miércoles, 28 de diciembre de 2011

Lo que llegará en 2012.

Ración de noticias para el año que está a punto de comenzar. Parece que vuelven casi todos los músicos favoritos de este blog con un proyecto u otro, así que muy atentos a las novedades que vayan surgiendo.

- Hecho un chaval después de sus recientes trabajos con Spielberg, John Williams ha sido anunciado formalmente como autor de la banda sonora de la nueva película de Roland Emmerich (Independence Day, El día de mañana), con quien ya trabajó en El patriota (2000). La película, basada en un videojuego clásico mundialmente conocido, trata sobre la aparición de enormes bloques poligonales de colores sobre la ciudad de Moscú, después en otras ciudades del mundo, que irán girando misteriosamente sobre sí mismos y cayendo sobre ellas a la velocidad de asteroides, sembrando el pánico y la destrucción mientras van encajando unas sobre otras. El músico estadounidense tuvo una gran repercusión en el género en los años '70, cuando puso música a diversas cintas de catástrofes como Terremoto o El coloso en llamas, así que ya sabe dónde se mueve. Williams ha declarado que en este momento se encuentra componiendo un leitmotiv para el bloque en forma de T, mientras que la fanfarria principal de la partitura (ya compuesta) corresponderá al bloque en forma de L.

Poster "teaser" del estreno en el Reino Unido.

- Jean Michel Jarre, en su línea de compromiso social como embajador de la UNESCO, lanzará en algún momento de 2012 su nuevo trabajo de estudio, que versará sobre la actual crisis económica y los recortes en derechos que están sufriendo distintos sectores de la sociedad. Indignado como el que más, Jarre ha compuesto una gran sinfonía para órgano Casio a pilas, en solidaridad con quienes han visto mermadas sus posibilidades laborales en tiempos recientes. Se rumorea que piensa sustituir el espectáculo láser de su actual gira europea por un show algo menos ostentoso.

Fragmento del cartel promocional de la gira.

- Edgar Froese y la enésima formación de Tangerine Dream publicarán en breve, únicamente en la página oficial y en iTunes, su nuevo trabajo. Movidos por el auge de la música en español y atendiendo a la línea de su sonido clásico de los ochenta, Froese y los suyos se recrearán en una serie de versiones de un conocido grupo tecno-pop de talla internacional. Aquí enlazo con uno de los temas que serán versionados en este nuevo álbum.

- A comienzos del verano se espera que Mike Oldfield continúe con sus reediciones de álbumes clásicos. Esta vez será el turno de Platinum y QE2. Para sorpresa de sus seguidores, Oldfield asegura que estará en posición de ofrecer el resto de su catálogo de los ochenta antes de 2013, ya que cuenta con un colaborador de lujo que se está encargando de las remezclas 5.1. Se llama Bobo, y es un orangután congoleño perfectamente adiestrado.

Mike Oldfield y su nuevo amigo y productor Bobo.

En palabras del genial creador de Tubular Bells: "he aprendido de los errores cometidos en Incantations. No puede dejarse un álbum tan complejo en manos de un macaco, así que esta vez he hecho que me manden al yate un simio superior. Tal vez en Amarok me atreva con un chimpancé; quiero un trabajo perfecto en este caso, y pienso dar lo mejor". Según fuentes del club de fans oficial, hay posibilidades serias de que el músico se retire definitivamente dentro de un año para dedicarse en exclusiva a sus mayores aficiones: el travestismo y la tortura ritual de animales de granja.

- La discográfica de Philip Glass ha anunciado el retraso de su nuevo trabajo para dos pianos, interpretado por él mismo junto al conocido pianista Richard Clayderman. Parece que Glass -diabético- ha sido ingresado en una exclusiva clínica neoyorquina con los niveles de azúcar en sangre por las nubes. No se conoce la fecha en que retomará el trabajo en el estudio de grabación, pero el virtuoso Clayderman ha aprovechado el lapso para publicar catorce nuevos CDs con versiones al piano del repertorio de Iron Maiden.

Fotografía tomada con motivo de la primera colaboración del dúo, a comienzos de los '70. 
Glass comentaría con posterioridad: "tenía las almorranas garrapiñadas".

- El compositor norteamericano Yanni, famoso por crear obras poseedoras del "efecto Mozart" (que desarrolla la capacidad mental del oyente a largo plazo), publicará a mediados de febrero un álbum de título todavía desconocido en el que intentará aplicar las cualidades terapéuticas de su música a aquellas parejas que desean mejorar sus relaciones íntimas. Se habla ya del "efecto Siffredi". No es el primer artista que se pasa este año al campo de lo erótico, si consideramos que Klaus Schulze ha realizado el tema principal del filme alemán directo a dvd Peludas y meonas 5.

- ¿Echábamos de menos al prolífico Brian Eno? Pues resulta que vuelve en 2012 con una nueva entrega de su saga Ambient, la quinta esta vez. Parece que el proyecto nos toca muy de cerca, ya que Eno -habitual de Ibiza en invierno y de Benidorm en verano- se centrará en el folklore patrio como base para sus largos desarrollos instrumentales. Cinco piezas contiene Ambient 5: Balls of the Bull, tales como Manuel, Don't Get Close to the Wall, tratada como una gimnopedia de Satie; o My Small Yellow Water, en la que contará con la recitación de un texto por parte del poeta amigo Rick Holland en clave ecologista y en favor del reciclaje.

Portada del nuevo álbum de la serie Ambient.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Howard Shore regresa a la Tierra Media.

Hoy me he levantado viendo el trailer de El Hobbit: un viaje inesperado, la próxima película de Peter Jackson que supone su regreso a la Tierra Media y a muchos de los personajes ya clásicos de El Señor de los Anillos. Pese a las desavenencias entre Jackson y el multipremiado compositor de la trilogía, Howard Shore, durante el rodaje de King Kong (2005), los créditos finales del avance desvelan que Shore retoma su trabajo con Gandalf y los hobbits donde lo dejó. Además, buena parte de la música del propio trailer podría pertenecer a la nueva banda sonora, ya que parece bien integrada en el contexto musical de la saga y (por lo menos yo) no logro identificarla con ninguna otra película, así que hay posibilidades de que estemos ante otra maravilla como las anteriores. Porque hay un trocito de mitad para el final que tiene saborcillo a tema central, y suena muy bien...

Queda exactamente un año para ver la película, aunque iremos sabiendo mucho antes qué artistas colaborarán con Howard Shore en esta banda sonora. Recordemos que en la trilogía de hace diez años estuvieron entre otros Sir James Galway, Sheila Chandra, Annie Lennox, La Filarmónica de Londres y las London Voices, Emiliana Torrini, Renée Fleming, Elizabeth Fraser, Miriam Stockley (acabamos de mencionarla en la crítica de Adiemus II) y la mismísima Enya, así que seguramente se involucrarán nombres interesantes en las sesiones de grabación.


P. D.: Ya sé que el trailer ha sido colgado en otros 50.000.000.000 blogs de todo tipo por unos motivos u otros, pero tonto el último. 

Adiemus - (II) CANTATA MUNDI


1. Cantus - 'Song of Tears' (9:01)
2. Chorale I (Za Ba Ma) (1:50)
3. Cantus - 'Song of the Spirit' (6:09)
4. Chorale II (Roosh Ka Ma) (1:50)
5. Cantus - 'Song of the Trinity' (6:11)
6. Chorale III (Vocalise) (2:20)
7. Cantus - 'Song of the Odyssey' (7:25)
8. Chorale IV (Alame Oo Ya) (2:59)
9. Cantus - 'Song of the Plains' (11:26)
10. Chorale V (Arama Ivi) (1:21)
11. Cantus - 'Song of Invocation' (8:45)
12. Chorale VI (Sol Fa) / Cantus - 'Song of Aeolus' (5:46)
13. Chorale VII (A Ma Ka Ma) (1:18)

Karl Jenkins es el cerebro tras Adiemus, la formación sinfónica y coral que llegó a publicar siete álbumes, sobre todo en los noventa. Ya comentamos hace mucho el primero de ellos, cuyo título era Songs of Sanctuary, y no había continuado con la saga al no haber tenido ocasión de escuchar el resto. Finalmente me he hecho con Cantata Mundi, el segundo álbum de la serie, y la verdad es que me ha gustado el reencuentro.

Karl Jenkins (de Wimbledon Choral Society).

Songs of Sanctuary (1994) fue un gran éxito en su momento, sobre todo gracias al single Adiemus y su amplia difusión en radio y televisión, ya sea a modo de videoclips con delfines o en campañas publicitarias. No fue aquella la primera formación que se centrase en grandes corales new age, ni sería la última, pero siempre tuvo un toque de distinción incluso para aquellos que, como yo, acabamos un poco hartos de tanto escuchar esos casi siempre irritantes coros de niños. El secreto estuvo en lo seriamente que Jenkins se tomó el trabajo, con unas orquestaciones muy cuidadas, atmósferas logradísimas y melodías bien maduradas. Cierto que quizá el primer álbum se hacía algo pesado al escucharlo completo de una sentada, pero cada una de sus partes aisladas y dosificadas valía un potosí. El segundo álbum, Cantata Mundi (1997), sale mejor parado en su audición continua.

  
Dos portadas distintas. Hubo casi una por cada país donde se publicó.

Karl Jenkins, que es un compositor clásico perteneciente a la esfera pop (no sé si se entiende el calificativo), se lo montó bien para dar a Adiemus II una estructura más elaborada, más organizada que a Songs of Sanctuary, de modo que su carácter programático lo convierte en una obra más llevadera. Cada uno de los temas "importantes" del álbum van precedidos por pequeñas piezas prácticamente a capella, ejercicios  vocales poderosos y breves que dan dinamismo al álbum. Jenkins sabe cómo proyectar sus obras sinfónicas a una audiencia amplia gracias a su experiencia en composición de sintonías publicitarias, algunas veces realizando creaciones de corte neo-romántico, otras -como aquí- con pinceladas étnicas algo difusas. En Cantata Mundi se aprecian ecos orientales, aunque a este respecto no supone una evolución demasiado destacable respecto al trabajo previo.

  
Otras dos portadas. Hay alguna más por ahí.

Sí que hay alguna novedad en la instrumentación, como un mayor uso de instrumentos de viento, tanto exóticos como convencionales. Por ejemplo, el primer tema Song of Tears ("Canción de lágrimas") tiene algún pasaje con trompetas que recuerda mucho, y para bien, al estilo elegante de John Barry en las bandas sonoras de James Bond. El resto de temas se mueve entre la solemnidad de un himno religioso y la épica colosal, con excelentes interpretaciones de la Orquesta Filarmónica de Londres y la cantante solista Miriam Stockley, que ya estuvo en Songs of Sanctuary y no podía faltar. Los coros también son muy particulares, en parte infantiles, en parte femeninos, en parte tribales pseudo-africanos o polinesios, en parte religiosos. Como ya dije antes, pueden ser un pelín pesados por su omnipresencia, pero Jenkins sabe equilibrar las cosas y le sale un gran disco. En la edición de Estados Unidos se incluyeron dos temas extra: Cantilena y Elegia. No está mal para empezar las fiestas con el espíritu ensanchado. En Spotify.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Vuelve Vangelis. Seguramente. Esperemos...

(fotografía de Efstathios Zalidis)

Parece que en poco tiempo tendremos nuevo material del compositor griego. Esta semana realizó uno de sus muy escasos conciertos, en Qatar, para inaugurar un anfiteatro ultramoderno situado en Doha y celebrar el cuarto foro de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas. Según se comenta en varias fuentes, consistió en material totalmente nuevo compuesto para la ocasión bajo el título de Choral Fantasy, además de dos bises: Chariots of Fire y Conquest of Paradise (cómo no). Parece tratarse de una obra en tres partes sustentada tanto en coros adultos e infantiles como en voces líricas solistas, que reivindica los lazos culturales existentes entre Occidente y Oriente Medio. Me atrevo a decir que está en la línea de Mythodea (2001), aunque probablemente sea una obra algo más festiva, menos sobria. 

La cosa incluye los rayos láser de Gert Hof (el del concierto de Mike Oldfield en Berlín), proyecciones enormes y a Jeremy Irons como maestro de ceremonias, todo muy pomposo y lleno de colorines al gusto de aquellos emiratos de por allí. Debajo, un vídeo de los ensayos.


Parece que el director de cine Hugh Hudson (Carros de fuego, Greystoke) ha filmado el evento para su edición en vídeo doméstico. Últimamente anda colaborando con Vangelis en más de un proyecto, incluyendo una película autobiográfica. Probablemente Choral Fantasy también se publicará como álbum en vivo, el primero en la carrera del músico si es que efectivamente estas informaciones son ciertas. Hay que decir que Vangelis ha realizado ya unos cuantos conciertos conmemorativos con música original, aunque nunca han sido publicados anteriormente salvo en el caso de Mythodea; por eso es mejor no dar nada por sentado. Si llega a estar disponible publicaré una reseña, por supuesto.

Por otra parte, en el Festival Vivacello de Moscú se presentó el pasado mes de septiembre la obra estrictamente clásica Elegy for Cello and Orchestra. Esta pieza, muy interesante, no tiene visos de ver la luz en CD. A continuación el vídeo, aunque seguramente muchos de vosotros/as ya lo hayáis visto.

martes, 13 de diciembre de 2011

Mike Oldfield - THE KILLING FIELDS



1. Pran's Theme (0:44)
3. Evacuation (5:14)
4. Pran's Theme 2 (1:41)
5. Capture (2:24)
6. Execution (4:47)
7. Bad News (1:14)
8. Pran's Departure (2:08)
9. Worksite (1:16)
10. The Year Zero (0:28)
11. Blood Sucking (1:19)
12. The Year Zero 2 (0:37)
13. Pran's Escape / The Killing Fields (3:17)
14. The Trek (2:02)
16. Good News (1:46)
17. Étude (4:37) 

El productor David Puttnam fue uno de los grandes nombres del cine británico en la década de los ochenta. Con su ayuda salieron adelante películas como Carros de fuego, Un tipo genial (Local Hero) o La misión, todas ellas caracterizadas, amén de por su calidad y sus éxitos en taquilla, por sus famosas bandas sonoras. No sé si fue cosa de Puttnam, pero el caso es que allí estuvieron Vangelis, Mark Knopfler o el mejor Ennio Morricone, amén de que fue él quien contó con una desconocida Enya para la película The Frog Prince. El primer éxito del director Roland Joffé se tituló Los gritos del silencio, y su productor David Puttnam llamó en este caso al popular músico inglés Mike Oldfield.

Mike Oldfield

Los gritos del silencio (The Killing Fields, 1984), logró hacerse con tres Oscars y fue una de las películas más celebradas de aquel año, aunque hoy en día no es especialmente famosa entre el público masivo. Una de las cosas que más vivas continúan del filme es su música, contenida en uno de los álbumes más raros del ya de por sí inclasificable Oldfield. No está entre sus discos más representativos, y seguramente tampoco es el favorito de muchos fans, pero The Killing Fields es su única banda sonora cinematográfica y uno de los mayores logros creativos de su carrera. En 2008 se publicitó Music of the Spheres como el primer álbum clásico de Mike Oldfield, y The Killing Fields seguía estando ahí para desmentirlo categóricamente.

Oldfield acababa de asentarse como músico en alza en los ochenta con los éxitos de Five Miles Out (1982) y sobre todo Crises (1983), que contenía su gran canción pop Moonlight Shadow. No sé muy bien por qué se le llamó precisamente a él, en aquel momento de su carrera, para poner música incidental a una película dramática que ni siquiera por su ambientación tenía mucho que ver con su universo musical. Probablemente se debió a una estrategia mercantil que aseguraría la asistencia a las salas de los fans del músico, que eran legión. La cosa es que Mike Oldfield estuvo a la altura del encargo, logrando una banda sonora rica en matices y muy variada en melodías y sonoridades.

Contraportada de la edición de Virgin en CD.

La composición fue realizada en un Fairlight (el sintetizador de moda, utilizado después a mansalva por Oldfield en una gira de conciertos), David Bedford se ocupó de la orquestación que le diese empaque clásico, y el alemán Eberhard Schoener de la dirección de la Orquesta del Estado de Baviera. David Bedford, por cierto, aportó la composición propia del tema The Year Zero. Y Mike Oldfield se reservó sus parcelitas no orquestales en varios de los temas, a fin de que se notase su presencia y el álbum pudiese ser mínimamente reconocible como suyo. Encima los productores le pidieron que grabase una segunda tanda de temas tras la primera entrega realizada, cuando Mike ya andaba en otras cosas, como el álbum cuasi-pop Discovery de aquel mismo año, lo que seguramente contribuyó a esta gran variedad tonal del álbum resultante.

Imagen del interior de la carpetilla del CD.

The Killing Fields, la película, narra la historia real de dos periodistas: Sydney Schanberg y Dith Pran, envueltos en los acontecimientos de la guerra en Camboya a principios de los setenta. Mientras el equipo norteamericano al que pertenecía el primero pudo escapar a Estados Unidos tras el golpe de estado de los  Jemeres Rojos, el segundo -nativo camboyano- sobrevivió a duras penas a la barbarie de un campo de exterminio. La banda sonora tiene como principal leitmotiv la sencilla melodía que Oldfield crea para Pran, que se escucha con emotividad en Pran's Theme y con grandiosidad épica en Pran's Depature. La mayor parte del álbum corresponde, no obstante, a música incidental perteneciente a secuencias muy concretas para las que el músico se estruja los sesos conceptualmente hablando. En algún recopilatorio se recoge el tema Evacuation, muy interesante; y la mayoría de los demás temitas cortos logran un sonido peculiarmente asiático que funciona bastante bien en la película. Un buen ejemplo de estos esfuerzos puede verse en este vídeo, explicado en primera persona y en español por Roland Joffé y Mike Oldfield:


Hablábamos antes de las parcelitas que se guarda Mike para su propio lucimiento en The Killing Fields. Son pocas y breves, y prácticamente en ningún momento escuchamos su particular sonido de guitarra, salvo discretamente en Bad News. Por lo demás, lo más parecido a un tema Oldfield se encuentra en otros como Good News y sobre todo el tema principal del disco -que no de la película, donde brilla por su ausencia-, Étude. Aquí el vídeo en HD.

Este último está en casi cualquier recopilatorio de Mike Oldfield y en muchas antologías de bandas sonoras, aunque no se trata de una composición propia sino de una versión de los Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega que Mike añadió en un último barrunto. Es lo más conocido del disco, y en su momento llevó al álbum a obtener unas muy buenas cifras de ventas. Sonó bastante en radio y televisión.

Portada del single Étude.

Concluiré con una valoración personal. Escuché por primera vez este álbum junto con el anonadante Amarok, y debo decir que no le presté especial atención. Seguramente eso mismo ha pasado con la mayoría de seguidores del músico, aunque una audición relajada y exhaustiva de The Killing Fields revela en seguida un trabajo delicado y de una madurez tremenda. Oldfield no intenta en ningún caso destacar sobre la historia contada, y su música está del todo al servicio de las imágenes, saliendo incluso perjudicada por un uso algo superficial por parte del encargado del montaje. Creo que The Killing Fields es otra demostración de la versatilidad artística y la variedad de estilos que Mike Oldfield ha ido tocando con acierto a lo largo de su carrera, y como tal merece una atención preferente. Es realmente bueno. Terminamos con una suite made in YouTube:

sábado, 10 de diciembre de 2011

Björk - BIOPHILIA


1. Moon (5:45)
2. Thunderbolt (5:15)
3. Crystalline (5:08)
4. Cosmogony (5:01)
5. Dark Matter (3:22)
6. Hollow (5:50)
7. Virus (5:26)
8. Sacrifice (4:02)
9. Mutual Core (5:06)
10. Solstice (4:41)

La cantante y performer islandesa Björk tenía que pasar por aquí en algún momento, y si tenemos en cuenta que Biophilia (2011) es su disco más experimental hasta la fecha, creo que la elección ha sido la correcta. Esta mujer siempre ha sido una "rara avis", aunque la mayor parte de su producción musical hasta la fecha puede calificarse, en un sentido amplio, de pop electrónico vanguardista. Lo de Biophilia es más difícil de definir.

Biophilia contiene la voz inconfundiblemente traviesa y juguetona de Björk, sus quiebros imposibles y esa manera extraña suya de cantar casi sin cantar, como si hablase entonando sus palabras armónicamente y alargando algunas palabras con dramatismo. Pero no encontraremos unos patrones rítmicos o melódicos que, de nuevo en un sentido amplio, estaban presentes en sus anteriores trabajos. Aquí la música es minimalista y de reminiscencias infantiles -piensa uno en cajitas de música y cosas por el estilo-, nada recargada, dejando que la voz lleve casi todo el peso del trabajo. Además, parece que Björk cantase muy muy cerca del micrófono, cerca de nuestra oreja, susurrando más que otra cosa. Advierto desde ya que la escucha de Biophilia puede ser harto complicada.

Imagen promocional.

Pienso que hay dos motivos principales para esta "reducción" cuantitativa en la elaboración y producción de los temas. Por una parte tenemos el deseo de la cantante de expresar musicalmente ciertos procesos naturales, telúricos incluso, que resultan más creíbles si la música se reduce a su mínima expresión y artificio. Por otra parte, está la intención última de Biophilia, que es la de mostrar las no muy amplias posibilidades actuales del mundo digital a la hora de acercarse a la creación artística. Prácticamente todo en el álbum ha sido creado en un iPad mediante la tecnología de la empresa Apple, y Björk lo concibe como un proyecto que incluye tanto el propio álbum como una gira, promoción a mansalva mediante Facebook y Twitter, y sobre todo una serie de conferencias técnicas (lecciones magistrales, quizá) que llevará a cabo para explicar todo este jaleo informático que personalmente tanto me abruma. Es como si Björk, en el fondo, quiere decir que cualquiera puede hacer algo así en casa con un montón de cacharritos con puertos USB. Más información donde siempre.

En lo estrictamente musical, que es lo que interesa al fin y al cabo, decir que Biophilia es todo un delirio en lo referente a la experimentación sonora, ya que en él se utilizan "instrumentos" tan curiosos como un "gamelesta", mezcla de gamelán y celesta, ruidos no musicales indefinidos y hasta una lámpara Tesla (sí, de esas que lanzan rayos); y tanto los ritmos como ciertas aproximaciones sonoras hacen referencia directa -o responden con matemática precisión- a conceptos tan técnicos como la constante expansión del Universo, la estructura del átomo, el ADN, la rotación planetaria... Lo malo de todo esto es que, si no es porque te puedes informar gracias al tremendo volumen de información que circula sobre el álbum, no tendrías ni idea, ni en un millón de años, de que todo eso está ahí. Sí que está Björk, desnuda y descarnada, con sus típicos cánticos arrebatadoramente sentimentales, mezcla de sufrimiento y rito ancestral.

 (Otra) imagen promocional.

Yo creo que, dejando a un lado tanto la devoción por los gadgets más caros como la afición de Björk por el Discovery Channel, Biophilia puede verse como un álbum loable por lo arriesgado, por estar dirigido a un público tal vez inexistente fuera de sus fans de toda la vida, interesante sobre todo por sus atmósferas enrarecidas y su carácter hermético. Una marcianada interesante pero que invita a la mayor de las cautelas. En Spotify. Para terminar, los vídeos oficiales de Crystalline y Moon. Björk sigue siendo mucho más fuerte en audio-vídeo que solamente en audio.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Deep Forest - BOHEME

 

1. Anasthasia (1:48)
2. Bohemian Ballet (5:15)
3. Marta's Song (4:13)
4. Gathering (4:38)
5. Lament (3:09)
6. Bulgarian Melody (3:08)
7. Deep Folk Song (1:15)
8. Freedom Cry (3:17)
9. Twosome (4:06)
10. Cafe Europa (4:17)
11. Catharina (2:52)
12. Bohème (4:36)

Aunque no tenga excusa, he descubierto el segundo y más exitoso álbum de Deep Forest hace muy poco tiempo. Se titula Boheme, es de 1995 y es el trabajo de más éxito del dúo formado por Michel Sanchez y Eric Mouquet. El título hace referencia a un extenso territorio situado en la República Checa, seguramente porque es allí donde los de Deep Forest viajaron -musicalmente hablando- en este gran logro de su "música étnica electrónica". Les dieron el Grammy de aquel año en la categoría correspondiente.

Eric Mouquet y Michel Sanchez.

Generalmente, hablar de música étnica es sinónimo de irse a África, Sudamérica, Oriente Medio o el sureste asiático; se nos olvida que las manifestaciones culturales propias de los pueblos del mundo están en todas partes, por ejemplo en el este de Europa. Entre el amasijo étnico de aquella zona (limítrofe desde siempre entre varias civilizaciones) pueden rastrearse diversas formas de canto e interpretación instrumental, y muchos ejemplos de ello han sido grabados por estudiosos para su conservación como patrimonio cultural. Al igual que sucedió en el álbum debut de Deep Forest, aquí tiran de sampleados para confeccionar sus estimulantes temas electrónicos casi bailables, pero esta vez dotándolos de una frescura todavía mayor que la primera vez.

Otra vez podríamos estar hablando del carácter invasivo, colonialista incluso, de la música occidental; y sin embargo, el resultado que obtienen Sanchez y Mouquet en Boheme es tan colorista, tan hermoso, que no podemos pensar que la etnia gitana romaní, la más ampliamente representada en el álbum, pueda sentirse estafada. Se les mezcla con loops de todo tipo, ritmos potentes y arreglos sintéticos, sin faltar sus brevísimas y omnipresentes vocecitas africanas insertadas como guiños... y sin embargo en ningún momento quedan ocultas las almas de las canciones originales. 

Márta Sebéstyen

El tema más conocido de Boheme es sin duda Marta's Song, titulado así porque actúa en él como vocalista la húngara Márta Sebestyén, presente también en Bulgarian Melody y Twosome. Su voz cristalina y dotada para la floritura melódica funciona muy bien en todos ellos y, de paso, ayuda a consolidar la coherencia interna del álbum. Se trata con todo merecimiento del tema más conocido de Deep Forest junto a Sweet Lullaby, y todo el mundo lo ha escuchado alguna vez, seguramente mediante algún anuncio de televisión (¿perfume?). 

Trasera del CD.

No obstante, el resto de temas proceden de vocalistas no profesionales de todo tipo. Realmente suenan como personas normales (ancianos casi todos, me atrevo a decir) que estuviesen recitando viejas tonadillas alrededor del fuego, acompañadas por algunos instrumentos originales como el bonito acordeón de Deep Folk Song. Pero tampoco es que necesiten los Deep Forest recurrir siempre a las fuentes étnicas, ya que son capaces de crear maravillas sonoras de primera mano como la primera parte de Bulgarian Melody, justo antes de esa parte tan auténtica, delicada y hermosa con la que concluye; o la melodía de sintetizador de Bohème, el fantástico tema final del álbum.

Este exquisito trabajo es desde ya uno de los imprescindibles del blog. Para alegría nuestra, también está en Spotify. A continuación, el vídeo de Marta's Song y el tema Freedom Cry, también bastante popular.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Irene Papas / Vangelis - RAPSODIES


1. Ti Ipermacho Stratigo / To my Champion and Commander (6:52)
2. O! Gliki Mou Ear / Oh, my Sweet Springtime (8:42)
3. Ton Nimfona Sou Vlepo / I See your Bridal Chamber All Bedecked (1:37)
4. Rapsodia / Rhapsody (5:26)
5. Tin Oreotita Tis Parthenias Sou / 
The Beauty of your Virginity and the Splendor of your Purity (4:42)
6. Christos Anesti / Resurrection (7:23)
7. Asma Asmaton / Song of Songs (11:13)

La segunda colaboración entre la actriz Irene Papas y su compatriota girego Vangelis Papathanassiou data de 1986 y lleva como título Rapsodies. A diferencia del trabajo previo Odes (1978), centrado en los cánticos triunfales de la época de guerras entre Grecia y la Turquía otomana, Rapsodies se construye a base de himnos religiosos bizantinos, de tradición ortodoxa, propios de la Semana Santa griega. Pero este álbum es más que eso. Es una nueva demostración de que Vangelis parece haber sido elegido por el panteón olímpico para crear una sonoridad helénica plenamente actual, vanguardista y al mismo tiempo inexplicablemente arcana de la que el mundo griego en general puede sentirse orgulloso. Es una maravilla que pone la piel de gallina.

Irene Papas, en el interior del LP.

En ningún momento nos parece hallar en Rapsodies rastros de música futurista o cósmica pese a que la instrumentación y los arreglos son profunda y sofisticadamente electrónicos, sintéticos a más no poder. En 1986, estaba claro que Vangelis no pensaba formar parte del gremio convencional de la new age, y su sonido había encontrado hacía tiempo el equilibrio perfecto entre exuberancia digital y sobriedad clásica. Ninguna ráfaga tipo "viento", ninguna cortinilla de tintineos galácticos, ningún desvarío virtuoso de teclado opaca los profundos cánticos de Irene Papas y el carácter ritual de la obra. El mejor tema del álbum, O! Gliki Mou Ear ("¡Oh! Mi dulce primavera") es buen ejemplo de ello, amén de una de las composiciones más solemnes, más potentes y cautivadoras que soy capaz ya no solo de recordar, sino incluso de imaginar. La épica introducción instrumental Ti Ipermacho Stratigo ("A mi campeón y comandante") y la segunda mitad de Christos Anesti (o "Resurreción") tampoco se queda atrás.

Vangelis Papathanassiou, en el interior del LP. De Vangelis Movements.

Pero hablando de composiciones, debe apuntarse que Rapsodies es una mezcla de himnos tradicionales con  creaciones de Vangelis para la ocasión, mezclando unas y otras de manera que, aunque el sonido está plenamente unificado y sin fisuras, es complicado saber qué es totalmente nuevo, qué ha sido arreglado y qué se mantiene intacto según la liturgia religiosa. Según leo en la estupenda web Vangelis Movements, parece que solamente el tema instrumental Rapsodia es del todo nuevo, y en los demás queda la incógnita.

Para entender la verdadera dimensión de la colaboración Papas-Papathanassiou es imprescindible mencionar la larga lista de colaboraciones llevadas a cabo entre ambos, quizá empujados naturalmente por el hecho de figurar entre los artistas griegos más populares mundialmente en sus respectivos campos. Irene Papas trabajó con Vangelis en dos álbumes como dúo, aunque también estuvo presente en el álbum de rock conceptual 666, del grupo Aphrodite's Child, en el que Vangelis era teclista y compositor principal. Lo que marca con más fuerza el carácter de Rapsodies es, sin embargo, la serie de montajes teatrales clásicos en los que Vangelis puso música a las actuaciones de la actriz. Entre ellas se encuentran las muy respetadas versiones teatrales de Medea, Elektra, Las Troyanas, Hécuba y Antígona, algunas estrenadas hace solo cinco o seis años.

Portada de la última reedición.

Se aprecia en Rapsodies que Irene Papas es antes actriz que cantante, por el dramatismo que aporta a cada una de sus intervenciones y la fuerza expresiva de su voz. Además, el hecho de no tratarse de una vocalista profesional otorga credibilidad a estos cantos religiosos que son propios del pueblo "llano" durante los ritos pascuales. Si los cantase una soprano o alguien por el estilo, perderían su esencia. Al final, Vangelis e Irene consiguen que su trabajo conjunto sea un duelo interpretativo entre genios que dan lo mejor de sí mismos. Qué barbaridad. Está en Spotify.

Vídeo montado con el tema Christos Anesti como fondo. Espectacular.

Este otro, con O! Gliki Mou Ear, tampoco está mal.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Paraísos musicales en la Red: el blog de Chief Dundee.

Cabecera del blog, con fotos de los grandes músicos del cine.

Hace tiempo que sigo el blog de Chief Dundee, y la verdad es que cada día me gusta más. Para quien no lo conozca, decir que este señor francoparlante se ha especializado en las bandas sonoras de cine, o mejor dicho, en trabajar un poco con ellas para crear algo nuevo y muy interesante. Su web no solamente ofrece la posibilidad de conseguir scores de cine descatalogados o ediciones "extendidas" o "completas" en plan bootleg, sino que su plato fuerte son sus "suites", en las que realiza resúmenes de álbumes originales mediante una muy sutil y acertada selección de los temas centrales, reordenados con una coherencia que da carácter completo a las piezas. Estas remezclas reeditadas, de unos treinta minutos, son auténticas exquisiteces que funcionan a la perfección a la hora de redescubrirnos aquellas bandas sonoras que ya nos son familiares, con mucha frescura y sin las partes menos... menos esenciales. Casi siempre da en el clavo de lleno, y con un respeto tal hacia las obras originales que en ningún caso nos sentimos agredidos los más aficionados al género de la música de cine. 

Lo mejor de todo es que las suites pueden ser descargadas libremente por los usuarios, con una calidad de sonido más que aceptable (incluso en formato .flac). Creo que incluso acepta encargos. Está en mi lista de blogs desde el principio, y también aquí. A disfrutar.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Tangerine Dream - CYCLONE


1. Bent Cold Sidewalk (13:05)
2. Rising Runner Missed by Endless Sender (5:00)
3. Madrigal Meridian (20:28)

Todas las discografías de los mejores grupos tienen por lo menos una oveja negra. En el caso de Tangerine Dream, formación alemana estandarte de la electrónica Escuela de Berlín, esa oveja se llama Cyclone. En general, y a falta de entrar en más detalles, Cyclone fue un patinazo coyuntural que, sin embargo, con los años ha ido recuperando su imagen pública para formar hoy en día parte del mejor ramillete de aquel grupo mítico. Hay, por supuesto, quien todavía se resiste.

Tangerine Dream, en una foto promocional del álbum (creo).

Cyclone (1978) tiene como mayor defecto la incursión de letras cantadas por primera vez en un álbum de Tangerine Dream. Teniendo en cuenta la fecha de publicación, no sería raro considerar que la banda de Edgar Froese pudiese estar interesada en pasarse al rock progresivo vía "space-rock". Los monstruos de los setenta como Yes o Genesis estaban entrando ya en la decadencia tras su mejor época, viéndose obligados a la decisión de renovarse o morir ante la incursión del fenómeno punk y el "tú también puedes reunir a los colegas en un garaje y gritar contra el sistema" que los acababa de convertir en dinosaurios de la noche a la mañana; y vienen los de Tangerine Dream, que iban para arriba sin tropiezos, a apuntarse a una liga en horas bajas en la que tenían muchísima personalidad que perder y -quizá- algún dinerillo que ganar. Es una forma de verlo, aunque hay otras posibles.

Acababa de irse de la banda Peter Baumann, y fue sustituido por Steve Jolliffe, que se encargó de cantar esta especie de himnos electrónicos extraños de Cyclone. No tiene una gran voz, la verdad, y seguramente debió limitarse a su faceta como experto en instrumentos de viento. Bent Cold Sidewalk, el primer corte del álbum, comienza con una introducción ampulosa que en seguida entra de lleno en la canción, para después moverse entre las clásicas notas de secuenciador de TD y las flautas de Joliffe. Para cuando llega este segundo tramo del tema, más de un fan ya había lanzado el vinilo por la ventana como si fuese un frisbee. Rising Runner Missed by Endless Sender es igual de controvertido, perfectamente Tangerine en su estructura pero de nuevo con alma prog, además de unas voces muy agresivas, todavía menos acertadas. De no ser por ellas y por la preponderancia de lo melódico sobre las texturas electrónicas, habría sido un clásico instantáneo.

Madrigal Meridian al completo.

La redención llega con Madrigal Meridian, un largo tema instrumental que ocupa toda la segunda cara del LP. Es tan hipnótico como siempre (y mejor), tan electrónico como siempre (y mejor), tan Tangerine Dream como siempre (y mejor), llevando a la banda hacia otro movimiento en pos de lo melódico bien entendido, que viene a casar equilibradamente los ritmos repetitivos con las atmósferas cósmicas. Supone un prometedor avance tras el ya estupendo Stratosfear, su anterior álbum de estudio si exceptuamos la banda sonora de Sorcerer. Absolutamente estupendo, vibrante y cósmico, Madrigal Meridian es la prueba de que Cyclone fue en realidad un error de planteamiento, de concepto, que no un desastre en cuanto a creatividad se refiere. Froese, Franke y Jolliffe quisieron innovar con algo realmente original, y erraron el tiro de la mejor manera posible: realizando una obra fallida aunque imprescindible que alcanzó la fama de "álbum maldito", nunca de "álbum malo".

Trasera del LP.

Esto nos lleva, para concluir, a la obligada reflexión sobre el integrismo inmovilista de los fans de la música popular. Hay muchísimos grupos y solistas en el mundo que llevan treinta o cuarenta años haciendo más o menos lo mismo porque saben que si intentan salirse del tiesto los seguidores de toda la vida se los comen. El miedo de los fans, por supuesto, consiste en pensar que el nuevo rumbo se va a mantener y la banda ya no va a volver a ser la misma. Quizá sea por aquello que dicen algunos músicos: "yo soy mi último disco y los anteriores no importan", que no deja de ser verdad, pero que parece querer invalidar carreras completas solamente por una puntual salida de tono. Desde luego, Tangerine Dream volverían al redil para nuestra tranquilidad. Cyclone está en Spotify.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Las sinfonías de los planetas.

Portada del estuche con la colección completa, en 5 CDs.

No creo que haya comentado nunca una obra musical que se ajuste de forma tan perfecta al título del blog. Y lo de "obra musical" es aquí más discutible que nunca, considerando que se trata de una grabación de campo realizada por las sondas espaciales Voyager, con arreglos (llamémoslos así) de la NASA. 

¿Y qué rayos es esto? Pues se trata literalmente de la música de las esferas que Platón, Cicerón, Kepler o Newton intuyeron desde el punto de vista de la ciencia. La vida imita al arte, y resulta que los planetas emiten ondas que pueden ser registradas como sonidos audibles por el ser humano. Los campos electromagnéticos de las atmósferas, el viento solar, el plasma del vacío interplanetario, las gigantescas mareas de la gravedad en los gigantes gaseosos y sus lunas heladas más allá del cinturón de asteroides...  todo ello fue dejando una impronta sonora en los sensores de las sondas Voyager durante las décadas de los setenta y ochenta mientras se aproximaban poco a poco hacia el vacío interestelar, fuera de nuestro Sistema Solar, en el que se encuentran ahora. No perderemos del todo el contacto con ambas sondas hasta alrededor de 2025, y de momento ya han llegado mucho más allá de lo que cualquier ser humano puede siquiera imaginar. Alguien tuvo la feliz idea de editar estos sonidos para crear estas extrañas sinfonías que son el summum total de la música concreta.

Portada del primer CD, en la edición individual. ¿Se vendieron por separado los 5 CDs?

Escuchar las largas grabaciones contenidas en esta colección pone los vellos como escarpias, ya que los sonidos reales del espacio parecen surgir de ese mundo eternamente solitario y abismal con la misma capacidad "relajante" que poseen esos sonidos de ballenas y oleajes que todos conocemos de la new age de toda la vida. Pero aquí los zumbidos, los chasquidos de estática, los vientos que llegan y se van, están producidos por esferas tan enormes que nuestro planeta cabe en su interior varias decenas de veces, por el sutil y perfecto roce que los astros producen al vagar por sus invisibles raíles en el vacío. Sé que me estoy poniendo dramático, pero aseguro que la cosa es para tanto, y para mucho más.

Escuché estas sorprendentes grabaciones gracias al desaparecido blog Zamboni Soundtracks, hace un par de años, y desde entonces he estado preguntándome si debía reseñar en mi página unos álbumes que ni siquiera sabía si los lectores podrían conseguir. He confirmado que Symphonies of the Planets (1992) está descatalogado, pero veo que es muy fácil de descargar en multitud de sitios web, así que os invito a descubrir la colección en su totalidad. Es impagable, e incluso produce vértigo.

El disco de oro de las sondas Voyager.

Como curiosidad, recordar que las sondas Voyager 1 y 2 llevan acopladas en sus carcasas dos placas de oro en forma de disco, con grabados que "envían un saludo" a otras civilizaciones que puedan interceptarlas durante su viaje, idea de un comité científico presidido por Carl Sagan. La curiosidad a la que me refiero es que las sondas contienen también un muestrario de sonidos de nuestro planeta en la otra cara del disco, tanto naturales como musicales (música clásica y étnica, sobre todo, para que esas otras civilizaciones nos conozcan mejor) que se reproducen como un LP convencional, y no deja de ser interesante que el universo, al menos su parte no habitada, ya nos ha enviado a cambio su propia música. En Spotify tienen un buen trozo, y en YouTube puede escucharse buena parte (tal vez la totalidad) de las grabaciones, como por ejemplo esta muestra:

jueves, 24 de noviembre de 2011

Toto / Brian Eno - DUNE


1. Prologue (1:51)
2. Main Title (1:21)
3. Robot Fight (1:12)
4. Leto's Theme (1:46)
5. The Box (2:40)
6. The Floating Fat Man (The Baron) (1:24)
7. Trip to Arrakis (2:37)
8. First Attack (2:46)
9. Prophecy Theme (4:26)
10. Dune (Desert Theme) (5:31)
11. Paul Meets Chani (3:07)
12. Prelude (Take my Hand) (1:01)
13. Paul Takes the Water of Life (2:52)
14. Big Battle (3:08)
15. Paul Kills Feyd (1:53)
16. Final Dream (1:24)
17. Take my Hand (2:41)

Puestos en faena con las bandas sonoras más curiosas de los ochenta, no puede faltar esta pequeña joya realizada para la controvertida adaptación del clásico de ciencia-ficción Dune, a cargo del perro verde David Lynch. En este caso es muy necesario ponernos en antecedentes para ver cómo llegó el proyecto a manos del grupo de pop-rock progresivo Toto. Sé algo sobre la película, y estoy en posición de hacer mi propia crítica de esta banda sonora que he escuchado muchísimas veces, aunque sobre Toto no sé demasiado, así que remito a los interesados a la Wikipedia o similares, si lo que quieren es ilustrarse sobre la vida y milagros de sus componentes. Total, es probable que no saquen mucho en claro respecto al álbum, ya que es una rareza absoluta en su discografía.

La idea de adaptar Dune, la aclamada novela de Frank Herbert sobre el enfrentamiento de las casas Atreides y Harkonnen en el año 10.000 y pico en el desértico planeta Arrakis, surgió en los setenta como proyecto soñado del polifacético Alejandro Jodorowsky, que planeaba una especie de epifanía psicodélica encarnada en una película grandiosa, carísima, con Dalí y Orson Welles en el reparto, y con música de... sí, otra vez sacamos a colación a Pink Floyd. Con el tiempo, y habiéndose quedado la cosa en agua de borrajas al colapsarse por su propio peso insostenible, Dino De Laurentiis tomó cartas en el asunto y ofreció lo poco que se había hecho en muchos años con Dune a Ridley Scott, que la rechazó para rodar Blade Runner, y cayó en manos de Lynch, que a su vez rechazó para ello la realización de El retorno del jedi. Su película Dune se estrenó en 1984 tras muchas reescrituras del guión, problemas con el montaje y mil problemas más que la convirtieron en un disparate narrativo y un fracaso comercial muy sonado. No obstante, hay muchas cosas que se salvan de aquella película, como su banda sonora, y con los años ha ido ganando pedigrí entre los cinéfilos.

Portada de una edición expandida.

¿Por qué demonios Toto? Primero porque era una alternativa "barata" (que no se me enfaden los fans) a Waters, Gilmour y compañía; segundo, porque en los ochenta estaban de moda las bandas sonoras raritas con elementos pop, desde el Flash Gordon de Queen a la ya comentada Lady Halcón, con Andrew Powell y Alan Parsons, pasando por el batiburrillo que montó Giorgio Moroder para la restauración del clásico mudo Metrópolis o los experimentos fílmicos de Tangerine Dream en Legend o Mike Oldfield en Los gritos del silencio. Simplemente se llevaba probar cosas nuevas, y no todas salieron igual de bien. Pero esta sí, porque la música de Toto (que probablemente se asustaron bastante ante la escala del encargo) casa de manera casi milagrosa con las atmósferas enrarecidas de David Lynch, tanto en las partes más ambientales como en las fanfarrias épicas rockeras. El propio cineasta metió mano en más de un momento, no siempre para bien, pero el balance general es mucho más que positivo. Se puede decir incluso que su música ha ayudado a Dune a convertirse en película de culto mucho más que otras cosas, precisamente por su excelente efectividad.

Uno de los carteles de la película.

La música de Dune es una exquisita fantasía musical de ciencia-ficción, mezcla de música electrónica, música clásica (aportada por la Orquesta Sinfónica de Viena, nada menos) y algo de rock, aunque tan discreto es este último toque que las guitarras eléctricas parecen estar presentes mucho más para dar empaque a la orquesta que para reivindicar el sonido de una banda del género. El conjunto es estupendo, una gozada que hace volar la imaginación de manera sorprendente, desde el Main Title hasta la algo convencional -pero resultona- balada instrumental para los créditos finales. Por el camino nos encontramos maravillas como Leto's Theme, solemne y delicada, The Floating Fat Man con su sabor como a Bach, la ominosa Trip to Arrakis con sus coros, la espectacularísima Big Battle, las geniales piezas de acción con toques tribales Robot Fight y Paul Kills Feyd... incluso en las composiciones incidentales como The Box los de Toto dan en el clavo rotundamente. Mención aparte merecen Dune (Desert Theme), que desentona bastante y no creo que se incluyese en la película; y Prophecy Theme, obra ambiental bastante lograda de Brian Eno, que ahonda en el misticismo mesiánico de Paul Atreides y añade profundidad al conjunto pese a que se nota que es un añadido. Ediciones posteriores del álbum la han eliminado, por lo que recomiendo la adquisición de la versión original, cuya portada encabeza esta entrada.

Estupendo montaje amateur sobre el tema de Brian Eno. No perdérselo. Ni este.

Tal y como sucede con la propia película, que posee una versión extendida bastante interesante, circulan algunas versiones expandidas de su banda sonora. Esto puede deberse tanto a que el álbum original estaba muy recortado, como a que algunas de las ediciones en CD tenían una calidad de sonido pésima. Este disco es todo un descubrimiento para quien no lo conozca, así que lo recomiendo fervientemente. Es de los gordos. En Spotify.

martes, 22 de noviembre de 2011

Andrew Powell / Alan Parsons - LADYHAWKE


1. Main Title (2:59)
2. Phillippe's Escape (1:40)
3. The Search for Philippe (3:25)
4. Tavern Fight (Philippe) (2:08)
5. Tavern Fight (Navarre) (2:38)
6. Pitou's Woods (4:04)
7. Phillippe Describes Isabeau (1:11)
8. Bishop's Procession (2:50)
9. Wedding Music (1:41)
10. Navarre's Ambush (4:53)
11. Imperius Removes Arrow (1:33)
12. Chase / Fall / Transformation (2:06)
13. Cezar's Woods (5:29)
14. She Was Sad at First (2:06)
15. Navarre Returns to Aquila (1:36)
16. Turret Chase / The Fall - Film Version (2:46)
17. Wolf Trapped on Ice (2:34)
18. Navarre and Isabeau's Duall Transformation (2:06)
19. Navarre and Marquet Duel (4:22)
20. Marquet's Death (1:59)
21. Bishop's Death (2:26)
22. Final Reunion / End Title (8:14)
23. Ladyhawke Theme (Single Version) (3:35)


Lady Halcón (1985) es una de esas películas que felizmente recordamos como "estupendos divertimentos de los ochenta", una de esas películas que sin ser maravillas absolutas del séptimo arte eran capaces de reunir unos aspectos formales muy cuidados con una historia original y entretenida. No en vano, su director Richard Donner fue responsable también de uno de los colosos generacionales de la época, Los Goonies.

Ambientada en una Edad Media realista pero con importantes pinceladas mágicas, Lady Halcón es una de las mejores películas del subgénero espada-y-brujería que recuerdo. Hoy en día suelen hacerse cosas bastante más convencionales y esquemáticas en el cine comercial, como siguiendo una línea previamente marcada para que el público no se sienta agredido. Aquí no es que se asuman grandes riesgos, pero sí alguno que otro. Por ejemplo, una banda sonora que mezcla pop y rock progresivo con instrumentación clásica tradicional. La polémica está servida.

El encargo de la música de Lady Halcón cayó en manos de Andrew Powell, orquestador de lujo que ha trabajado con músicos tan conocidos como Al Stewart, Kate Bush, David Gilmour o Chris Rea. Sin embargo, tengo clarísimo que los productores de la película contrataron a Powell porque con él iba de la mano el mítico Alan Parsons. No en vano, y pese a las colaboraciones antes mencionadas, Powell era el tercer elemento de cualquier disco de The Alan Parsons Project, justo detrás del tándem Parsons-Woolfson, e incluso a la par de ambos en algún punto. Suya es la larga suite instrumental The Fall of the House of Usher de Tales of Mystery and Imagination. Edgar Allan Poe, y las estupendas piezas instrumentales que jalonan todos los álbumes del Project son también cosa suya.

Rutger Hauer y Michelle Pfeiffer como Navarre e Isabeau, en una foto de la carpeta del CD.

La banda sonora de Ladyhawke está compuesta por Powell y cuenta con el inconfundible sonido del productor Alan Parsons, con los arreglos de sintetizador, guitarra eléctrica y batería sobre cuerdas sinfónicas que siempre han sido definitorios de The Alan Parsons Project. El Main Title, o Ladyhawke Theme, es la mejor prueba de que esta banda sonora, vaya quien vaya por delante en los créditos de la portada, es un producto de este equipo creador de obras conceptuales setenteras. Ni siquiera tiene una melodía, sino que es una simple base rítmica muy poderosa sobre la que se van añadiendo diferentes arreglos, y el resultado es genial. Ya desde que suena al principio de la película sabes que no vas a ver cualquier cosa.

Durante el resto de la partitura seguimos encontrando pinceladas estilo Parsons, aunque son los tratamientos orquestales de toda la vida los que ganan la partida en más de una ocasión. Y son muy bonitos, por cierto, muy melódicos en la línea del cuento fantástico que narran las imágenes. Pero hay que hacer honor a la verdad, y decir que Ladyhawke fue muy vilipendiada en su día por su música discordantemente anacrónica, a veces capaz de sacarte por completo de la ambientación de las escenas. Según algunos, e incluso vista desde el punto de vista del fan del rock progresivo, la B.S.O. de Lady Halcón es muy simple, casi ramplona a ratos en sus pasajes de sintetizador. Este álbum ni siquiera ha sido reeditado con demasiada regularidad, ya que en algunos casos las críticas en su contra se han elevado al tono del chiste.

Portada de la edición original, algo más corta.

Personalmente, escuché el disco en mi etapa de descubrimiento del progresivo, y teniendo en cuenta que The Alan Parsons Project siempre me ha resultado agradable, no puedo hablar mal de Ladyhawke. Quizá no funciona bien en la película, y quizá (admito) no sea una maravilla como mezcla de rock y música orquestal, ni uno de los trabajos más emblemáticos bajo el sello de Alan Parsons, pero siento decirlo: este disco me gusta.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Suzanne Ciani - SEVEN WAVES


1. The First Wave: Birth of Venus (5:03)
2. The Second Wave: Sirens (7:18)
3. The Third Wave: Love in the Waves (5:16)
4. The Fourth Wave: Wind in the Sea (3:47)
5. The Fifth Wave: Water Lullaby (5:48)
6. The Sixth Wave: Deep in the Sea (7:04)
7. The Seventh Wave: Sailing Away (6:34)

Los inicios de todo músico vanguardista son difíciles por definición. Y si encima eres mujer, peor que peor. Que se lo digan a Suzanne Ciani, que antes de convertirse en una de las primeras figuras internacionales de la new age tuvo que andar dando tumbos entre diversas ocupaciones que la colocasen en la línea de salida. 

Para empezar, y pese a ser una estudiosa académica de la música clásica que llegó a especializarse -académicamente también- en el uso de sintetizadores cuando todavía esta tecnología estaba en pañales, Ciani se vio obligada a tomar la decisión de crear su propia productora, a la vista del recelo que su condición femenina suscitaba en el gremio técnico del pop-rock. Su modesta compañía Ciani/Música se dedicó a componer pequeñas piezas para publicidad y jingles para marcas comerciales con relativo éxito, y la artista tuvo que sacar tiempo de donde no lo había para realizar un primer álbum de estudio propio. Con los años, esta artista que un día fue una sagaz experimentadora se ha acomodado con solidez dentro del mainstream instrumental actual.

Suzanne Ciani en sus años mozos.

Seven Waves (1982) es el resultado de los esfuerzos iniciales de Suzanne Ciani, y uno de sus álbumes más conocidos. Se enmarca plenamente en lo que podríamos denominar "new age norteamericana", en general caracterizada por su carácter ambiental y romántico, más bien sosete (que no malo, ojo) y orientada básicamente al relax. Seven Waves es un caso importante, ya que su aparición temprana dentro del movimiento lo convierte, por deducción diría yo, en uno de los álbumes definitorios del género. Ella se lo guisó y ella se lo comió, junto a varios miles de japoneses que lo convirtieron en nº1, otorgándole un sólido espaldarazo de cara a continuar una carrera que la ha puesto donde está hoy en día. 

Portada alternativa.

El sonido de Seven Waves es dulce, dulcísimo incluso, melódico, clasicista y tan efectivamente predecible como todo trabajo new age puro debe ser. Sabes que no va a haber sorpresas, y eso no es malo si lo que deseas es tumbarte y dejarte llevar por los oleajes y sedas sintéticas de esta interesante autora italoamericana. Puedes perderte en las acuarelas marinas de Seven Waves con la misma facilidad con que nuestra mente se ve transportada al poner la oreja sobre la boca de una caracola. En el álbum escuchamos, por cierto, el sonido del sintetizador que la propia Ciani diseñó en sus años universitarios a través de la inspiración de Don Buchla, pionero de la electrónica y mentor suyo, que fue bautizado en su honor como "Buchla". 

Sin aristas puntiagudas ni filos cortantes, Seven Waves sigue siendo visto hoy en día como uno de los álbumes fundamentales de la new age en todo el mundo, un pelín descafeinado tal vez para quienes gusten de algo con más fondo, pero sin duda muy meritorio y digno de alabanza y atención en cada escucha. En Spotify.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Marc Broude - MEDICINE


1. Mineral Water (4:12)
4. Happy Like Jazz (7:48)
5. For the Flies (5:55)
6. War of the Worlds (6:25)
7. Muerte (6:44)

El joven músico norteamericano Marc Broude, un artista de vanguardia musical en pleno crecimiento, se puso en contacto conmigo hace unos días para enviarme un enlace a su álbum Medicine (2009) y proponerme que comentara su música en este blog. Lo hago felizmente por tres motivos: que me encanta que alguien me envíe su música para analizarla por aquí; que su música se ajusta perfectamente al concepto un poco vago de "otras músicas" que solemos manejar en el blog; y que, francamente, Medicine me parece un trabajo muy interesante.

Se podría decir, para situarnos al menos, que Medicine encaja de forma no del todo exacta -pero suficiente- en el género llamado "dark ambient". No es igual a otros trabajos aquí comentados como alguno de Lustmord, pero tiene cosas en común: una apuesta por la creación de oscuros paisajes musicales que se autodefinen espacialmente, una aproximación interesante a la música concreta y un gusto evidente por juguetear con el mismo concepto de música. Las piezas de Medicine... ¿realmente son obras musicales? ¿O se trata más bien de experimentos sonoros? La verdad es que las opiniones pueden divergir, pero yo pienso que es música propiamente dicha, sobre todo porque hay alguna tenue estructura cuasi-jazzística que evita el mero carácter de "ruido fascinante" que planteamientos como los de esta obra de Broude podrían suscitar. 

Marc Broude

La verdad es que la escucha de este álbum no es precisamente fácil. Requiere concentración y atención exclusiva, sobre todo si queremos apreciar la complejidad de cada pieza, los ruidos (naturales o artificiales) ocultos con mayor o menor relevancia, los sonidos de baja frecuencia, las pinceladas de música industrial, los sofisticados collages de estudio... no hay muchos sonidos reconocibles en Medicine, aunque sí que podemos escuchar alguna campana, piano, violín, sintetizadores, bajo y algún sonido vocal humano, amén de un sample de la famosa transmisión de Orson Welles de La guerra de los mundos. No diría yo que los títulos de los temas ayuden demasiado a sacar nada en claro, salvo quizá en este último caso.

¿Y esto cómo se come? Yo recomiendo una escucha con mente abierta, teniendo en mente que no es música convencional, sino algo absolutamente radical, complicado y retador. Lo que vale es la experiencia, más que la valoración posterior sobre las cualidades musicales-no musicales del trabajo. Para descubrir.

martes, 15 de noviembre de 2011

Ryuichi Sakamoto de gira por España.

Ryuichi Sakamoto

El compositor japonés Ryuichi Sakamoto, uno de los artistas predilectos de esta web, se encuentra en estos momentos de gira por nuestro país. Madrid (día 15 de noviembre), Barcelona (18), Cartagena (16) y Valladolid (20) serán las ciudades españolas en las que el autor ganador de un Oscar por El último emperador realizará conciertos "íntimos" al piano con sus grandes éxitos, acompañado por el violonchelo de Jaques Morelenbaum (le acompañó en su homenaje a Jobim, llamado Casa y comentado en el blog) y la violinista Judy Kang. Parece que su intención es recrear el álbum 1996, publicado en el año ídem.

La segunda intención de la gira, quizá la más importante, es presentar su autobiografía. España es uno de los países con más seguimiento popular de la obra de Sakamoto, sin contar con que fue él quien compuso la música oficial de la ceremonia inaugural de Barcelona '92, y la banda sonora de Tacones lejanos, de Almodóvar. No es de extrañar que sea uno de los primeros países en los que saldrá a la venta el libro. 

Portada del libro.

Se titula La música os hará libres. Apuntes de una vida, y está escrito en colaboración con el periodista Masafumi Suzuki, quien le conoce desde la infancia y le entrevistó de modo exhaustivo para la ocasión. Sakamoto no solamente habla de su carrera personal desde la infancia y como músico de vanguardia dentro y fuera de la Yellow Magic Orchestra, sino que se hace eco de los profundos cambios que ha experimentado el país del sol naciente desde los años sesenta. Vivió en sus carnes la revolución ideológica de mayo del '68 mientras luchaba por hacer una música que no sonara exclusivamente japonesa; estuvo allí para beneficiarse del ascenso de Japón como potencia económica mundial en los '80 y el empuje que eso podía dar a la música hecha allí; e incluso presenció en persona los atentados del 11-S. 

Si alguno de los lectores del blog tiene la suerte de presenciar una de sus cuatro actuaciones en España, me encantará recoger sus impresiones y compartirlas con todos. Seguramente merezca mucho la pena.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Pink Floyd - WISH YOU WERE HERE


1. Shine On You Crazy Diamond (Parts I-V) (13:30)
2. Welcome to the Machine (7:31)
3. Have a Cigar (5:08)
4. Wish You Were Here (5:40)
5. Shine On You Crazy Diamond (Parts VI-IX) (12:31)

¿Alguna diferencia?

Siéntate, chaval. Coge un puro, son de los buenos. Lo último que publicaste, el disco ese, fue un pelotazo que te cagas. Yo creo... la compañía cree que ese es el camino, y confiamos en que puedas repetirlo. Tus compañeros tocan bien, y estáis en la cresta de la ola. Yo te sugiero grabar diez o doce canciones esta vez. Basta con que haya tres o cuatro pegadizas, como para sonar en la radio, y con el resto podéis hacer lo que os guste, esas cosas electrónicas vuestras. Os vais a forrar entre discos, actuaciones y demás, no queremos que terminéis quemados. ¿Estamos de acuerdo? Choca esos cinco. ¿Sabes? Vas a llegar lejos.

La perfección es tan difícil de alcanzar que el refranero ha terminado por asumir que alcanzarla es imposible. De lo mejor que producen la tecnología o el arte se suele decir que roza, que se acerca a la perfección, y probablemente sea con sinceridad en muchos casos. Pero hay momentos muy concretos en los que alguien lo logra, en los que se produce una confluencia improbable de circunstancias que dan lugar -poquísimas veces- a una obra perfecta, inmejorable dentro del contexto en el que surge; una obra maestra que no solamente satisface todas las expectativas de quienes la disfrutan, sino que ensancha las posibilidades de su propio campo creativo y lo cambian para siempre. El álbum de Pink Floyd Wish You Were Here (1975) es un ejemplo.

El nadador que se lanza y no salpica.

Chaval, no es fácil mantenerse en la cima mucho tiempo. Yo de ti me agarraría a esa teta y chuparía-chuparía-chuparía hasta dejarme los morros. Tampoco hay que pensar en repetir el éxito de la última vez; ahí sonó la campana... A ver, no digo que fuera casualidad, pero vamos... se juntaron un montón de cosas y ¡voilá! Yo creo que a estas alturas ya tenéis un público consolidado, y no arriesgaría demasiado. No me desviaría del camino. Os vais a forrar sin necesidad de partiros la cabeza, y dentro de unos años, cuando todo esto pase... bien, cada uno en su mansión, y a pasear en yate los domingos. 

Grabado cuando la banda se encontraba en la cima absoluta de su popularidad gracias al superventas The Dark Side of the Moon (1973), Wish You Were Here es uno de esos raros casos en los que los seguidores de un grupo piden la luna a sus ídolos de cara a su siguiente y prometedor lanzamiento, y éstos se la entregan en mano, impecable. Tanto su estructura como sus letras o sus melodías son tan magníficas, tan impresionantes en todos los sentidos y a la vez tan originales e imaginativas, que la escucha de este disco de principio a fin es un placer que no decae con los años. Como los clásicos del cine, Wish You Were Here ha superado con creces los rigores del óxido y las telarañas, y sigue vivo como un icono de la mejor época de la historia de la música popular.

El apretón de manos robótico.

La promoción lo es todo aquí, chaval. Anuncios en la radio, en los periódicos, en la tele... Yo creo que os vendría bien una sesión de fotos para la portada y todo eso, porque ahora mismo os conocen por el nombre más que por otra cosa, y la imagen lo es todo en una banda pop. Perdón, rock.

El concepto del álbum giró en torno a dos ideas principales, bastante bien trenzadas una con otra: la añoranza del idealismo del grupo en sus orígenes y el carácter pesetero y meramente empresarial de la industria musical. Storm Thorgerson y el resto de equipo creativo se afanaron en revestir Wish You Were Here de múltiples imágenes surrealistas que sirviesen para explicar estos conceptos sin hacerlos demasiado obvios, añadiendo misterio iconográfico a una obra que sigue manteniendo ocultos muchos de sus misterios: el nadador en el desierto, el nadador clavado en el agua, el velo rojo arrastrado por el viento, el apretón de dos manos metálicas, los empresarios saludándose del mismo modo en la portada, en uno de tantos gestos vacíos y superficiales como se atesoran hoy en nuestra sociedad. Uno de ellos arde, quizá en referencia a los grupos musicales que se queman, que terminan como bueyes tirando del arado de su propia marca y nunca llegan a sacar la cabeza.

El nadador en el desierto.

Sinceramente, no me van los temas largos. El rollo ese del Bohemian Rhapsody o Stairway to Heaven... muy bonito, pero son todo pegas. Los singles hay que recortarlos casi siempre, y los discjockeys de la radio no siempre tienen diez minutos de sobra para esas paridas. Perdona la sinceridad, siempre os he respetado y creo que a vuestro lado todos los demás son principiantes. Están muy verdes.

El disco se estructura de principio a fin sobre el esqueleto del tema largo Shine On You Crazy Diamond, que suena al principio y al final como si fuese una doble suite en forma de espejo que acentúa su perfecta redondez, con tres temas bien distintos formando sus vértebras centrales: Welcome to the Machine, Have a Cigar y Wish You Were Here. La larga introducción de Shine On... lo convierte en uno de los temas más cósmicos de Pink Floyd, mitad blues y mitad vals, toda una demostración tanto del dominio instrumental de Wright y Gilmour como del habitual pulido obsesivo de los acabados. Welcome to the Machine habría funcionado incluso como una canción con música concreta de fondo (maquinaria en una fábrica), aunque no escapa a la perfección por su atmósfera tensa. Have a Cigar es un tema canalla de ritmo potente y sinuoso, las palabras de un empresario lanzadas a los oídos ilusionados de un joven músico al que anima a comerse el mundo. Por su parte, Wish You Were Here es un tema con sabor folk, casi country en sus orígenes, perfecto por su sencillez y su bella melodía, y sus letras en homenaje al líder primitivo del grupo.

El velo rojo.

Bonito, ¿verdad?

Mira, chaval, a veces hay que cortar por lo sano. Vuestro amigo... yo creo que se metía de todo, y por eso se le fue la cabeza. Hay que controlar y no meterse en ese rollo. Tú... tú pareces listo, y tienes carisma de líder. Quizá termines siendo tú quien parta aquí el bacalao, sobre todo si los demás se terminan convirtiendo en un lastre. Pero no lo diré muy alto por si los otros se lo toman a pecho. Ya sabes, no es nada personal, jajajaja.

Syd Barrett fue quien plantó la semilla de Pink Floyd, y era justo que sus compañeros le rindieran tributo en el mejor momento de su carrera, mucho tiempo después de que aquel visionario se perdiese entre delirios ácidos y tratamientos para el trastorno mental. Todo el disco está lleno de referencias a aquel diamante loco que tanto brilló y tan rápidamente (y lógicamente) se apagó. Parece que un Barrett irreconocible visitó a la banda precisamente mientras grababa Wish You Were Here, y el momento fue de los que ponen un nudo en la garganta. Pero el álbum también parece ser un anuncio de los tiempos por venir, de la incipiente megalomanía de un todavía generoso Roger Waters que en pocos años convertiría a sus ahora compañeros en su banda de acompañamiento; una comparsa para sus sucesivas autobiografías musicales The Wall (1979) y The Final Cut (1983).

Los singles Wish You Were Here ("dos almas perdidas nadando en una pecera") y Have a Cigar.

En fin... Firma aquí, y también aquí... muy bien. Vaaale, lee la letra pequeña si quieres. No tenemos prisa, pero recuerda que ni soy el demonio ni me voy a llevar tu alma metida en una maleta. Mírame a la cara y dímelo: ¿confías en mí? Graba con nosotros, vende con nosotros, hazte rico y famoso con nosotros. No te arrepentirás.

Mírame a la cara y dímelo: ¿confías en mí? Portada del estuche de lujo "Immersion".

Wish You Were Here (cuyo título es una típica frase de postal anglosajona, "ojalá estuvieras aquí", dirigido a Barrett) se reedita estos días en dos ediciones especiales, una que contiene versiones en vivo y demos, otra con multitud de chorradillas para coleccionista en una caja de lujo que vale un dineral pero seguramente vale igualmente la pena. A continuación, algo de material en vídeo-audio:

Un raro vídeo-montaje atribuido a S. Thorgerson.

Un muestrario de música del álbum.
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