martes, 18 de mayo de 2021

Aphrodite's Child - 666


CD 1

1. The System (0:23)
2. Babylon (2:47)
3. Loud, Loud, Loud (2:42)
4. The Four Horsemen (5:53)
5. The Lamb (4:34)
6. The Seventh Seal (1:30)
7. Aegian Sea (5:22)
8. Seven Bowls (1:28)
9. The Wakening Beast (1:11)
10. Lament (2:45)
11. The Marching Beast (2:00)
12. The Battle of the Locusts (0:56)
13. Do It (1:44)
14. Tribulation (0:32)
15. The Beast (2:26)
16. Ofis (0:14)

CD 2

1. Seven Trumpets (0:35)
2. Altamont (4:33)
3. The Wedding of the Lamb (3:38)
4. The Capture of the Beast (2:17)
5. ∞ (5:15)
6. Hic and Nunc (2:55)
7. All the Seats Were Occupied (19:19)
8. Break (2:58)

Aphrodite's Child ("Hijo de Afrodita") sería hoy un grupo de culto incluso si de entre sus filas no hubiesen salido Demis Roussos y Vangelis Papathanassiou. Aunque actualmente los Aphrodite's Child son conocidos sobre todo gracias a la carrera posterior de los mencionados, lo cierto es que en su momento fueron una bomba comercial que llegó a vender la bestialidad de 20 millones de copias con solo tres discos publicados.

En 1967, el teclista y compositor Vangelis venía de liderar The Formynx, el arquetípico émulo (griego) de los Beatles, con tanto éxito que hasta rodaron una película tipo A Hard Day's Night; y el cantante y bajista Demis Roussos, pariente suyo, también había estado ya en dos bandas. Con ellos estaba el batería Loukas Sideras y después se les unió Anargyros Koulouris, conocido como Silver, a la guitarra. Tras alguna maqueta interesante, una discográfica los convenció para que viajasen a Londres, la meca de la música pop, donde su estilo comercial melódico con aura psicodélica seguramente iba a funcionar bien. 

Imagen de portada del single Break
De izquierda a derecha: Loukas Sideras, Demis Roussos y Vangelis Papathanassiou.

Pero algo tan sencillo como cuatro amigos que iban a trabajar a Inglaterra se complicó cuando Koulouris tuvo que quedarse a hacer la mili (en Grecia había una dictadura), y para más problemas los otros tres se toparon con las revueltas de Mayo del 68 en su escala en París, lo que les impidió viajar a Londres. Optaron por quedarse allí, y ya bajo el nombre definitivo de Aphrodite's Child grabaron, justo antes de su primer álbum End of the World (1968), el single superventas Rain and Tears. Era una versión cantada y exquisitamente arreglada del Canon de Pachelbel y sonó en la radio hasta el hartazgo.

En 1969 se lanzó un segundo álbum, It's Five O'Clock, y a pesar del éxito continuado del trío, a Vangelis empezaba a picarle el gusanillo del rock progresivo de cara al siguiente trabajo de estudio. Tal como ocurriría con varios de los grandes grupos del rock progresivo posteriores, el que destruiría la banda desde dentro iba a ser su álbum más ambicioso: 666, también conocido como 666: The Apocalypse of John 13/18 (1972). Recordemos lo que pasó con The Lamb Lies Down on Broadway o The Wall.

Una extraña ilustración del libreto del álbum.

Lo primero que sorprende es cómo Aphrodite's Child, un grupo con unas propuestas musicales bastante ingenuas (sus canciones se movían entre "Con su blanca palidez" de Procol Harum y, si acaso, algo parecido a las canciones medio en broma que componía Syd Barrett para Pink Floyd en aquella época), se embarcó en algo tan descabellado con un doble vinilo conceptual sobre el Apocalipsis bíblico que, para más enjundia, encima contenía algunos provocadores guiños oscurantistas. 666, pese a que cuenta con un par de canciones que encajarían bien con lo escuchado en los dos álbumes previos de los griegos (Babylon y Break, quizá The Four Horsemen), es sobre todo una larga pieza unitaria en la que muchos cortes son un puro experimento, atmosféricos, instrumentales, llenos de efectos sonoros muy impresionistas que no tienen ni asomo de una atmósfera pop. Casi no es ni rock, y eso que ya contaban con un muy buen guitarrista al reunirse por fin con su banda para este tercer álbum Silver Koulouris.

Aegian Sea

Resulta complicado describir el conjunto de un álbum tan extenso y abigarrado que cuesta tener una visión global del mismo, pero sí que podemos destacar algunos momentos importantes como los mencionados Babylon y el epílogo Break, el impresionante instrumental Aegian Sea, la extraña invocación esotérico-sexual ∞ (en la que colabora con mucho, mucho, pero que mucho placer la actriz Irene Papas), la suite conclusiva All the Seats Were Occupied o el temazo tremendo de rock progresivo The Four Horsemen ("Los cuatro jinetes"), que hoy en día llega a todo el mundo gracias a un anuncio de coches. Suenan geniales la voz de Roussos, la batería y las percusiones exóticas, varios fragmentos corales muy logrados, algunas partes recitadas, y todo un arsenal de sintetizadores de última generación. Curiosamente, Vangelis (compositor principal por no decir único del álbum) contó con un letrista ajeno al grupo, el cineasta griego Costas Ferris.

The Four Horsemen

666 funcionó bien comercialmente y para la crítica, y eso que sufrió la censura en varios países, entre ellos España, por sus contenidos supuestamente satánicos (el tema de Irene Papas, una voz al final del álbum que dice "hazlo", un supuesto uso de drogas durante la grabación). Vangelis, que entonces se encontraba bien metido en la farándula avant-garde, conoció en aquella época a Salvador Dalí, que se quedó entusiasmado con esta música y propuso una performance en Barcelona para promocionar 666. Habría en teoría parafernalia nazi, lanzamiento de animales y clérigos desde aviones y demás ideas surrealistas. Véase una vieja entrada sobre Dalí en este mismo blog. Por supuesto, nada de aquello fue más allá de la imaginación del artista catalán.

Break

En la actualidad, 666 es un álbum de referencia, no solo por su gran calidad artística y su ambición conceptual, sino porque fue un ejemplo relativamente temprano del grado de libertad compositiva que llegaría a desplegar el rock progresivo. Por supuesto, quienes somos seguidores de Vangelis no podemos evitar considerarlo un álbum importante en su carrera, aunque todo aquel que disfruta de los mejores y más cuidados desvaríos de la auténtica era psicodélica va a gozar muchísimo con cada escucha. Es un clásico de culto que cuenta también con una edición griega con algunas pequeñas pero interesantes variaciones muy del gusto del coleccionista.

martes, 4 de mayo de 2021

Yellow Magic Orchestra - YELLOW MAGIC ORCHESTRA


1. Computer Game (Theme from "The Circus") (1:47)
2. Firecracker (4:52)
3. Simoon (6:29)
4. Cosmic Surfin' (4:28)
5. Computer Game (Theme from "The Invader") (1:02)
6. Yellow Magic (Tong Poo) (6:19)
7. La Femme Chinoise (5:58)
8. Bridge Over Troubled Music (1:19)
9. Mad Pierrot (4:06)

Es imperdonable que no hayan pasado ya por aquí, pero más vale tarde que nunca. La Yellow Magic Orchestra ("Orquesta Magia Amarilla", con una pincelada racista pero simpática) es uno de los grupos clave para lo que fue la expansión de la música electrónica a nivel popular y comercial. Seguramente sea el hecho de ser una formación no occidental lo que hace que todavía siga siendo hasta cierto punto desconocida para gran parte del público de aquí, porque a todos los efectos estaríamos ante una banda no menos interesante y visionaria que Kraftwerk. En el mercado local japonés, la YMO vivió incluso una época de esplendor desmesurado a finales de los setenta en la que su éxito fue equiparable al de los Beatles en Europa y EEUU.

La portada original (la del comienzo es la internacional).

YMO constaba oficialmente de tres miembros: Haruomi Hosono, Yukihiro Takahashi y el mucho más conocido Ryuichi Sakamoto, a quien sí hemos tenido por aquí varias veces como artista en solitario. Se suele señalar que hubo un cuarto miembro "en la sombra": Hideki Matsusake, que por lo visto era más programador informático que músico. Todos provenían del panorama musical experimental, de bandas de rock psicodélico y progresivo en la mayoría de los casos (Matsusake era ayudante del gran Isao Tomita), conociéndose sobre todo por colaborar alguno de ellos en trabajos de otros, esporádicamente, en labores de producción e ingeniería de sonido. Parece ser que el álbum que nos ocupa, su inicial Yellow Magic Orchestra (1978), iba a ser un experimento más con Hosono como líder.

Trasera de una edición internacional.

Yellow Magic Orchestra, el disco, supone una divertida parodia de lo que en occidente consideramos "oriental", con un sonido totalmente electrónico que combina melodías con sabor japonés castizo de postal, todo con una producción fabulosa y una textura de synthpop mucho más accesible que lo que se hacía entonces. No solo se inspiraron también en la música y los efectos sonoros de los primitivos videojuegos de la época, sino que seguramente influyeron a su vez en el sonido que tendrían muchas maquinitas de los ochenta. Este primer álbum obtuvo un éxito inesperado que condujo a un contrato internacional, y lo que iba a ser un lanzamiento puntual cristalizó en la formación de una banda estable que llegaría a su cumbre creativa con su segundo disco Solid State Survivor (1979).

Firecracker

El álbum comienza con Theme From "The Circus", que es claramente propio de un videojuego arcade (incluye hasta la melodía de la marcha fúnebre, que sonará, supongo, cuando pierdes una vida) y funciona como introducción. Continúa el disco con Firecracker ("Petardo"), pieza definitoria del sonido del álbum y de lo que iba a ser la YMO en adelante, muy divertida, muy japonesa y llena de detalles. Simoon es como una pieza de baile de salón bufa, con una voz en vocoder difícilmente comprensible. Cosmic Surfin', más animada, parece en algún momento una nueva encarnación del clásico Popcorn, aunque también suena como una pieza de baile latino generada en un Amstrad. Theme from "The Invader", el título lo dice, es otro corte videojueguil (del Space Invaders, supongo) que funciona como puente hacia Yellow Magic (Tong Poo), otro tema esencial de la banda, toda una fantasía cósmica ochentera pop-disco amenizada con un bonito piano electrónico.

Tong Poo (en vivo, en 1979).

Con un ritmo más marcado, voces más naturales -en inglés- y algo menos énfasis en la riqueza melódica, sigue el álbum con La Femme Chinoise. Bridge Over Troubled Music (el título parodia el tema de Simon and Garfunkel) es un nuevo experimento más complejo de lo que parece, que seguramente gustaría mucho a los futuros fans de Art of Noise. En Mad Pierrot (¿esto no era una película de Belmondo?), otro tema nacido para ser un single, el sonido de videojuegos y hasta tragaperras y máquinas de bolas es toda una algarabía, otra vez con voces computerizadas. Parece que este tema y el previo Tong Poo inspiraron a los creadores de la serie anime de culto Cowboy Bebop. Y el conclusivo Acrobat, muy sutil referencia circense al desarrollo melódico de la pieza, termina con los mismos sonidos con los que comenzaba el álbum.

Mad Pierrot

Yellow Magic Orchestra no es un trabajo que resulte especialmente actual al depender casi exclusivamente de tecnologías informáticas y musicales totalmente obsoletas, pero está claro que el despliegue de imaginación puede disfrutarse todavía. Imprescindible, sobre todo si no conocías a la YMO. 

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...