lunes, 26 de septiembre de 2011

Pink Floyd - THE DARK SIDE OF THE MOON


1. Speak to Me (1:30)
2. Breathe (2:49)
3. On the Run (3:30)
4. Time (6:53)
5. The Great Gig in the Sky (4:45)
6. Money (6:30)
7. Us and Them (7:34)
9. Brain Damage (3:50)
10. Eclipse (1:45)

Hoy se ha publicado la primera tanda de remasters de Pink Floyd dentro de la campaña Why Pink Floyd? y, aunque no hace mucho comenté un disco de la banda, no me he resistido a analizar el disco estrella de esta tanda: The Dark Side of the Moon, la gran obra maestra -que no la única- del cuarteto británico. Se trata de uno de los dos o tres álbumes más famosos e influyentes en la historia de la música popular, uno de los mayores iconos de esta, y a todo el mundo le suena en mayor o menor medida (esa portada, por ejemplo); por lo que no pretendo arrojar sobre él más luz que la que críticos y expertos de todo tipo han aportado desde su publicación en 1973. No obstante, tratándose de una obra fundamental y que se ajusta perfectamente a los contenidos del blog, viene muy bien darle un repaso general para quienes todavía no la conozcan. 

Roger Waters, David Gilmour, Nick Mason y Rick Wright.
The Dark Side of the Moon sigue siendo un relativo misterio a casi cuarenta años de su publicación. A menudo se ha dicho de él que supuso un antes y un después en la música, y estoy bastante de acuerdo.  A mediados de los setenta ya habían salido al mercado algunos álbumes de "art rock" de gran peso, a cargo de gente como Jethro Tull (Aqualung, 1971; Thick as a Brick, 1972) o Genesis (Trespass, 1970; Foxtrot, 1972), y también podemos citar a The Beatles, cuyo Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) viene a ser considerado el primer gran álbum conceptual de la historia, si bien es un antepasado algo discutible de lo que se hizo en los setenta.

Fotografía interior de una de las ediciones en CD.
Algo tenía The Dark Side que lo hacía distinto, peculiar y muy innovador. Es verdad que con los años la música pop-rock se ha vuelto en general bastante prosaica, monótona, pero no podemos olvidar que en los setenta era el entretenimiento número uno a nivel económico, por encima incluso del cine o la televisión, y el éxito de discos como este tuvo un gran calado a nivel generacional. Hablamos del disco como obra total, como expresión artística máxima de la cultura de masas, y The Dark Side of the Moon fue una revolución técnica y creativa que aupó al rock progresivo a la cresta de la ola de los gustos populares.

Imagen de la contraportada original.
Si bien otros álbumes conceptuales poseían una cualidad algo opaca, como para gente muy preparada, este álbum de Pink Floyd debió resultar francamente accesible para el público medio, cosa sorprendente al venir precisamente de una banda un tanto hermética que había dado a luz obras bastante enrevesadas y psicodélicas. No hay en él suites de rock progresivo tan ampulosas como la de Atom Heart Mother, ni inventos tan arriesgados como el disco de estudio de Ummagumma, aunque la complejidad técnica de The Dark Side of the Moon fue enorme. El grupo y su ingeniero de sonido en los estudios Abbey Road, Alan Parsons (el del posterior Project), se centraron en dos líneas a este respecto: la perfección sonora en cuanto a nitidez del sonido por un lado, y la experimentación con nuevas tecnologías por el otro. The Dark Side es conocido entre otras cosas por lo compleja que fue su grabación, intercalada con giras promocionales, la famosa película-concierto del grupo en Pompeya e incluso una banda sonora editada en LP como Obscured by Clouds, todo ello mezclado con la obsesión habitual por la afinación de los instrumentos y algunas paradas -más de la cuenta- para ver la tele y, supongo, echar un cigarrito de los sabrosos. Tampoco faltarían las discusiones sobre el contenido conceptual del trabajo, que Wright, Mason, Gilmour y sobre todo Waters terminaban convirtiendo en diatribas filosóficas considerables.

Contraportada de una edición en CD.
Lo sorprendente de The Dark Side of the Moon es que, a pesar de todo el trasiego que supuso su gestación tortuosa, funciona como la seda a la hora de entrar por el oído a la primera de cambio. Mientras que esos álbumes conceptuales que comentábamos antes (e incluso obras anteriores de Pink Floyd) eran como hermosos coches clásicos tipo Rolls-Royce, llenos de emblemas cromados y de aspecto imponente, The Dark Side of the Moon resultó ser un deportivo negro y brillante, una bala aerodinámica cuyas únicas filigranas quedaban ocultas bajo el capó, en un motor inimaginablemente complejo. Perfecto.

Vídeo oficial de Money.

Y aquí el de Time.

¿Y en qué consiste el álbum? Corto el rollo. The Dark Side of the Moon es un trabajo conceptual sobre la condición humana y sus aspectos más negativos, como son la apatía, la avaricia, la discriminación y la locura. Cada una de las dos caras del vinilo puede entenderse como una composición unificada, con todos los temas enlazados hábilmente unos con otros, y con interludios instrumentales que le dan empaque. ¿Es un álbum vocal con amplios pasajes instrumentales? ¿O se trata realmente de una obra de rock progresivo instrumental con pasajes cantados? Ambas posibilidades pueden ser defendidas con la misma vehemencia y con argumentos a los que asirnos, pero yo opto por la mezcla. Creo que The Dark Side of the Moon es una obra musical sin etiquetas que no contiene estrictamente canciones ni suites instrumentales, sino que utiliza el lenguaje del rock y todas sus posibilidades, desde guitarras y baterías a varios tipos de voces, pasando por sintetizadores de los de entonces y muchísimos sampleados de voces y sonidos (¿música concreta?), poniéndolo todo a un mismo nivel para completar una experiencia musical de unos 45 minutos que se disfruta al escucharla de cabo a rabo sin pausas.

po-pom
Abre el álbum Speak to Me, con un corazón latiendo de un modo parecido al sónar de Echoes. En un instante nos metemos explosivamente en Breathe (in the Air), una pieza de rock más o menos convencional cuyo ambiente melancólico va estableciendo el tono del álbum. On the Run es el primer experimento de gran calado, con el sonido de alguien corriendo y jadeando mezclándose con efectos sonoros sintéticos casi propios de los Tangerine Dream; su final nebuloso concluye con el tic-tac de varios relojes en los que suena el despertador de forma atronadora. Estamos en Time, una de las claves del disco, un tema vocal bastante potente con solos de guitarra antológicos por parte de Gilmour y una introducción instrumental-cósmica que podría ser precedente del siguiente álbum Wish You Were Here y su joya Shine On You Crazy Diamond. La orgásmica The Great Gig in the Sky cuenta con la sensual voz en grito de Clare Torry (que es blanca, pese a lo que pueda parecer) en lo que podría ser, según he leído, una evocación musical de la muerte.

po-pom, po-pom
La segunda cara se abre con el que fue primer single, Money, un tema muy popular que incluye efectos sonoros de cajas registradoras y monedas, y que versa sobre las posibilidades de consumo -que no de plenitud personal- que otorga una buena cartera. Como su nombre sugiere, Us and Them ("Nosotros y ellos"), cumbre del disco para mi gusto y obra de Rick Wright, trata sobre la mala costumbre que tenemos las personas de distinguir entre estos y aquellos, los que son como nosotros y los que no. Aplíquese si se quiere a las clases sociales, las razas, las ideologías, etc. Any Colour You Like, obra casi exclusiva del batería Nick Mason, emplea tanto solos de guitarra muy psicodélicos como efectos electrónicos logrados con el sintetizador EMS VCS 3. El álbum concluye con dos temas que bien podrían haber sido uno solo: Brain Damage y Eclipse. El primero es una descripción musical bastante curiosa de la locura, con carcajadas sonando aquí y allá por gracia del sonido estéreo y en homenaje a Syd Barrett; y el segundo, que lleva el título que se barajó en principio para el álbum, es una especie de himno grandioso y conclusivo que, siento decirlo, para mi gusto concluye el disco de una manera que sabe a poco. Está muy bien, pero podría haber estado un poquillo mejor.

   Portadas de dos ediciones en CD y HDCD.

The Dark Side of the Moon es uno de esos discos que hay que oír por lo menos una vez en la vida. ¿Por qué? Por la cantidad de detalles que oculta en forma de sampleados dispersos por todas partes, por las leyendas que atesora, como su extraña sincronización con algunas escenas de la película El mago de Oz, y sobre todo porque incluso hoy en día sigue siendo un ejemplo apabullante de producción musical y calidad de sonido. La nitidez de las guitarras y baterías es tal que parece que van a salir David Gilmour y Nick Mason de algún túnel secreto tras los muebles de la habitación donde tienes el equipo de música, y esto se implementa con las muchas remasterizaciones que se han llevado a cabo sobre él, algunas incluso en 5.1, que deben ser impresionantes. La edición aparecida hoy, en su formato Experience contiene un segundo CD con el álbum completo grabado en directo en Wembley. Muy buen concierto, aunque es tan fiel al disco que quizá habría sido mejor añadir al pack un compacto con demos o piezas eliminadas, para aportar algo más original. Veremos qué tal está la edición mega-carísima-completísima Immersion, que lleva merchandising de todo tipo para los absolutamente fanáticos. Menos mal que en un par de días se habrá filtrado de lo lindo a la Red.


Documental sobre "cómo se hizo".

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Michel Huygen - EN BUSCA DEL MISTERIO



1. En busca del misterio (Titles) (2:13)
2. Apertura de consciencia (3:02)
3. Túneles misteriosos (4:49)
4. Ahus (2:53)
5. Más allá (2:37)
6. Isla de Pascua (2:59)
7. Arqueología futura (2:30)
8. Cirujanos del más allá (2:31)
9. El ombligo del mundo (2:46)
10. Los desencarnados (4:00)
11. Moais (3:41)
12. ¿Qué sucede? (2:12)
13. Atlantis (1:33)
14. En busca del misterio (Theme) (3:19)

En 1989, los célebres ufólogos y expertos en lo desconocido Fernando Jiménez del Oso y J. J. Benítez rodaron un programa documental a lo largo del continente americano que se tituló En busca del misterio, y que debió ser algo parecido a lo que años después realizaría el autor de Caballo de Troya bajo el título de Planeta encantado: una serie que venía a abarcar distintos misterios de esos que tanto gustan a los aficionados a lo paranormal, y supongo que en la línea algo "imaginativa" de las teoría de Erich Von Daniken sobre el origen extraterrestre de algunas antiguas culturas. No lo he visto, y eso que estos temas suelen despertar mi curiosidad. El encargado de poner música al programa fue Michel Huygen, líder absoluto del grupo Neuronium y representante de máximo nivel de la música electrónica vanguardista española. No sé si fue a raíz de este trabajo, pero el belga afincado en España y el Dr. Jiménez del Oso hicieron buenas migas, y hasta colaboró el segundo en un trabajo posterior del primero.

Michel Huygen, en una foto del interior del CD.
Ya hablamos en su momento de la música que utiliza el sucesor natural de ambos, Iker Jiménez, en sus emisiones radiofónicas. Vangelis, Jarre y compañía aparecen por allí en abundancia, dejando constancia una vez más de la extraña conexión que siempre ha existido entre la música electrónica-new age y el mundo de lo inexplicable. No sé si es por las resonancias cósmicas de estas músicas, o por el cierto regusto misterioso que casi cualquier obra instrumental suele dejar en el oyente (recordemos hasta qué punto se considera popularmente terrorífico el Tubular Bells cuando nada en su contenido lo pretende), muchos programas de televisión o radio cuentan con artistas de estos géneros para dar sabor a los reportajes. La elección de Michael Huygen está plenamente justificada en En busca del misterio.

Huygen emplea sus sintetizadores para dar forma a unas partituras que suenan mitad espaciales mitad "de safari", como en el tema inicial y sus bases de percusión. Apertura de consciencia suena como un eco simplificado y un poco indígena, con claroscuros, del anterior. Túneles misteriosos es bastante envolvente y evocador, un corte bastante logrado. Ahus emplea diversos sonidos sintéticos, aunque no tengo muy claro si con intenciones tribalizantes. Más allá resulta casi terrorífica por su inclusión de voces sintéticas sampleadas, como emulando psicofonías o algo por el estilo que parecen emerger de un fondo inquietante. Coros sintéticos, mucho más solemnes, se emplean en Isla de Pascua. Arqueología futura posee un aura cósmica muy lograda, todo un acierto pese a ser un tema con poco o ningún desarrollo melódico. Cirujanos del más allá (toma título) parece emular con los sintes el sonido de una trompeta solista en una especie de pequeña fanfarria con más coros electrónicos. El ombligo del mundo regresa a la etnicidad de los cortes iniciales del disco, aunque mejor conseguida y de mayor calado. No sabría muy bien como definir algo tan raro como Los desencarnados, pero en cualquier caso se mantiene al nivel de lo oído hasta ahora. El sonido que proporciona Huygen a las figuras monolíticas de Pascua en Moais solamente puede calificarse de perfecto. ¿Qué sucede? es un favorito instantáneo por su uso de un sonido de piano y una atmósfera cristalina que consigue un efecto hipnótico perfecto al superponerse sobre una melodía clasicista muy lograda. Atlantis tampoco se queda atrás, aunque su descriptivismo submarino es algo más convencional. Y finalmente volvemos a encontrar la melodía inicial del álbum, seguramente la correspondiente a los créditos finales, más lenta y profunda.

Portada alternativa, posterior.
No creo que En busca del misterio vaya a pasar a los anales de la música electrónica, ya que ninguna de las soluciones sonoras que contiene fue especialmente rompedora en aquel año 1991 en el que se publicó, y tampoco es un álbum que suene demasiado comercial o con pretensiones de éxito instantáneo. Sin embargo, sí que parece el fruto minucioso de un artesano del género que supo involucrarse perfectamente en los contenidos del documental al que su partitura acompañaría, y que, dentro de la paleta de sonidos más o menos limitada y al mismo tiempo rica que podían ofrecer aquellos sintetizadores, ofrece un viaje variado y evocador que apetece realizar de principio a fin. No es una maravilla, pero es un muy buen trabajo.

Tristemente, no existen grabaciones disponibles en Goear, y en Youtube solamente he podido encontrar los documentales. Os dejo con uno de ellos para que sirva de ilustración.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Alexandre Desplat - THE TREE OF LIFE



1. Childhood (3:41)
2. Circles (11:23)
3. Clouds (2:59)
4. River (3:35)
5. Awakening (3:29)
6. Emergence of Life (3:55)
7. Light & Darkness (8:17)
8. Good & Evil (3:15)
9. Motherhood (2:04)
10. City of Glass (3:36)
11. Fatherhood (2:49)
12. Temptation (6:47)
13. Skies (5:18)

La última película del norteamericano Terrence Malick fue merecedora de la Palma de Oro de Cannes de 2011. Se trata de El árbol de la vida, y quienes la han visto -pese a que ha dividido a los críticos- afirman que es una de esas pocas películas que realmente son capaces de revolucionar el lenguaje visual cinematográfico. La música tiene un papel preponderante en ello.

Alexandre Desplat
Al parecer, los primeros montajes de la película carecían de piezas originales, y Alexandre Desplat fue contratado en una fase algo inusual de la post-producción. Además, al final ha resultado que sus composiciones han encontrado muy poco espacio en el montaje final del filme, que abunda en piezas clásicas. Por ejemplo, aparece el tema El Moldava de Smetana, en el tráiler. Dudo muchísimo que El árbol de la vida tenga muchos puntos en común con 2001: una odisea del espacio, pero todo esto suena a que Desplat ha estado a punto de  pasarle lo mismo que a Alex North.

No es su música la única semejanza con 2001.
El caso es que el álbum del parisino Alexandre Desplat ha sido publicado sin incluir composiciones ajenas, y es uno de los discos más interesantes que he escuchado últimamente. Seguramente uno de los motivos sea que el músico no trabajó con imágenes de la película mientras componía, sino que se basó en una serie de conceptos generales (la vida como un río que fluye, sobre todo) que le comunicó personalmente el director. El resultado es un trabajo que entronca con el minimalismo de Philip Glass en obras como Koyaanisqatsi (1983), y sobre todo con músicos clásicos anteriores como Berlioz y Ligeti, a los que Desplat reconoce como fuente de inspiración. El resultado es una banda sonora que suena autosuficiente, como si no fuese un trabajo musical "de acompañamiento" sino dirigido desde el principio a su interpretación independiente. 

Son varios conceptos los que se manejan en este trabajo, reunidos todos ellos bajo el hilo conductor del ya mencionado río. Hay piezas sobre la primera infancia, su inocencia y  fragilidad; sobre la niñez, sus juegos y sus pequeños descubrimientos; sobre la paternidad y la maternidad, sobre el paso a la vida adulta y sus responsabilidades. También hay otras capas bajo éstas, que ilustran la grandiosidad de las escenas de Malick sobre el universo, los planetas y nebulosas; e incluso importantes trazas religiosas, como alguna melodía que podría estar conectada con los valores tradicionales del personaje que en el filme encarna Brad Pitt.

Fotograma de la película.
Desgranando los temas del CD, debo decir que el primer tercio me ha impresionado más que el resto. Parece que los cuatro primeros cortes están mucho más enlazados entre sí, que son más coherentes musicalmente dentro de esa idea del río, comenzando por la delicadísima Childhood hasta llegar a River, cumbre compositiva del álbum, y pasando por las también excelentes Circles y Clouds. Awakening ("despertar") tiene una estructura muy apropiada para su título; Emergence of Life es oscura e inquietante (¿aparecerá en esa supuesta escena donde vemos a los dinosaurios?); Light & Darkness y Good & Evil son también bastante descriptivas en sus claroscuros, y la primera tiene un segundo tramo muy romántico; Motherhood es puro clasicismo, y Fatherhood algo más sobria pero muy parecida, como no podía ser de otro modo; Temptation es otro tema desasosegante a base de cuerdas sostenidas; y el álbum concluye con la angelical y algo misteriosa Skies.

Imagen extraída del libreto digital del álbum.
Como último apunte, es muy importante tener esto en cuenta si alguien decide adquirir esta obra musical por lo legal: debe comprarse el CD, ya que la versión transferida al formato mp3 para su venta online tiene defectos en el sonido. Estos pequeños ruidos y brevísimas interrupciones se notan especialmente en una música tan horizontal como esta, así que la diferencia debe ser decisiva a la hora de decidirse. En Spotify. Para terminar, una preview oficial de la B.S.O. en imágenes:

martes, 13 de septiembre de 2011

Incantations Deluxe: punto final.

Como la palabra dada hay que cumplirla, y a pesar de lo mucho que me quejé sobre el famoso error en el primer CD de este lanzamiento veraniego, todavía estaba pendiente de comentar al completo la nueva edición de Incantations, el álbum de Mike Oldfield de 1978. Obviaré el famoso saltito de la Part Four, que se ha convertido en un segundo saltito menos notable en el compact disc reparado que me enviaron a casa ayer mismo.

Como ya comenté Incantations en su momento en este blog, solamente decir que se trata de uno de los álbumes más ambiciosos y extensos de la carrera de Oldfield, el último de su épica etapa inicial y seguramente uno de los más infravalorados por el público general. El hombre-orquesta británico materializó en él su propia visión del minimalismo de sus admirados Terry Riley y Philip Glass, aunque dándole su propio toque espectacular y totalmente accesible, resultando en una mezcla de rock progresivo, música clásica y una especie de folk imaginario que mezcla el mundo celta y medieval con algo de la música ritual de los nativos americanos.

El primer CD contiene el Incantations de siempre, en una enésima remasterización que suena muy nítida, si bien ese leve pitido que ya se escuchaba en las primeras ediciones sigue ahí. Parece que Oldfield y Mercury Records no han podido hacerse con el máster original, así que han trabajado con alguna copia alternativa, así que el disco no ha sido deconstruido y vuelto a construir como ocurrió con Tubular Bells en 2009. Por eso, esta remasterización no es nada del otro mundo y no aporta demasiado sobre las últimas tandas editadas por Virgin. Guilty, el célebre hit de música disco que Mike Oldfield grabó en Nueva York, aparece como tema extra, aunque suena descafeinado, como si le faltasen un par de capas del proceso de producción que sí tenía el tema en el momento de su lanzamiento en el '78. No parece sonar tan discotequero como el de siempre, y el ritmo parece acelerarse y ralentizarse sin ton ni son. El vídeo original del tema:


El segundo CD, disponible en la edición "Deluxe", es el de la polémica, siempre y cuando recordemos que hemos obviado el saltito del primer disco. Aquí Mike Oldfield no nos ofrece las demos de Incantations como sucedía con sus tres anteriores álbumes épicos (ya hemos dicho que no había máster, así que de las demos mejor ni hablar), sino unos cuantos fragmentos del álbum remezclados y retocados en consonancia con sus actuales gustos musicales. Suenan demasiado espaciales, demasiado tecnológicos, y especialmente Diana Desiderata es una ida de olla, con la voz robótica de Stephen Hawking sonando en lo que parece una teórica buena idea que termina por no funcionar. También contiene el segundo CD algún tema inédito de los tiempos de Incantations, como los interesantísimos Piano Improvisation y Northumbrian. El primero es un solo de piano muy muy sobrio en el que entrevemos antecedentes directos de su álbum Platinum (1979), y el segundo una pieza celta bastante desligada de la órbita Incantations. Canon for Two Vibraphones parece un simple extracto de la parte más hipnótica de Incantations Part Four, y no sé muy bien qué tiene de especial incluirlo aquí; y lo mismo ocurre con Hiawatha, en la que Oldfield retoca digitalmente la voz de la vocalista, restándole mucha naturalidad. Un batiburrillo, definitivamente.

Evidentemente, lo más satisfactorio para los fans de siempre es encontrarse aquí recogidos los temas de singles The William Tell Overture y Cuckoo Song, y sobre todo Pipe Tune y Wrekorder Wrondo, inéditos hasta ahora en CD. Hay también una remezcla extendida de Guilty. La mera inclusión de todos ellos justifica sobradamente la presencia de este segundo disco. A continuación, el vídeo oficial de "La Obertura de Guillermo Tell", con múltiples Mikes versionando a Rossini. Tiembla James Cameron.


El tercer CD-DVD contiene versiones en 5.1 de los temas remezclados del CD 2, así como videoclips de The William Tell Overture y Guilty, y otros dos vídeos con Incantations en directo en el Wembley Conference Centre, nada nuevo para quienes poseemos el DVD Exposed que se lanzó hace un par de años, si bien hará las delicias de quienes no lo tengan. Ese concierto vale su peso en oro, tanto por la interpretación en sí como por la estética de otros tiempos. Aquí el comienzo:


Valoraciones: por una parte, creo que hay que romper una lanza en favor de Mike Oldfield y su compañía discográfica. Mientras que lo normal en este tipo de ediciones de lujo es incluir solo temas antiguos y/o inéditos, aquí encontramos también que el músico se ha molestado en juguetear un poco con sus clásicos, y eso es loable por mucho que los experimentos no le hayan salido bien. Por supuesto, los más enterados echamos de menos el tema cumbre del documental Reflection, que era una toma alternativa de un pedacito de Incantations Part Four; y el llamado "coro chino" o "Spacevocation", otro pedazo de la Part Four que debió suprimirse de Incantations pese a que se coló -para nuestro consuelo- en el documental The Space Movie. Me habría encantado encontrarme ambas piezas en esta edición "Deluxe", pero respeto el hecho de que un artista reniegue o rechace composiciones suyas que no considere dignas de figurar en su catálogo. Aun así, creo que Mike se ha equivocado. Aquí podemos verlas y escucharlas ambas en YouTube:



En fin, que, fallos aparte, Incantations Deluxe tiene mucho que ofrecer, tanto nuevo como inédito. No obstante, hay alguna cosa que me preocupa a medio y largo plazo. Quizá sea yo un poco paranoico, pero creo que incluir los singles de Mike Oldfield como temas extras de cada álbum puede significar que los estupendos recopilatorios que lanzó Virgin (The Complete Mike Oldfield de 1985, o la caja Boxed de 1976) no volverán a ver la luz salvo que tiremos de eBay. Lo mismo puede pasar con ese genial DVD  Exposed, cuya inclusión un poco tímida en este Incantations Deluxe no es halagüeña si consideramos que Tubular Bells Deluxe no incluyó su mitad correspondiente del concierto de Wembley. ¿Se lo van a tragar como hicieron con ese segundillo de Incantations Part Four? Tal vez me preocupe demasiado pronto, pero da la sensación de que estas reediciones de Oldfield, aunque correctas en general, están resultando algo caóticas a la hora de seleccionar/descartar el material incluido. En Spotify.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Enya - A DAY WITHOUT RAIN

2. Wild Child (3:47)
3. Only Time (3:38)
4. Tempus Vernum (2:24)
6. Flora's Secret (4:07)
7. Fallen Embers (2:31)
8. Silver Inches (1:37)
9. Pilgrim (3:12)
10. One by One (3:56)
11. Lazy Days (3:42)

"Un día sin lluvia" es como tituló Enya a su quinto álbum, publicado en el año 2000. Cinco añazos habían pasado desde su anterior The Memory of Trees, justificados por el lanzamiento en el '97 del bonito recopilatorio Paint the Sky with Stars y su hermano mayor A Box of Dreams, que sirvieron un poco como excusa por tanta tardanza. Ya comentamos en su día que Enya se había estancado bastante con The Memory of Trees, un disco un poco irregular que no presagiaba grandes sorpresas en el futuro de la irlandesa en forma de una evolución artística clara. A Day Without Rain, sin embargo, fue una agradable sorpresa.

Enya, en una foto promocional no muy conocida.
Se trata de un álbum claramente conceptual inspirado en las cuatro estaciones del año, un poco corto aunque enormemente inspirado. Es uno de los discos más bonitos de Enya (quizá mi favorito, y me siento un poco culpable si pensamos en esa maravilla que es Shepherd Moons), si bien es cierto que su belleza radica mayormente en el carácter bastante aperturista y comercial de la mayor parte de su contenido. En A Day Without Rain hay, como siempre, temas rápidos y lentos, temas instrumentales y cantados en inglés y gaélico, aunque hay menos claroscuros que en, por ejemplo, Watermark, si exceptuamos la tenebrista y épica Tempus Vernum. El que nos ocupa es un trabajo mucho más luminoso y optimista, aunque algo más desligado de la raigambre folk de sus primeros trabajos, y eso que ya The Memory of Trees iba muy en esa línea. Y en el desarrollo de su concepto sobre las estaciones funciona muy bien, con composiciones muy evocadoras de cada estación del año, empezando -si no me equivoco- por el otoño hasta abarcar el ciclo completo como si de un calendario ilustrado se tratase. Buena idea.

Portadas de los singles Only Time y Wild Child.

Sin embargo, este disco tuvo un pequeño problema en el momento de su salida: la elección de un single bastante insulso para su promoción en televisión y radio. Only Time es una balada de Enya no especialmente brillante aunque sin duda hermosa, pero palidece en comparación con temas mucho más potentes y comerciales como Wild Child (el segundo corte del álbum, normalmente el primer single de todo disco de Enya) o Floras's Secret. De todos modos, el álbum no tiene desperdicio al ser muy cortito y no haber espacio para material de relleno. Lo que nunca he comprendido es por qué un disco breve como este se permite el lujo de incluir un tema extra para Japón, Isobella y otra para Canadá, The First of Autumn. Solamente se explica algo así como una forma de hacer que los fans más acérrimos se tengan que comprar las tres ediciones, gastándose por supuesto el triple, para tener el álbum "completo". Encima, los singles de Only Time y Wild Child contuvieron temas inéditos como The Promise, Midnight Blue, Song of the Sandman y Willows on the Water, así que a comprar se ha dicho. A Day Without Rain, sin demasiado ruido, pasó a engrosar el catálogo de Enya y languideció en los estantes de los centros comerciales...

Vídeo oficial de Only Time.

... y el de Wild Child.

...hasta que un martes cualquiera, a mediados de septiembre del año siguiente, se produjo el más importante ataque terrorista de todos los tiempos. En directo y ante la estupefacción de todo el planeta, tres aviones de pasajeros que habían sido secuestrados por terroristas se estrellaron contra las torres del World Trade Center de Nueva York, y el Pentágono, causando una enorme cantidad de víctimas civiles y desencadenando el mayor despliegue informativo que se recuerda. Las televisiones no pararon de emitir reportajes sobre la tragedia a todas horas, y la CNN, uno de los más prestigiosos canales de noticias de los Estados Unidos, contó con el casi olvidado Only Time para acentuar el carácter solemne (y un poco lacrimógeno) de los vídeos de homenaje. La canción de Enya tuvo tal calado que el álbum ascendió al top-ten norteamericano de la noche a la mañana, e incluso salió a la venta un remix que contenía el tema mezclado con sonidos reales de los sucesos del 11-S, incluyendo a George W. Bush dando la noticia. En 2002, A Day Without Rain ganó el Grammy al mejor álbum New Age, y en 2001 fue el quinto disco más vendido en todo el mundo.

Contraportada del estuche del CD.

No sé qué le parecería a una mujer tan dulce y pacífica como Enya el que la salvajada de Osama Bin Laden y Al Qaeda, aun muy indirectamente, le proporcionasen el mayor pelotazo de ventas de su carrera. Es una buena pregunta para una hipotética entrevista. Definitivamente, tras este álbum y su también exitoso trabajo en la primera película de El Señor de los Anillos (2001), Enya tocó techo. Después vendrían otros discos con temas buenecillos y regularcillos y más ventas masivas, pero A Day Without Rain sigue siendo su último gran disco. Hay que escucharlo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Moebius / Plank / Neumeier - ZERO SET


1. Speed Display (5:13)
2. Load (5:20)
3. Pitch Control (6:23)
4. All Repro (3:28)
5. Recall (8:34)
6. Search Zero (8:38)

Pensemos en el Krautrock de toda la vida. La cosa va de texturas musicales superpuestas, experimentos con secuenciadores, escasos atisbos de melodía, ambiente cósmico. ¿Qué pasa si a todo eso le añadimos unas percusiones de batería mondas y lirondas? Se llama Zero Set y salió a la venta en 1983.

Me lo encontré por ahí mientras me documentaba para la entrada que escribí sobre Conrad Schnitzler, y en cuanto vi el nombre de Moebius, Dieter Moebius el de Cluster, no me lo pensé. El disco me ha sorprendido, debo admitirlo. Hay quienes se han quejado amargamente de que algo tan excelso como la música electrónica alemana experimental de los setenta derivase -por esta rama- hacia algo parecido a una extravagante música de baile muy machacona. Proto-tecno lo han llamado, y quizá acertadamente si tenemos en consideración que en 1983 no se hacía nada parecido ni por asomo a la electrónica de club actual. 

Moebius, Plank y Neumeier, no sé en qué orden. (Imagen extraída de exclaim.ca).
También hay que decir que Zero Set es algo mucho más sutil y artístico que un mero ejercicio de chunda-chunda. Hay una intención, quizá no del todo lograda, de dar al trabajo un aire africano, como de danzas tribales pasadas por el filtro de la vanguardia europea. Mani Neumeier, procedente del grupo Guru Guru, es quien se encarga de tocar esa frenética batería que define el concepto del álbum, y Conny Plank (que seguiría en contacto con Moebius en otros trabajos) aporta las tareas del productor, que en esta clase de grabaciones hacen digno al mismo de figurar como coautor en la portada. Además, uno de los temas, Recall, contiene letras cantadas en sudanés por una/un tal Deuka

Sinceramente, Zero Set es refrescante por su originalidad y debería ser bastante más popular de lo que es (por cierto, existe al menos una secuela) gracias a su carácter innovador, aunque su escucha de un tirón se hace un poco indigesta. Se disfruta mucho mejor si se escucha poco a poco, un tema de vez en cuando, ya que la hipnótica batería de Neumeier puede llegar a taladrarnos las sienes si abusamos. Dosificándolo un poco, disfrutaremos de un gran trabajo musical, accesible y hasta divertido, cosa inimaginable en otros álbumes del género. En Spotify.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Roger Eno - BETWEEN TIDES



1. Dust at Dawn (The Last Cowboy in the West) (3:54)
2. Field of Gold (3:35)
3. Prelude for St Joan (3:30)
4. Ringinglow (2:10)
5. The Frost (4:30)
6. One Gull (3:22)
7. The Silent Hours (3:30)
8. Between Tides (2:05)
9. Winter Music (4:09)
10. While the City Sleeps (4:20)
11. Sunburst (3:13)
12. Autumn (7:34)
13. Almost Dark (3:54)

En 1854, el escritor y filósofo norteamericano Henry David Thoreau se refugió durante meses en una cabaña en mitad de una enorme extensión de bosques a medio explorar. Como resultado dio a luz una de las obras cumbres de la literatura de su tiempo, Walden, en el que relata sus vivencias en íntima comunión con los elementos. Escuchar Between Tides (1988) supone una clase de experiencia cercana a ese abandono absoluto del asceta ante los ciclos naturales, en muchos sentidos.

Roger Eno
Su autor es Roger Eno, un hombre que, lejos de acomodarse en un rol de hermanísimo e ilustre colaborador del célebre Brian, logra aquí un trabajo que justifica de cabo a rabo cualquier otra cosa que haya hecho o haga en el futuro con su propia carrera. No sabría explicar muy bien, a corazón abierto, en qué consiste el mérito de Between Tides ("Entre mareas"), pero sí que soy capaz de dar una opinión con la cabeza: es ambient y música clásica, todo al mismo tiempo, mezclado pero no agitado como diría James Bond. Los temas tienen un corte y una estructura clásicos, en la línea de algunos compositores que en su día recrearon con formalidad académica melodías más o menos folclóricas de sus respectivas tierras. La gravedad y ejecución instrumental de los temas es clásica, pero su alma es popular. Y es música ambient rabiosamente vanguardista, porque cada una de las notas que escuchamos parece esconder un pequeño universo de sensaciones en su interior, lo que en manos de gente como Brian Eno y Robert Fripp llamaríamos "soundscapes", es decir, paisajes sonoros que son capaces de plasmar en nuestra imaginación imágenes con una cualidad más geográfica que meramente sentimental. Lo que hace aquí Roger Eno es pintar amplios horizontes y puestas de sol con música, y el resultado es apabullante.

Versión estadounidense de la portada, levemente distinta.
Todo el asunto Walden con el que pedantemente comenzaba esta entrada viene al caso precisamente por eso, porque los paisajes sonoros de Roger parecen fluir de forma natural, como lo haría el viento sobre las grandes praderas o un bucólico riachuelo, con la enormidad telúrica de lo que no es obra humana y está sujeto a ciclos cósmicos que se nos escapan; y al mismo tiempo poseyendo todo ello una sencillez campechana inexplicable, tanto que somos capaces escuchar una obra tan seria y a la vez tan amable como Between Tides como si llevásemos oyendo (digo oyendo, no necesariamente escuchando) algo parecido desde la cuna. Roger Eno logró tocar una fibra universal que todos debemos llevar dentro como parte de nuestra naturaleza, invitándonos de paso a convertirnos un poco en ermitaños en nuestra propia mente mientras escuchamos el álbum.

Contraportada del CD.
También los títulos de los temas nos hacen pensar en esta estrecha conexión con lo esencial, con lo natural, aunque hay referencias claras hacia el lejano oeste bastante obvias en el inicial Dust at Dawn (The Last Cowboy in the West), un corte que recuerda a lo que haría después Angelo Badalamenti en The Straight Story. Los temas del álbum no parecen especialmente diversos en una primera escucha, aunque luego van tomando forma propia. Domina en todos ellos la presencia del violín y el piano, este último en manos del propio Eno, y en algún caso recordando sin tapujos alguna melodía clásica que invito a los oyentes a buscar cuando lo escuchen. Algo más originales que el resto de temas son Winter Music y su ambientación invernal, el minimalismo exquisito de The Frost y la sobria The Silent Hours. Un disco brillante que hay que escuchar a solas, aunque en lo más profundo de un bosque quizá no haya Spotify.

Winter Music.
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