jueves, 31 de diciembre de 2020

Pink Floyd - DELICATE SOUND OF THUNDER


CD 1

1. Shine On You Crazy Diamond (11:53)
2. Learning to Fly (5:27)
3. Yet Another Movie (6:21)
4. Round and Around (0:33)
5. Sorrow (9:28)
6. The Dogs of War (7:18)
7. On the Turning Away (7:58)

CD 2

1. One of These Days (6:15)
2. Time (5:16)
3. Wish You Were Here (4:49)
4. Us and Them (7:22)
5. Money (9:52)
6. Another Brick in the Wall (Part 2) (5:28)
7. Comfortably Numb (8:56)
8. Run Like Hell (7:12)

El primer álbum completamente en vivo publicado por Pink Floyd lleva el rimbombante título de "Delicado sonido de trueno" y salió a la venta en un muy tardío 1988. Se grabó durante la gira que siguió al álbum A Momentary Lapse of Reason (1987), en el que, como ya hemos comentado varias veces, la mítica banda de art rock volvía a la palestra después de la marcha de Roger Waters y los jaleos judiciales que esto causó. Delicate Sound of Thunder se grabó a base de extractos de los conciertos ofrecidos en Long Island (Nueva York), y es celebrado como uno de los álbumes en vivo con mayor calidad de sonido jamás publicados. Podemos poner todas las pegas que queramos a la concepción más comercial, más mainstream, de este Pink Floyd liderado por David Gilmour, pero poco puede decirse contra la espectacularidad de su sonido tanto en estudio como en directo.

Imagen de contraportada, unos peculiares árboles de Madagascar.

El doble álbum diferencia ligeramente los contenidos de cada uno de los discos, cubriendo el primero casi todo el álbum A Momentary Lapse of Reason con Shine On You Crazy Diamond como prólogo, y conteniendo el segundo disco una selección más o menos previsible de grandes éxitos de la banda, con especial énfasis en The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here y The Wall. Se cuela como anécdota One of These Days del álbum Meddle, con un homenaje a la sintonía de Doctor Who aquí muy subrayada y jaleada por el público, pero queda patente el poco interés que iba mostrando Pink Floyd por recuperar éxitos de su primera época.

On the Turning Away.

Personalmente, no soy un gran fan de A Momentary Lapse of Reason, pero está claro que sus canciones funcionan muy bien para un espectáculo con público y el primer disco reproduce el álbum con gran fidelidad. En cuanto al segundo disco... Hay que ponerse en contexto, ya que a mediados de los ochenta solo existía un recopilatorio, y bastante raro además, con los temazos de Pink Floyd por todos conocidos. No había música en streaming ni Internet de la que descargar ni CDs grabables, de manera que era estupendo tener todos estos temas juntos en un solo soporte y con el "extra" de ese toque espontáneo que da el directo la hora de juguetear e improvisar. No me gustan mucho algunos detalles como la interpretación algo ramplona de Another Brick in the Wall o lo excesivamente que se alarga Comfortably Numb, y en general la dependencia exagerada que tiene todo el show del virtuosismo guitarrero de Gilmour (recordemos que aquí Rick Wright no tiene todavía tanto protagonismo como en años posteriores), pero se percibe el ambiente disfrutón de un público entregado y todo se perdona.

La nueva edición del concierto se ha estrenado en cines. 

En 2020 se ha publicado una nueva versión expandida (con más temas y algún retoque) del álbum, que tanto ahora como entonces está disponible en múltiples formatos de audio y vídeo doméstico, en su momento en VHS, CDs, casetes, vinilos y hasta laserdisc, y desde ahora también en Blu-ray. En algunos casos hay temas que entran o salen del "tracklist" por motivos diversos, sobre todo por el minutaje máximo de cada formato. Globalmente, me gusta mucho más el siguiente álbum doble en directo de Pink Floyd, el mítico Pulse de 1995, con el que Delicate Sound of Thunder guarda varias semejanzas, pero este trabajo que hoy nos ocupa fue emblemático y supuso un momento esencial e imprescindible en la última época de una de las grandes bandas de todos los tiempos. Merece la pena.

The Great Gig in the Sky.

martes, 15 de diciembre de 2020

Vangelis - THE CITY


1. Dawn (4:16)
2. Morning Papers (3:56)
3. Nerve Centre (5:31)
4. Side Streets (4:13)
5. Good to See You (6:51)
6. Twilight (4:58)
7. Red Lights (3:55)
8. Procession (9:34)

"Vi las ciudades de muchos hombres
y aprendí sus modos."
Homero, Odisea (impreso en el librillo del álbum).

Mientras esperamos a que se concrete la accidentada publicación de su nuevo álbum Juno to Jupiter, supuestamente este mismo mes, nos quedamos esta vez con el que, a mi humilde juicio, es uno de los trabajos más infravalorados de Vangelis: The City, de 1990, primero de sus álbumes para la discográfica Warner. Por extensión, es también uno de los álbumes menos conocidos del músico, ya que rara vez alguno de sus temas aparece en recopilatorios y tampoco ha sido objeto de reedición.

Vangelis Papathanassiou (foto del interior del librillo del CD)

Tal como yo lo veo, The City es un álbum-bisagra muy importante en la carrera del compositor griego, porque está a medio camino entre el sonido "modernizado" que se impuso tras la renovación de su estudio a mediados de los años ochenta (plasmado claramente en el álbum Direct, que aun siendo magnífico nos presenta a un Vangelis con matices sonoros no del todo reconocibles) y lo que serían los años noventa, en los que su estilo quedó más o menos fijado hasta la actualidad. The City es un álbum conceptual sobre la vida diaria en una gran ciudad indeterminada, desde el amanecer hasta la noche, aunque Vangelis nunca ha sido dado a adornar excesivamente sus obras temáticas más allá de sutilezas que despierten nuestra imaginación. No es sencillo adivinar qué clase de situación o paisaje urbano quiere ilustrar cada pieza, si no tiramos directamente de lo que sugieren los títulos.

Dawn

Por supuesto, Dawn nos propone un lento amanecer, calles vacías y silencio. Es de los mejores temas del álbum por su atmósfera sobria y a la vez grandilocuente, fruto de la famosa técnica de improvisación de Vangelis con su famoso sintetizador Yamaha CS-80. Morning Papers comienza con un amiguete del compositor, Roman Polanski, yendo a comprar el periódico. Después el tema se mueve con hipnótica sutileza y un toque de jazz. ¿Deambular de los primeros madrugadores por la calle? ¿Café mañanero para ahuyentar la modorra? Percibimos además algunos pequeños toques asiáticos que irán a más en temas posteriores, y que no son una pista sobre qué ciudad inspiró el álbum. Se sabe que el álbum fue grabado entre Roma y París, siendo alguna de ellas la probable residencia de entonces de Vangelis, tan celoso de su privacidad que no podemos estar seguros.

Side Streets

En Side Streets montamos en la moto o el coche y nos ponemos en marcha para ir al trabajo. El ritmo fluye con elegancia mientras callejeamos, casi como si el tráfico bailase un baile de salón, no sin pequeños recordatorios de que la calle es una jungla de cláxones, semáforos y frenazos que ya está en su apogeo. Hay algunos sonidos urbanos sampleados al comienzo de Good to See You ("Me alegro de verte"), que por el título sugiere cualquiera de los muchos encuentros sociales que llevamos a cabo durante el día. Saludas al llegar al trabajo, te encuentras con clientes, conversas en el almuerzo, etc. Hay un saxofón muy interesante por ahí, pero se nota que Vangelis no pretende recrear una atmósfera tan cargada como la de Blade Runner, y el tema se percibe como bastante ligero, quizá uno de los momentos menos sobresalientes del álbum.

Twilight

Twilight ("Crepúsculo") es una pieza atmosférica, como una recreación algo más sensual y oscura de Dawn. Más animada, Red Lights parece ilustrar una vida nocturna divertida y superficial. Ambos temas vuelven a mostrar un importante aire oriental, en este caso gracias a las voces de los japoneses Kimura Rieko y Mikamo Yuko

Procession

The City concluye con la magnífica Procession, una de esas marchas épicas que Vangelis ha convertido en arquetipo de sus temazos más populares, y que en este caso parece que no tuvo mucho alcance popular. Se desquitaría en su siguiente álbum 1492: Conquest of Paradise (1992), cuyo famoso tema principal llevó una fórmula más o menos parecida a niveles apoteósicos.

Con agradecimientos a nuestro lector David, podemos apuntar que las fotografías que aparecen en el librillo del CD no pertenecen al concierto de Rotterdam Eureka! de 1991 (con la consecuente contradicción temporal, ya que fue posterior al lanzamiento de este álbum) como yo pensaba, sino a un evento celebrado para apoyar la candidatura de Atenas para celebrar los Juegos Olímpicos. Curiosa actuación en directo que, por cierto, en televisión fue acompañada por un bonito cortometraje de dibujos animados hoy inencontrable. Se llamó A Song for Athens y contó con música totalmente inédita, nada que ver con lo grabado para The City.

Trasera del librillo del CD, con una imagen (izquierda) del concierto en Rotterdam.

En fin, creo que The City debería ser un álbum algo más conocido y valorado de lo que es, sobre todo porque tiene un estilo muy reconocible, y porque, aun conteniendo un par de temas olvidables, el conjunto es muy sólido y hay en él un par de gemas que no pueden obviarse.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Se publica una edición extendida de la BSO de Han Solo.

No es que sea un álbum especialmente importante ni que seamos grandes fans de John Powell (sí de John Williams, que es autor del tema principal de este trabajo), pero nunca dejamos pasar un nuevo lanzamiento discográfico de la saga Star Wars

La portada.

La nueva edición de Solo: A Star Wars Story publicada hoy mismo en formato digital (de momento en físico no) lleva la etiqueta de "Deluxe edition", aunque debemos estar atentos al detalle de que han suprimido el corte inicial del álbum original, The Adventures of Han, precisamente el tema compuesto y dirigido por John Williams. La pieza sí que suena aquí y allá, como referencia en otros temas, pero su ausencia debe impedir que nos deshagamos del álbum publicado en 2018, por mucho que este nuevo ítem sea notablemente más extenso.

El tema final del nuevo álbum.

martes, 17 de noviembre de 2020

Rick Wakeman - THE RED PLANET


1. Ascraeus Mons (5:53)
2. Tharsis Tholus (6:17)
3. Arsia Mons (6:10)
4. Olympus Mons (5:20)
5. The North Plain (6:53)
6. Pavonis Mons (7:14)
7. South Pole (7:35)
8. Valles Marineris (10:02)

Es muy agradecido que de vez en cuando regrese uno de los de la vieja escuela, un respetado dinosaurio, para ofrecernos un agradable recordatorio de lo que se hacía en los dorados años setenta. En el caso particular de Rick Wakeman (legendario teclista de Yes, muy respetable compositor e intérprete instrumental en sus propios álbumes y coleccionista de capas con lentejuelas), estamos hablando de uno de los mayores valedores mediáticos del rock progresivo clásico en los años posteriores a la relativa caída en desgracia del género.

La edición en vinilo rojo (con portada ligeramente distinta) incluye un desplegable tipo pop-up.

The Red Planet (2020), el vigesimoquinto álbum en solitario de su autor, lleva desde hace unos meses haciendo las delicias de los fans, sobre todo porque posee el carácter conceptual de algunos de los primeros trabajos de Wakeman: Journey to the Centre of the Earth (1974) o The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table (1975), en los que se unía una atmósfera grandiosa con el virtuosismo desatado, a veces en exceso para mi gusto, de este mago de los teclados. Por ahí comparan The Red Planet, más por su planteamiento que por otra cosa, con el magistral The Six Wives of Henry VIII (1973), y tal vez tengan algo de razón.

Rick Wakeman

El álbum viene a estar planteado como un recorrido en clave científica, no tanto de ciencia ficción, por el planeta Marte. Los temas se titulan como importantes accidentes geográficos de dicho planeta, y si bien no es fácil identificar en nuestra imaginación todas estas piezas instrumentales con el paisaje marciano que representan, está claro que el sonido un poco arcaico de los sintes de Wakeman tiene ese puntillo simpático de película de aventuras galácticas. Inevitablemente, también ayuda a esclarecer el contexto ese tema final Valles Marineris que parafrasea un fragmento de Marte, el que lleva consigo la guerra, de Los Planetas de Gustav Holst. Por cierto, en los años ochenta Wakeman colaboró con Kevin Peek y Jeff Wayne en Beyond the Planets, un proyecto para versionar esta obra clásica en clave progresiva.

Valles Marineris

No es que toda la discografía de Rick Wakeman me entusiasme, pero The Red Planet me parece un trabajo muy agradable. Las composiciones son interesantes y también lo es la producción (por ahí anda Simon Heyworth, que participó en Tubular Bells), si bien es cierto que no hay una especial sensación de "progreso" en los temas. Sin aburrir en ningún momento, sí que son más o menos lineales. Tampoco es asombroso el virtuosismo instrumental del English Rock Ensemble, que realiza un trabajo perfecto como banda de acompañamiento, pero sin dejar espacio para casi ningún alarde. Intervienen Dave Colquhoun a la guitarra, Lee Pomeroy al bajo y Ash Soan a la batería. El protagonista absoluto es Wakeman y todo lo demás es solo atrezzo, se entiende, pero está claro que el álbum se habría beneficiado mucho de algún invitado con algo más de arrojo, o incluso de algún arreglo (orquestal, por ejemplo) más allá de los cuatro instrumentos en juego. Con todo, para ser un álbum realizado durante la etapa de confinamiento domiciliario de medio mundo, no podemos ponerle pegas.

Portadas de los singles (digitales, diría yo) extraídos del álbum.

Pero The Red Planet, con sus defectos y todo, es un muy buen álbum de rock progresivo clásico dotado de un interesante toque fresco nada pretencioso. Parece como si Rick Wakeman hubiese entendido ya en la vejez que tal vez lo más importante de su gran época siempre fue la atmósfera, el despliegue de imaginación, y no tanto la habilidad con las manos. Si eres aficionado al prog, este álbum no te va a cambiar la vida pero sí te va a proporcionar unas cuantas escuchas realmente placenteras. Muy recomendado.

Ascraeus Mons

Olympus Mons

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 9: "BALLADE POUR ADELINE"

Te duele una muela. Te está fastidiando desde hace unos días, y aunque sabes que te va a costar un pastizal, pides cita con el dentista. Llegas a la consulta, te sientas a esperar, coges una revista del corazón manida de hace año y medio y te pones a hojearla. Tienes un 99% de posibilidades de que en el suave hilo musical de la sala de espera suene Ballade Pour Adeline ("Balada para Adelina"), el peculiar y bastante edulcorado tema para piano que hoy recuperamos.

El videoclip original. Sé que lo has visto.

El tema se publicó en 1977 y el compositor, no muy conocido, fue Paul de Senneville. Parece que el título se refiere a su hija Adeline, entonces recién nacida. El intérprete original sí que es toda una institución en la cultura popular: el también francés Richard Clayderman, un pianista al que recordamos (vagamente, los de mi edad) todo vestido de blanco y frente a un piano del mismo color. Clayderman se convirtió, pese a que sus virtudes como intérprete están fuera de toda duda, en un icono de lo "kitsch" gracias a su sonrisa de niño bueno y su pelazo rubio. Podemos sonreír sin cargo de conciencia, considerando que ha llegado a vender más de 100 millones de discos en todo el mundo. Según la Wikipedia, es el músico francés con mayores ventas de la Historia, y Ballade Pour Adeline vendió 22 de estos millones. 

Un videoclip más reciente.

Clayderman, con Senneville como mánager, publicó Ballade Pour Adeline en su primer álbum (titulado simplemente Richard Clayderman), logrando un éxito mundial desproporcionado. Vale que lo hemos dicho muchas veces: los años 70 fueron una edad de oro para que cualquier clase de música no convencional llegase a cualquier oyente potencial, y en el que se premiaba la originalidad mucho más de lo que ha ocurrido en décadas posteriores... Pero hay que admitir que, por mucho gancho que tenga Ballade Pour Adeline, es una composición extremadamente simple. Como pieza pianística, y salvo por alguna mínima floritura, es muy poco meritoria, ya que en realidad es más el ritmo pop de fondo el que le da carácter. De hecho, en posteriores versiones de la pieza, los músicos (incluso utilizando otros instrumentos en lugar del piano), han sampleado directamente la pista de la base del original.

Una versión para trompeta. Mismo fondo musical.

Con perspectiva, entiendo que el éxito se explica por su mezcla de melosidad y romanticismo, al colarse de algún modo un pianista clásico en las radiofórmulas interpretando una pieza accesible a más no poder. Por supuesto, tanto la balada como el propio Clayderman entraron por la puerta grande en el mundillo de las orquestas "estrellas" de la música ligera, como la de James Last o, más recientemente, la formación que dirige André Rieu. Terminamos con alguna de las 1500 versiones acreditadas de Ballade Pour Adeline. Y me voy corriendo a escuchar algo indie en Spotify, a ver si me siento más joven.

La versión de la orquesta de James Last.

Y la de André Rieu

lunes, 2 de noviembre de 2020

Mark Knopfler - THE PRINCESS BRIDE


1. Once Upon a Time... Storybook Love (3:58)
2. I Will Never Love Again (3:01)
3. Florin Dance (1:30)
4. Morning Ride (1:35)
5. The Friends' Song (3:02)
6. The Cliffs of Insanity (3:15)
7. The Swordfight (2:44)
8. Guide my Sword (5:10)
9. The Fireswamp and the Rodents of Unusual Size (4:46)
10. Revenge (3:48)
11. A Happy Ending (1:50)
12. Storybook Love (4:22)

La princesa prometida (1987) es una de esas películas que todo el mundo ha visto, primero porque en los años ochenta todo el mundo lo veía todo, y segundo porque hubo una época en que la emitían por televisión una vez al mes. Se basa en la novela del mismo título escrita en 1973 por William Goldman, y busca ser una especie de cuento de hadas clásico con elementos algo menos trillados de lo habitual. Al final, yo que la vi por primera vez no hace tanto tiempo, tengo que reconocer su indudable frescura y su atmósfera tierna y desenfadada, aunque no me parece especialmente original si buscaba la transgresión.

 
Imágenes del libretillo: Mark Knopfler con Rob Reiner y Guy Fletcher. 

Su banda sonora original es también bastante conocida, y en su momento lo fue más aún gracias a que es obra de Mark Knopfler, guitarrista, cantante principal y líder de los recordados Dire Straits. No fue su primera obra para el cine (ya tuvimos por aquí hace años su Local Hero), pero sí que fue un álbum lanzado todavía en la estela del éxito monumental del disco Brothers in Arms, lo que seguramente ayudó a aumentar las ventas considerablemente. Dice la anécdota más jugosa que Knopfler solo aceptó el encargo de esta partitura a cambio de un favor: que el director de la película, Rob Reiner, colase en ella a modo de "huevo de Pascua" una gorra de béisbol con mensaje sexual que el propio cineasta lucía en su anterior película, la hilarante This Is Spinal Tap.

Contraportada del vinilo.

En realidad, se podría considerar que la música de The Princess Bride es un proyecto paralelo a Dire Straits, ya que en toda la obra solamente intervienen dos intérpretes instrumentales, Knopfler y Guy Fletcher, que era el teclista de la banda. El sonido del álbum resultante es extremadamente simple, a veces incluso un poco ramplón, ya que muchas de las piezas incidentales (sobre todo las realizadas únicamente con sintetizador, que son la muchas) están pidiendo a gritos un arreglo para orquesta, aunque sea una orquesta pequeñita, pero el resultado final se queda muy artificial y empobrece incluso algunas de las simpáticas escenas de acción y aventuras de la película.

Imágenes de la película en el librillo.

Salvan el álbum, menos mal, unos cuantos cortes algo más memorables. Por no culpar de todo a Fletcher, mencionaremos que el tema Guide my Sword, enteramente a los teclados, es bastante decente. Pero sobre todo destacan los temas en los que hay fragmentos de guitarra, como el Storybook Love inicial, cuya melodía es maravillosa, y que en lo estrictamente técnico demuestra por qué Knopfler es un titán de su instrumento. I Will Never Love Again es magnífica, y el tema final A Happy Ending tampoco defrauda. Aunque el típico tema cantado que suena en los créditos de muchas películas no suele ser santo de mi devoción, la verdad es que esa versión de Storybook Love que canta Willy De Ville es muy bonita.

Once Upon a Time... Storybook Love.

Personalmente, no creo que la BSO de La princesa prometida sea un ítem de colección imprescindible salvo que seas un fan de la película o un incondicional de Mark Knopfler, pero me quedo con la crítica que hacen en la web especializada filmtracks, en la que la reconocen como un buen ejemplo de lo que se hacía en este campo a finales de los ochenta.

jueves, 22 de octubre de 2020

Alright Now de Mike Oldfield: han descubierto uno de los "santos griales" de su discografía.

Entiendo que hay que ser seguidor acérrimo del músico británico para apreciar el hallazgo, pero como sé que muchos de nuestros lectores lo son, no he podido dejar de publicarlo. Me lo he encontrado en la página fan mike-oldfield.es.

Resulta que hace muy pocos días, después de -al parecer- una fuerte campaña de búsqueda y presión a quienes pudiesen tener archivada la grabación, se ha publicado en YouTube una peculiar aparición de Mike Oldfield en un programa de televisión de un canal local inglés, allá por 1979, en el que, además de hacer el indio y presentar a su hija recién nacida, su banda interpretó una versión del conocido tema de Free All Right Now. Canta Wendy Roberts, que intervino poco después en el álbum Platinum, y se luce el percusionista estrella Pierre Moerlen. No es en directo, sino que el tema está grabado y producido en estudio. El videoclip es estupendo:

Esta canción lleva treinta y tantos años figurando en álbumes piratas con un sonido atroz, y apenas un trocito de varios segundos del clip original había llegado a aparecer en Internet, procedente de un programa de reposiciones de la ITV. Alright Now es una versión maravillosa, con el sonido típico de aquella fructífera época de la carrera de Oldfield, pero siempre ha sido una especie de espina clavada en el corazoncito de los fans, al no poder disfrutarla con normalidad. Incluso se alimentó la leyenda urbana (creo que todavía no desmentida) de que se había publicado como single con una tirada limitadísima, repartida únicamente de mano en mano entre ejecutivos de Virgin Records.

Afortunadamente, la calidad del archivo audiovisual ahora publicado es tan excelente que no solamente podemos escuchar la canción en su plenitud sonora, sino que cualquier manitas de la tecnología podrá trastear con ella y pulirla hasta que suene como recién publicada en CD.

Agradecimientos a mike-oldfield.es

viernes, 9 de octubre de 2020

El "Eclipse" de Pink Floyd en versión de Hans Zimmer para Dune.

Portada oficial del single digital.

Pues sí, en el famoso trailer para la película Dune de Denis Villeneuve (cuya primera parte se estrenará el año próximo) lo que suena es una versión de Eclipse, el tema final de The Dark Side of the Moon a cargo de Hans Zimmer, el encargado de la BSO de la película. Desde hace apenas un día puede adquirirse el tema, a través de la productora Watertower Music, en plataformas de venta de música digital (Amazon mismamente). También puede escucharse, por ejemplo, aquí:


Zimmer, que a mi parecer ha acertado de pleno, contó con una cuidada selección de vocalistas de sesión que grabaron los coros con todos los protocolos legales impuestos por la pandemia. La versión se ha realizado con permiso expreso de su compositor Roger Waters, por supuesto. Habrá que consolarse con algo ahora que sabemos que la película se retrasa casi un año.

martes, 6 de octubre de 2020

Pat Metheny - FROM THIS PLACE


1. America Undefined (13:22)
2. Wide and Far (8:27)
3. You Are (6:14)
4. Same River (6:43)
5. Pathmaker (8:20)
6. The Past in Us (6:24)
7. Everything Explained (6:52)
8. From This Place (4:41)
9. Sixty-Six (9:39)
10. Love May Take Awhile (5:57)

From This Place (2020) es el último trabajo del norteamericano Pat Metheny, un músico del que sin duda debería haber más entradas en este blog a estas alturas, pero a quien a veces esquivo al no tener personalmente una cultura jazzística suficiente a la hora de comentar su música con propiedad. Tal vez mi problema no sea tal, si pensamos que seguramente el jazz, como cualquier otra forma artística, no debería ser un ente opaco solo accesible para entendidos... y sin embargo creo que a veces soy la clase de persona que no capta el sabor a frambuesa en una copa de vino, por mucho que lo diga la etiqueta.

Lo bueno que tiene Pat Metheny para quienes escuchamos música instrumental contemporánea es que sus álbumes son de estos que en las tiendas de discos (esos sitios en peligro de extinción) los dependientes no siempre saben muy bien dónde colocarlos y lo mismo te los encuentras en el apartado de jazz que en el de new age o en ese vórtice del caos conocido como "músicas del mundo". Siendo así, supongo que hay carta blanca para analizar un poco su música sin miedo a que un verdadero connoisseur se me eche encima.

Pat Metheny (de ABC)

Veo en la Wiki que el Pat Metheny Group como tal no publica un álbum desde 2015, desde 2005 si buscamos su último álbum de estudio, y parece que no hay unanimidad respecto a la calidad de los últimos trabajos publicados por el músico en solitario. Este álbum lo firma solo el guitarrista, si bien en él intervienen más artistas. Forman un cuarteto, para ser exactos: Metheny, el batería Antonio Sánchez, el pianista Gwilym Simcock y la contrabajista Linda May Han Oh. Interviene también la Hollywood Studio Symphony Orchestra dirigida por el compositor de bandas sonoras Joel McNeely, amén de algún otro músico con contribuciones esporádicas en los temas.

From This Place es un álbum muy accesible, con un sonido tan jazzístico como culturalmente diverso. El primer tema America Undefined es una pieza épica que se construye, tanto en su totalidad como a nivel de su sencillo fraseado melódico, como un gran crescendo. No se puede comenzar mejor un álbum si lo que se busca es captar la atención del oyente para que no se te escape. Después de escuchar todo el trabajo un par de veces, empiezo a pensar que el tornado de la portada viene a cuento con gran parte de los temas que, como en este primero, parecen ir acumulando tensión hasta llegar lentamente a zonas medias y finales mucho más "tormentosas" de lo que se prevé al inicio.

America Undefined

Sin perjuicio de este primer corte, es sobre todo a partir del segundo (Wide and Far) donde mejor vamos a apreciar el carácter multiétnico de los intérpretes, pudiendo encontrar aquí y allá bastantes matices latinos (¿y de bossa nova?), todo reunido en un todo tan coherente que parece salido de una sola sesión de trabajo. 

You Are es otro tema, como el inicial, que va construyéndose desde la sutileza absoluta hacia la grandeza sonora gracias a una melodía sencilla a la que van sumándose otros elementos. El río de Same River fluye suave y garbosamente, creo que sobre todo gracias al sensual contrabajo que le sirve de lecho. Pathmaker, por su parte, da lugar al lucimiento de la guitarra de Metheny y el piano, con permiso de una soberbia batería que protagoniza un fragmento estelar. En The Past in Us, de nuevo por destacar algo sobre una totalidad que es fabulosa, cabe señalar una hermosa armónica.

The Past in Us

Muy hispana es Everything Explained, con una guitarra y un piano que casi parecen estar cantando y percusiones entre el rock latino y el flamenco. Mucho más anglosajona es la dulce y solemne From This Place, cantada por Meshell Ndegeocello. Concluye el álbum con la más o menos introspectiva Sixty-Six y Love May Take Awhile, un tema muy sensual que por sus arreglos de cuerda parece salida de una película del Hollywood dorado. 

From This Place

Un álbum estupendo para escuchar con atención y disfrutar de los detalles. Bastante interesante para introducirse un poco en el género jazzístico, incluso si no se tiene un especial interés en ahondar mucho más.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Geinoh Yamashirogumi - YAMATO GENSHO


1. Gassho Kariboshi- Kiriuta (4:00)
2. Warabauta-Sho (2:16)
3. Shudarahigyo (15:54)
4. Yamashiro-Bushi: Yanagi No Ame (3:53)
5. Yamashiro-Bushi: Tanuki (16:31)

Buscando algo especial para después del jaleo de la vuelta al cole, me encontré con este interesante álbum de 1979 que llevaba tiempo llamándome la atención. En realidad hablamos de un reencuentro, ya que en su momento quedé fascinado por lo que Geinoh Yamashirogumi aportó a la película Akira (1988), cuya peculiar banda sonora conforma, paralelamente a la película, algo así como la poderosa respuesta japonesa a Blade Runner.

Una actuación de Geinoh Yamashirogumi.

Geinoh Yamashirogumi es sin duda una de las formaciones musicales más grandes del mundo por cantidad de miembros. Estamos hablando de un proyecto colectivo integrado por cientos de personas, muchas de ellas no profesionales de la música, que se unen para confeccionar estas obras de sonido colosalista difíciles de definir. Es una mezcla de música tradicional japonesa con cantos corales mixtos, arreglos sutiles de sintetizador y muchos instrumentos de percusión, a menudo empleando recursos del sureste asiático como el gamelán. El líder de la formación, encargado de componer los temas, es Tsutomu Ōhashi. Su seudónimo Shoji Yamashiro da nombre al conjunto, que podemos traducir como "Colectivo de intérpretes de Yamashiro". Gracias por esto último, Wikipedia.

Tsutomu Ōhashi

Este álbum en concreto se publicó en 1977, tres años después de la fundación del grupo, siendo el tercero de su discografía. Superficialmente, y aunque contiene alguna rara sorpresa, Yamato Gensho es en un 90% lo que podríamos escuchar en una película de samuráis rodada para occidentales: profundos cánticos femeninos arropados por coros, ambiente ritualista, instrumentos de cuerda muy simples, minimalismo zen aplicado a la música...

Gassho Kariboshi- Kiriut

Pero esta no es una banda folclórica al uso, y ya desde el segundo tema se cede protagonismo a una secuencia electrónica hipnótica. Recordemos que estamos en 1977 y que todavía conserva mucha fuerza la gran oleada del rock progresivo, por lo que no es de extrañar que se recurra a experimentos cósmicos incluso en un álbum con vocación (repito: superficialmente) tradicional. 

Más extrañeza todavía causa la irrupción de bajo, batería y guitarra pop en el último y largo tema Yamashiro-Bushi: Tanuki. Seguramente estemos aquí ante un Japón más real y contemporáneo al lanzamiento del álbum, no recreándonos en una bonita postal como la que parece haberse utilizado para la portada. Hay un indudable toque cómico en las voces del último tercio de la pieza, como si fuesen conscientes del carácter muy místico, muy meditativo, de la mayor parte del álbum y quisieran aportar algo de desenfado. 

Yamashiro-Bushi: Tanuki

De todos modos es difícil conocer las verdaderas intenciones artísticas de Ōhashi, quizá por algo tan sencillo como que la cultura japonesa es extremadamente distinta de la nuestra y también lo es su sentido de lo estético, que se mueve con misterioso equilibrio entre el tradicionalismo a ultranza y la más colorida posmodernidad tecnológica. Todo el álbum, por no decir gran parte de la discografía de Geinoh Yamashirogumi, es tan sorprendente como "alienígena" para quien no esté habituado a estas cosas, aun a sabiendas de que la formación ha realizado muchas actuaciones internacionales y que su mencionada música para Akira está en el imaginario colectivo de muchos cinéfilos y aficionados al anime de todo el mundo.

martes, 25 de agosto de 2020

Jean Michel Jarre - DESTINATION DOCKLANDS: THE LONDON CONCERT / JARRE LIVE


1. Revolutions (1:03)
2. Industrial Revolution: Overture (3:00)
3. Industrial Revolution Part 1-2-3 (5:45)
4. Magnetic Fields 2 (4:09)
5. Oxygene IV (3:46)
6. Computer Week-end (5:18)
7. Revolutions (3:52)
8. London Kid (4:57)
9. Fourth Rendez-Vous (4:16)
10. Second Rendez-Vous (8:54)
11. September (4:45)
12. The Emigrant (3:53)

La música es como dirigir sonidos cinematográficamente, modelar paisajes con ellos, y por lo tanto no es muy sorprendente que un día quisiera unir mi música a lugares, a emplazamientos arquitectónicos y técnicas visuales. (...) Como un circo de alta tecnología en el que grandes animales urbanos se encabritan bajo restallantes látigos de luz. (...) Conciertos en vivo, actuaciones de una sola noche mezclando músicos con meteorólogos, cineastas con expertos en fuegos artificiales, arquitectos con artistas de circo, cantantes de ópera con magos de la electrónica. (...) Sueño con nuevos instrumentos, restos desgastados del mañana, desenterrados por algún arqueólogo del futuro. 

(Texto de Jean Michel Jarre incluido en el librillo del CD)

De la funda del vinilo: Jarre con su larga chaqueta de domador de circo y su teclado -guitarra.

Para mí fue una pequeña decepción cuando, en una de las muchas ocasiones en que la pagina oficial de Jarre cambió su diseño, se señalaba únicamente a los primeros cuatro trabajos del artista francés como su "legado". Después te dabas cuenta de que, pese a que Jarre siguió teniendo un nivel de aceptación popular inmenso en los años que siguieron a Zoolook (1984), es cierto que en esa etapa el músico seguramente estuvo más centrado en disfrutar haciendo lo que mejor sabía hacer que experimentando en un oscuro estudio de grabación.

De la funda del vinilo: idealización del escenario del concierto.

¿Y qué es lo que se le daba mejor a Jean Michel Jarre? El espectáculo, entendido éste en el más positivo, artístico y edificante de los sentidos. Desde el galáctico Rendez-Vous hasta los tiempos de Oxygene 7-13 (después sí que se metió en el búnker, con resultados variados), los álbumes de Jarre son una auténtica celebración de la música electrónica como pura fantasía, un éxtasis de virtuosismo melódico puesto muy a menudo al servicio de sus enormes conciertos con audiencias de récord. Obviamente, algunos de estos eventos han sido publicados en forma de álbum oficial, cosa comprensible tanto por su valor musical intrínseco como por el hecho de que Jarre no es un artista de los de a disco por año, y de vez en cuando en Disques Dreyfus querían tener una novedad suya en las tiendas. Jarre Live (1989), rebautizado definitivamente como Destination Docklands, responde bien a este propósito.

La edición original en vinilo no incluye ni London Kid ni September.

El álbum recoge la grabación, levemente editada e incompleta, de los conciertos ofrecidos en octubre de 1988 en los Royal Victoria Docks, en la zona londinense conocida como los Docklands, un área junto al Támesis que antiguamente fue un conjunto de dársenas portuarias y después se convirtió en zona urbanizable. El escenario se situó en una plataforma flotante sobre el mismo río, y después de un montón de gestiones para que las autoridades diesen los permisos pertinentes, la cosa se complicó a causa de la lluvia. Hasta donde yo sé, por suerte esto no afectó al despliegue habitual de láseres y proyecciones gigantes más allá de la cantidad de paraguas y chubasqueros que llenaron aquella explanada. Se calcula que asistieron hasta 200.000 personas, entre ellas los príncipes Carlos y Diana de Gales, y que nunca antes ni después se ha celebrado un concierto de esta envergadura en el Reino Unido. 

Jarre posa en las gradas ante el que será su escenario 
(Crédito: PA Images, de la página ballimoregroup.com).

Incluso he encontrado un artículo en el que se asegura que el político que estuvo a punto de prohibirlo, un tal Stephen Timms, da gracias al cielo por no haberse salido con la suya, ya que puede trazarse una tendencia sostenida de macroespectáculos culturales en Londres que arrancó claramente aquí y fue a parar nada menos que a los Juegos Olímpicos de 2012. Todo ello por no hablar del milagroso impulso económico que obtuvo este sector de la ciudad, que antes del evento era un solar medio abandonado con un viejo edificio de aduanas en medio. Muchas empresas descubrieron su potencial gracias al show.

El concierto puede verse en YouTube, comenzando con este clip.

Destination Docklands, el doble concierto, tuvo como núcleo principal el último trabajo del francés por aquel entonces, titulado Revolutions (1988), que entre otras cosas contiene una larga y muy interesante suite inspirada en la revolución industrial. El resto de temas del álbum, frescos e imaginativos todos, no dejan de ser piezas pop instrumentales no muy sesudas que lucían de maravilla en directo. Pues bien, teniendo en cuenta que Destination Docklands contiene los temas de Revolutions interpretados tal cual, además de algún hit inevitable (Oxygene 4, Magnetic Fields 2 y los recientes Second y Fourth Rendez-Vous), la verdad es que tiene pocos alicientes novedosos si no eres fan o coleccionista. Si encima eres de los que pensamos que los conciertos son para verlos y no solo escucharlos, peor que peor, porque siempre me ha dado la impresión de que este directo es de los que tienen un sonido más "sucio", con muchísimo griterío del público.

Portada retocada para la última reedición del álbum.

La cosa es que Destination Docklands tiene sus virtudes, como la participación del guitarrista Hank Marvin, líder de los seminales The Shadows, en los temas London Kid y Fourth Rendez-Vous, o el hecho nada desdeñable de que está grabado quizá en el momento más alto de la popularidad de Jarre, en una época en la que muchos de nosotros (yo un mocoso de 9 años) alucinábamos con las frecuentes emisiones de sus conciertos en la tele pública, años antes de fijar del todo nuestros gustos musicales. En realidad, por más que podamos pensar que aquel Jean Michel Jarre era más un genial pirotécnico que un artista comprometido con la creación musical, hay que admitir que su impronta fue brutal sobre muchos chavales de mi generación, entre los cuales seguro que hay más de un lector de este blog.

Sí que hay un valioso legado aquí.

El dueto con Hank Marvin.

domingo, 16 de agosto de 2020

Tangerine Dream - GREEN DESERT


1. Green Desert (19:25)
2. White Clouds (5:01)
3. Astral Voyager (7:03)
4. Indian Summer (6:53)

Publicado en 1986, el álbum Green Desert ("Desierto verde") es un trabajo en general no muy apreciado por los aficionados de la banda emblemática de la Escuela de Berlín. Por otra parte, sí que es un disco notable como el que más a la hora de entender la evolución de TD, e incluso lo que supuso la transformación del estilo de la música electrónica popular desde los años setenta hasta los ochenta y noventa.

Portadas alternativas.

Resulta que Green Desert comenzó su gestación en el lejano 1973. El éxito del álbum Atem radiado y elogiado por el famoso locutor británico John Peel, precipitó el contrato de Tangerine Dream por parte de la emergente Virgin Records. Se dice que Richard Branson planeaba convertir aquella banda alemana oscurantista y psicodélica en buque insignia de su empresa, antes de que el éxito inesperado de Tubular Bells reorganizase sus prioridades. Antes de poner sobre la mesa el que sería el clásico por antonomasia de Tangerine Dream, Phaedra (1974), urgía componer un trabajo (con vistas a su publicación comercial o no, lo mismo daba) que sirviese como carta de presentación de lo que TD podía ofrecer a la discográfica que decidiese contratarlos. Venía a ser eso que a menudo he definido en broma como un "muestrario de moquetas", la típica obra colorida pero un tanto insustancial que casi cualquier músico instrumental publica como primer trabajo para tantear el terreno.

Una de las contraportadas.

Se dio la circunstancia de que Peter Baumann estaba de viaje místico por Nepal e India, y fueron Edgar Froese y Christopher Franke quienes trabajaron en esta maqueta. Comparto la opinión mayoritaria que dice que la de estos años fue la mejor formación de TD, la "clásica", y seguramente sea de agradecer que este trabajo terminase archivado e inconcluso, supongo que por respeto a Baumann. Siendo él precisamente el primero de los tres en abandonar la formación unos años después, Froese y Franke no tuvieron problema en recuperar aquellos esbozos y pulirlos para su publicación en 1986, ya fuera de Virgin.

Green Desert

Lo malo es que, si bien es cierto que el sonido de Tangerine Dream tampoco se había degenerado tanto por la marcha de Baumann y el traslado a EEUU, a juzgar por lo escuchado en el comercial pero solvente Le Parc (1985) se podía esperar algo bastante más interesante que lo ofrecido en Green Desert. Podemos alegar en su defensa que en esta época los Tangerine Dream asumían muchos más encargos, entre álbumes de estudio, bandas sonoras de películas y conciertos, de los que podían completar a un nivel de máxima calidad. De hecho, no mucho después acabaría saltando también Chris Franke por la borda, estresado y frustrado, y aunque queda algún título loable entre un momento y el otro, Green Desert me parece un poco soso.

White Clouds

Tecnológicamente hablando, Green Desert es un producto puntero para su época, pero el sonido general del álbum es tan random e impersonal que puedes escucharlo un montón de veces antes de vislumbrar alguno de los rasgos que un día hicieron tan míticos a los TD. Es más o menos melódico y cuenta con algunos instrumentos propios del rock, incluyendo una guitarra eléctrica y una potente batería; y además es destacable que la maqueta original fue la primera obra de la banda en la que se utilizó un secuenciador. Tampoco podemos saber exactamente cómo sonaba el trabajo del '73, más que nada porque Edgar Froese lo remezcló y retocó hasta la náusea para su lanzamiento en los ochenta.

Astral Voyager

Por comentar algo de cada tema, diremos que el homónimo Green Desert es lento y solemne, y que tanto la omnipresente guitarra como la batería recuerdan (o más bien profetizan) a algunos pasajes por venir de la época Gilmour de Pink Floyd. Salvando las distancias, claro. White Clouds es la pieza más melodiosa del álbum, una especie de himno new age sazonado en su mayor parte con percusiones machaconas y efectos sonoros tipo "pajaritos". Astral Voyager es una interesante pieza vagamente melódica montada sobre una agradable secuencia retro. E Indian Summer es prácticamente una pieza de relleno construida con notas sueltas que recuerdan a lo oído en White Cloud. El caso es que malo, lo que se dice malo, no hay nada... Pero una y otra vez tenemos la sensación de que con un tratamiento de las composiciones menos ochentero, más arcaico y con esa atmósfera cósmica enrarecida de la década anterior habría dado mucho más de sí.

Indian Summer

En realidad, y en referencia a lo que comentaba al principio sobre la transformación del estilo entre una década y otra, Green Desert es un ejemplo perfecto para ilustrar el dicho aquel que pregunta: ¿por qué arreglar lo que no está roto? Seguramente habría tenido mucho más impacto la publicación tal cual de una obra inédita de la época rosa de Tangerine Dream en plenos años ochenta, aunque fuese como rareza, que este mejunje tan poco carismático que te deja indiferente. Cuánto habrían ganado, en fin, muchos de los músicos avant-garde que saltaron de unas fechas a otras si hubiesen sabido mantener lo que nunca nadie había puesto en entredicho de su estilo.

jueves, 30 de julio de 2020

Yes - TALES FROM TOPOGRAPHIC OCEANS


1. The Revealing Science of God (Dance of the Dawn) (20:27)
2. The Remembering (High the Memory) (20:38)
3. The Ancient (Giants Under the Sun) (18:34)
4. Ritual (Nous Sommes du Soleil) (21:35)

Tales from Topographic Oceans (1973) es uno de los títulos más importantes del rock progresivo. De los más recomendados. De los más odiados. De los más imprescindibles y definitorios. Hasta el propio título del álbum ya predice mucho de lo que vamos a encontrarnos: cuentos (imaginación, fantasía) de océanos (enormidad, inmersión en las profundidades) topográficos (técnica, cálculo, precisión). Hay mucho de todo ello, puede que demasiado.

Portada alternativa de 2016, también de Roger Dean.

El primer doble álbum de estudio de Yes es hijo legítimo de sus dos anteriores trabajos, Close to the Edge (1972) y el ambicioso triple vinilo en directo Yessongs (1973). Del primero recupera la idea de la larga suite progresiva llena de cambios de ritmo y melodías; y del segundo, el concepto mismo del álbum de prog rock como obra de arte trascendental, más grande que la vida, gigantesca tanto en su extensión como en todo el imaginario que la rodea. En esencia, y antes de comentar la temática del álbum, se puede decir que Tales from Topographic Oceans responde a una sencilla ecuación por la que si el tema Close to the Edge había sido un gran éxito, un doble álbum con nada menos que cuatro suites del mismo estilo y longitud tenía que ser un auténtico pepino nuclear. La cuestión es saber si el público y la crítica estaban preparados para algo así, porque seguramente nunca lo habían pedido.

The Revealing Science of God (Dance of the Dawn)

Para muchos entendidos, Tales prendió la mecha de lo que en poco tiempo sería el final de la gran era del progresivo, sobre todo porque un género que llevaba sobre la mesa apenas cinco años, al principio un tanto "underground" y después toda una prometedora revolución, se convirtió de un día para otro en algo pomposo, la máxima expresión del establishment contra el que la cultura del rock nunca debía dejar de luchar. Al propio grupo le pasó factura su gran ambición, con la salida del teclista Rick Wakeman después de quejarse de esto mismo, de que el álbum era demasiado ampuloso y se podría haber conseguido algo más efectivo con menos minutos de divagación. Parece que el tiempo ha suavizado muchas de las opiniones más crueles, pero no todas.

 The Remembering (High the Memory)

El concepto del álbum surgió en la boda del ex batería de Yes, Bill Bruford, en la que su compañero de King Crimson, Jamie Muir, calentó la cabeza a Jon Anderson con un montón de filosofía budista/hindú y le prestó una copia del libro Autobiografía de un yogui, de Paramahansa Yogananda. Como a Steve Howe también le gustaba el orientalismo y demás, él y Anderson se dedicaron a planificar el álbum durante la gira mundial de presentación de Close to the Edge (de la que saldría el mencionado Yessongs).

The Ancient (Giants Under the Sun)

Tales from Topographic Oceans busca ser una traslación musical de los shastras, textos que versan sobre las distintas ramas de pensamiento del hinduismo. En la carpeta interior del álbum en vinilo podemos ver fotografías de paisajes representativas de cada una de estas disciplinas, en paralelo a cada pasaje musical. De hecho, cada una de las cuatro suites que lo integran hacen referencia a las escrituras shruti (enseñanzas reveladas), smitri (antiguos poemas épicos), puranas (alegorías) y tantras (textos ritualistas).

Desplegable del vinilo.

Lo irónico del asunto es que, con toda su grandilocuencia conceptual, Tales es un álbum sorprendentemente austero en lo musical, al menos en su mayor parte. Un muy comedido Rick Wakeman apenas da rienda suelta a su virtuosismo a los teclados, Steve Howe tira mucho más de las guitarras española y acústica que de la eléctrica, y Jon Anderson afronta gran parte de las grabaciones más como un recitador que como un cantante de rock. Chris Squire y Alan White, bajo y batería respectivamente, tampoco tienen espacio para muchas virguerías, siendo este un álbum poco apto para alardes virtuosos. Más bien se busca una atmósfera calmada y lírica, nunca muy recargada en la instrumentación, que sirve para recrearse en las místicas letras de Anderson. Al terminarlo perdura la sensación de que este trabajo no tiene nada que ver con lo que Yes había estado haciendo en sus primeros álbumes, que escuchados en retrospectiva podrían sonar toscos y poco sofisticados.

Ritual (Nous Sommes du Soleil)

Siempre disfruto mucho del álbum, aunque raramente de un tirón. Es muy largo y, si bien es injusto calificarlo de monótono, sí que me cuesta un poco seguir su narrativa musical y acabo por dispersarme. Ayuda bastante a zambullirse en su sonido, como con todos los trabajos de Yes de esta época, el sublime trabajo de portada de Roger Dean, que en Tales from Topographic Oceans es especialmente elegante y evocador. El arte conceptual del álbum está además lleno de pequeños detalles (las constelaciones en el cielo estrellado, la pirámide maya, el geoglifo tipo Nazca, esas rocas centrales de las que sobresale el ala esquelética de algún ser fantástico, los peces "volando"...) que sugieren alguna clase de mensaje oculto.

La ilustración original.

Tales from Topographic Oceans ha sido objeto de varias reediciones, de las que mencionaré dos por ser las que he escuchado para este análisis. La primera es la de Rhino de 2003, con temas extras y una breve introducción muy ambient al comienzo del primer tema, descartada del álbum original y aquí recuperada con acierto; y la segunda fue publicada en 2016 por Panegyric con sus extras, Steven Wilson remezclando y una versión en blu-ray. No es un álbum fácil para principiantes, pero si tenemos en cuenta que el sonido temprano de Yes ha envejecido quizá peor que el de otras bandas prog de su época, lo cierto es que este trabajo sigue teniendo una rara cualidad atemporal que hará Tales más que interesante para muchos oyentes actuales. Atrévete, amigo/a.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...