martes, 30 de octubre de 2012

Steve Hackett revisa a Genesis.

El virtuoso de la guitarra Steve Hackett, miembro de la banda progresiva Genesis en sus mejores tiempos, ha publicado hace una semana la segunda parte de su álbum de 1996 Watcher of the Skies: Genesis Revisited. El título en esta ocasión se queda en Genesis Revisited II, aunque el álbum esta vez contiene 2 CDs. Agradezco al estupendo blog Leonardinsky 2.1 el placer de habérmelo encontrado.

La portada.

Los seguidores más expertos del rock progresivo (entre los que no me encuentro) saben de sobra que las bandas y solistas míticos de los dorados setenta, sobre todo las que sobreviven desde entonces bajo el epíteto de "dinosaurios", son en exceso aficionados a los auto-homenajes constantes, que a su vez se traducen en álbumes que -una y otra vez- recuperan o revisan temas de sus álbumes clásicos. Hay todo un maremágnum de revivals conmemorativos, recopilatorios exhaustivos, conciertos inéditos y DVDs de todo pelaje. También son multitud los artistas que, salidos de las filas de las bandas más legendarias, se reencuentran unos con otros para grabar algún álbum con material nuevo. En la mayoría de los casos se trata de obras que, independientemente de su calidad, vienen a ser carnaza para fans. Este trabajo de Steve Hackett podría perfectamente pertenecer a esta última categoría.

 Portada de la primera parte del álbum, de 1996.

Lo que marca la diferencia es que Hackett, de entre todos los músicos míticos de su tiempo, es uno de los que mejor ha sabido encaminar su carrera como solista, con trabajos a la vez cautivadores para los fans y obras exquisitamente novedosas y creativas (véanse A Midsummer Night's Dream o Bay of Kings, ambas en este mismo blog). Su regreso al repertorio de Genesis no es cualquier regreso, ya que se atreve -como otros ex-miembros de la banda no se han atrevido- a reinterpretar un buen puñado de éxitos de aquellos primeros álbumes previos a la marcha de Peter Gabriel y las estrategias de supervivencia de los ochenta con Phil Collins.

 La maravillosa y apocalíptica portada muestra Venecia inundándose.

Así nos encontramos con una serie de versiones bastante cercanas a los originales en las que sobresale la sensibilidad de Hackett para hacer notar su  calidad instrumental (tanto el suyo como el que parece exigir a sus muchos colaboradores del álbum), logrando incluso que algunos temas algo áridos de discos como Foxtrot, Selling England by the Pound o The Lamb Lies Down on Broadway nos parezcan ahora mucho más comprensibles, menos extravagantes e incluso milagrosamente actuales. De los años en que Genesis comenzó a reestructurarse hacia lo que sería en los ochenta, también se cuela alguna maravilla como Entangled, de A Trick of the Tail. Es mi tema favorito de este doble trabajo.

 Steve Hackett (de www.progrockmag.com).

E insisto: la revisión que del repertorio de Génesis hace el nuevo álbum es muy purista, no renunciando ni siquiera al sonido de instrumentos como el Mellotron y su peculiar sonido setentero. La única pega que podemos ponerle es que los vocalistas seleccionados suenan en algún momento más a imitadores de Gabriel y compañía que a cantantes con identidad propia, de tanto como se parecen -sin ser idénticas- sus voces. Aun contando con eso, Genesis Revisited II es una delicia para los seguidores actuales del rock progresivo. Insisto: los actuales, los de ahora. Y los de antes, también.

Un vídeo promocional (en inglés).

jueves, 25 de octubre de 2012

Popol Vuh - IN DEN GÄRTEN PHARAOS


1. In Der Gärten Pharaos (17:38)
2. Vuh (19:51)

"Popol Vuh son los más grandes ídolos que he tenido y que jamás tendré"
(Michael Cretu, responsable del proyecto Enigma)

Entre las exquisiteces del gourmet musical más exigente se encuentra la práctica totalidad de la discografía de Popol Vuh. Como hace bastante tiempo que no comento nada suyo en el blog, refrescaremos la memoria diciendo que se trata de la mítica banda alemana liderada por el pianista Florian Fricke, especialmente conocida por haber compuesto las bandas sonoras de las películas de Werner Herzog Aguirre: la cólera de Dios y Nosferatu. Comenzaron plenamente integrados en el krautrock electrónico e instrumental de los últimos sesenta y los primeros setenta para evolucionar poco después, de manera inesperada y casi milagrosa, hacia un sonido plenamente acústico, con resonancias religiosas y místicas. In Den Gärten Pharaos (1971) es el segundo álbum de Popol Vuh, el último de los suyos en inscribirse dentro de lo que después llamarían "música cósmica" o Kosmischemusik, posterior al sorprendente Affenstunde (1970) y previo a uno de sus grandes clásicos, el apabullante Hosianna Mantra (1972).

Florian Fricke (1994-2001).

No es demasiado fácil encontrar información en la Web sobre cada uno de los álbumes de Popol Vuh, sobre los conceptos manejados en ellos al menos, por lo que -una vez más- me limitaré a ofrecer impresiones personales que, espero, sean útiles a los lectores. Este In Den Gärten Pharaos podría servir -valga esto como introducción- como perfecto ejemplo del sonido de la banda a lo largo de sus primeros años. Me refiero a que aglutina, en los dos largos temas que lo constituyen, tanto la vertiente oscurantista de la electrónica alemana de sus inicios como las aproximaciones étnicas que realizaron en su discografía posterior. Es un álbum más o menos esotérico, menos luminoso que lo ofrecido en sus siguientes títulos, aunque ya predomina una atención al detalle y la atmósfera que presagia la rama más pura del ambient. En el caso de álbumes como este, curiosamente, sucede que la imperfección del sonido (algo pobre pese a las remasterizaciones, quizá a causa de la economía de medios originaria) aumenta su carácter fascinante. Más que un disco de 1971, parece una obra realizada en otro planeta, en otra dimensión quizá, y quién sabe cuándo.

Portada de una edición que reúne este álbum con Aguirre.

El álbum original contenía solamente dos temas: In Den Gärten Pharaos y Vuh, aunque en las más recientes ediciones en CD se incluyen otros dos temas inéditos titulados Kha-White Structures 1 y 2. El tema homónimo al álbum se sustenta en unos fondos percusivos de inspiración turca y árabe bastante extraños y en desarrollos instrumentales más o menos estáticos (ahí estaba el clásico sintetizador Moog utilizado sabiamente), salvo por algún fragmento relativamente más movido con elegantes desarrollos de teclado. Por ahí comenta alguien sus semejanzas con Ummagumma de Pink Floyd, y no va desencaminado.

In Den Gärten Pharaos.

Vuh, por su parte, fue grabado en directo en el interior de una iglesia. Suena potente el órgano mientras van y vienen distintos golpes de platillos (¿y gongs?), haciéndose la cosa un pelín larga, de no ser porque la atmósfera es tan poderosa que el viaje (en todos los sentidos) es muy interesante. El segundo tema es una clara muestra del carácter espontáneo de las grabaciones de Popol Vuh, que en algunos casos resultó en álbumes construidos a base de recortes un tanto azarosos de interminables sesiones de improvisación. Como decíamos, la calidad del sonido no siempre sale bien parada.

Vuh.

Acompañan a Florian Fricke Holger Trulzsch, encargado de las percusiones, y Frank Fiedler, que se encarga de las mezclas de los sonidos de sintetizador. Otra forma de entender la música de aquellos años maravillosos, de crear belleza con los sonidos de instrumentos que hoy en día se han trivializado bastante. Otro pequeño clásico para salir de la rutina.

domingo, 21 de octubre de 2012

Emerson, Lake & Palmer - PICTURES AT AN EXHIBITION


1. Promenade (1:58)
2. The Gnome (4:16)
3. Promenade (1:23)
4. The Sage (4:40)
5. The Old Castle (2:31)
6. Blues Variation (4:21)
7. Promenade (1:28)
8. The Hut of Baba Yaga (1:16)
9. The Curse of Baba Yaga (4:08)
10. The Hut of Baba Yaga (1:06)
11. The Great Gates of Kiev (6:37)
12. Nutrocker (4:22)

El compositor ruso Modest Mussorgski (1839-1881) tiene en la obra Cuadros de una exposición (1874) una de las obras maestras que han hecho perdurar su nombre entre los grandes autores del Romanticismo musical. Esta composición programática fue creada como homenaje al pintor Viktor A. Hartmann, amigo de Mussorgski, y la idea que manejó el segundo fue la de "pintar" con música los cuadros seleccionados para una exposición póstuma del primero. Mussorgski concibió esta suite para piano, aunque la versión más conocida de la misma es la orquestal, que debemos a Maurice Ravel.

En 1970, el trío de semidioses progresivos formado por Keith Emerson (teclista), Greg Lake (bajista y cantante) y Carl Palmer (batería) actuaron en uno de los festivales más memorables de aquellos años de revolución juvenil, el de la Isla de Wight, realizando una versión -muy en su línea virtuosista- de la obra de Mussorgski. Entonces estaba permitido casi todo en música, y eso que el rock sinfónico todavía no había alcanzado ni por asomo su mayor grado de complejidad. Debemos suponer que esta curiosa idea de ELP respondía a lo que en el mundillo de la música electrónica popular primitiva de entonces estaba haciendo (pensemos en Wendy Carlos o Isao Tomita), aunque tal vez fue una simple excusa para hacer gala pública de su virtuosismo instrumental. Seguramente los ELP no se sentían demasiado lejos de los pioneros del sintetizador.

Keith Emerson, Carl Palmer y Greg Lake.

Sea como fuese, el caso es que aquella interpretación tuvo una gran acogida popular, y los ELP terminarían por realizar una grabación oficial de su versión de Mussorgski. Fue en 1971, en el Newcastle City Hall (el ayuntamiento de la ciudad, debo entender), y el álbum Pictures at an Exhibition acabó por convertirse en una de las piedras angulares de la evolución del rock experimental de los setenta. Curiosamente, suena más bien como si hubiese surgido en los años de decadencia del género, y no en los de su emergencia.

Portada y contraportada originales.

¿A qué me refiero? A que en los primeros años setenta había una tendencia más hacia la elegante perfección formal que hacia el exceso, y ELP se decantan aquí por su vertiente más espectacular y exhibicionista. Emerson, Lake y Palmer, como todos sabemos, se sentían (quizá con razón) los mejores en lo suyo, y para demostrarlo se emplearon a fondo y sin pudor en su recreación galáctica-robótica-con-camisa-de-amebas de una obra tan bien conocida como la del autor ruso. Es una peripecia de la que, visto con muchos años de distancia, salieron airosos.

En el interior de la carpeta del vinilo vemos pinturas ilustrando cada tema, pero no las de Hartmann.

El secreto fue llevarse la obra original a su terreno, convirtiendo lo que podían ser sutiles desarrollos instrumentales en rarísimos fraseados de sintetizadores, bajo y batería que parecen propios de un jazz frenético. También intercalan algún tema propio, como Blues Variation o la canción The Sage. Lo mejor, sin embargo, es lo tocante a Mussorgski: la fabulosa Promenade, una especie de interludio que suena varias veces en la suite (representa un paseo por la galería de arte para llegar al siguiente cuadro) y que la banda interpreta con variaciones, utilizando un órgano de iglesia instalado en el escenario para la ocasión, o en una versión cantada. Donde se dejan llevar por el virtuosismo es en piezas como The Gnome o las dos piezas sobre la bruja Baba Yaga, aunque en general se puede describir el álbum al completo como un pulso entre los tres miembros del trío para decidir quién es el más rápido, el más  hábil con las teclas o las baquetas, el más inteligente a la hora de adaptar a Mussorgski a su instrumento rockero. Como curiosidad, el álbum -no sé si solamente en ediciones especiales- contiene una última pieza titulada Nutrocker que adapta el Cascanueces ("Nutcracker", en inglés) de Tchaikovski. Supongo que el ambiente ruso de la composición la convierte en un buen acompañamiento.

Contraportada del CD.

No diría que Pictures at an Exhibition sea una obra esencial para quien esté comenzando hoy en día a escuchar rock sinfónico o progresivo, dada su complejidad melódica y lo bastante mal que ha envejecido su sonido respecto al de otras obras del género... pero su importancia en el desarrollo de este estilo tan popular fue capital y, desde luego, esto convierte su escucha en una experiencia más que interesante. No sé si es la clase de disco que se convierte en favorito de alguien en la actualidad, pero sí es de los que deben conocerse y hasta estudiarse. En Spotify.

Un concierto con el contenido del álbum fue estrenado en cines. Este es el comienzo.

martes, 16 de octubre de 2012

George Winston - AUTUMN


1. Colors/Dance (10:25)
2. Woods (6:47)
3. Longing/Love (9:10)
4. Road (4:14)
5. Moon (7:44)
6. Sea (2:42)
7. Stars (5:36)

De entre todos los instrumentos musicales que pueden funcionar con plena autonomía como solistas, seguramente el piano sea el más reconocido popularmente. No es que no suenen bien un solo de violín o de guitarra, pero el piano tiene un poder expresivo singular. Personalmente, me parece que el piano, de entre todos los instrumentos musicales que conozco, es el que mejor trata al silencio. Antes de que se me tache de pedante por esta cursilada, me explicaré: el silencio es uno de los elementos más importantes en la música (sobre todo en la clásica), y aquellas obras que de verdad saben cómo gestionar los "vacíos entre las notas" suelen ser de muy alta calidad, ya que para manejar los silencios en música hay que tener un alto grado de madurez creativa e interpretativa.

Este es el caso del pianista estadounidense George Winston, cuyo álbum Summer ("Verano") ya fue comentado en el blog hace tiempo. Aquel disco, que escuché directamente para ofrecer su reseña, me impresionó por su magnética sencillez, de modo que no podía dejar de escuchar alguna otra obra suya. La elegida fue Autumn (1980), uno de sus mayores best-sellers en el sello especializado Windham Hill. Me ha encantado regresar al sonido simple pero riquísimo de Winston, a sus melodías elaboradas y a las atmósferas evocadoras que él suele identificar con diferentes épocas del año. 

George Winston (de su web oficial www.georgewinston.com). 
La fotografía es de Andy Argyrakis.

Tal como ocurre con otras obras del pianista, Autumn se construye a base de delicados paisajes sonoros inspirados por la estación correspondiente. Aquí George Winston afina bastante, incluyendo incluso el mes del año en que se inspira cada pieza. La cosa andaría entre septiembre y octubre, y aunque en una primera escucha hay que invertir bastante imaginación para "visualizar" las típicas postales de bosques amarillentos y mares tormentosos, al final sí que se respira un aroma a adultez y tranquilidad que bien podríamos identificar con la época de la caída de la hoja. No es el de Winston un otoño triste, un proceso de marchita decadencia hacia el frío y la muerte invernales, sino un paisaje sonoro sobrio con ciertas lejanas resonancias de folk norteamericano (¿bluegrass quizá?). Nos movemos mentalmente en grandes espacios abiertos, caminos rurales por los que transitar lentamente bajo cielos plomizos en busca del refugio del hogar. Cabe preguntarse de qué invierno habla en el fondo el autor, si el que marca el calendario o el que identificaríamos con nuestra propia madurez personal.

Fotografía del interior del estuche del CD.

Los temas se mueven entre el moderado optimismo de la inicial Colors/Dance y el dramatismo inquieto de Moon o Sea, aunque en general se tiene la impresión de que Autumn funciona perfectamente solo si se trata como una obra de una pieza, como el álbum conceptual que es. No se puede eliminar ninguna de sus partes,  y ni siquiera me atrevería a cambiarlas de orden.

 Contraportada de la edición en vinilo.

La obra de George Winston, en parte por la época en que obtuvo sus primeros éxitos, y en parte por su carácter meditativo, ha sido generalmente incluido en las filas de la new age, si bien seguramente deberíamos considerarlo un músico clásico. Puede admitirse que el carácter "asequible" para el gran público de sus composiciones es tentador a la hora de echarlo al saco de la música relajante, pero su virtuosismo nada artificioso a la hora de componer y el mimo con el que maneja el piano (y sus maravillosos silencios) deberían hacer recular a cualquiera que tenga gana de menospreciarlo. Un pequeño clásico que está en Spotify.

viernes, 12 de octubre de 2012

Vangelis - 1492: CONQUEST OF PARADISE


1. Opening (1:22)
2. Conquest of Paradise (4:38)
3. Monastery of La Rabida (3:39)
4. City of Isabel (2:16)
5. Light and Shadow (3:47)
6. Deliverance (3:29)
7. West Across the Ocean Sea (2:53)
8. Eternity (1:59)
9. Hispanola (4:57)
10. Moxica and the Horse (7:06)
11. Twenty Eighth Parallel (5:14)
12. Pinta, Nina, Santa Maria - Into Eternity (13:20)

Hoy hace exactamente 520 años que Cristóbal Colón y su tripulación llegaron a América. Existe una enorme controversia sobre si realmente fueron los primeros, y sobre todo sobre el término "descubrimiento", ya que el continente y sus islas estaban ya bastante poblados por culturas relativamente desarrolladas a finales del siglo XV. En cualquier caso, es indiscutible que Colón no solamente llevó a cabo una proeza personal que se cuenta entre las mayores realizadas por cualquier ser humano, sino que estableció (insisto: para bien o para mal) una primera ruta oficial para unir dos mundos que se desconocían por completo. En 1992 se celebraron multitud de actos conmemorativos del acontecimiento, entre los que se encontró la filmación de la película 1492: la conquista del paraíso. El estreno oficial tuvo lugar el mismo 12 de octubre, y su banda sonora se publicó también en tan señalada fecha. Hoy se cumplen 20 años.

Vangelis, en una imagen promocional del álbum.

El director de la película, un Ridley Scott que llevaba varios años mutando su estilo hiper-estético hacia algo más mundanal (Thelma y Louise, por ejemplo), decidió realizar aquí otra virguería visual como las que lo elevaron a la categoría de genio en los setenta y ochenta. No se escatimó una peseta en los vestuarios, la ambientación fastuosa y, en definitiva, la perfección técnica que nadie discute en una obra clásica de Scott. El resultado fue una película carísima que tuvo que costear en su práctica totalidad el Ministerio de Cultura español, y que se granjeó muchos desprecios una vez confirmaron que no se recuperaría la inversión. ¿El motivo? Sobre todo, el estreno unos meses antes de la nefasta Cristóbal Colón: el Descubrimiento, una chorrada de cartón piedra que disuadió al público de volver a ver otra de Colón en tan poco tiempo. Hoy en día 1492 se ha asentado entre los cinéfilos como un exquisito producto histórico, si bien sigue siendo mencionada -sobre todo en España- como el fracaso comercial que fue. Lo más recordado es su banda sonora, obra de Vangelis Papathanassiou.

Portada alternativa, correspondiente de uno de los carteles de la película.

1492: Conquest of Paradise es uno de los álbumes del Olimpo personal del músico griego. No solamente se encuentra entre sus trabajos más vendidos, sino que el tema principal es un ejemplo claro de la grandeza musical de su autor, un arquetipo indiscutido del tono épico que las mal llamadas "nuevas músicas" pueden llegar a alcanzar. La fórmula es el inconfundible sintetizador de Vangelis, nada disimulado en su naturaleza electrónica, mezclado con unos coros mixtos poderosísimos (el English Chamber Choir conducido por Guy Protheroe). Conquest of Paradise no falta en ningún recopilatorio actual del músico, y ya son muchos los músicos que lo han versionado, desde Klaus Schulze al mismísimo John Williams. Pero no debemos pensar que se trata de un álbum con un solo tema, ya que esta banda sonora al completo es oro puro.

Conquest of Paradise, el vídeo oficial.

Para empezar, tengamos en cuenta que Vangelis publica su disco, y no necesariamente una banda sonora exhaustiva de la película, por lo que los temas están ordenados a su gusto -no de forma cronológica-, y ni están todos los que son ni son todos los que están. Comienza el álbum con la breve Opening, una especie de prólogo a Conquest of Paradise que en el filme suena mientras Colón y su gente atraviesan por primera vez la espesa jungla llena de animales extraños. Tras el tema estrella comienza la tranquila y fascinante Monastery of La Rabida, situada en el emplazamiento onubense del mismo nombre, y en la que suenan de nuevo coros gregorianos de un modo más comedido. La ciudad de Isabel (City of Isabel) es Granada, recién conquistada a los musulmanes por los Reyes Católicos, a cuya Alhambra acude Colón para negociar las condiciones del viaje. Es un tema cortesano muy bien integrado históricamente. Light and Shadow es un corte elegante pero hiperdramático, utilizado en escenas de la película en las que los hombres de Colón viven diversas penurias en las intrincadas selvas caribeñas. En Deliverance, Vangelis se sirve de una guitarra española para crear otra atmósfera dramática, recuperando en su último tramo la melodía del tema anterior. West Across the Ocean Sea viene a ser un descansito plácido muy new age, necesario tras tanta intensidad emocional. Después viene Eternity, el alma del álbum.

Escena de la película donde suena el tema Eternity.

Si Conquest of Paradise sugiere "conquista", Eternity sugiere "Paraíso". Soy incapaz de describir la belleza  arrebatadora de este breve corte, y por eso me limito a señalar que acompaña uno de los momentos más relevantes de la película: el primer encuentro entre los españoles y los indígenas, haciendo hincapié en su modo de vida sencillo y despreocupado en medio de un edén virgen, nada que ver con el pestilente caos urbano de la baja Edad Media europea de la que proceden los asombrados conquistadores. Hispanola ("La Española") es el tema que suena en el momento cumbre del Descubrimiento: el desembarco en la playa cristalina de Guanahani, cuando Scott filma las tres carabelas llenas de pendones al viento y a Gérard Depardieu hincándose de rodillas en la arena blanca. Moxica and the Horse, que añade algo de cante jondo a la guitarra, parece querer ilustrar las aviesas intenciones de algunos de los hombres que iban llegando a los nuevos territorios. El título hace referencia al personaje de Mújica, el villano, que aparece en la aldea indígena montado a caballo como buen señorito español dispuesto a imponer su vasallaje. 

Twenty Eighth Parallel es otro de mis temas favoritos del álbum, un evocador desarrollo de piano que parece llevarnos de viaje por la Historia, en medio del cual escuchamos una versión simplificada de la melodía de Conquest of Paradise. Es en este regreso al tema central donde somos plenamente conscientes del tono "hispánico", casi andaluz, que Vangelis otorga inteligentemente a muchas de las composiciones de este álbum.

Twenty Eighth Parallel.

El álbum concluye, quizá en su momento más discutido, con Pinta, Nina, Santa Maria - Into Eternity. No es solamente un tema muy largo y ausente en la película, sino que incluye justo al final un reprise de Eternity que no aporta nada nuevo. Este es el Vangelis de siempre, el músico de estudio, haciendo las cosas a su gusto con un desarrollo rítmico lento y solemne. El tema se integra bien en el CD, pero insisto en que quizá podría haberse incluido más música presente en el filme en lugar de una pieza ajena al mismo. La cosa se queda en 45 cortísimos minutos.

Portada alternativa, supongo que de una edición francesa.

El disco no funcionó mal al principio, aunque tampoco inusitadamente bien. Pero un par de años después tuvo lugar un hecho curioso, y es que un boxeador alemán llamado Henry Maske adoptó Conquest of Paradise como arenga musical personal para su publicidad en los medios, y el álbum de Vangelis revivió contra todo pronóstico para convertirse en "top 5" o directamente número 1 en media Europa un par de años después de su publicación original. Incluso recuerdo haber visto publicidad del disco en los cortes publicitarios durante las emisiones de la película en TV, no hace mucho tiempo.

Imagen trasera del libreto del CD.

Al escuchar este trabajo, notamos que surge directamente del cambio de rumbo que supuso su anterior álbum The City (1990), primera de sus obras para la compañía Warner-EastWest. Vangelis comenzó aquí a volverse más solemne que en los setenta y ochenta, a asemejar cada vez más su sonido al de una orquesta clásica. De hecho, el propio tema Conquest of Paradise podría haber evolucionado vagamente a partir del Procession de The City, que sonaba mucho más tecnológico. No obstante, Vangelis hace en 1492 un ejercicio exquisito a nivel de producción, mucho mayor que en su trabajo previo, con una riqueza en las melodías y los fondos que convierten esta banda sonora en la -hasta ahora- última gran vuelta de tuerca en su estilo. Sin ir más lejos, su mejor álbum desde entonces parece estar enmarcado en el mismo universo narrativo-musical, como si el segundo fuese una continuación tardía del primero; se trata de El Greco (1998), en el que los ambientes aventureros de 1492 se tornan oscurantistas y palaciegos.

Con o sin película, 1492 es una de las obras fundamentales que todo aficionado a la música instrumental contemporánea debe conocer. Calificativos hay muchos, pero es mejor escucharlo. Está en Spotify.

martes, 9 de octubre de 2012

Nightnoise - SOMETHING OF TIME


1. Timewind (3:47)
2. Perchance to Dream (4:56)
3. The Erebus and the Terror (4:34)
4. On the Deep (4:05)
5. Hourglass (6:05)
6. Shadows on a Dance Floor (3:53)
7. Wiggy Wiggy (A State of Being) (4:22)
8. Tundra Summer (4:49)
9. Aprés-Midi (3:54)
10. Something of Time (3:04)
11. Toys Not Ties (An Adult's Lament) (3:59)
12. I Still Remember (3:45)
13. One for the Lad (For Tich Richardson R.I.P.) (4:12) 

Cuando me encuentro por ahí el calificativo anglosajón "easy listening", siempre tengo la impresión de que se utiliza de forma despectiva. Decir de una obra musical que es "de fácil escucha", así, genéricamente, parece que la estamos reduciendo a la ambientación de la consulta del dentista. Puestos a meter el dedo en la yaga, también está eso de "muzak", que prácticamente niega la categoría de música a lo instrumental y más o menos ambiental.

Que no se enfade nadie; efectivamente, lo que hacen los Nightnoise no tiene nada que ver con la música de los ascensores del Corte Inglés. Lo que ocurre es que, tras haber escuchado tranquilamente este álbum Something of Time (publicado por el sello especializado Windham Hill en 1987), no se me ocurre otra explicación mejor para sus virtudes que la de ser un trabajo "de fácil escucha", en el mejor sentido de la expresión.

Nightnoise (de radioscreamer.com).

Nightnoise es en esencia una formación de música celta de origen irlandés que ha expandido su sonido sutilmente hacia el jazz y la new age. Su fundador, el multiinstrumentista Mícheál Ó Dhomhnaill, fue quien se dedicó a explorar nuevas facetas en el folk de sus inicios que lo acercase un poco más al ámbito pop (en un sentido amplio), para lo que fue reclutando aquí y allá un buen elenco de músicos polifacéticos. Destacar entre ellos a Billy Oskay, que toca también varios instrumentos, clásicos sobre todo, y se encarga de las labores "gordas" del estudio en esta grabación. En Something of Time también intervienen Tríona Ní Dhomhnaill y Brian Dunning, siendo este el primer álbum de Nightnoise en su formación clásica como cuarteto. La verdad es que todos hacen un poco de todo en este álbum, como virtuosos que son.

Timewinds, en vivo en Sevilla.

El sonido céltico es evidentemente el tronco de este árbol, aunque también se desprende un notable aire jazzístico gracias a su atmósfera nebulosa y algunos fragmentos juguetones, como si fuesen -o porque son- improvisados. Eso sí, el toque new age también es indiscutible, sobre todo porque el uso de instrumentos electrónicos dota el conjunto de un carácter planeador, horizontal. Precisamente por la placidez de la música contenida en Something of Time me ha resultado muy difícil realizar la descripción tema a tema que suelo ofrecer; todos los temas son igual de hermosos, tranquilos y musicalmente muy ricos. No sobra ninguno, y se escucha todo el disco de un tirón. Se me ocurre que puede ser el álbum perfecto para disfrutar de una tarde en casa mientras llueve en la calle, como quien escucha música de cámara sofisticada y elegante a más no poder.

Aunque por mi edad debo decir que no viví intensamente aquellos años en lo musical, sé perfectamente que Nightnoise fue uno de los grupos con mayor aceptación popular en España en plena explosión de las llamadas Nuevas Músicas. Programas de radio míticos como Diálogos 3 contaron con sus grabaciones a menudo, y los fans patrios son multitud. Es música "fácil de escuchar" porque es estupenda. En Spotify.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Tres años. ¡Tres!


Ya es el tercer cumpleaños que celebramos en Otras músicas. Otros mundos. Recuerdo perfectamente que todo empezó el 3 de octubre de 2009, antes del mediodía y justo antes de un claustro de profesores en el instituto donde trabajaba. Mi buen amigo José Miguel (coautor del blog El Desierto Carmesí) me enseñó en un par de minutos cómo se creaba un espacio en Blogger, y prácticamente desde el principio se me coló en la cabeza hacer algo sobre música. 

Yo ya tenía amplia experiencia buscando música "alternativa" en Internet, aunque, con muy honrosas excepciones, no encontré prácticamente nada en español, y menos aún en un tono cercano. Siempre ha sido muy fácil buscar un disco para descargarlo aquí o allá, pero seguimos siendo pocos los que realizamos pequeñas reseñas divulgativas que ayuden a comprender un poco mejor estas cosas tan raras que nos gustan. Pensé que aquí encontraría mi espacio bloguero, y creo que acerté. 

El caso es que pensaba centrarme en músicas de verdad raras, en un plan un pelín snob quizá, pero con mucha ilusión... y al final me di cuenta de varias cosas, como que esta música tiene un número de seguidores relativamente amplio al que se puede ofrecer un gran abanico de estilos; o que músicos y grupos "demasiado" populares resultaban ser los más visitados del blog. He estado pensando en ello, y he llegado a alguna vaga conclusión.

Soy profesor, y si me sorprende saber que un alumno de 15 años no sabe quiénes son Charles Chaplin o Isaac Asimov, no debería sorprenderme el hecho de que un buen sector de la población joven no tenga ni idea de quiénes son Philip Glass o Mike Oldfield. El nivel de los comentaristas del blog es muy alto, por supuesto, pero me refiero a que de vez en cuando me encuentro con gente muy joven que se muestra realmente interesada por cosas maravillosas que siempre han estado ahí, pero que han sido opacadas por tanto jaleo mediático como nos envuelve hoy en día. Mala premisa y buena conclusión, ¿no?

En fin, como no quiero enrollarme, solamente me queda dar las gracias (¡GRACIAS!) a todos y todas los que os pasáis por aquí alguna vez, aportando estupendos comentarios y recomendaciones. Gracias a los nuevos (y viejos) músicos españoles e internacionales que habéis contado conmigo para promocionar aquí vuestro trabajo; seguiré echándoos una mano si seguís haciendo cosas tan geniales como hasta ahora. Y gracias a todos quienes aportáis vuestro granito de arena, ya sea desde la pizarra de un aula, las páginas de una publicación o desde un teclado en vuestra casa, para que otros puedan emocionarse por las mismas cosas que hacen más plenas nuestras vidas. La buena música es una de ellas, y hay que seguir dándola a conocer.

El conde.

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