miércoles, 29 de diciembre de 2010

Klaus Schulze - PICTURE MUSIC


1. Totem (23:34)
2. Mental Door (23:03)

Picture Music es un disco que a menudo se relaciona con una pesada polémica sobre la fecha de su publicación. Parece que Klaus Schulze lo grabó en 1973, y el hecho de que fuese publicado en 1975 deja abiertas ciertas dudas sobre qué lugar debe ocupar el álbum en la discografía del alemán. Parece cosa baladí, pero lo cierto es que en años de tanta experimentación (ya hemos hablado en otras entradas sobre Schulze sobre el modo en que él contribuyó de forma decisiva a la transformación del krautrock a la música cósmica de la Escuela de Berlín) merece la pena el trabajo de situar cada grabación, cada pequeño paso, con pelos y señales en una cronología que es, para quienes gustamos de la música electrónica arcaica, toda una epopeya que va mucho más allá de lo musical.

Klaus Schulze (de la página music.kngine.com)

Como he comentado con otros álbumes de Klaus Schulze, su trabajo es más el de crear espacios imaginarios que el de realizar música en el sentido popular del término. Evidentemente, utiliza instrumentos musicales y sus composiciones pueden ser reflejadas sobre el pentagrama, pero quienes conocemos la vertiente más experimental de las "otras músicas" (término que siempre se queda corto, lo sé) tenemos muy en cuenta que aquí no podemos premiar los méritos que otorgan fama y fortuna a los ídolos del pop-rock, ni voces prodigiosas ni solos magistrales de guitarra eléctrica ni estribillos pegadizos. Aquí pones el CD o el mp3 y te sumerges en temas como los de este Picture Music, deleitándote con la superposición de capas de sonido delicadamente tratadas una y otra vez en el estudio de grabación, dotándolo todo de un alma a caballo entre lo antiguo y lo despiadadamente futurista que fascina al instante. Comentando alguna obra de Brian Eno, un tipo al que me siento obligado a volver con frecuencia en las entradas -más por lo extenso de sus trabajos propios y sus colaboraciones que por ser especialmente seguidor suyo-, alguien me preguntó qué opinaba yo sobre aquello de que Eno fue el "padre del ambient". Respondí diplomáticamente con algo sobre el "descubrimiento" de Colón y todos quedamos de perlas. Pero si uno lo piensa bien se da cuenta de que el padre del ambient es Klaus Schulze, por mucho que no utilizase la etiqueta "ambient" en sus portadas.

Tomando como ejemplo este Picture Music, una de tantas joyas como tiene en su corona el krautrock, uno se da cuenta de que este señor que admira a Wagner había inventado el ambient, además de otros subgéneros electrónicos como el trance, hace treinta y tantos años. Cuando los Beatles tonteaban con sus primeras obras en solitario, cuando en las discotecas se bailaba al son de los Bee Gees y las luces de colores de la música disco, cuando nuestros padres hacían valer sus pantalones de campana y sus corbatas de amebas, gente como Klaus Schulze estaba realizando (¡y publicando!) un tipo de música que todavía hoy, al borde de 2011, parece propia del próximo siglo.

Distintas portadas de Picture Music. Quizá me salte alguna.

El universo musical de Klaus Schulze es oscuro, tétrico, frío y elegante, desde luego, aunque siempre perturbador cuando hablamos de sus primeras obras. Picture Music no es una excepción. La verdad es que, si bien el alemán realizaba sus obras al estilo de entonces, con una larga suite ininterrumpida a cada lado del vinilo, me resulta bastante difícil saber si cada obra posee o no un carácter conceptual. Lo tienen sin duda trabajos como X, pero en Picture Music me resulta difícil distinguirlo. Sí que tenemos ahí su tendencia a realizar composiciones flotantes de apariencia improvisativa, como la mayor parte de Totem. Totem es una pieza bastante estática, salpicada de pequeños pulsos eléctricos que funcionan como percusiones nerviosas sobre las largas notas de sintetizador que se contonean arriba y abajo sin rumbo aparente. Su tramo final es muy interesante, casi eclesiástico. Mental Door, la segunda mitad del trabajo, comienza con sonidos cósmicos dispersos y curiosos efectos de sonido que, a medida que uno los va escuchando en sucesión, recuerdan poderosamente a algunos de los tramos menos comerciales del famoso Oxygene de Jarre. El tema continúa de forma delicada, casi bucólica en un contexto de ciencia-ficción, hasta que antes de llegar a su ecuador adquiere tintes casi de jazz-rock, con una batería convencional utilizada como contrapunto del sintetizador. Al parecer, Picture Music es la única obra de Schulze en solitario en la que se pone a la batería. Los efectos de lasers y phasers nos recuerdan que seguimos en la ingravidez de una lejana nebulosa, hasta que al final del tema las percusiones se suavizan ligeramente y es lo electrónico lo que se impone.

Contraportada del CD.

En fin, otra de las cumbres creativas de Klaus Schulze, que no por repetir su fórmula deja de lograr el efecto deseado. No dejaré de insistir en que aquellas personas que no hayan escuchado música cósmica le den una oportunidad y se liberen de prejuicios. Puede escucharse íntegro en Spotify. Como curiosidad, mencionar que este disco es el que más portadas distintas ha tenido en toda la carrera de su autor.

Totem

martes, 21 de diciembre de 2010

Jon and Vangelis - THE FRIENDS OF MR CAIRO


1. I'll Find my Way Home (4:29)
2. State of Independence (7:53)
3. Beside (4:08)
5. The Friends of Mr Cairo (12:04)
6. Back to School (5:06)

He estado unos días buscando algún disco bonito, alegre, que fuese acorde con las fechas sin necesidad de que cuelguen bolas brillantes de sus ramas. La respuesta es este The Friends of Mr Cairo (1981), excepcional segundo trabajo del dúo creativo Jon and Vangelis. Es excepcional por su poder cautivador y por el buen éxito que cosechó, pese a que a mí me gusta bastante más Private Collection, su álbum posterior. Este disco del que vamos a hablar supone una acertada evolución populista respecto a Short Stories, el anterior, que era bastante más experimental. Además, el tema I'll Find my Way Home fue lanzado como single con tintes navideños, así que todos contentos.

Portada del single I'll Find my Way Home.

El título, "Los amigos del Sr Cairo" es una referencia directa a la película clásica del cine negro El halcón maltés (1941), en la que Joel Cairo era uno de los macarras a batir por el detective hard boiled Sam Spade. El tema que da título al álbum contiene sampleados de la propia película, las voces de Humphrey Bogart y Peter Lorre, además de sonidos de tiroteos y persecuciones. Admito que estamos ante una propuesta musical realmente original y un tema muy logrado, aunque al disco le falta un poco más de coherencia, ya que parece más una colección de temas aislados (muy bonitos, por cierto), que una obra-conceptual-de-un-tirón, lo que nos habría hecho mucho más felices a los admiradores de estos dos artistas. Preciosa es I'll Find my Way Home, una canción sobre la búsqueda del hogar mediante la amistad y el amor, quizá el tema cumbre de Jon and Vangelis en su faceta pop convencional.


Y tampoco se queda atrás la surrealista y elegantísima State of Independence, por cuya atmósfera parecería que Vangelis la interpretó entre sesión y sesión de Blade Runner (lo que podría ser verdad, según las fechas de ambos trabajos), y que Jon Anderson todavía fantaseaba con los universos imaginarios de Olias of Sunhillow.


Beside, tercer tema del disco, es sencillo pero efectivo, muy alegre e inspirado. The Mayflower es considerada por algunos como la canción clave del disco, pero debo admitir que a mí nunca me ha llegado del todo este tema sobre la epopeya de los peregrinos americanos. Tiene una parte que casi parece una lección de historia, y los sintetizadores del griego se pasan de rosca en algún punto (cosa rara). Back to School es un intrascendente capricho rock and roll, y Outside of This (Inside of That) es una balada muy lenta que cierra el disco con buen nivel.

Portada del single Beside.

The Friends of Mr Cairo se lanzó en dos ediciones distintas separadas por un intervalo de pocas semanas, a la primera de las cuales pertenece, purista de mí, la portada que he situado arriba. La segunda edición, que se ha oficializado con el lanzamiento del álbum en CD, tiene como única diferencia en cuanto al contenido la inclusión de I'll Find my Way Home, un tema que en principio salió a la venta como single independiente. El éxito del corte llevó a su inclusión en el disco, y aunque siempre es bueno poder contar con un tema tan bueno sin tener que irse al coleccionismo o a los recopilatorios, es evidente que se encuentra en el álbum por motivos meramente comerciales. Me imagino que había interés por sacar punta al fenómeno Vangelis tras el exitazo de Chariots of Fire, la banda sonora de cine más vendida de la historia hasta aquel momento y número uno planetario.

Portada de la segunda edición del álbum.

Lo más destacable de estos fabulosos discos lanzados por el dúo, tristemente sólo cuatro, es el equilibrio perfecto que se establece entre música y voz, de un modo que casi nunca ha podido igualarse en la música popular. Escuchar a Jon Anderson interpretando en su estilo limpio, casi de niño cantor de Viena maduro, es un placer. Y escuchar a Papathanassiou utilizando sus inconfundibles efectos de sintetizador siempre es motivo de gozo, así que el resultado de la fusión de ambos era redondo. En la composición, además, cada uno de ellos se encargaba precisamente de la parte que le tocaría, Anderson de la letra, Vangelis de la música. Ya no se hacen discos así, ni en el pop ni en las "nuevas músicas", ni en ningún otro ámbito posible. A disfrutar, y a aprovechar estos días para pasarlos con la familia y/o los amigos, compartiendo aficiones (buena música, por ejemplo), comilonas, regalitos y buenos deseos de los de verdad. ¡Felices fiestas!

Vídeo de I'll Find my Way Home.

Vídeo de The Friends of Mr Cairo. ¿Alguien lo encuentra con mejor calidad?

sábado, 18 de diciembre de 2010

Santana - ABRAXAS


3. Oye Como Va (4:17)
5. Se A Cabo (2:50)
7. Samba Pa Ti (4:45)
9. El Nicoya (1:29)

A salto de mata entre varios géneros, y en una época en que lo raro y lo extravagante eran un plus a favor y no una objeción, el guitarrista Carlos Santana y el conglomerado de músicos que componían su banda dieron a luz Abraxas, uno de los discos más importantes en la historia del rock, además de un título obligado para quienes gustamos precisamente de lo raro y extravagante.

Santana: Carlos Santana, Gregg Rolie, David Brown, Chepito Arias,
Mike Shrieve y Mike Carabello, en el interior del álbum.

Abraxas (1970) es el segundo trabajo de la banda de fusión latina Santana, fundada en San Francisco y acreedora de gran éxito por su participación en el mitológico festival de Woodstock del '69. Se trata de un álbum extraño, con afanes experimentales que vienen tanto del deseo de reivindicación de lo latino en los años de esplendor de la cultura pop, como de los enormes esfuerzos que los artistas de mayor talento de entonces empleaban en hacer evolucionar la música popular hacia posibilidades expresivas nunca antes sospechadas. Abraxas es casi por completo instrumental, vagamente conceptual e inspirado probablemente en algo que podríamos llamar "cosmogonía de lo femenino", siendo el nombre Abraxas identificado aquí con una figura talismánica de la mitología gnóstica, el dios del bien y del mal. La portada, una bizarra versión de la Anunciación cristiana a cargo del pintor Mati Klarwein, nos induce a pensar que Abraxas es revestido, como se indica en la obra Demian (Historia de la juventud de Emily Sinclair) de Hesse, de cualidades femeninas y un tanto esotéricas.

Despliegue de portada y contraportada.

Pienso que el disco emana feminidad, sobre todo entendida desde el punto de vista sensual que generalmente ofrece de la mujer la música realizada en la América que habla español. Temas como Black Magic Woman / Gipsy Queen ("Hechicera negra / Reina gitana"), y Samba Pa Ti abundan en esta idea del erotismo femenino, la primera otorgando cualidades brujeriles a un tema original de Fleetwood Mac; la segunda presentándonos un paisaje instrumental claramente erótico cuyas notas parecen sugerir siluetas que se contoneasen sinuosamente, envueltas en espeso sudor caribeño a la luz de la luna. Es Samba Pa Ti seguramente el gran tema de Abraxas, tanto en lo que se refiere a su fama como a lo que podría haber pesado en el desarrollo posterior del rock instrumental. Tampoco pueden quedarse sin elogio la versión de Tito Puente Oye Como Va, que todo el mundo ha escuchado alguna vez aquí o allá; o el estupendo tema introductorio Singing Winds, Crying Beasts, en el que los instrumentos de la banda parecen sonar como animales salvajes despertando de un letargo para iniciar sus cacerías; y los instrumentales-corales psicodélicos Incident at Neshabur, Se A Cabo y El Nicoya, colindantes en todo momento con el territorio del jazz. Los dos temas de rock más "convencionales", Mother's Daughter y Hope You're Feeling Better, si bien encajan perfectamente en el álbum por sus elaboradas instrumentaciones, bien podrían pasar por meras concesiones al público menos curtido.

Samba Pa Ti

¿Qué es lo que sobresale en Abraxas? Sobre todo la guitarra blues de Carlos Santana, cristalina y voluptuosa, quizá algo pasada de rosca cuando el músico se entretiene improvisando en algún punto. Y también están las percusiones, verdadero espíritu latino de la obra, cargando lo que podría haber pasado por un precedente directo del rock progresivo anglosajón con una rara electricidad centroamericana que le otorga cualidades de torridez propias de la salsa. En resumen, Abraxas es una obra imprescindible para todos aquellos que quieran saber de dónde vienen los afanes de fusión que han inundado la industria musical en las últimas décadas, y también para redescubrir a un Carlos Santana pionero que todavía no se había convertido en artista invitado de sus propios discos, y que era capaz de dar coherencia a trabajos de una imaginación y ambición más allá de la obcecación del rock por las estructuras convencionales de las listas de éxitos.

martes, 14 de diciembre de 2010

Robert Rich - RAINFOREST


1. Mbira (4:10)
5. Sanctuary (6:15)
6. Temple of Eyes (5:12)
8. Veil of Mist (10:52)

Picoteando aquí y allá entre los discos que suelen ser calificados como "de referencia", me he topado con este álbum de Robert Rich, creo que uno de los más destacados en su discografía. Rainforest (1989) es un trabajo conceptual de corte ecologista, inspirado por el viaje que realizó el músico californiano por varias selvas vírgenes americanas.

Robert Rich, alineado en la primera fila del ambient y en la new age, es un músico autodidacta -al parecer nunca llegó a completar ninguna clase de curso oficial- que aprendió a escuchar música mientras se dedicaba a la jardinería casera durante la infancia. Entendiendo la música muy a su manera, se ha visto influenciado por muchos de los gurús electrónicos tanto de la esfera clásica como de la vanguardia escindida del pop en los sesenta y setenta. Además, ha tomado parte tanto en experimentos llevados a cabo por organismos oficiales (algún seminario universitario sobre acústica) como en ocurrencias de lo más originales (por ejemplo, una terapia para insomnes de San Francisco en la que realizaba interpretaciones durante toda la noche y servía el desayuno por la mañana), desarrollando un estilo que se caracteriza por la sencillez de las melodías, la profundidad de los silencios entre las notas, absolutamente estremecedores, y el carácter envolvente de sus composiciones.

Robert Rich

Rainforest, como decíamos arriba, recrea musicalmente el oscuro y húmedo interior de una selva tropical, cosa que han hecho otros tantos músicos new age con más o menos fortuna. Lo que convierte este álbum en un éxito en esa tarea es su distanciamiento de todo cliché pseudo-tribal y su adopción de un punto de vista poco menos que "religioso" a la hora de describir con sonidos la pureza impenetrable de las selvas vírgenes. En temas como el inicial Mbira, Rich ofrece una introducción cálida, como acentuando lo que tiene la selva de "locus amoenus". No obstante, y pese a que aquí sí que podemos hablar de música inspirada por los pueblos que habitan las selvas vírgenes, en el resto del disco predomina una naturaleza vacía de influencia humana. En estos mundos no perturbados por nuestras zarpas pululan tanto los sonidos de los elementos -escuchamos en algunos momentos sutiles goteos, como de agua condensada entre las hojas de las plantas- como los de algunos pequeños animalillos, pongamos insectos y aves, que Rich transforma en sonido mientras escuchamos temas tan logrados como Surface y Sanctuary. No es mal título el de ese corte, si tenemos en cuenta que la selva ilustrada por Rich es como una gigantesca catedral, un lugar de culto. El sonido del gamelán de The Forest Dreams of Bach funciona también a modo de mantra, como para entrar en un trance místico, y Drumsong endulza este trance y lo llena de colorido.

La percusiva Temple of Eyes podría servir como banda sonora para El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, un viaje tortuoso hacia la oscuridad de la jungla y su ausencia de leyes civilizadas. The Raining Room está dedicada al cineasta ruso Andrei Tarkovsky, y se trata de una pieza muy estática y contemplativa con algún sonido aislado como de canto de pájaros. Tarkovsky bien podría haber utilizado este tema en películas tan misteriosas como Stalker. Veil of Mist ("velo de niebla") supone un ligero cambio de estilo, sobre todo porque aquí cobran importancia los instrumentos de viento y el piano, y la atmósfera se vuelve ligeramente más densa. El poder evocador de este tema es muy alto, sobre todo si somos capaces de cerrar los ojos y ver con la mente. Concluye el álbum con A Passage in Bronze, extraña mezcla de percusiones difusas y sonidos lejanos de insectos nocturnos.

Veil of Mist

Rainforest me gusta más cada vez que lo escucho. Al principio puede parecer un poco frío, un poco en la línea de Steve Roach o algo así, pero después va ganando en profundidad hasta convencernos con su retrato de un paraíso natural que está en peligro de terminar desapareciendo. Parte de los derechos del álbum han sido cedidos a una organización de defensa de la selva tropical.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Daft Punk - TRON LEGACY


1. Overture (2:28)
2. The Grid (1:36)
4. Recognizer (2:37)
5. Armory (2:03)
6. Arena (1:33)
7. Rinzler (2:17)
9. Outlands (2:42)
11. Nocturne (1:41)
12. End of Line (2:36)
13. Derezzed (1:44)
14. Fall (1:22)
15. Solar Sailer (2:42)
16. Rectifier (2:14)
17. Disc Wars (4:11)
18. C.L.U. (4:39)
19. Arrival (2:00)
20. Flynn Lives (3:22)
22. Finale (4:22)

Hablar de esta novedad discográfica requiere una aclaración previa por mi parte sobre cierta confusión terminológica, seguramente de perogrullo para muchos de los lectores del blog, pero a la hora de la verdad bastante peliaguda. Al grano: ¿qué diferencia hay entre la música electrónica que se cultivaba en los años sesenta y setenta o antes y la música electrónica que se realiza hoy en día? ¿Pertenecen al mismo ámbito musical aquellos que hacían sonar el theremin o el moog y quienes hoy en día realizan mezclas en tiempo real en las raves? Dándole muchas vueltas -a veces soy un poco lento para ciertas cosas- me he dado cuenta de que todo el problema se reduce a una mala traducción. Si nos movemos por ámbitos informativos anglosajones nos daremos cuenta de que diferencian claramente entre lo que llaman "electronic music" y lo que se conoce como "electronica", que son dos corrientes musicales independientes y bien definidas y diferenciadas; y sin embargo, en este castellano que tan mal utilizamos muchas veces para apropiarnos de términos ajenos, todo se ha asimilado a la calificación unitaria de "música electrónica", lo que da lugar a errores. Es evidente, pienso yo, que no tiene nada que ver lo que hacían Isao Tomita y Wendy Carlos con lo que hoy en día realizan los Chemical Brothers o estos Daft Punk, aunque a veces -como en este caso que nos ocupa- las fronteras se diluyen.

No es solamente que los Daft Punk vayan disfrazados a juego con la película.
Suelen vestir siempre así, a lo robot.

De barreras rotas hay que hablar cuando se trata de describir esta grabación correspondiente a la banda sonora original de la película Tron Legacy (2010), secuela muy tardía de aquella rara peli de culto de los ochenta. Una barrera se ha roto al reconciliar la "electronic music" y la "electronica", con estos dos músicos metidos sorprendentemente a compositores clasicistas. Entraron por una puerta siendo DJs de discoteca y han salido por otra codeándose con los clásicos de la música cósmica de ayer y hoy. Y otra barrera se ha roto, en mi caso al menos, cuando personajes a quienes hasta ahora menospreciaba por realizar una música para mi gusto sosa, repetitiva y discutiblemente artística (en fin, música de baile de ahora) me han hecho papilla los estereotipos. Ahora entiendo que, mal que pese a los fans de Daft Punk más conservadores, estamos no ante una obra marginal paralela a su discografía, sino ante una de las aportaciones musicales que más se recordará de ellos en el futuro. Porque Tron Legacy, el álbum de Daft Punk, es en su mayoría una estupenda sorpresa.

Chico conoce a chica en realidad virtual futurista.

Antes ha salido Wendy Carlos, y es que fue ella, una de las pioneras absolutas del género electrónico en su vena mística, quien realizó la banda sonora de la primera entrega de esta más que probable saga. No sé si ha tenido mucho o poco que ver en la inspiración del dúo Daft Punk a la hora de confeccionar esta obra musical, pero resulta chocante que en pleno año 2010 haya todavía músicos de rabiosa actualidad que no se avergüencen de mirar al pasado a la hora de realizar una composición por la que van a ser juzgados respecto a los estándares contemporáneos, y es más chocante todavía -y aquí es donde entra Wendy- que, salvo por lo sofisticado de la tecnología musical empleada por Daft Punk, las melodías y muchos de los ritmos suenen más a aquellos años dorados setenteros que a la medianía dance tan en boga. Por supuesto, se nota que los parisinos Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo han escuchado muchas bandas sonoras recientes para dar cuerpo a su aportación fílmica (yo mencionaría sobre todo los trabajos de Hans Zimmer para Batman Begins y El caballero oscuro, y algo del Don Davis de la trilogía Matrix), pero los arreglos, los pequeños detalles, los sabores que encuentra uno en el vino después incluso de haberlo tragado, son genuinos y originales.

La moto de la peli original, actualizada a tope.

Advierto también que Tron Legacy necesita varias escuchas antes de encontrar lo que estamos buscando. Empieza muy bien con su Overture, con el tema The Grid, donde escuchamos por primera vez el tema principal de la B.S.O., y también con Recognizer, cuyas largas notas de sintetizador recuerdan a Blade Runner; pero durante la primera mitad del CD, éste está más dedicado a ambientar el peculiar universo ciberpunk de esa realidad informática paralela que a desarrollar sus posibilidades expresivas. Podríamos hablar de música funcional de primer nivel, aunque no parece nada del otro mundo. Luego empiezas a toparte con brillanteces de las que ponen la piel de gallina como Outlands, un ejercicio tan simple como sustituir un ritmo sintético bailable con una sección orquestal de violines al galope y añadirle una melodía minimalista muy épica, logrando al final una superposición de sinfonismo y estructura de bucle que podría recordar por momentos a Philip Glass.

El Discóbolo, versión 2010.

Adagio for TRON es música clásica de la de hace dos siglos, invadida sólo hacia la mitad por elementos de vanguardia -¿otra vez Glass al estilo Koyaanisqatsi?-, aunque tocando por momentos fibras de puro romanticismo decadentista, realmente estremecedor. End of Line, el siguiente tema destacado, es plenamente actual, e incluso contiene sonidos que podrían recordar a algún antiguo videojuego; y Derezzed, uno de los temas más difundidos del disco hasta el momento, contiene un ritmo inequívocamente bailable, aunque tan robotizado que seguramente encaja bien en el contexto de la película. En Fall volvemos a los clásicos, aunque distorsionados a lo bestia por un efecto electrónico que en salas de cine debe sonar de lo más peculiar. Con la luminosa y evocadora Solar Sailer tenemos entre manos una pieza exquisita que podría emparejarse en filosofía con lo creado por Doldinger y Moroder para La historia interminable, un tema brillante. Damos un salto hasta Disc Wars para encontrar otro tema cósmico cuya segunda mitad hará las delicias de los nostálgicos de discos como Albedo 0.39, y un salto más hacia Arrival, muy correcto en su tono ambient.

Otra moto, también molona.

En Flynn Lives escuchamos el tema principal, el leitmotiv de Tron Legacy, sobre unos arreglos de orquesta in crescendo que se asemejan al portentoso tema final de El código Da Vinci de Zimmer. En TRON Legacy (End Titles) regresa este motivo musical con bastante acierto, aunque mucho más tecnificado, y mezclando de manera quizá un pelín ruidosa lo electrónico con lo orquestal. Finale es una especie de epílogo que va desde lo solemne de su inicio hacia un final triunfal del estilo de Aaron Copland más que del de John Williams.

Primer plano de Jorge Loren... del protagonista.

Daft Punk juegan con la estridencia de sus sintetizadores para marcar claramente las distancias entre los fragmentos clásicos del álbum y sus cortes más modernos, y quizá deberíamos esperar a ver la película para saber si hay algún significado en ello (¿máquina vs humanos?). Consiguen, desde luego, introducirnos en un mundo hipertecnológico que, en lo musical y de modo muy interesante, adquiere matices retro que lo enriquecen y le dan una vigencia creativa más amplia. Lo peor: cuando se agarran con uñas y dientes al estilo grandilocuente de Hans Zimmer a la hora de enfatizar los momentos épicos. Lo mejor: que todo lo demás roza la perfección.

Outlands, mi tema favorito del disco.

Vídeo oficial de Derezzed.

martes, 7 de diciembre de 2010

La música de Iker Jiménez

Cuando uno pone la radio a la 1:00 de la madrugada los sábados y comienza a buscar en el dial, es bastante fácil que termine concediendo unos minutos o unas horas a esa voz tan peculiar que, con un tono declamatorio deudor del de Félix Rodríguez de la Fuente, nos introduce en el mundo de lo desconocido, de los enigmas. Programas de radio hay muchos, y muy buenos, pero poquísimos tienen el poder de atracción de Milenio3, el espacio sobre el mundo del misterio que dirige Iker Jiménez en la Cadena SER.


Evidentemente, no estamos hablando de un espacio informativo al uso, sino de una mezcla entre periodismo de investigación y entretenimiento puro y duro. Jiménez y su equipo, sobre todo Carmen Porter y Javier Sierra (los co-presentadores) están, por supuesto, en el punto de mira de varios colectivos que los acusan de fomentar la pseudociencia y atentar contra el verdadero periodismo, ya que Milenio3 pone sobre la mesa posibilidades que algunos no están dispuestos a considerar, por más que a veces pueda ser razonable hacerlo. También es verdad que Jiménez y su gente han cometido errores graves que sus detractores no están dispuestos a perdonarles. ¿Existen los fantasmas? ¿Nos visitan extraterrestres? ¿Hay sucesos históricos explicables desde un punto de vista conspirativo? Yo solamente puedo decir que prefiero conocer los misterios y opinar por mí mismo, antes de que venga una autoridad y me diga que esto o aquello es una tontería o que no es científico.


Milenio3 y su émulo televisivo Cuarto Milenio cuentan con poderosas armas de persuasión a la hora de llevarse al oyente a su terreno y conseguir que hasta el más escéptico quede fascinado durante el tiempo que dura el programa. En el caso del programa de radio, la música escogida para ambientar los misterios es decisiva a la hora de mantenernos a la escucha, seamos aficionados a los géneros que ama Iker o no. Porque es Iker el que ama estos géneros, a menudo haciendo incisos entre yetis y ovnis para comentar algo sobre los artistas o los discos que utiliza. Para hacernos una idea de la clase de música que se escucha en Milenio3, decir que la cabecera es el tema The Dragon, de Vangelis.


Acaba de salir al mercado una recopilación titulada Cuarto Milenio. La nave del misterio, que contiene temas pertenecientes al mundo new age y electrónico en sentido amplio agrupados en dos CDs, La música del misterio y La música cósmica, no especialmente distintos entre sí pero desde luego honestos a la hora de realizar la selección mediante un criterio claro: es exactamente la música que suena en los programas de Iker Jiménez, y por eso escuchamos varios temas de los mismos artistas; y es que no se trata tanto de un recopilatorio de música instrumental general como de ofrecer reunidos los temas del programa en sentido estricto, escogidos por el propio Iker. No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Especial relevancia adquieren las presencias de Dead Can Dance y su vocalista Lisa Gerrard, y sobre todo la de Jean Michel Jarre. El músico francés es entrevistado por Iker Jiménez en el libro que acompaña los CDs, y además es autor del prólogo del mismo. Supongo que esto convierte el recopilatorio en ítem obligatorio para los fans del músico.

La presencia de Jean Miche Jarre, musicalmente hablando, se centra en el álbum Oxygene, del que Jiménez extrae sus partes 1, 2 y 4 (casi medio disco). El presentador de Milenio3 suele utilizar la música cósmica de Jarre a la hora de acercarse a aquella enorme oleada ovni que, al parecer, tuvo lugar durante la segunda mitad de los años setenta. En efecto, fue entonces cuando se pusieron de moda los programas sobre enigmas, alcanzando notoriedad publicaciones como Recuerdos del futuro de Erich Von Daniken o Caballo de Troya de J. J. Benítez, al igual que personajes mediáticos inolvidables como el Dr. Fernando Jiménez del Oso. Iker Jiménez identifica Oxygene y Equinoxe, los discos de Jarre de entonces, con los fenómenos que a menudo llegaban a las portadas de los principales periódicos del mundo. En esta línea aparece también el tema principal de La guerra de los mundos, de Jeff Wayne. En cuanto a Dead Can Dance, Jiménez suele utilizar su música cuando habla de la Prehistoria y el hombre primitivo, identificando acertadamente el carácter primario de los sonidos del dúo con aquellos años remotos de oscuridad cavernaria. Loreena McKennitt aparece sobre todo ligada a temas medievales y de arqueología, y en el recopilatorio está representada por los temas The Mummer's Dance y Kecharitomene. También tienen su lugar Vangelis y Mike Oldfield, el primero en la cabecera antes mencionada y mediante los temas Pulstar y Blade Runner (End Titles), asociados con temas de exploración espacial y robótica; y el segundo, inevitablemente, haciéndonos pensar en exorcismos y presencias malignas con su Tubular Bells. Oldfield, además, aparece representado con otro tema, el Harbinger de Music of the Spheres, que Jiménez utiliza como tema comodín en algunas de sus emisiones. Kraftwerk aporta The Robots y Radioactivity por sus atmósferas cibernéticas, y The Alan Parsons Project añade grandilocuencia con dos de sus instrumentales clásicos, Lucifer y Sirius, también comodines en Milenio3. Finalmente, mencionar la presencia más bien testimonial de otros como Yanni, Ennio Morricone y Rik Carter, autor de la sintonía de Cuarto Milenio. En el libro que acompaña a los discos, Jiménez va comentando cada tema. Aquí puede leerse una especie de presentación del texto, en la página oficial del álbum.


Este es un recopilatorio de muy alto nivel, con mucho gusto a la hora de escoger los temas, aunque no especialmente variado para el melómano. Tampoco está completo como banda sonora del "universo Iker", si tenemos en cuenta las notables ausencias del Equinoxe 4 de Jarre, multitud de temas de Vangelis utilizados aquí y allá (Spiral, La Petite Fille de la Mer), las bandas sonoras de Apocalypto y Dracula, y Shine on You Crazy Diamond de Pink Floyd entre otras muchas (¿problemas de derechos?), pero teniendo en cuenta que prácticamente todos los temas que contiene han sido ya comentados en este blog yo no he podido dejar de comentarlo. Por cierto, dudo de que en ninguna otra ocasión hayan aparecido temas originales de Jarre, Vangelis y Oldfield en un solo álbum, lo que ya lo convierte en casi un hito, sobre todo considerando que el primero de estos músicos actúa como maestro de ceremonias e invitado de honor. Puede ser un buen regalo para las fiestas que se aproximan, sobre todo si queremos que alguien querido entre en el universo de las "músicas misteriosas" (llamémoslas así esta vez) por la puerta grande. Para terminar, adjunto un enlace a la página Fairlight Jarre en la que entrevistan en exclusiva a Iker Jiménez.



Imágenes de la entrada: www.cuatro.com

viernes, 3 de diciembre de 2010

Art of Noise - THE SEDUCTION OF CLAUDE DEBUSSY


2. Born on a Sunday (4:40)
4. On Being Blue (4:58)
5. Continued in Colour (1:20)
7. Metaforce (3:44)
8. The Holy Egoism of Genius (7:57)
12. Pause (2:30)

"Debussy no creía en Dios. No creía en el Sistema. No creía en el convencionalismo burgués. No creía en Beethoven o Wagner. Él creía en... Debussy."

El -hasta ahora- último álbum de los iconoclastas Art of Noise es este The Seduction of Claude Debussy (1999), uno de esos discos que encantará descubrir a quien no lo conozca y lea habitualmente este blog sobre músicas inusuales. Pertenece a ese subgénero dentro de los álbumes instrumentales que podríamos denominar "biografía sonora", como podrían serlo por ejemplo los trabajos de Alan Parsons sobre Poe y Gaudí, si bien gente tan creativa como la que firma este trabajo no se iba a limitar a unos cuantos temas escogidos como postales estáticas de la vida del personaje. Había una necesidad, dejando la idea inicial del álbum en manos de estos doctores Frankensteins de la música vanguardista, de enmarañarlo todo y sublimarlo a ese estado de perfección que solamente los productores metidos a músicos -y viceversa- llegan a alcanzar. ¡Y qué músicos!

Art of Noise: Lol Creme, Anne Dudley, Paul Morley y Trevor Horn.

"Debussy comprendió que una obra de arte, o un esfuerzo para crear belleza, siempre era recibido por algunas personas como un ataque personal".

Trevor Horn, Anne Dudley, Paul Morley y Lol Creme llevan la "biografía sonora" hasta una redefinición con este asombroso álbum conceptual sobre el músico impresionista francés Claude Debussy, uno de los principales eslabones entre la música del pasado y la que comenzó a realizarse a partir del siglo XX, y que es especialmente recordado por sus poemas sinfónicos El mar y Preludio a la siesta de un fauno, además de por varias obras para piano como su Arabesco y su Claro de Luna. No cabe duda de que The Seduction of Claude Debussy parte de una profunda admiración de este conjunto de cerebros musicales hacia el compositor, ya que la paleta de sonidos y texturas que componen el mosaico del álbum es abrumadoramente amplia, complejísima, y al mismo tiempo completamente accesible para el melómano de a pie. Por supuesto que el disco es tratado como toda una superproducción (según los miembros de Art of Noise, viene a ser como la banda sonora de una película que no existe), pero no cae en la clase de grandilocuencia estrepitosa que solía darse a los álbumes conceptuales de los años 70. Esto no es rock progresivo, sino música electrónica, contemporánea, tan desaforadamente actual que a once años de distancia todavía parece apta para publicarse mañana, o el año que viene, o el otro.

Rakim y John Hurt, voces destacadas en The Seduction of Claude Debussy.

"Odiaba aparecer en público. Odiaba dirigir. Odiaba tocar el piano en conciertos. Prefería los gatos a la gente".

Supongo que los seguidores de Art of Noise pensaron que este disco iba a ser un extraño experimento sonoro, teniendo en cuenta que en el primer single promocional, Metaforce, aparecía un tal Rakim, rapero de oficio. Rakim tiene su lugar en varios temas del disco, pero siempre como uno de tantos elementos como manejan Horn y los suyos, incluyendo ritmos bailables y arreglos clásicos que nos hacen preguntarnos hasta qué punto fueron grabados para la ocasión y no fueron simplemente sampleados de alguna vieja grabación del clásico francés. Uno de los platos fuertes de The Seduction es la presencia del célebre actor John Hurt (Alien, El hombre elefante, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal), que actúa como narrador en diferentes cortes del álbum, más añadiendo su propia voz como parte de la textura musical que simplemente aportando información biográfica. Aquí no se trata de contarnos la vida de Debussy al estilo de las enciclopedias, sino más bien de integrar algunas de sus piezas musicales más conocidas en temas actuales cercanos a la música electrónica de baile, poniendo de relieve su vigencia como visionario adelantado a su tiempo.

Claude Debussy

"Nadie ha llegado a estar seguro de si los recelos con que Debussy armaba su volátil sensibilidad eran causados por una insensibilidad salvaje, o por el sagrado egoísmo de los genios".

El disco comienza con Il Pleure (At the Turn of the Century), donde John Hurt nos cuenta cómo Debussy agonizaba mientras los alemanes bombardeaban París en 1918. Notas de piano y una soprano nos ponen en situación sobre lo lluvioso que estaba el día. Los ritmos D&B (Drum and Bass) hacen su aparición. Born on a Sunday, esta vez sobre el nacimiento del músico, tiene un mayor sabor operístico, aunque de nuevo con un ritmo propio de la música electrónica y el hip hop.

Born on a Sunday

Dreaming in Colour introduce un inequívoco componente jazzístico y un estilo vocal pop en uno de los temas más melódicos, prácticamente un "tema conductor" al que volveremos más adelante. Y qué bonito es. Abre la soprano otra vez On Being Blue, un tema cercano al mejor chill-out ibicenco. Continued in Colour es un breve regreso a Dreaming in Colour, y pasamos a Rapt: In the Evening Air y Metaforce, temas complementarios que mezclan melodías al piano con hip-hop, en el segundo caso con la voz de Rakim rapeando.

Vídeo oficial de Metaforce.

The Holy Egoism of Genius es el plato fuerte del álbum. Se trata de un tema en el que John Hurt va leyendo las frases con que he jalonado la primera parte de esta entrada, entre impresionantes desarrollos instrumentales que van creciendo en cada intervalo. Indescriptible es el cromatismo de estas creaciones de laboratorio, fluctuando entre lo épico, lo ultramoderno y lo exótico. La flûte de pan vuelve exquisitamente a la soprano y el piano, hasta que Metaphor on the Floor nos devuelve a la tierra con su ritmo dance de DJ.

Portada del single Metaforce.

Approximate Mood Swing No: 2, a modo de cierre del disco, es un tema mágico que nos recuerda los fragmentos más delicados que hemos escuchado del mismo, y además incluye en sus segundos finales un impagable tributo al clásico por excelencia de Art of Noise, Moments in Love. Pero el disco no termina aquí, sino que todavía quedan Pause, que es un remix lento de Il Pleure; y Out of This World (Version 138), lo más etéreo que se puede imaginar, una suavísima pieza ambient presentada por John Hurt con las palabras: "señoras y señores: el arte del ruido". Si el grupo no pensaba volver a publicar un disco, este tema bien podría ser un perfecto punto y final a su carrera.

Portada alternativa.

Para no seguir extendiéndome, decir que este es uno de los discos que más me han entusiasmado en mi vida, tanto por su brutal rebeldía hacia todo corsé genérico como por su originalidad y su poder evocador. No se parece a nada que haya escuchado antes ni después, y si tuviese que reducir la ya larga lista de discos que he recomendado a diez o doce, estaría entre ellos. Y si tuvieran que ser cinco o seis, también.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Enya - THE MEMORY OF TREES


2. Anywhere Is (3:58)
3. Pax Deorum (5:00)
4. Athair Ar Neamh (3:42)
5. From Where I Am (2:23)
6. China Roses (4:50)
7. Hope Has a Place (4:49)
8. Tea-House Moon (2:43)
10. La Soñadora (3:38)
11. On my Way Home (5:09)

El otoño, o casi el invierno, parece haber entrado este año con mucha fuerza. Desde hace unos días, este disco de Enya -tan asociada con la estación- me está rondando por la cabeza, y no necesariamente porque sea mi favorito de la irlandesa, sino sobre todo porque parece invitarnos a un rato de placidez frente a la chimenea. Las hojas secas y doradas, arrastradas finalmente por el viento y la lluvia, podrían susurrar al pasar tras nuestras ventanas, creando tal vez un ambiente parecido al que se respira en este disco. Se supone que la referencia a la espiritualidad arbórea que sugiere su título tiene un cariz céltico-druídico y hasta neopagano, entendiendo lo último en el peor sentido posible de la expresión (todo aquello de la diosa madre y Las brumas de Avalon), pero sinceramente no creo que Enya haya pretendido nunca meterse en camisas de once varas con sus obras.

Contraportada del álbum.

The Memory of Trees (1995) es el disco que devolvió a Enya a la actualidad musical después de los cuatro largos años transcurridos desde Shepherd Moons (1991), quedando asumido para entonces que Enya se tomaría su tiempo entre álbum y álbum, y que para cuando llegase el próximo tocaría otra larga espera. "La memoria de los árboles" es, no obstante, uno de los discos en los que el sonido de la compositora menos evolucionó respecto al anterior. Estamos hablando de un trabajo de enorme calidad, por supuesto, pero tanto yo como aquellas personas con quienes lo comenté a su salida estuvimos de acuerdo en que esperábamos algo más. Más intenso. Más arriesgado tal vez. El crítico que comenta el disco en Spotify lo acusa de ser dulce pero carente de alma, además de otras lindezas que me llevaría un buen rato reproducir. El caso es que Enya vuelve a ser objeto de ataques por la supuesta superficialidad de su música.

Las imágenes del álbum se inspiran en un cuadro de Maxfield Parrish (derecha).

Pero también es verdad que este álbum gana con cada nueva escucha, y personalmente, tengo una teoría sobre esa leve decepción (repito, leve) que nos produjo a muchos The Memory of Trees: que sus singles principales, Anywhere Is y On my Way Home no son nada del otro mundo, sobre todo el primero, demasiado simple y hasta machacón en su ritmo y melodía. En comparación, hits anteriores como Orinoco Flow o Caribbean Blue son enormemente más resultones; y es evidente que en una industria musical que se basa como poco al 50% en la propaganda mediante anuncios en la tele y videoclips (Enya, recordemos, es la más comercial de todos los artistas new age habidos y por haber) el primer lametón a la piruleta iba a dejarnos su impronta en la lengua hasta que chupáramos el palito. Pero...

Portada del single Anywhere Is.

...Pero resulta que The Memory of Trees es, a mi juicio al menos, una apuesta bastante más rica que la que se percibe en una escucha superficial del mismo. Como en todo disco de Enya, nos encontramos tanto temas rápidos y potentes como otros lentos y elegantes, más new age; y es precisamente en The Memory of Trees, intencionadamente o no, donde los segundos destacan sobremanera por encima de los primeros. Aparte de Anywhere Is y On my Way Home hay otros temas fácilmente radiables en este disco como China Roses, pero no son nada si los comparamos con bestialidades como La Soñadora (cantada en español, aunque admito que yo no entiendo nada) y sobre todo Hope Has a Place, que es seguramente una de mis canciones favoritas en términos absolutos y que es capaz de erizar los vellos con sólo pensar en ella. Lo de Hope Has a Place es simplemente inhumano, y quien no se ponga a escucharla mientras lee el resto de la entrada no sé en qué está pensando. Tampoco están nada mal Athair Ar Neamh, inevitable rendición gaélica del álbum, y Once You Had Gold, a medio camino entre la comercialidad y el intimismo.

Y la portada de On my Way Home.

No están del todo bien integradas en el conjunto, para mi gusto al menos, Pax Deorum (demasiado oscura y fría) y los instrumentales From Where I Am y Tea-House Moon, y ese es otro de los problemillas que encontré en el disco: lo desafortunado de la ordenación de sus temas. Aparte de los mencionados, destaco en este sentido lo mal que entra Anywhere Is tras el instrumental inicial, el estupendo The Memory of Trees, que promete algo distinto. La combinación no pega ni con cola. China Roses se me hace muy pesada y sosa, y On my Way Home no hace más que cerrar el álbum con un matiz navideño que suena a "anexo" más que a "epílogo", y que contiene incluso un pequeño auto-homenaje.

Videoclip de Anywhere Is.

Videoclip oficial de On my Way Home.

Resumiendo, podríamos decir que el cuarto (¿cuarto?) disco de Enya no sobresale por su valor en conjunto, sino sobre todo por las gemas que contiene, un poco escondidas hacia la zona central del trabajo y detrás de unos singles que por lo menos a mí me supieron a poco. Una cosa tengo clara, y es que si alguna vez me apetece escuchar algo de Enya en su vertiente calmada, soñadora y un tanto exótica, seguramente optaré por algún tema de The Memory of Trees.

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