jueves, 23 de septiembre de 2010

La colección "Synthesizer Greatest"

Hagamos memoria para recordar aquellas famosísimas recopilaciones que se lanzaban entre los ochenta y principios de los noventa cuyo título era Synthesizer Greatest. Seguro que muchos recordamos los abundantes anuncios en TV de estos CD's que recogían versiones de grandes éxitos de la música electrónica de entonces a modo de antología. También recordaremos seguramente sus portadas inspiradas en la ciencia-ficción.

Portada del primer volumen.

Es bien sabido que la música instrumental tuvo un momento de gran difusión en aquellos años, y no es de extrañar que se intentase llegar a un público amplio por la vía rápida, lanzando al mercado discos que recogían todos aquellos temas que a la gente le sonaban por haber sonado en películas, documentales, anuncios, etc. Es algo muy típico el que haya temas famosísimos de las llamadas "nuevas músicas" que, pese a ser conocidos y tarareados por todo el mundo en algún momento de su vida, se quedan sin que la masa de oyentes los identifique con un músico en concreto, e incluso se quedan sin un nombre para denominarlos. Por eso hubo muchos pelotazos que en los '80 eran conocidos como "el tema del Tour de Francia", "la música de Carros de fuego" o "el tema de los pingüinos".

Pienso que la compañía Arcade, responsable de las antologías Synthesizer Greatest, contribuyó para bien en dar a conocer a los músicos y sus obras. Los volúmenes de la colección (creo que llegó a haber siete, y me huelo que en algunos países se siguen publicando nuevas entregas) tuvieron muy buenas ventas y una gran acogida popular desde el primer álbum de 1989, y no me cabe duda de que muchos de los que hoy somos aficionados a la música instrumental contemporánea nos iniciamos en mayor o menor medida escuchando alguno de aquellos discos. Yo, por ejemplo, siempre he tenido muy en cuenta los temas escogidos para los volúmenes de Synthesizer Greatest a la hora de sopesar la importancia de un determinado álbum, a veces de cara a darle más o menos preeminencia en este blog. Conseguí el vol. 2 siendo chaval, casi por casualidad, y allí estaban Vangelis, Jean Michel Jarre y Kraftwerk entre otros muchos. Evidentemente, cuando uno terminaba escuchando las obras originales, las de Synthesizer -aun manteniendo un buen nivel- terminaban por sonarnos un poco descafeinadas, como desprovistas de la magia que cada autor les daba en su personal laboratorio sonoro. Aquello era un importante punto en contra, claro.

El intérprete de todas aquellas versiones era Ed Starink, un músico nato que, además de componer sus propios temas para sintetizador, formaba parte del negocio musical desde hacía muchos años (había trabajado incluso con The Beach Boys). Nos dice la Wikipedia, fuente a menudo falible, que los fans de Jarre y Vangelis no suelen apreciar del todo la calidad de sus versiones, aunque apunta que "sus versiones son consideradas un enriquecimiento". No sé quién podría decir que Starink toca mejor Chariots of Fire que el propio Vangelis, pero todos sabemos que los artículos de la Wikipedia suelen ser obras de fans no demasiado objetivos.

Ed Starink (fotografía de la web StarinkWorld)

Pero que nadie se engañe: no pretendo desvirtuar el trabajo de Ed Starink en Synthesizer Greatest, sino reivindicarlo y rendirle homenaje, primero por su carácter difusor, y segundo por sus amplias miras a la hora de escoger los temas. No se arruga Starink (o la productora, no sé quién tenía la última palabra) a la hora de unir en una sola colección temas de The Alan Parsons Project como Mammagamma, puro rock progresivo; Enola Gay, de OMD y su electro-pop; Mike Oldfield y su inclasificable Tubular Bells; La guerra de los mundos de Jeff Wayne; e incluso los temas centrales de Bailando con Lobos y El último emperador, que se parecen entre sí como la velocidad y el tocino. Y sin embargo todos comprendíamos las conexiones internas que unían a estos temas, y que no eran otras que su búsqueda de creaciones musicales instrumentales de gran calado cultural, ya proviniesen de la música electrónica propiamente dicha o incluso de la música clásica más académica. Yo no puedo quejarme, porque mi blog viene a ser lo mismo. Disfrutemos del popurrí que abría el Synthesizer 2:

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