miércoles, 27 de septiembre de 2023

Richard Wright - WET DREAM


1. Mediterranean C (3:42)
2. Against the Odds (3:57)
3. Cat Cruise (5:14)
4. Summer Elegy (4:53)
5. Waves (4:19)
6. Holiday (6:11)
7. Mad Yannis Dance (3:19)
8. Drop In from the Top (3:25)
9. Pink's Song (3:28)
10. Funky Deux (4:57)

Otra novedad reciente ha sido la reedición del primer álbum en solitario de Richard Wright, con una nueva mezcla a cargo de Steven Wilson para celebrar el 80 cumpleaños del mítico teclista de Pink Floyd, fallecido en 2008. El disco se llama Wet Dream, se publicó originalmente en 1978 y es un disco francamente interesante que, según parece, en su momento pasó bastante desapercibido y busca ser recuperado en unos años en los que el aura mítica del cuarteto londinense está en lo más alto.

Richard Wright en una foto de la época.

El polifacético Julián Ruiz comentaba hace una eternidad, hablando de un disco en solitario de Mick Jagger, que los fans de las grandes bandas de la música popular suelen castigar a los miembros de éstas que lanzan material en solitario, ante el temor a veces irracional de que tengan éxito y las bandas se desintegren. Supongo que hay una parte de lógica en esto, aunque también hay que admitir que en el caso de Pink Floyd no todos los trabajos de sus miembros fueron "castigados". En todo caso, es verdad que les fue mejor en momentos en los que la banda estaba real o supuestamente separada. Antes del fatídico tour de The Wall, tres de los cuatro (excepto Nick Mason, que esperó a 1981) habían lanzado trabajos en solitario, y en mi opinión este Wet Dream es el más destacable.

Despliegue de portada y contraportada.

Lógicamente, ser miembro de algo tan top como Pink Floyd tiene sus ventajas incluso cuando vas por libre. Aprendes cosas de los demás, haces lucir las tuyas y todo funciona bien. Se percibe que Wet Dream es un intento de hacer algo parecido a lo que hacía el grupo, pero filtrado por la visión personal de Wright. Es una variante ligera, agradable, un poco comercial pero al mismo tiempo exploratoria (es un disco casi del todo instrumental), del sonido asociado a la banda. No es solo la portada de Hipgnosis, son también los títulos de algunos temas y el saber que Wright lo grabó en un pueblo paradisíaco del sur de Francia lo que nos induce a sentir que es una obra que inspira un sentimiento vacacional.

Despliegue del interior del vinilo.

Richard Wright, como británico y miembro de unos Pink Floyd que en algún momento se declararon fans de los Monty Python, tenía seguramente un fino sentido del humor, y de ahí que tanto el título "Sueño húmedo" como muchos títulos de temas contengan ocurrentes juegos de palabras. Comienza Wet Dream con el instrumental Mediterranean C (que se lee "Mediterranean Sea", mar Mediterráneo, y que también habla de la nota C, do mayor en la nomenclatura inglesa), con un gran desarrollo de saxofón de Mel Collins, habitual de King Crimson. La melodía es muy Wright y el ritmo tiene un matiz a lo Alan Parsons.

Mediterranean C

Against the Odds ("Contra todo pronóstico") está protagonizada por la voz de Wright. Es un tema delicado con un desarrollo maravilloso de guitarra en su último tramo, a cargo de Snowy White. Cat Cruise ("Crucero para gatos") es otro instrumental con el saxofón luciéndose a fondo y con unos efectos electrónicos que pueden recordar, con un poco de imaginación, a maullidos. En Summer Elegy ("Elegía veraniega") vuelve la voz de Wright y la guitarra -esta vez eléctrica- de White, que con razón fue contratado años después por Roger Waters para tocar las partes de David Gilmour en sus conciertos. La primera cara del vinilo termina con Waves ("Olas"), instrumental a medias entre los teclados, el saxo y una batería eficiente a cargo de Reg Isidore.

Summer Elegy

Con la sencilla y más o menos pegadiza Holiday comienza la segunda mitad del disco. Mad Yannis Dance ("La danza del loco Yannis") es de lo más experimental del disco en lo que a composición se refiere, aunque no se sale de los instrumentos ya utilizados en temas anteriores. Empieza después otro instrumental, Drop in from the Top ("Déjate caer desde lo alto"), una pieza simpática dominada por el órgano Hammond solista y la guitarra eléctrica. El último tema cantado del disco es Pink's Song ("Canción de Pink", quién sabe si refiriéndose al personaje tipo ópera rock con el que Waters andaría trabajando entonces), que en algún momento suena como algún fragmento de The Division Bell que no termino de recordar. Fue coescrito por la entonces esposa del músico, Juliette Wright. El álbum concluye con Funky Deux, que de nuevo me recuerda por su esquema rítmico un poco "funky" y su uso del piano eléctrico al estilo de Alan Parsons, quizá filtrado a través de alguna pieza de The Dark Side of the Moon.

Drop in from the Top

Steven Wilson afirma que Wet Dream merece ser considerado un álbum perdido de Pink Floyd, al estilo de aquellos discos de miembros de Genesis en los setenta en los que participaba casi toda la banda de tapadillo, aunque yo creo que aquí eso es ir demasiado lejos. Y no me refiero a la calidad, que es muy alta, sino a que se aprecia que el álbum es simplemente algo que a Richard Wright le apetecía hacer. Desprende un aroma de dulce nostalgia que funciona bien de principio a fin y es un trabajo que puede disfrutarse sin pausas, de una sentada. El segundo álbum de Wright, el muy apreciado Broken China, llegaría casi veinte años después, en 1996. Es una obra mucho más oscura, nada menos que un álbum conceptual sobre la lucha contra la depresión, y la verdad es que ambos trabajos forman un doblete bastante llamativo por su contraste temático.

Portada de la nueva reedición de 2023.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Joe Hisaishi - A SYMPHONIC CELEBRATION. MUSIC FROM THE STUDIO GHIBLI FILMS OF HAYAO MIYAZAKI


1. Nausicaä of the Valley of the Wind (10:12)
2. Kiki's Delivery Service (9:06)
3. Princess Mononoke (7:27)
4. The Wind Rises (6:17)
5. Ponyo on the Cliff by the Sea (9:35)
6. Castle in the Sky (5:31)
7. Porco Rosso (4:26)
8. Howl's Moving Castle (12:06)
9. Spirited Away (7:25)
10. My Neighbor Totoro (8:30)

Piensa uno que, llegado a una edad, ya no va a descubrir nada en el mundillo de la cultura popular que pudiese gustarle y que haya pasado por alto. No es que desconociese la fama de genio del animador japonés Hayao Miyazaki, pero nunca me había parado a ver sus películas con detenimiento hasta que hace unos meses tuve una verdadera experiencia mística con la maravillosa Mi vecino Totoro, que ha puesto a Miyazaki en mi vitrina permanentemente. En mitad de ese dulce proceso de ver poco a poco su filmografía (y otros trabajos del Studio Ghibli), me he encontrado con que el pasado mes de junio se ha publicado el álbum que hoy nos ocupa.

Mi vecino Totoro

A Symphonic Celebration. Music from the Studio Ghibli Films of Hayao Miyazaki (2023) es una exquisita, impresionante revisión sinfónica de las bandas sonoras que ha compuesto Joe Hisaishi para las películas dirigidas por Miyazaki desde hace ya casi cuarenta años. Es verdad que las grabaciones originales eran casi del todo clásicas, pero también incluían canciones y arreglos pop que aquí reciben muy acertados tratamientos para orquesta -y coro, y soprano- por parte del propio Hisaishi. La orquesta es nada menos que la Royal Philharmonic Orchestra y la grabación ha sido publicada por el prestigioso sello Deutsche Grammophon. La propia portada del disco es bellísima, uno de los típicos paisajes con cielos nubosos que suelen decorar los álbumes de música clásica de toda la vida, solo que en este caso es una ilustración con el inconfundible estilo de diseño y color del Studio Ghibli.

Joe Hisaishi, en la contraportada del CD.

De belleza va la cosa, porque la experiencia de escuchar el álbum de cabo a rabo es arrebatadora. De un preciosismo que te deja alucinado. Es verdad que la cultura japonesa, sobre todo cuando se mueve en el ámbito infantil, a veces cae en lo ñoño, pero entre que Hisaishi siempre ha mantenido un nivel compositivo tan alto que se aparta de estos riesgos, y que el enfoque propio de las bandas sonoras orquestales al estilo occidental les aporta una carga épica considerable, incluso las piezas más claramente "para niños" son una gozada. Las intervenciones vocales (cantantes líricas y coros) y de instrumentos solistas como piano, violín, trompeta y mandolina, aportan colorido y variedad al conjunto. Cada película tuvo en su origen un enfoque temático distinto por parte de Hisaishi, y logra mantenerlo en estos temas incluso después de pasarlo todo por el filtro del arreglo sinfónico.

The Bird Man, de Nausicaä del valle del viento.

Hay cortes de todas las películas de Miyazaki/Ghibli: Nausicaä del valle del viento (1984), El castillo en el cielo (1986), Mi vecino Totoro (1988), Nicky, la aprendiz de bruja (1989), Porco Rosso (1992), La princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001), El castillo ambulante (2004), Ponyo en el acantilado (2008) y El viento se levanta (2013). Sirve también el álbum, supongo, para promocionar la esperada nueva película del director, El chico y la garza, estrenada en julio de 2023 en Japón y pendiente de estreno en la mayoría de los demás países. En el reverso del CD se especifica el título de las películas y los temas van agrupados como pequeñas "suites", aunque en la edición digital parece que éstas se han dividido en cortes más breves, entiendo que con los mismos títulos que aparecían en las versiones originales de las BSOs.

Merry-Go-Round of Life de El castillo ambulante, en un vídeo promocional.

¿Qué destacar? Es un álbum laaaargo en el que puedes sumergirte por completo, satisfactorio del primer minuto al último. No quitaría nada, pero temas como The Legend of the Wind y The Bird Man, ambos de Nausicaä, son especialmente geniales en su contexto de fantasía épica, así como también lo son The Legend of Ashitaka de La princesa Mononoke y su importante toque tradicional japonés, la casi jazzística única pieza aquí recogida de Porco Rosso, titulada Bygone Days, y el pegadizo tema final My Neighbor Totoro. Llevo tarareándolo una semana, maldito sea.

My Neighbor Totoro, en una interpretación en concierto de hace unos años, 
con más o menos el mismo arreglo y una sorpresa al final del vídeo.

Curiosamente, hay una edición especial del álbum que contiene un segundo CD con solo dos temas, una especie de doble bonustrack que seguramente no cabía en el primer disco. Considerando que su precio aumenta solo en dos o tres euros, que consiste en dos memorables interpretaciones con piano solista de temas de El castillo ambulante (Merry-Go-Round of Life) y El viaje de Chihiro (One Summer's Day) y que A Symphonic Celebration va a ser -puedo apostar- lo más esplendorosamente hermoso que habrás escuchado en mucho tiempo, recomiendo totalmente la compra del CD doble.

domingo, 13 de agosto de 2023

John Williams - INDIANA JONES AND THE DIAL OF DESTINY


1. Prologue to Indiana Jones and the Dial of Destiny (6:00)
2. Helena's Theme (3:30)
3. Germany, 1944 (4:42)
4. To Morocco (3:21)
5. Voller's Return (3:06)
6. Auction at Hotel L'Atlantique (2:58)
7. Tuk Tuk in Tangiers (3:35)
8. To Athens (2:17)
9. Perils of the Deep (2:31)
10. Water Ballet (4:53)
11. Polybius Cypher (2:39)
12. The Grafikos (4:39)
13. Archimedes' Tomb (3:01)
14. The Airport (4:46)
15. Battle of Siracuse (2:50)
16. Centuries Join Hands (3:02)
17. New York, 1969 (4:17)
18. Helena's Theme (for Violin and Orchestra) (4:59)

Con la nueva película de Indiana Jones, John Williams se ha convertido momentáneamente en Jerry Goldsmith. Esto no significa que haya cambiado el estilo que lo caracteriza, ni estoy hablando de una bajada de nivel creativo desde la cúspide a un nivel más bajo del pedestal olímpico de las bandas sonoras (en este caso los fans de Goldsmith se me echarían al cuello, y con razón). No voy por ese camino. Me refiero a que, como tantas veces le sucedió al maestro Goldsmith, la música de Williams es de lo poco que podemos defender en una película para olvidar.

En efecto, comprobamos que el nombre de John Williams siempre aparece destacado en las críticas de Indiana Jones y el dial del destino, y siempre para bien, ante la ausencia de Steven Spielberg, George Lucas y otros creativos que, incluso en la que se pensaba que iba a ser recordada como su peor entrega (Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, 2008), dieron algo de encanto a la película o al menos la dejaron en situación de ser reevaluada más positivamente con los años. Sobre esta quinta, entiendo que a algo hay que agarrarse cuando se opta por tratar a un Indy anciano como si fuese una momia quebradiza cuyo rol es mayormente pasivo, sin capacidad de acción ni de decisión; cuando las escenas de acción son aburridas y repetitivas; cuando se intenta con obvia torpeza sustituir a un icono universal del cine por un topicazo millennial viviente salido de ninguna parte, que lo sabe todo y que lo hace todo mejor que él; en definitiva, cuando se arrastran los despojos de Indiana Jones por el fango con la sola intención de seguir mercadeando con futuribles subproductos derivados para estrenar en Disney+. Nos queda poco a lo que agarrarnos, y ahí está John Williams.

John Williams

Al parecer, el director James Mangold pensaba encargarle a Williams un tema nuevo, como ocurrió con la película de Han Solo o la serie de Obi-Wan Kenobi, pero el compositor se vino arriba y compuso la BSO completa por iniciativa propia. 67 minutos y pico en el álbum oficial. Y tanto le gustó entrar en faena de nuevo que, según unas declaraciones suyas, decidió olvidar su plan de jubilarse. Eso sí, anunció que éste sería su último trabajo para Indiana Jones del mismo modo que ya cerró su participación en Star Wars.

Siguiendo con la referencia a Goldsmith, la BSO de Indiana Jones y el dial del destino, escuchada por separado, parece corresponder a una película mejor y más divertida que la que unos cuantos (no muchos) hemos visto en el cine. Es cierto que el mayor defecto de la música de Williams radica en que muchas de sus piezas incidentales tienen poca razón de ser si no acompañan a las imágenes, y la partitura que nos ocupa no es una excepción. Lo que esta vez llama la atención es cómo se las ha podido ingeniar este buen hombre para componer música incidental trepidante cuando muchas escenas de aventuras son apenas dignas de una "escape room". Como mucho, se puede admitir que la aventurilla inicial y la persecución en Marruecos sí están más o menos a la altura de los temas correspondientes, Germany, 1944Tuk Tuk in Tangiers. En el resto de la película, casi se imagina uno a Williams haciendo palanca con la batuta para levantar la cosa, para que parezca que un pobre acertijo de sobremesa tipo Dan Brown se asemeje a la escena de las vagonetas de El templo maldito. Y el montaje de sonido no ayuda, ya que algunas de las mejores piezas musicales apenas se escuchan.

Helena's Theme, con Ann-Sophie Mutter.

Inevitablemente, el tema principal de la película corresponde a la ahijada postiza de Indy, Helena Shaw. Williams compone para ella un tema sensual, como de mujer fatal, con alguna influencia del que creó para la villana soviética de La calavera de cristal pero con un matiz irónico, enfatizando el carácter impredecible y la moral cambiante de Helena. Contrasta este enfoque glamuroso, como de otra época, con la evidencia de que Helena Shaw es un pobre arquetipo coyuntural. El propio James Mangold le dijo a Williams que un tema así era quizá excesivo para ella, pero el musico no rectificó. Aparte de como leitmotif ocasional (magnífico en To Athens), Helena's Theme aparece en el álbum en dos versiones de concierto: una para orquesta en la segunda pista, justo después del Prologue, y otra al final del disco, en la que se añade el violín solista de la insigne Anne-Sophie Mutter. John Williams y Mutter habían colaborado anteriormente en un álbum a dúo (Across the Stars, 2019) y en varias grabaciones en vivo, incluyendo la premiere del Concierto para violín Nº 2 de Williams y el debut de éste con la Filarmónica de Viena.

Versión en single (digital) del tema central de la película.

Además de un discreto tema inquietante para el villano Voller y otro con un toque griego para la trama de Arquímedes, muchos temas recurrentes de El dial del destino son originales de películas previas (sobre todo de la primera) exquisitamente adaptados y orquestados con la ayuda de William Ross. Hay alguna melodía antigua correspondiente a nazis en Germany, 1944 y se recurre en un par de ocasiones al tema de Marion de En busca del arca perdida. Por supuesto, también escuchamos aquí y allá The Raiders March, destacando su interpretación ligeramente ralentizada en el tema de los créditos finales, New York, 1969. Da la impresión de que Williams ha querido darle un toque solemne a esta "última" interpretación de tan emblemático tema, por aquello de ser la despedida del personaje, pero una vez más queda en evidencia la pobreza de un guión que ni siquiera en su final, que se suponía épico y sorprendente, consigue ser poco más que una golosina romántica para nostálgicos.

New York, 1969

La quinta partitura de John Williams para Indiana Jones, dirigida por él mismo y William Ross al frente de la San Francisco Symphony, es muy buena. Otro pequeño milagro de un músico que con más de 90 años no tendría por qué estar a este nivel, aunque es cierto que esta BSO no es tan prolija en temas nuevos como las anteriores y esto la convierte en relativamente "prescindible" en comparación, salvo que seas seguidor de Williams y necesites tenerla en tu colección. No nos lo han puesto fácil en el emporio Disney, ya que se debería haber publicado con normalidad en CD, pero sólo se fabricó una tirada limitada que se agotó hace semanas, en preventa exclusiva en su web. Ahora hay tres opciones: conseguir la edición digital y esperar a que se edite una nueva tanda de CDs en el futuro, comprar en preventa el doble vinilo que sale en octubre y cuesta unos 42 euros mas envío y aranceles desde EEUU, o irse a EBay para que los de siempre te la ofrezcan sin desprecintar (la compraron solo para especular) a 200 euros como mínimo. 

En todos los sentidos, está claro que Disney/Lucasfilm no está por la labor de complacer a su público, ni siquiera cuando sonreímos con la tarjeta de crédito en la mano. Si no fuese por lo bien que me cae Harrison Ford y por todo lo dicho sobre este gran trabajo de John Williams, estaría feliz fingiendo que esta película nunca ha existido.

miércoles, 12 de julio de 2023

Tangerine Dream - RAUM


1. Continuum (7:08)
2. Portico (6:44)
3. In 256 Zeichen (19:10)
4. You're Always on Time (8:08)
5. Along the Canal (5:29)
6. What You Should Know About Endings (6:55)
7. Raum (14:54)

Superado ya ese tenso momento del fin del curso escolar, me atrevo a volver por estos lares para comentar un disco que me sorprendió gratamente y tenía en el cajón desde hace meses. Se trata de Raum (2022), el segundo álbum de estudio de Tangerine Dream tras la pérdida del pionero Edgar Froese.

Se podría decir que Tangerine Dream, desde el momento en que muere Froese en 2015, tenía todas las papeletas para convertirse en una banda tributo, un dinosaurio en el peor sentido del término, ya que otras bandas "fósiles" suelen tener a un fundador de la banda original, o al menos a un representante de alguna de las épocas doradas todavía en activo. TD resurge ahora como nombre de marca, como concepto quizá, una formación con carácter transgeneracional, porque se ha producido -entiendo yo- un fenómeno un tanto peculiar: el sonido de Tangerine Dream ha dejado de depender de quién forma parte de la banda.

El EP Probe 6-8, publicado antes que el álbum, ya incluía material de éste.

Resulta que los Tangerine Dream llevan publicados, con este, 74 discos de estudio. Han tenido tiempo y lugar de sobra para establecer un estilo propio y reconocible, asimilando con naturalidad la entrada y salida de componentes, hasta un punto en el que cualquier aficionado con el equipo musical adecuado puede crear algo que lo imite. También hay que decir que una discografía tan exageradamente abultada da pie a pensar que no todo lo que han publicado puede mantener un nivel alto. Aunque estoy mucho más familiarizado con los "Pink Years" y la etapa Virgin, sé que desde finales de los años noventa, TD ha lanzado tanto material al mercado (conciertos, recopilaciones de material de archivo, estuches de coleccionismo, remezclas, regrabaciones...) que solo un verdadero fan ha podido ser capaz de estar al día. Muchos títulos han pasado por el escaparate sin que algunos seguidores potenciales hayan llegado a enterarse siquiera de su existencia.

Los TD actuales: Quaeschning (el nuevo líder), Yamane y Frick.

En este momento, Tangerine Dream está constituido por Paul Frick, Thorsten Quaeschning y Hoshiko Yamane. Los dos primeros se encargan de los sintetizadores y secuenciadores, y la tercera de los elementos de cuerda. Sin menosprecio hacia ellos y por todo lo escrito anteriormente, seguramente Raum no debería ser tan bueno. Es uno de los mejores discos de TD que he escuchado, produciéndose algo parecido a lo que le ocurrió al álbum póstumo de Klaus Schulze, que suena mejor y más acorde a los tiempos que nunca pese a que contiene esencialmente lo mismo que hace cincuenta años.

You're Always on Time ("Siempre llegas a tiempo").

En Raum ("Espacio") encontramos los clásicos desarrollos largos, más secuenciales que melódicos, que hicieron tan especiales a clásicos como Rubycon o Ricochet, solo que con un toque sutil en los ritmos que les aporta modernidad. Parece que el miembro más reciente de TD, Paul Frick, tiene experiencia en la música urbana. Pero el álbum se recrea en lo cósmico, elegante, sutil y casi siempre minimalista, sin esa impresión que dejan algunos artistas electrónicos actuales de querer ser reclutados para macrofiestas universitarias. No es la clase de música que pueda describirse con palabras, pero si hay que describir algunos cortes destacables, me quedo con el vibrante Continuum (podría ser la pieza perfecta para iniciar a un novato), You're Always on Time y su melodía épica que suena a himno futurista, el cristalino y "acuático" Along the Canal y el largo In 265 Zeichen, de estructura casi sinfónica, con otro fragmento melódico muy logrado y con un toque de violín en un fragmento que le viene al pelo. 



Los singles You're Always on Time, Raum y Portico, además de la imagen de Contraportada.

No se quedan atrás tres piezas de Raum que, al parecer, el propio Edgar Froese dejó a medio grabar. Han sido utilizadas en los temas 2, 6 y 7: el urgente Portico (peligrosamente convertible en pieza de baile a poco que caiga en malas manos), el atmosférico What You Should Know About Endings, y el tema homónimo al álbum, que tiene un toque retro muy interesante, a ratos a lo Phaedra. Pero no diría yo que el álbum sea tan estupendo únicamente porque se haya exprimido este material legado por Froese. Es difícil encontrar elementos que cohesionen todos los cortes del disco con claridad, pero al final queda la impresión de que no hay desniveles en los casi 70 minutos que dura la obra, con o sin la presencia del fundador en cada segmento. Sabiamente, y quizá como una inteligente guinda para este sabroso pastel, se ha utilizado una portada que recuerda a épocas clásicas de la banda. La foto es de Edgar Froese y el diseño general, de su viuda Bianca.

Terminamos con el EP Probe 6-8, que adelantaba el álbum unos meses antes de su publicación. Contiene un tema no incluido en Raum, Para Guy, y varios remixes interesantes. 

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