discográfica.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Suzanne Ciani - PIANISSIMO


1. Anthem (3:54)
2. Tuscany (3:37)
3. Neverland (3:50)
4. Adagio (2:53)
5. Aegean Wave (3:12)
6. Rain (2:28)
7. Inverness (4:08)
8. Simple Song (3:13)
9. She Said Yes (3:53)
10. Drifting (4:16)
11. Summer's Day (4:04)
12. Mozart (3:10)
13. When Love Dies (3:50)
14. Berceuse (4:10)

La música new age pura a veces se me hace difícil de disfrutar a diario, más que nada porque muchos artistas suelen usar el sintetizador como instrumento principal de sus obras, y el uso un poco blandito de este sonido electrónico me resulta demasiado intrascendente. Son cosas mías, por supuesto. Pero precisamente por eso, encuentro que álbumes como el que nos ocupa son exquisitos al adoptar un enfoque totalmente acústico que me permite apreciar la verdadera profundidad "desnuda" de las melodías sin terminar nadando en algodón de azúcar.

Trasera del CD.

La verdad es que Suzanne Ciani no siempre ha creado música melíflua, que también, pero hay que rescatar su trilogía Pianissimo (1990), Pianissimo II (1995) y Pianissimo III (2001) como una clara demostración de que el talento compositivo de su autora e intérprete va mucho más allá de la producción, y la reafirman de paso como mucho más que la que fue durante muchos años una de las más importantes creadoras de jingles publicitarios del mundo.

Neverland

El primer Pianissimo rescata temas ya publicados de su discografía, sobre todo de los álbumes Neverland (1988) y History of my Heart (1989), pero los afronta desde la sobriedad del piano solista, logrando esa especial "depuración" artística que supone demostrar que, al fin y al cabo, gran parte de la new age en realidad bien puede ser considerada una vertiente popular y accesible pero muy respetable de la música clásica. Consultando como es debido a quienes más saben, en este caso al compañero Pepe Cantos y su siempre recomendable web Solsticio de invierno, he sabido que la idea de grabar Pianissimo y hacerlo de esta manera fue principalmente de Peter Baumann (el de Tangerine Dream), que entonces era el dueño de la discográfica Private Music. Parece que los másteres originales del mencionado History of my Heart se perdieron, y de ahí el deseo de Ciani de volver a interpretar estos temas.

Inverness

Lo más sorprendente es que escuchar todo este álbum de música para piano, lejos de resultar tedioso, resulta una experiencia muy placentera. Los temas son de una enorme belleza y ofrecen una gran diversidad de estilos que nos inducen a muchos posibles estados de ánimo. Aunque piezas como Neverland o Mozart son una delicia, yo me quedo particularmente con Inverness, que me parece que de verdad captura la particular atmósfera de dicha ciudad escocesa, en la que estuve hace unos años; y con Rain, que evoca con asombrosa lucidez el placer de ver caer la lluvia.

Rain

Disfrutable al cien por cien e inspirado en cada segundo de su duración, Pianissimo fue un álbum con buena acogida en su momento que merece una nueva revisión por parte de quienes disfrutamos de lo que es bueno y a la vez sencillo.

viernes, 17 de diciembre de 2021

Todavía más Pink Floyd. Y más friki que nunca.

Recuerdo como si hubiese sido ayer aquel día en que me llegó la edición original en CD de Pulse, el doble álbum en directo de Pink Floyd de 1995, en un paquete de la añorada Discoplay. Me costó una pasta, por lo menos 5.000 pesetas de entonces, y aluciné cuando el interior del paquete se iluminaba con un brillo rojo intenso.

La nueva edición.

Podremos gozar otra vez de este capricho friki (muy, muy, muy friki) con la edición del concierto en Blu-Ray que se publicará en febrero de 2022. Como viene ocurriendo desde hace tiempo, casi todo el material que estaba incluido en la caja The Later Years 1987-2019 está publicándose en ediciones individuales mucho más bonitas que, una vez sumemos sus costes, difícilmente se acercarán a los 500 euros del estuche. Ya se pueden comprar Live at Knebworth 1990, la edición expandida de Delicate Sound of Thunder y la versión renovada de A Momentary Lapse of Reason, con lo que ya no queda casi nada por salir de la "box", salvo algunas otras rarezas de entre las cuales ya se incluyó un par, para más desgracia del completista que se dejase los cuartos, en el álbum-resumen de un solo CD de The Later Years. Me extrañaría que no acabase saliendo a medio plazo el concierto de Venecia.

Las nuevas ediciones en Blu-Ray (véase la bombillita) y en DVD, para escépticos y ahorrativos.

Sobre Pulse, diré que la primera vez que lo escuché, un poco decepcionado a priori porque pensaba que era un recopilatorio, me acabó dejando clavado al sofá. Como si me hubiese atropellado un tren. Pulse incluye sobre todo canciones del entonces reciente The Division Bell (1994), además de alguna pieza de A Momentary Lapse of Reason y varios temas clásicos como propina, aparte de una interpretación completa del álbum The Dark Side of the Moon. Lo cierto es que incluso los más críticos ante la etapa Gilmour de Pink Floyd se rinden ante el poderío sonoro de uno de los conciertos mejor registrados en disco de la historia de la música popular. La versión en vídeo no desmerece, y esta nueva edición muestra un montaje distinto al publicado en DVD hace unos años, junto con un buen montón de extras. Encima, el pack incluye el piloto rojo parpadeante que venía en el lomo del doble CD original. Sí, esa bombilla con una pila de botón oculta que se gastaba unos años después y que cientos de manitas han sustituido en numerosos vídeos de YouTube. Esta vez llevará dos pilas normales perfectamente accesibles y sustituibles. Yo quiero una copia de esta bobada.

Time

jueves, 2 de diciembre de 2021

Pink Floyd - A MOMENTARY LAPSE OF REASON


1. Signs of Life (4:24)
2. Learning to Fly (4:52)
3. The Dogs of War (6:10)
4. One Slip (5:05)
5. On the Turning Away (5:42)
6. Yet Another Movie (6:14)
7. Round and Around (1:13)
8. A New Machine (Part 1) (1:46)
9. Terminal Frost (6:17)
10. A New Machine (Part 2) (0:38)
11. Sorrow (8:47)

Con la reciente publicación de su edición remasterizada y revisada, he vuelto a prestar atención a uno de los álbumes de Pink Floyd que menos me habían llamado la atención la primera vez. Ojo, porque no estoy hablando de que esté personalmente en contra de que la banda siguiese adelante sin Roger Waters en los años ochenta, sino que me refiero a que me pareció un disco con poca "miga", con poca consistencia interna, que incluso al lado del también muy polémico The Division Bell (1994) me pareció un poco flojo.

David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright en 1987. 
Por motivos legales, Wright no podía figurar como miembro oficial de Pink Floyd,
de modo que, en lugar de esta foto, en el álbum se publicó otra casi idéntica, pero sin él.

A Momentary Lapse of Reason ("Un lapso momentáneo de la razón", 1987) fue el primer álbum de Pink Floyd publicado tras The Final Cut (1983), que hasta en el título sonaba a despedida. Algunos pormenores contractuales estuvieron cerca de impedir que el nombre de Pink Floyd pudiese ser utilizado por el resto de la banda tras la salida de Waters, que en realidad nunca quiso separarse de los demás sino directamente disolver la formación y echar el cierre. A David Gilmour y Nick Mason, secundados desde un rincón discreto por Richard Wright, simplemente les picaba el gusanillo de continuar con la marca de la casa, a sabiendas de que sus álbumes en solitario (algunos de los cuales eran más que respetables) nunca tendrían el mismo sex-appeal para el gran público. Mientras resolvían a trancas y barrancas la cuestión legal con Waters, y contando con colaboradores como Bob Ezrin, Anthony Moore o Phil Manzanera, se dispusieron a crear nueva música de la manera en que solían hacerlo: reuniéndose para improvisar y seleccionando después alguna de las melodías que surgían espontáneamente para desarrollarlas como temas completos.

Learning to Fly

Si bien nunca asumió un liderazgo oficial de la banda como sí llegó a hacer de forma explícita Waters, David Gilmour llevaba la iniciativa con una cierta cantidad de material más o menos ya preparado, y Mason y Wright en realidad no aportaron gran cosa al sonido final del álbum. Está mal decirlo, pero salvo por el interés compartido de que el álbum llevase el nombre de Pink Floyd, podría haber sido perfectamente un disco de Gilmour con los míticos batería y teclista como colaboradores. La versión original de A Momentary Lapse of Reason contiene una gran cantidad de arreglos electrónicos y sampleados, incluyendo secuencias de batería pregrabadas, que camuflan en buena medida las aportaciones de Mason y Wright y restan algo de fuerza al álbum. 

Portada de los singles Learning to FlyOn the Turning Away.

El contenido del disco, tal como explica Nick Mason en el estupendo libro Inside Out (2004), solamente buscaba ofrecer un abanico de sonidos variado y refrescante, huyendo de la relativa monotonía sonora que Roger Waters había ido imponiendo poco a poco desde hacía una década, y que al fin y al cabo ponía la música al servicio de la voz principal y de las letras con compromiso social. No es que David Gilmour renunciase a escribir buenas letras, pero se aprecia que lo importante del álbum que nos ocupa es su paleta sonora. Ni siquiera estamos ante un álbum conceptual, por mucho que los temas estén enlazados unos con otros en la línea clásica de la discografía del grupo. La portada, obra del habitual Storm Thorgerson, recoge varios elementos en referencia a los títulos de los temas.

On the Turning Away

Prestando la debida antención, he podido apreciar que en realidad no hay mucho material de relleno en A Momentary Lapse of Reason. Learning to Fly ("Aprendiendo a volar"), inspirada en las lecciones de vuelo que recibían entonces Gilmour y Mason, es un poco superficial pero tiene un nosequé que suena como se supone que debía hacerlo Pink Floyd en la radio de los ochenta. On the Turning Away ("En el rechazo"), por su parte, es una balada rock grandilocuente cuya melodía tiene cierto sabor a himno celta. Y Sorrow ("Pesar"), que no es precisamente una maravilla por su complejidad compositiva, sí que tiene una factura épica muy potente que, sin lugar a dudas, funciona. Los instrumentales también son estupendos, tanto el introductorio Signs of Life ("Señales de vida") como Terminal Frost ("Escarcha terminal"). No son desdeñables ni The Dogs of War ("Los perros de la guerra") ni One Slip ("Un resbalón"), aunque a mí se me hacen un poco cansinas. Y los temas que quedan por mencionar tienen más una función aglutinante que otra cosa, sin desmerecer.

Portada de la versión revisada.

Hay que decir que A Momentary Lapse of Reason fue como poco en un 50% una excusa para salir de gira. Fue en esta serie de conciertos alrededor del mundo (incluyendo algunos lugares con cierta carga histórica y monumental como el Palacio de Versalles o el Gran Canal de Venecia) donde sí se pudo disfrutar de los tres miembros de Pink Floyd dándolo todo y sin grandes aderezos artificiales. Para muestra, pueden escucharse (y verse) los estupendos conciertos recogidos en los álbumes Delicate Sound of Thunder y Live at Knebworth 1990, también reeditados y restaurados recientemente. La nueva edición de A Momentary Lapse of Reason, que estaba ya incluída en el cofre de precio absurdo The Later Years 1987-2019, rebaja medianamente esta capa de barniz electrónico que mencionábamos para dar un poco más de protagonismo a los instrumentos de Mason y Wright, y por eso sospecho que en adelante terminará por convertirse en la versión del álbum que quede establecida como la oficial. Ya veremos. De momento, este reencuentro con Pink Floyd me ha gustado.

Sorrow
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