martes, 23 de enero de 2024

Ludwig Göransson - OPPENHEIMER


1. Fission (4:38)
2. Can You Hear the Music (1:50)
3. A Lowly Shoe Salesman (3:34)
4. Quantum Mechanics (3:00)
5. Gravity Swallows Light (3:30)
6. Meeting Kitty (5:47)
7. Groves (3:03)
8. Manhattan Project (3:01)
9. American Prometheus (2:37)
10. Atmospheric Ignition (3:28)
11. Los Alamos (2:38)
12. Fusion (3:55)
13. Coronel Pash (4:57)
14. Theorists (3:14)
15. Ground Zero (4:21)
16. Trinity (7:52)
17. What We Have Done (5:45)
18. Power Stays in the Shadows (4:10)
19. The Trial (5:32)
20. Dr. Hill (4:23)
21. Kitty Comes to Testify (4:52)
22. Something More Important (3:25)
23. Destroyer of Worlds (2:54)
24. Oppenheimer (2:16)

Una banda sonora que tiene grandes probabilidades de llevarse el Oscar de 2024 en su categoría es la de Oppenheimer (2023), obra del sueco Ludwig Göransson. La película está muy en la línea de lo que viene haciendo desde hace tiempo el director Christopher Nolan, una producción magnífica que -para algunos- se ve lastrada por una sensación de urgencia, de tensión visual y sonora constantes, que en este caso quizá resulten excesivos al tratarse de una biografía bastante al uso y no de una película de acción tipo Tenet (2020). 

Algunos críticos han querido señalar a Göransson como responsable de que esta película, muy buena pese a ser un poco "duermeculos" con sus 3 horas de metraje, se haga además un poco indigesta por ese bombardeo musical al que nos somete incluso en escenas que bien podrían haberse montado sin música de ningún tipo. Personalmente, creo que este es el estilo de Nolan y que el músico solo está a su servicio. Nos toca analizar la música, que incluso en su escucha independiente constituye un trabajo más que interesante.

Ludwig Göransson y Christopher Nolan, durante el rodaje.

Lo cierto es que Ludwig Göransson, que había ganado el Oscar por la no especialmente recordada partitura de Black Panther (2018) entró en los sets de Nolan al salir de allí su -hasta entonces- alter ego musical Hans Zimmer para volcarse en la primera parte de Dune. Como algún comentarista ya me ha puesto la etiqueta de "hater" de Zimmer, no abundaré en ello, pero creo que Göransson ha entrado con frescura en el terreno de su predecesor. La premisa creativa de la que parte uno respecto al otro es más o menos la misma, música muy sencilla sobre el papel y muy épica en su ejecución, pero la paleta sonora de Göransson es especialmente rica. No es fácil componer una pieza tan potente como Can You Hear the Music sin recurrir a tópicos, y el tema estrella, aunque muy breve, brilla por su osado planteamiento y su espectacularidad. Hasta que se logró grabarlo de un tirón, tras múltiples intentos, Göransson llegó a creer que Can You Hear the Music era imposible de interpretar.

Can You Hear the Music

Un poco entre el propio Zimmer (escúchese el tema Manhattan Project, puro Batman Begins) y el sonido de gente muy en boga como Hildur Guðnadottir, pero sin que parezca que copia a ninguno, la BSO de Oppenheimer es un despliegue de minimalismo desatado, aposentado casi siempre en unas cuerdas tensionadas, cortantes, dificilísimas de interpretar, y con esos altos vuelos de sintetizador casi en la línea más grandiosa del añorado Vangelis en el tema inicial de Blade Runner. En realidad, la propia temática de la película hace apropiado este planteamiento musical del hombre en contraposición con la tecnología, lo orgánico contra la máquina, a menudo desarrollando toda una danza (escúchese Quantum Mechanics) entre unas notas que evocan mecanismos en funcionamiento, cuentas regresivas, procesos irreversibles, partículas moviéndose armoniosas en el mundo atómico... mientras otras notas musicales parecen centrarse en la parte humana, la de los sentimientos y las relaciones entre las personas. A veces intercambiando sus roles sobre la marcha. Es una música que por muchos motivos podría haberse teñido completamente de gris, pero que con frecuencia arranca destellos de colorido deslumbrante de un paisaje sonoro frío como un témpano.

Quantum Mechanics

El encargo de Nolan para Göransson fue que toda la banda sonora reflejase el punto de vista del protagonista, J. Robert Oppenheimer, y esto explica el diálogo continuo del violín (personificación del científico) con los demás instrumentos, unas veces sonando armónico y otras enloquecido, según reacciona a los acontecimientos a los que se va enfrentando, especialmente en momentos de tensión como el juicio al que se somete al protagonista durante la segunda mitad de la película. Göransson preparó los fragmentos de violín junto a su esposa Serena McKinney, que resulta que es violinista. Apunta la Wikipedia que el compositor y el director de la película asistieron juntos a una interpretación de La consagración de la primavera de Igor Stravinsky a cargo de la Filarmónica de Los Ángeles, como inspiración para el enfoque musical de la película. La orquesta con la que se grabó finalmente Oppenheimer fue la Hollywood Studio Orchestra, en los estudios de Warner Bros.

Trinity

En fin, esta idea -repetimos, más del director que del compositor- de la música (en tres "movimientos" correspondientes a los tres actos de la película: período de formación del científico, Proyecto Manhattan y juicios posteriores) como combustible para la locomotora que es Oppenheimer, curiosamente logra su efecto más impresionante cuando cesa. El desenfreno de violines en el tema Trinity llega a un final abrupto cuando explota la primera bomba atómica en Los Alamos, y aunque hay pocos momentos libres de música en lo que resta de película, que es mucho, es en ese momento cuando damos significado al crescendo que ha supuesto todo lo construido hasta entonces. La música se define en buena medida gracias a los pocos momentos en los que se opta por eliminarla. Me pregunto cómo habría quedado la película si no se hubiese escuchado una sola nota musical después de la explosión en el desierto, aunque esto es mucho pedir incluso para un director con tanto margen de decisión como Nolan. 

Sigo siendo de CD, pero es verdad que la edición en triple vinilo de esta BSO impresiona.

Con todo, y aunque parezca contradictorio, la música de Oppenheimer está utilizada de manera más efectiva que en otras películas de Nolan, precisamente porque la urdimbre entre el sonido y las imágenes está tan calculada que, salvo que uno sea un melómano empedernido, al final esta BSO se percibe como un inteligente y efectivo efecto sonoro. Parte de un todo homogéneo e impactante.

miércoles, 17 de enero de 2024

Penguin Cafe - RAIN BEFORE SEVEN...


1. Welcome to London (4:48)
2. Temporary Shelter from the Storm (4:55)
3. In Re Budd (4:22)
4. Second Variety (3:53)
5. Galahad (6:10)
6. Might Be Something (6:29)
7. No One Really Leaves (4:54)
8. Find Your Feet (4:17)
9. Lamborghini 754 (4:23) 
10. Goldfinch Yodel (4:49)

El quinto álbum de estudio de Penguin Cafe, banda heredera de la siempre bienamada Penguin Cafe Orchestra, demuestra otra vez -con algún altibajo- que el bueno de Simon Jeffes estaría muy orgulloso de lo que está haciendo su hijo Arthur. Es es disco más melódico de la formación, delicado y colorido, magnífico de principio a fin. Tengo que volver a escuchar The Red Book (2014), porque ahora me planteo si este Rain Before Seven... (2023) me gusta incluso más.

El título parece un poco insulso, "Lluvia antes de las siete...", que no dice mucho. Al parecer, viene de un viejo dicho muy inglés, por aquello de que el clima impredecible de las Islas Británicas suele dar de sí como para mantener conversaciones esporádicas todos los días. Hay algo más profundo, no obstante, en este título. 

Una fotografía promocional (autor: Alex Kozobolis)

Al parecer, el álbum comenzó a gestarse durante el confinamiento de la Covid 19, con toda la incertidumbre que aquello causó al mundo entero durante meses. Arthur Jeffes, que se encontraba con su familia en el reconvertido Convento di Santa Croce en la Toscana (Italia) cuando lo pilló la pandemia, concibe Rain Before Seven... como una expresión de sosegado optimismo. Todo irá bien. Todo volverá a ser como antes. Lloverá antes de las siete, como siempre. Volvamos a la rutina. El álbum fue grabado entre dicho convento y un estudio en Wiltshire.

Todos los temas de Rain Before Seven... son estupendos, incluso algunos de ellos un pelín más comerciales de lo habitual, siempre en el buen sentido. Los cuatro primeros temas poseen cierta aura exótica lograda con percusiones de tipo étnico, que parecen de madera pero podrían ser digitales, reflejando de manera explícita aquella descripción que hizo alguien (quizá el propio Simon Jeffes) de la música de la PCO como la música folclórica de un país imaginario.

Welcome to London, vídeo oficial.

Este concepto funciona muy bien en la inicial Welcome to London, mezcla exacta entre el dinamismo que desprende una urbe moderna y el hecho innegable de que Londres es una megalópolis en la que convive una vasta mezcla de etnias y culturas. El título del segundo tema, el tranquilo pero dinámico Temporary Shelter from the Storm, es un autohomenaje que reconocerán los fans de siempre. En dirección a Sudamérica nos lleva la divertida In Re Budd, cuyo título es también un homenaje, en este caso a Harold Budd. Parece que Jeffes se enteró de su muerte (en 2020) precisamente mientras grababa el tema. Second Variety es pura paz, lo más parecido a echarse una siesta en un bello paraje tropical.

Second Variety

No hay miedo a integrar lo sintético en el sonido de Penguin Cafe, como lo demuestra la maravillosa Galahad y su ritmo plenamente actual. Might Be Something ("Podría ser algo") es precisamente eso, una pieza exploratoria que divaga un poco por esos terrenos de lo ambiental minimalista, casi con un toque de jazz en algún punto. No One Really Leaves ("Nadie se marcha realmente") parece tener alguna intención temática algo melancólica que desconozco, pero desde luego suena como un himno profundamente "British" que Michael Nyman habría firmado con todo convencimiento.

Find Your Feet

Se mueven alegres nuestros pies con la simpática y rabiosamente melódica Find Your Feet, y de la atmosférica Lamborghini 754 he aprendido que la famosa marca de coches deportivos también fabrica tractores, como el que Simon Jeffes regaló a su madre para que cuidase el huerto. De paso, también me he enterado -menudo cotilleo- de que la madre de Jeffes es nada menos que Emily Young, famosa escultora y autora de las portadas de la Penguin Cafe Orchestra original, además de la inspiradora del tema See Emily Play de Pink Floyd. El mundo es un pañuelo. Concluye el álbum con Goldfinch Yodel, tan PCO que es una delicia escuchar algo así tantos años después.

Goldfinch Yodel

Intervienen Arthur Jeffes (piano, balafón, melódica, guitarra Gretsch, ukelele, piano modificado, cuatro, percusiones, sintetizadores, dulcémele y bajo), Oli Langford (violín y viola), Clementine Brown (violín), Rebecca Waterworth (chelo), Andy Waterworth (contrabajo), Avvon Chambers (percusiones) y Alessandro "Asso" Stefana (guitarra hawaiiana y paisajes sonoros). Oli Langford es, además, coautor de la mitad de los temas junto a Jeffes.

Para terminar, sólo decir que los puntos suspensivos del título hacen referencia al primer álbum de la banda, A Matter of Life..., que también terminaba con ellos. Esto no creo que se haya dicho, pero quizá Jeffes considere que el álbum de 2023 cierra un ciclo. Veremos.

Imagen promocional.

miércoles, 10 de enero de 2024

Después de una pausa larga y necesaria...

Antes que nada, pido disculpas por la tardanza en volver. Las obligaciones del trabajo han estado afectando seriamente a mi ritmo de vida y me he visto obligado a hacer algunas pequeñas renuncias. Ni por un momento he pensado en dejar este blog, pero sí que me he encontrado con poco ánimo y menos tiempo para dedicarme a esto que tanto me gusta, por culpa del maldito estrés. Quien lo conoce sabe a qué me refiero. Suerte que he tenido siempre cerca un poco de buena música de la que nos gusta, para hacer los sinsabores del día a día un poco más llevaderos.

Feliz año a todos y a todas, por supuesto seguimos en marcha y publicando nuevas entradas en breve.

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