miércoles, 30 de enero de 2013

¿Se avecina otro año Oldfield?

Parece que si. Para empezar, en un par de días se publica Tubular Beats (tan originalísimo el título como la portada), un disco de remezclas afortunadamente atípico a cargo del último amiguete de Oldfield, Torsten Stenzel alias York. El propio Mike ha tomado parte activa en el álbum, de modo que puede considerarse prácticamente como un trabajo a dúo. Veremos si este álbum es el único que sale al mercado este año en que el genuino Tubular Bells cumple 40 añacos. Es de esperar que aparezca algún otro artículo para coleccionistas que costará un ojo de la cara pero todos querremos tener en casa. Puedo equivocarme.

Se han partido la cabeza.

Es de esperar que a las puertas del verano tengamos también entre manos las versiones "deluxe" que tocan esta vez, nada menos que Five Miles Out y Crises, lo que puede ser bastante interesante si consideramos el -generalmente- positivo esfuerzo de los anteriores lanzamientos de la serie. Ambos álbumes contaron en su momento con bastantes piezas descartadas, y debe haber conciertos a porrillo grabados en los archivos de Virgin, con lo que, a poco que se lo curren, podemos tener entre manos unas muy buenas ediciones.

 Portadas originales de Five Miles Out y Crises. ¿Las remezclarán también?

Por último, y también previsto para este año, está en el aire el nuevo (¡NUEVO!) álbum del músico. Tras llevar varios años retirándose y regresando a trompicones como los toreros, parece que esta vez va en serio y tiene ya preparado un pequeño repertorio de canciones rock. Ando pelín desactualizado al respecto, pero creo que hace poco ha terminado las demos y anda considerando quién va a cantar cada tema. Evidentemente, los que somos seguidores añejos de Mike siempre preferiremos un álbum instrumental largo y complicado, pero una colección de canciones puede ser refrescante. Buena idea, a ver qué tal le sale.

Por cierto, parece que este señor tan huraño ha acabado cediendo a la presión social y se ha hecho un Facebook que -raro en él- parece que maneja a menudo y hasta acepta consejos de los fans. Ay, si hubiésemos tenido una red social a mano cuando empezó con los treslunas y los lightanshades... En resumen, el veleta de siempre, pero por lo menos con ganas de trabajar. Buena cosa.

miércoles, 23 de enero de 2013

Mike Oldfield - TUBULAR BELLS II


1. Sentinel (8:06)
2. Dark Star (2:16)
3. Clear Light (5:47)
4. Blue Saloon (2:58)
5. Sunjammer (2:32)
6. Red Dawn (1:49)
7. The Bell (6:55)
8. Weightless (5:43)
9. The Great Plain (4:46)
10. Sunset Door (2:23)
11. Tattoo (4:14)
12. Altered State (5:12)
13. Maya Gold (4:00)
14. Moonshine (2:20)

Cuando llegó a mis manos Tubular Bells II (1992), yo no era seguidor de Mike Oldfield. Había escuchado un álbum o dos, y me gustaba su música, pero no me sentí obligado a conocer en profundidad la carrera de este señor. Con el trabajo que nos ocupa cambiaron las cosas. Aquella cinta grabada por un amigo, que escuché de forma obsesiva durante semanas, cambió mi forma de entender la música para siempre. Con Oldfield hice un viaje al revés, dicho sea de paso. Empecé con sus obras de los noventa y después salté a los setenta y ochenta. Escuché Tubular Bells (1973) por primera vez cuando ya me sabía de memoria su secuela, cosa que entiendo como poco ortodoxa.

Mike Oldfield en el libreto del álbum.

Tubular Bells II es uno de los discos que más controversia suscitan en la discografía de Oldfield, encontrándonos por igual a seguidores que lo defienden a muerte y a otros que lo consideran demasiado comercial y hasta innecesario. Hay que tener en cuenta que su predecesor es (y era en 1992) mucho más que un disco; era un mito, uno de los grandes emblemas discográficos de la cultura popular, además de una visible primera piedra de lo que sería el desarrollo de la música instrumental para públicos amplios, e incluso un lejano predecesor de lo que después se conocería como new age. Pese a que llevaba anunciándose casi desde los setenta y con más insistencia a finales de los ochenta, la secuela de Tubular Bells era obviamente algo a la vez deseado y temido, de modo que cuando se puso fecha al lanzamiento tras salir Oldfield de Virgin Records había tantas carteras preparadas como cuchillos puestos a afilar. El álbum que resultó de tal atrevimiento, publicado por WEA suscitó bastante controversia: brillante y original decían unos, comercial y poco arriesgado decían otros... Tras la posterior publicación del fallido Tubular Bells III (1998) y otros tantos proyectos con la campana en la portada, en comparación mucho menos interesantes, se ha revisado varias veces aquel álbum del '92 con ojos más amables. Ahora se entiende que verdaderamente mereció la pena, aunque siguen quedando muchos "haters" sueltos.

Si el diseño de la portada original mostraba una playa, las imágenes de la secuela sugieren una piscina.

La primera cuestión es crucial: ¿Es Tubular Bells II una secuela? En términos cinematográficos, podríamos decir que es más bien un "remake", porque no se trata de una continuación sino de una revisión de la obra original sobre una nueva perspectiva. Se mantiene la arquitectura aunque, eso sí, todos los demás elementos son más o menos nuevos. He aquí la clave de la controversia, en la que todas las posturas tienen parte de razón. Por mucho que se titulase TBII, realmente es una reinvención de los tan conocidos elementos del disco del '73, desde la hipnótica melodía inicial hasta el cavernícola roquero de la segunda mitad, pasando por las distintas combinaciones de rock potente con pasajes meditativos, y sin dejar a un lado la estupenda presentación de los instrumentos uno a uno hacia la mitad de la obra. Mike Oldfield, pese a lo difícil que puede resultar esto en teoría, consigue renovar todas las melodías y darles una nueva coherencia completa con un sonido muchísimo más elegante y fluido que en la -un tanto rústica- primera entrega. Lo que ocurre es que elegancia y fluidez, en este caso, no están enfrentadas con una rabiosa comercialidad, y es que TBII suena, en el mejor de los sentidos, como un estilizado jingle publicitario de sesenta minutos.

Dos de las portadas de los singles que se publicaron.

El principal co-responsable del impresionante sonido del álbum es Trevor Horn, productor estrella que se había hecho un nombre como miembro del dúo Buggles y como integrante de Art of Noise. Entre Tom Newman, Oldfield y él lograron diseñar minuciosamente el álbum con mejor producción musical que he escuchado hasta ahora en mi vida. La perfección sonora de TBII (el equilibrio entre el volumen de los distintos instrumentos, el discreto uso de  fondos electrónicos, la capacidad de sorpresa en los arreglos) es tan aplastante que asombra en cada minuto del álbum, y ni siquiera obras más recientes en la discografía de Mike lo igualan en este aspecto. Como siempre, Mike Oldfield interpreta el 99% de los instrumentos que escuchamos.

Otros dos singles de los muchos que se publicaron.

Tubular Bells II comienza con Sentinel, que actualiza la melodía tan famosa utilizada en El exorcista con un tono más sofisticado. Sentinel está concebido casi como una suite autoconclusiva, perdiendo algo de cohesión respecto al siguiente corte, Dark Star. De aquí hasta el final de la primera mitad del trabajo, las piezas reproducen con claridad -pero sin calcos- las intrincadas secciones del álbum primitivo, y cuando llegamos a Red Dawn y The Bell vemos que Oldfield tiene las cosas pensadas en términos de espectáculo absoluto. La voz solista femenina del primero y el luminoso gigantismo progresivo del segundo (el actor Alan Rickman, el profesor Snape de Harry Potter, actúa como Maestro de ceremonias) nos dejan sencillamente empachados de imaginación musical.

Video-clip de Sentinel, con una versión editada del tema del álbum.

Y el de The Bell, ídem.

La segunda mitad de TBII comienza con Weightless, exquisita composición que bien podría haber sido un single (estupendas las flautas andinas), y que surge de un pasaje breve y poco destacable del álbum del '73. The Great Plain deja claro, tras anteriores amagos en el disco, que Oldfield se siente momentáneamente inspirado por la música folk norteamericana. De hecho, en esta época vivía en Los Ángeles. Los tres siguientes temas, Sunset Door, Tattoo y Altered State mantienen casi intacto el programa de mano del disco primigenio, el primero con una reconocible melodía con coros, el segundo cambiando sabiamente guitarras eléctricas por una banda de gaiteros, y el tercero (voces caricaturescas inclusive) tan divertido como cabía esperar. Concluye la experiencia con la elegantísima Maya Gold y la que a mi juicio es una de las elecciones más pobres del disco, Moonshine, una tonadilla country que no tiene ni por asomo el gancho de The Sailor's Hornpipe.

Vídeo oficial de Tattoo, directamente del concierto de Escocia.

No faltó publicidad para Tubular Bells II, entre las muchas menciones en prensa y televisión (cosa imposible hoy en día en estos géneros), un brillante concierto benéfico en el Castillo de Edimburgo que se editó en vídeo, entrevistas en la radio y, sobre todo, multitud de singles promocionales con remezclas de los singles del disco. Entre las muchas versiones para discoteca a cargo de DJs se colaron un par de temas del concierto antes citado, edits de The Bell con distintos maestros de ceremonias, el villancico Silent Night (Noche de Paz) y el interesante Early Stages ("Etapas iniciales"), que cuelgo a continuación.


Como creo que ya tenemos buen testimonio de las virtudes y defectos del álbum, me limitaré a decir que, aun admitiendo que Mike Oldfield ha creado algunas obras más complejas e inspiradas, Tubular Bells II es una de las que mejor han envejecido y una de las que más a menudo podemos recuperar sin llegar a cansarnos. Un favorito personal que suelo recomendar como la mejor manera de introducirse en el mundo sonoro de su autor. En Spotify.

domingo, 20 de enero de 2013

Michael Stearns / Varios artistas - BARAKA


1A. Mantra (1:18)
1B. Organics (3:24)
2. Wipala (5:04)
3. The Host of Seraphim (6:18)
4. Village Dance (2:55)
5. Wandering Saint (6:41)
6. African Journey (3:34)
7. Rainbow Voice (2:57)
8. Monk With Bell (2:33)
9. Broken Vows (4:39)
A Prayer for Kala Rupa
An Daorach Bheag
10. Finale (4:34)
11. End Credits (3:26)

Baraka es una antigua palabra sufí con formas en muchos idiomas. Es traducida sencillamente como "bendición", o como el aliento o esencia vital a partir de los cuales se desarrolla el proceso de la evolución. Baraka, la épica película no verbal, cuenta la historia de la evolución de la Tierra, la diversidad e interconexión entre los seres humanos y su impacto sobre el planeta. Según el director Ron Fricke, es un viaje de redescubrimiento que nos sumerge en la naturaleza, la historia, el espíritu humano, y finalmente en los dominios del infinito. La película fue rodada en 70 milímetros, en 24 países con localizaciones tan diversas como Brasil, Nepal, Camboya, Kuwait, India, Tanzania e Irán.

Nota del libreto del disco.

Esta vez me lo han puesto fácil, porque la nota anterior lo explica todo bastante bien, sobre la película al menos. A nosotros nos toca hablar de su música, que debemos a un conjunto de autores entre los que destaca el compositor norteamericano Michael Stearns, responsable de los temas originales de Baraka, el último paraíso (1992). También es cierto que algunas de sus piezas ya habían aparecido en álbumes suyos anteriores. No suelo incluir en el blog álbumes con material recopilado, pero en este caso nos encontramos con un elenco de temas tan perfectamente seleccionados dentro de un álbum coherente que merecía la pena hacer una excepción. 

A la hora de poner música al mega-documental Baraka (una experiencia fílmica impresionante que, de paso, recomiendo), la idea parece haber sido la de mezclar composiciones étnicas puras con otras que aportan atmósferas vanguardistas de género new age o más bien ambient. El carácter puramente visual de la película, en la línea de Koyaanisqatsi pero todavía más espectacular, no habría soportado música excesivamente rítmica o con letras demasiado definidas, por lo que tanto lo regional como lo experimental de su banda sonora casan perfectamente con lo transmitido en las imágenes. Es puro poder telúrico que viaja sin escalas de los altavoces a nuestros tuétanos. 

Michael Stearns (de jayfan.com).

Michael Stearns posee una larga trayectoria ligada a la música instrumental "para fines específicos". Comenzó como artista pop en bandas de acompañamiento, aunque descubrió el potencial de los sintetizadores y se especializó en la composición de temas para películas (algunos como ayudante de Maurice Jarre), documentales, campañas publicitarias e incluso atracciones de parques temáticos. Baraka es seguramente su obra más conocida, y es a la vez la segunda de una breve serie de colaboraciones con el director Ron Fricke, para quien compuso también la banda sonora de Chronos (1985), en una línea parecida, y la reciente secuela de Baraka, titulada Samsara (2011). Se puede enmarcar a Michael Stearns en el mismo grupo de compositores al que pertenecería por ejemplo Steve Roach, de quien hemos comentado un par de álbumes.

Entre los demás artistas presentes en el álbum tenemos un poco de todo, como la música andina a cargo de Inkuyo en el tema Wipala, el sutil cántico indio a cargo de L. Subramaniam en Wandering Saint, las percusiones africanas de Anugama & Sebastiano en African Journey, la profundidad desgarrada del tema Rainbow Voice de David Hykes, o la religiosidad de los monjes de Dharamsala, mezclada con las gaitas de la banda celta Brothers en el tema Broken Vows ("votos rotos"). El tema más conocido del álbum, no obstante, es The Host of Seraphim de Dead Can Dance, contenido originalmente en su álbum The Serpent's Egg, y comentado en este blog.

Portada de la "Deluxe Edition".

La música de Baraka, incluso escuchada con independencia de la película, es un impactante espectáculo sensorial que, pese a la dificultad que puede entrañar una música así (ambiental, minimalista a veces) para los neófitos, es sorprendentemente accesible. Existe una versión "deluxe" que incluye un par de temas más, pero en cualquiera de sus ediciones se trata de un gran disco para iniciarse en la música instrumental-experimental contemporánea. Cuelgo el tramo final de la película, con la música de Michael Stearns en primer término.

viernes, 11 de enero de 2013

Robert Schröder - GALAXIE CYGNUS-A


1. Galaxie Cygnus-A / Teil 1 (4:35)
2. Galaxie Cygnus-A / Teil 2 (8:32)
3. Galaxie Cygnus-A / Teil 3 (3:13)
4. Galaxie Cygnus-A / Teil 4 (2:50)
5. Galaxie Cygnus-A / Teil 5 (10:05)
6. Galaxie Cygnus-A / Teil 6 (6:38)
7. Galaxie Cygnus-A / Teil 7 (2:32)

Solamente lo he hecho una vez, pero me encantó ir a una playa en plena noche y montar el telescopio. Las estrellas están ahí arriba y casi nunca nos paramos a mirarlas como lo que realmente son. No solemos ser conscientes de nuestra pequeñez hasta que tenemos ocasión de observar el cielo nocturno con detenimiento, en silencio y con tiempo de sobra para disfrutar de la experiencia sin prisas. Las sensaciones que se tienen en esos momentos son difíciles de explicar con palabras, pero algo más abstracto -como la música- se queda bastante cerca, especialmente si esa música se parece un poco a la contenida en Galaxie Cygnus-A (1982), de  Robert Schröder.

Hace algún tiempo comentamos por aquí su primer trabajo, Harmonic Ascendant, y tuvimos ocasión de conocer las bondades de este genial músico de la electrónica alemana. Podemos hablar del Krautrock convertido gradualmente en música cósmica planeadora, o podemos definir una vez más el peculiar sonido de la Escuela de Berlín, cuyos principales representantes (Tangerine Dream y Klaus Schulze, sobre todo) escribieron algunas de las más memorables páginas de la música instrumental experimental en los años setenta. Schröder -o Schroeder, que al parecer es exactamente lo mismo- suele ser el gran olvidado siempre que alguien rememora a los grandes de su género. No ha contribuido a su éxito el hecho de que muchos de sus álbumes, sobre todo los de su brillante primera época, solamente se publicasen en CD de manera tardía. Además, en este caso concreto me parece que los compactos contienen una versión regrabada del álbum, y no la original. No solamente suele defenderse la perfección sonora de las ediciones originales en vinilo, sino que incluso éstas son más fáciles de encontrar en versiones "ripeadas" en mp3, en Internet, pese a que el sonido de las ediciones en CD no es precisamente malo.

Robert Schröder durante la grabación del álbum.

Uno de los aspectos de Galaxie Cygnus-A que más atrayentes resultaron en su momento fue la inclusión del sonido real de dicha galaxia de la constelación del Cisne, uno de los pulsos electromagnéticos que los modernos radiotelescopios son capaces de captar desde nuestro planeta, registrado en este caso por el telescopio de la montaña de Effelsberg. El hecho de que un disco de música contenga el sonido de una galaxia completa entre sus efectos sonoros más notables (se escucha al comienzo y al final del álbum, digamos que como prólogo y epílogo) lo convirtió en un álbum muy interesante y hasta medianamente célebre entre los más selectos aficionados en el momento de su salida, con un espectacular concierto multimedia en el festival Ars Electronica del '82 en Linz, inclusive. Aunque después se haya puesto en duda que este sonido sea auténtico no resta mérito al álbum, que en cualquier caso es de sobresaliente.

Portada alternativa con un título también alternativo, imagino que correspondiente a la versión en CD.

La música de Galaxie Cygnus-A y la de Robert Schröder en general se caracterizan, dentro de la línea experimental y algo oscurantista de la electrónica alemana, por un cierto toque armónico y elegante que no siempre se asocia con los grandes títulos del género. Incluso en un trabajo tan lleno de ruidos extraños como este (crujidos y emisiones de radio en plan "white noise" por doquier), Schröder es capaz de dotar al conjunto de temas de un empaque grandilocuente y sorprendentemente agradable, casi místico a ratos. Por supuesto, hay que tener en cuenta la naturaleza vanguardista del disco antes de atreverse con él a la primera de cambio, pero en cualquier caso no es tan opaco como podría deducirse al recordar otras obras galácticas previas como, por ejemplo, el tremebundo Zeit de TD.

No creo que haya mucha necesidad de entrar en más detalles respecto al contenido del álbum. Como podéis ver, el enlace que cierra esta entrada contiene el álbum completo en su versión original en vinilo, así que cada cual podrá vivir su propia experiencia astronómico-musical en cuanto le apetezca. 

martes, 8 de enero de 2013

Walt Disney según Philip Glass.

Del 22 de enero al 6 de febrero se presenta en el Teatro Real de Madrid, en primicia mundial, la nueva ópera del minimalista neoyorquino Philip Glass, basada en el libro de Peter Stephan Jungk The Perfect American ("El americano perfecto"), sobre los últimos días en la vida de Walt Disney. Ya se anuncian posteriores presentaciones internacionales de la misma obra.

 Diseño promocional para el cartel de la ópera.

Se trata de un montaje en dos actos encargado por el propio Real, y teóricamente podría definirse como una de sus grandes obras escénicas de carácter biográfico (recordemos su Einstein on the Beach o su ópera sobre Akenatón), si bien seguramente estaríamos hablando de una ópera algo más accesible que otros experimentos previos de Glass con el "Bel Canto".

Al parecer, el libreto incide en el carácter difícil de Disney, presentado como  un magnate triunfador y arrogante, encarnación del sueño americano en su sentido más rancio, amén de ultraconservador en la política y en el ámbito laboral. Todo ello  (creo) es visto desde el punto de vista de un ex-empleado de su productora, Wilhelm Dantine, que acabó hasta las narices. Parece que Glass se ha andado con pies de plomo para no irritar a la multinacional, aunque al final se ha mojado más de lo que se esperaba a la hora de plasmar ciertos pasajes del libro. Morbo puro.

Philip Glass (en classic.fm).

Evidentemente, la familia de Disney no comulgará con determinadas acusaciones (antisemitismo, avaricia), y el montaje operístico no cuenta con los derechos de los personajes creados por el dibujante y animador. Incluso se ha intentado no dar nombres propios. No obstante, se ha optado por presentar a figuras tan emblemáticas como el ratón Mickey o el pato Donald a través de émulos oscuros, como de pesadilla, que de paso encajan mejor en el tono de la obra. También hay oníricos encuentros entre Disney, Abraham Lincoln y Andy Warhol.

Portada original del libro.

Muy interesantes, tanto la ópera como el libro en el que se basa, que acaba de publicarse en España para aprovechar el tirón. Yo siempre he sido admirador de las películas de Walt Disney pre-Hannah Montana, sobre todo de las más antiguas, y no deja de ser fascinante cómo alguien (supuestamente) tan antipático puede haber realizado una contribución tan enorme -y a veces brillante- a la cultura de masas de nuestro tiempo.

Aquí un enlace con la página oficial del Teatro Real.

jueves, 3 de enero de 2013

Jon Hassell / Brian Eno - FOURTH WORLD VOL. 1: POSSIBLE MUSICS


1. Chemistry (6:50)
2. Delta Rain Dream (3:26)
3. Griot (Over 'Contagious Magic') (4:00)
4. Ba-Benzélé (6:15)
5. Rising Termal 14º 16' N; 32º 28' E (3:05)
6. Charm (Over 'Burundi Cloud') (21:29)

Uno de los álbumes estrella de cuantos el prolífico Brian Eno realizó en colaboración con otros músicos es Possible Musics (1980), en este caso junto al trompetista y compositor avant-garde Jon Hassell. Tal y como parece indicar la portada, el disco debería formar parte de toda una serie de trabajos aglutinados bajo el título Fourth World. Que yo sepa, no ha sido publicado ningún otro álbum con este título genérico, salvo el siguiente álbum de Jon Hassell, Dream Theory in Malaya (1981) que es, según parece, la segunda y última entrada de la serie. 

Esto de "cuarto mundo" es un concepto acuñado por el propio Hassell, que es quien parte aquí el bacalao por encima del más popular Eno. Se refiere a un concepto de música que reúna lo antiguo y lo moderno, lo acústico y lo electrónico, así como influencias étnicas -algo oscuras, creo yo- de todas partes del mundo. Sinceramente, aunque haya quien quiera ver algo de auténtica y genuina World Music en este trabajo, yo creo que se trata sencillamente de ambient, aun contando con que está entre las cimas de creatividad y ambición experimentadora que ha alcanzado el género.

Portada de la edición en CD.

Possible Musics es un conjunto de temas en los que el protagonismo máximo recae en la trompeta de Hassell; una trompeta que casi nunca suena como tal. Se diría que el músico se sirve de su dominio de este instrumento para, mediante un laborioso proceso de tratamiento electrónico, hacer que suene a otras muchas cosas. Brian Eno, por su parte, ejerce como co-autor de un tercio del disco, limitándose a su alquimia de laboratorio sonoro y a añadir algunos toques de guitarra y sintetizador. Hay otros nombres conocidos en los créditos del disco, como Michael Brook (que lograría gran fama colaborando con Nusrat Fateh Ali Khan) y el percusionista brasileño Naná Vasconcelos. Francamente, podemos decir que Eno figuró en la portada para mejorar las ventas, aunque es más un colaborador de lujo que un responsable pleno del trabajo. De hecho, para Dream Theory in Malaya Eno y Hassell dividieron sus esfuerzos no sin cierto resquemor, el primero aliándose con David Byrne para su famoso My Life in the Bush of Ghosts, y el segundo, en una reiteración de ideas sobre el Fourth World que pretende quitar importancia a la labor del disco de Eno, al que acusa de comercial y falto de clase.

Contraportada del vinilo.

¿Qué nos encontramos en cada corte de Possible Musics? En Chemistry tenemos un ambiente tenso, con  interesantes percusiones étnicas y un fondo difuso, cuasi-melódico, con algún efecto musical que bordea los límites del ruido. Delta Rain Dream continúa en una onda parecida, aunque el tema posee un mayor poder evocador (no sé muy bien de qué) y misterioso. Tal y como indica la sabionda Wikipedia, Griot fue grabado en directo, en la Galería de arte de Ontario, y las percusiones realizadas a base de palmadas tratadas electrónicamente se complementan con la atmósfera malsana y chirriante de la trompeta modificada.  Continúan estos estridentes estertores en Ba-Benzélé. Curioso es el caso de Rising Termal 14º 16' N; 32º 28' E, un tema que, amén de obsesivo y surrealista, posee un título cuyas coordenadas sobre el mapa terrestre dirigen exactamente a la imagen de satélite de la portada, situada en Sudán. ¿Y quiénes son las "Criaturas nocturnas de Altamira" mencionadas en los créditos del tema? Toda la segunda cara del LP está ocupada por la composición Charm, esta vez con un sonido que recuerda (o es) una voz humana, o bien exótica o bien torturada en el estudio de grabación para que suene como un raro cántico ritual. Parece que este último tema podría estar directamente basado en un álbum anterior de Jon Hassell titulado Vernal Equinox (1977), aunque no conozco este último.

Atmosférico y arriesgado como pocos otros discos que hayan pasado por aquí, Possible Musics sigue reivindicándose a sí mismo como un trabajo seminal e importantísimo en su género y en la electrónica experimental en general, aunque no es precisamente un álbum para regalar por Navidad a un novato. Mejor que lo escuche en Spotify y luego se lo pide a los Reyes Magos, si es que de verdad le gusta.

Por cierto, ¡Feliz año nuevo!

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