miércoles, 29 de diciembre de 2021

"Legend" de Jerry Goldsmith, expandida y remasterizada.

Lleva a la venta apenas dos semanas, y después de la entrada que le dediqué hace tiempo a la peculiar doble banda sonora de la película de Ridley Scott de 1985, no quería dejar de avisar a los coleccionistas que siguen el blog. Supongo que encontrar una edición oficial antigua tampoco será lo más fácil del mundo.

Portada.

Se trata de una edición limitada de 2.500 ejemplares y contiene dos CDs, el primero con la música de la película reorganizada y con dos temas inéditos, y el segundo con la versión y la lista de temas lanzada originalmente, pero remasterizada y con dos bonustracks. Habría molado una edición conjunta que incluyese también la interesante música que realizó Tangerine Dream para la versión estadounidense del filme, pero entiendo que esto sería más bien una tarea del mundillo bootleg (pirata).

Portada alternativa.

Aquí, el enlace a la tienda online de la discográfica.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Suzanne Ciani - PIANISSIMO


1. Anthem (3:54)
2. Tuscany (3:37)
3. Neverland (3:50)
4. Adagio (2:53)
5. Aegean Wave (3:12)
6. Rain (2:28)
7. Inverness (4:08)
8. Simple Song (3:13)
9. She Said Yes (3:53)
10. Drifting (4:16)
11. Summer's Day (4:04)
12. Mozart (3:10)
13. When Love Dies (3:50)
14. Berceuse (4:10)

La música new age pura a veces se me hace difícil de disfrutar a diario, más que nada porque muchos artistas suelen usar el sintetizador como instrumento principal de sus obras, y el uso un poco blandito de este sonido electrónico me resulta demasiado intrascendente. Son cosas mías, por supuesto. Pero precisamente por eso, encuentro que álbumes como el que nos ocupa son exquisitos al adoptar un enfoque totalmente acústico que me permite apreciar la verdadera profundidad "desnuda" de las melodías sin terminar nadando en algodón de azúcar.

Trasera del CD.

La verdad es que Suzanne Ciani no siempre ha creado música melíflua, que también, pero hay que rescatar su trilogía Pianissimo (1990), Pianissimo II (1995) y Pianissimo III (2001) como una clara demostración de que el talento compositivo de su autora e intérprete va mucho más allá de la producción, y la reafirman de paso como mucho más que la que fue durante muchos años una de las más importantes creadoras de jingles publicitarios del mundo.

Neverland

El primer Pianissimo rescata temas ya publicados de su discografía, sobre todo de los álbumes Neverland (1988) y History of my Heart (1989), pero los afronta desde la sobriedad del piano solista, logrando esa especial "depuración" artística que supone demostrar que, al fin y al cabo, gran parte de la new age en realidad bien puede ser considerada una vertiente popular y accesible pero muy respetable de la música clásica. Consultando como es debido a quienes más saben, en este caso al compañero Pepe Cantos y su siempre recomendable web Solsticio de invierno, he sabido que la idea de grabar Pianissimo y hacerlo de esta manera fue principalmente de Peter Baumann (el de Tangerine Dream), que entonces era el dueño de la discográfica Private Music. Parece que los másteres originales del mencionado History of my Heart se perdieron, y de ahí el deseo de Ciani de volver a interpretar estos temas.

Inverness

Lo más sorprendente es que escuchar todo este álbum de música para piano, lejos de resultar tedioso, resulta una experiencia muy placentera. Los temas son de una enorme belleza y ofrecen una gran diversidad de estilos que nos inducen a muchos posibles estados de ánimo. Aunque piezas como Neverland o Mozart son una delicia, yo me quedo particularmente con Inverness, que me parece que de verdad captura la particular atmósfera de dicha ciudad escocesa, en la que estuve hace unos años; y con Rain, que evoca con asombrosa lucidez el placer de ver caer la lluvia.

Rain

Disfrutable al cien por cien e inspirado en cada segundo de su duración, Pianissimo fue un álbum con buena acogida en su momento que merece una nueva revisión por parte de quienes disfrutamos de lo que es bueno y a la vez sencillo.

viernes, 17 de diciembre de 2021

Todavía más Pink Floyd. Y más friki que nunca.

Recuerdo como si hubiese sido ayer aquel día en que me llegó la edición original en CD de Pulse, el doble álbum en directo de Pink Floyd de 1995, en un paquete de la añorada Discoplay. Me costó una pasta, por lo menos 5.000 pesetas de entonces, y aluciné cuando el interior del paquete se iluminaba con un brillo rojo intenso.

La nueva edición.

Podremos gozar otra vez de este capricho friki (muy, muy, muy friki) con la edición del concierto en Blu-Ray que se publicará en febrero de 2022. Como viene ocurriendo desde hace tiempo, casi todo el material que estaba incluido en la caja The Later Years 1987-2019 está publicándose en ediciones individuales mucho más bonitas que, una vez sumemos sus costes, difícilmente se acercarán a los 500 euros del estuche. Ya se pueden comprar Live at Knebworth 1990, la edición expandida de Delicate Sound of Thunder y la versión renovada de A Momentary Lapse of Reason, con lo que ya no queda casi nada por salir de la "box", salvo algunas otras rarezas de entre las cuales ya se incluyó un par, para más desgracia del completista que se dejase los cuartos, en el álbum-resumen de un solo CD de The Later Years. Me extrañaría que no acabase saliendo a medio plazo el concierto de Venecia.

Las nuevas ediciones en Blu-Ray (véase la bombillita) y en DVD, para escépticos y ahorrativos.

Sobre Pulse, diré que la primera vez que lo escuché, un poco decepcionado a priori porque pensaba que era un recopilatorio, me acabó dejando clavado al sofá. Como si me hubiese atropellado un tren. Pulse incluye sobre todo canciones del entonces reciente The Division Bell (1994), además de alguna pieza de A Momentary Lapse of Reason y varios temas clásicos como propina, aparte de una interpretación completa del álbum The Dark Side of the Moon. Lo cierto es que incluso los más críticos ante la etapa Gilmour de Pink Floyd se rinden ante el poderío sonoro de uno de los conciertos mejor registrados en disco de la historia de la música popular. La versión en vídeo no desmerece, y esta nueva edición muestra un montaje distinto al publicado en DVD hace unos años, junto con un buen montón de extras. Encima, el pack incluye el piloto rojo parpadeante que venía en el lomo del doble CD original. Sí, esa bombilla con una pila de botón oculta que se gastaba unos años después y que cientos de manitas han sustituido en numerosos vídeos de YouTube. Esta vez llevará dos pilas normales perfectamente accesibles y sustituibles. Yo quiero una copia de esta bobada.

Time

jueves, 2 de diciembre de 2021

Pink Floyd - A MOMENTARY LAPSE OF REASON


1. Signs of Life (4:24)
2. Learning to Fly (4:52)
3. The Dogs of War (6:10)
4. One Slip (5:05)
5. On the Turning Away (5:42)
6. Yet Another Movie (6:14)
7. Round and Around (1:13)
8. A New Machine (Part 1) (1:46)
9. Terminal Frost (6:17)
10. A New Machine (Part 2) (0:38)
11. Sorrow (8:47)

Con la reciente publicación de su edición remasterizada y revisada, he vuelto a prestar atención a uno de los álbumes de Pink Floyd que menos me habían llamado la atención la primera vez. Ojo, porque no estoy hablando de que esté personalmente en contra de que la banda siguiese adelante sin Roger Waters en los años ochenta, sino que me refiero a que me pareció un disco con poca "miga", con poca consistencia interna, que incluso al lado del también muy polémico The Division Bell (1994) me pareció un poco flojo.

David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright en 1987. 
Por motivos legales, Wright no podía figurar como miembro oficial de Pink Floyd,
de modo que, en lugar de esta foto, en el álbum se publicó otra casi idéntica, pero sin él.

A Momentary Lapse of Reason ("Un lapso momentáneo de la razón", 1987) fue el primer álbum de Pink Floyd publicado tras The Final Cut (1983), que hasta en el título sonaba a despedida. Algunos pormenores contractuales estuvieron cerca de impedir que el nombre de Pink Floyd pudiese ser utilizado por el resto de la banda tras la salida de Waters, que en realidad nunca quiso separarse de los demás sino directamente disolver la formación y echar el cierre. A David Gilmour y Nick Mason, secundados desde un rincón discreto por Richard Wright, simplemente les picaba el gusanillo de continuar con la marca de la casa, a sabiendas de que sus álbumes en solitario (algunos de los cuales eran más que respetables) nunca tendrían el mismo sex-appeal para el gran público. Mientras resolvían a trancas y barrancas la cuestión legal con Waters, y contando con colaboradores como Bob Ezrin, Anthony Moore o Phil Manzanera, se dispusieron a crear nueva música de la manera en que solían hacerlo: reuniéndose para improvisar y seleccionando después alguna de las melodías que surgían espontáneamente para desarrollarlas como temas completos.

Learning to Fly

Si bien nunca asumió un liderazgo oficial de la banda como sí llegó a hacer de forma explícita Waters, David Gilmour llevaba la iniciativa con una cierta cantidad de material más o menos ya preparado, y Mason y Wright en realidad no aportaron gran cosa al sonido final del álbum. Está mal decirlo, pero salvo por el interés compartido de que el álbum llevase el nombre de Pink Floyd, podría haber sido perfectamente un disco de Gilmour con los míticos batería y teclista como colaboradores. La versión original de A Momentary Lapse of Reason contiene una gran cantidad de arreglos electrónicos y sampleados, incluyendo secuencias de batería pregrabadas, que camuflan en buena medida las aportaciones de Mason y Wright y restan algo de fuerza al álbum. 

Portada de los singles Learning to FlyOn the Turning Away.

El contenido del disco, tal como explica Nick Mason en el estupendo libro Inside Out (2004), solamente buscaba ofrecer un abanico de sonidos variado y refrescante, huyendo de la relativa monotonía sonora que Roger Waters había ido imponiendo poco a poco desde hacía una década, y que al fin y al cabo ponía la música al servicio de la voz principal y de las letras con compromiso social. No es que David Gilmour renunciase a escribir buenas letras, pero se aprecia que lo importante del álbum que nos ocupa es su paleta sonora. Ni siquiera estamos ante un álbum conceptual, por mucho que los temas estén enlazados unos con otros en la línea clásica de la discografía del grupo. La portada, obra del habitual Storm Thorgerson, recoge varios elementos en referencia a los títulos de los temas.

On the Turning Away

Prestando la debida antención, he podido apreciar que en realidad no hay mucho material de relleno en A Momentary Lapse of Reason. Learning to Fly ("Aprendiendo a volar"), inspirada en las lecciones de vuelo que recibían entonces Gilmour y Mason, es un poco superficial pero tiene un nosequé que suena como se supone que debía hacerlo Pink Floyd en la radio de los ochenta. On the Turning Away ("En el rechazo"), por su parte, es una balada rock grandilocuente cuya melodía tiene cierto sabor a himno celta. Y Sorrow ("Pesar"), que no es precisamente una maravilla por su complejidad compositiva, sí que tiene una factura épica muy potente que, sin lugar a dudas, funciona. Los instrumentales también son estupendos, tanto el introductorio Signs of Life ("Señales de vida") como Terminal Frost ("Escarcha terminal"). No son desdeñables ni The Dogs of War ("Los perros de la guerra") ni One Slip ("Un resbalón"), aunque a mí se me hacen un poco cansinas. Y los temas que quedan por mencionar tienen más una función aglutinante que otra cosa, sin desmerecer.

Portada de la versión revisada.

Hay que decir que A Momentary Lapse of Reason fue como poco en un 50% una excusa para salir de gira. Fue en esta serie de conciertos alrededor del mundo (incluyendo algunos lugares con cierta carga histórica y monumental como el Palacio de Versalles o el Gran Canal de Venecia) donde sí se pudo disfrutar de los tres miembros de Pink Floyd dándolo todo y sin grandes aderezos artificiales. Para muestra, pueden escucharse (y verse) los estupendos conciertos recogidos en los álbumes Delicate Sound of Thunder y Live at Knebworth 1990, también reeditados y restaurados recientemente. La nueva edición de A Momentary Lapse of Reason, que estaba ya incluída en el cofre de precio absurdo The Later Years 1987-2019, rebaja medianamente esta capa de barniz electrónico que mencionábamos para dar un poco más de protagonismo a los instrumentos de Mason y Wright, y por eso sospecho que en adelante terminará por convertirse en la versión del álbum que quede establecida como la oficial. Ya veremos. De momento, este reencuentro con Pink Floyd me ha gustado.

Sorrow

jueves, 18 de noviembre de 2021

Edgar Froese - EPSILON IN MALAYSIAN PALE


1. Epsilon in Malaysian Pale (16:26)
2. Maroubra Bay (17:00)

Como siempre es un placer volver a los felices años setenta, en los que la música popular dejaba espacio para propuestas de lo más originales, retomamos uno de los álbumes cósmicos esenciales del añorado Edgar Froese, fundador de Tangerine Dream.

Edgar Froese

Epsilon in Malaysian Pale (1975) se grabó justo después de la gira de Tangerine Dream en la que presentaron el álbum Rubycon, y durante la que Froese tuvo ocasión de visitar, entiendo que como tantos otros turistas, la jungla de Malasia. Si la mayoría de álbumes de música cósmica en la línea de la Escuela de Berlín se inclinaban hacia el mundo de las nuevas tecnologías y de los viajes espaciales y la ciencia ficción como fuente de inspiración, aquí Froese viaja a otro tipo de cosmos. No menos envolvente, no menos capaz de originar música horizontal que sugiere ingravidez. 

Jerome Froese, en la funda desplegable del vinilo.

Froese nos sumerge en la sofocante selva malaya en la primera mitad del álbum, comenzando con un prólogo a base de goteos y aves exóticas, también con algún pasaje extrañamente industrial, y nos lleva desde esa clase de paisajes untuosos y nebulares que siguen haciendo las delicias del oyente en álbumes como el clásico Phaedra hacia otras estancias más nerviosas, más cercanas quizá al mencionado Rubycon.

Epsilon in Malaysian Pale

En su segunda cara, Edgar Froese viaja hacia una playa a las afueras de Sidney, Australia. El tema se llama como el lugar, Maroubra Bay, y de nuevo se centra en una serie de rápidas secuencias hipnóticas de sintetizador, esta vez con un tono un poco menos tamizado, menos orgánico y un tanto oscurantista.

Maroubra Bay

Por lo general, los discos en solitario de Froese se conciben como lanzamientos relativamente menores con una finalidad más comercial que artística, quizá porque no siempre arriesgan musicalmente más allá de lo que el entonces trío Tangerine Dream realizaba en sus álbumes "gordos", pero hay que decir que este Epsilon in Malaysian Pale alcanzó una notoriedad extra al ser mencionado por David Bowie como influencia directa para su célebre trilogía de Berlín, ya que escuchaba repetidamente el disco que nos ocupa durante su estancia en la capital alemana. No lo considero un imprescindible, pero si (como yo) llevas tiempo sin escuchar música de este estilo, te va a encantar.

martes, 19 de octubre de 2021

"A Momentary Lapse of Reason" y "Animals": la guerra fría de Pink Floyd que nunca termina.

Muchos ya sabréis que en breve se publica una versión revisada, regrabada, remezclada o yo qué sé (ya veremos en qué consiste exactamente la cosa) de A Momentary Lapse of Reason, el álbum que David Gilmour y Nick Mason publicaron en 1987 bajo el nombre de Pink Floyd y con Rick Wright como músico contratado. Pero resulta que, aparte del relativo hartazgo que puede producir el que últimamente desde Pink Floyd solo nos lleguen cofres y cajas a precios astronómicos con poco o ningún material realmente fresco, se da la coincidencia de que hay un lanzamiento "paralelo" que de momento está en el congelador.

A Momentary Lapse of Reason, remix de 2019.

Resulta que Roger Waters tiene entre manos una nueva versión del álbum Animals (1977) de 2018 que lleva ya cuatro años esperando una fecha definitiva de publicación. Se trata de un remix llevado a cabo por el ingeniero James Guthrie que, por lo que parece, en lo musical cuenta con el beneplácito de todos los miembros supervivientes de la banda, y cuya portada ya apareció en la exitosa exposición Their Mortal Remains, inaugurada en 2017. Solo Roger Waters parece interesado en promocionar este lanzamiento, porque Gilmour lo ha estado vetando legalmente y Mason es feliz tocando con la banda-tributo de sí mismo.

Parece que el problema está en el material impreso que acompaña al álbum, en el que un tal Mark Blake, seguramente al dictado de Waters, se pone a desgranar anécdotas que dejan a Gilmour en mal lugar respecto a determinadas ideas que uno de los dos tuvo durante la gestación del disco, y de las que el otro quiere supuestamente apropiarse. Se supone que en los últimos años Waters y Gilmour han limado algunas asperezas, pero en cuanto se ponen a escarbar en los detalles de sus años de gloria empiezan a surgir estos roces sobre egos y genialidades. Desde luego, el que Gilmour y Mason no dejen a Waters publicar nada en el Facebook oficial de Pink Floyd es sintomático.


Animals, remix de 2018.

Está claro que Roger Waters, siempre megalómano, aquí intenta erigirse en responsable de casi todo en Animals, incluyendo el cerdo hinchable, y de paso subraya su autoría absoluta de The Wall y hasta del sonido de la caja registradora del tema Money. A Gilmour no le ayuda, de cara a la galería, el que en los últimos años parezca querer colarnos a su esposa, la escritora Polly Samson, como poco menos que el "quinto Floyd" durante los últimos años de la banda. Waters no se olvida de mencionarla.

Roger Waters se va de la lengua en YouTube.

Sin entrar en valoraciones personales que no vienen al caso, a mí me interesa un poco más la remezcla de Animals, pero por supuesto escucharé las dos con muchísimo gusto. El 29 de octubre se publica A Momentary Lapse of Reason, y Animals está previsto para junio de 2022, después de negociar y renegociar lo que aparecerá finalmente escrito en el libretillo. Ambos álbumes saldrán en multiformato (CD, DVD, BluRay, vinilo, mp3, casete, minidisc, cartucho de ocho pistas, cilindro de gramófono, disco de pizarra, voz de una sirena en el interior de una caracola marina y lo que se tercie), en estuches de coleccionista del estilo ya conocido, de los de 50 euros mínimo. Se los pediré prestados a mi amigo Torrente.

sábado, 9 de octubre de 2021

Hans Zimmer - DUNE


1. Dream of Arrakis (3:08)
2. Herald of the Change (5:01)
3. Bene Gesserit (3:54)
4. Gom Jabbar (2:00)
5. The One (2:30)
6. Leaving Caladan (1:55)
7. Arrakeen (2:16)
8. Ripples in the Sand (5:14)
9. Visions of Chani (4:27)
10. Night on Arrakis (5:03)
11. Armada (5:09)
12. Burning Palms (4:04)
13. Stranded (0:58)
14. Blood for Blood (2:29)
15. The Fall (2:32)
16. Holy War (4:20)
17. Sanctuary (1:50)
18. Premonition (3:30)
19. Ornithopter (1:54)
20. Sandstorm (2:35)
21. Stillsuits (5:31)
22. My Road Leads into the Desert (3:52)

Con el retraso del estreno americano de Dune (2021), su publicación en formato físico no está fechada hasta octubre, pero los de WaterTower Music han tenido la gentileza de distribuir esta BSO en formato digital y hasta de colgarla al completo en YouTube para que podamos escucharla quienes ya hemos asistido al estreno. Dune, la película de Denis Villeneuve, no es un simple espectáculo palomitero, sino una experiencia audiovisual muy potente que roza lo experimental y que en muchos casos se apoya más en las imágenes y el sonido (incluyendo la música) que en los diálogos para exponer aspectos esenciales de la trama. Creo que Hans Zimmer, en lo que le toca, ha estado a la altura.

Hans Zimmer (de la página Slashfilm).

La novela de Frank Herbert de los años sesenta parece poseer un aura especial que la ha convertido en tema recurrente incluso desde el punto de vista de las "nuevas músicas", donde varios artistas la han abordado con resultados interesantes. Incluso las grabaciones que están directamente relacionadas con sus adaptaciones al cine han dejado tras de sí magníficos álbumes, como la BSO de la película de David Lynch y la del documental sobre el frustrado proyecto de Jodorowsky. En el caso de la nueva obra musical de Hans Zimmer, tal vez podamos llegar a conclusiones distintas sobre sus virtudes, pero es evidente que su efectividad se apoya tanto en el hecho de que el alemán es fan de la novela como en la certeza, para mí evidente, de que el díptico de Denis Villeneuve (la segunda parte está pendiente de confirmación todavía) está destinado a ser la adaptación definitiva de uno de los libros de culto por antonomasia y el compositor se ha venido arriba.

Dream of Arrakis

Me refiero a que Zimmer ha sabido captar el carácter horizontal, casi planeador, de las atmósferas que quiere subrayar con su música, demostrando un conocimiento del material con el que trabaja que es más profundo que el de muchos compositores de su gremio cuando abordan un trabajo para el que se les contrata. Da igual que seas defensor o detractor de algunas tendencias puntuales discutibles de este artista, porque si exceptuamos algún pasaje de acción poco relevante, su BSO para Dune es cualquier cosa menos genérica. La propia película en sí es un puro deleitarse en el amor a este universo ya clásico de Arrakis, sus intrigas políticas y sus gusanos de arena gigantes, y en todo momento se aprecia que la película y su música se apoyan mutuamente, se empujan para que ninguna de ambas baje ni por un instante su nivel de magnificencia. No es que Hans Zimmer haya logrado algo tan bestia como lo de Howard Shore y El señor de los anillos, pero creo que en algún momento ha llegado a transitar un camino parecido hacia la monumentalidad.

Leaving Caladan

No sé hasta qué punto Hans Zimmer ha llegado a plantear la partitura en clave de leitmotivs, y si es cierto que podemos identificar algunos (la nobleza trágica de los Atreides, los sueños de Paul sobre Chani, el carácter exótico e indomable de los Fremen, las maquinaciones de las Bene Gesserit...), no se busca en ningún caso tejer un tapiz tan complejo y musicalmente detallado como el de Shore. Siendo Zimmer un pintor de estilo más impresionista, de pincel más grueso, consigue que su obra parezca haber sido interpretada por músicos del propio Arrakis, con instrumentos difíciles de identificar, una peculiar guitarra eléctrica que aparece un par de veces, unas gaitas marciales en el tema Armada y diferentes variaciones de voces humanas que buscan recrear alguna clase de música sacra de un futuro abismalmente lejano. La contrapartida de estas virtudes es que, si bien esta BSO supone una impecable cadena de aciertos a la hora de contribuir a la puesta en escena de la película, el álbum editado difícilmente consigue funcionar como una narración autónoma en una línea de música sinfónica programática, por mucho que sea una obra musical muy bella y satisfactoria. Nadie ha dicho que tuviese que hacerlo.

Premonition

Desde luego, está claro que aquel Hans Zimmer de las melodías ruidosas e invasivas de hace años (Gladiator, Pearl Harbor, Piratas del Caribe) va quedando atrás en favor de una aproximación más madura y humilde (en el mejor sentido de la expresión) que contribuye al "todo" que es la película y lo perfecciona sin alardes innecesarios. Zimmer está cimentando su prestigio a base de aceptar que menos es más, que se puede deslumbrar componiendo bandas sonoras que están al servicio de la historia incluso si decide no contar con ningún temazo tarareable. No todas sus obras más celebradas de los últimos años me han entusiasmado (sigo pensando que Blade Runner 2049 está lastrada por su nefasta edición en álbum aunque su música sea respetable, y que lo de Interstellar es jugar sucio), pero hora mismo no hay nadie en Hollywood que le haga sombra dentro de su estilo electrónico-orquestal.

Portada de The Dune Sketchbook.

Zimmer busca en todo momento apurar sus propios límites con piezas que explotan al máximo el sonido Dolby Atmos con sonidos innovadores, envolventes. Tan inspirado se encuentra el alemán que ha compuesto otros dos álbumes completos en paralelo a esta banda sonora. The Dune Sketchbook contiene una selección de piezas de la película expandidas, en general en una línea ambient y con la colaboración de nuestro admirado Klaus Schulze en el tema final Grains of Sand ("Granos de arena"). El temazo House Atreides también es una gozada.

Grains of Sand

House Atreides

Tal vez la semilla de todo este concepto fuese plantada por aquel Prophecy Theme que aportó Brian Eno a la BSO de la versión de Dune de 1984, sin que en este caso ello implique nada más que una posible inspiración. Está claro que entre Eno y el mencionado Schulze dieron en el clavo con sus ya clásicas visiones del universo Dune, y Zimmer habría sido tonto de no haber edificado su obra sobre tan sólidos cimientos.

Portada del libro The Art and Soul of Dune.

El tercer álbum, titulado The Art and Soul of Dune, se publicará a finales de octubre. Se trata del acompañamiento para un libro tipo "cómo se hizo" sobre la película y consistirá en nuevas variaciones sobre los temas de la BSO. Tanto esta como el Sketchbook pueden adquirirse ya en formato físico, y aunque no sabemos si el tercer álbum tendrá únicamente una versión digital, sabemos que se podrá descargar de forma gratuita. Sean en CD o en digital, los tres álbumes parecen destinados a hacer las delicias de los aficionados a estas músicas nuestras durante muchas horas.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Vangelis - JUNO TO JUPITER


1. Atlas's Push (3:40)
2. Inside Our Perspectives (3:32)
3. Out in Space (4:14)
4. Juno's Quiet Determination (5:17)
5. Jupiter's Intuition (3:58)
6. Juno's Power (4:09)
7. Space's Mystery Road (4:17)
8. In the Magic of Cosmos (2:07)
9. Juno's Tender Call (3:42)
10. Juno's Echoes (3:38)
11. Juno's Ethereal Breeze (1:31)
12. Jupiter's Veil of Clouds (5:17)
13. Hera/Juno Queen of the Gods (4:21)
14. Zeus Almighty (11:00)
15. Jupiter Rex (1:36)
16. Juno's Accomplishments (4:22)
17. Apo 22 (1:53)
18. In Serenitatem (4:14)

En algún momento pensamos que este álbum se quedaría en el abultado limbo del material compuesto (y grabado) por Vangelis Papathanassiou que nunca ha visto la luz oficialmente, pero al final tenemos ya en nuestras manos Juno to Jupiter, la banda sonora del veterano músico griego para la misión no tripulada de la NASA.

Vangelis, en una imagen promocional.

Juno to Jupiter ("Juno a Júpiter", 2021) está hermanado con el anterior Rosetta (2016) en lo que se refiere a su temática, otra misión espacial para la que le encargaron música promocional de cara a colgar la agencia correspodiente sus vídeos en YouTube. También son parientes ambos álbumes a la hora de plantear su contenido musical como una narración de la propia misión espacial. Quizá la mayor diferencia que hay entre los dos trabajos es que Juno to Jupiter resulta ser un álbum más ambicioso que Rosetta, dispuesto a recoger sonidos mucho más variados, lo que a la vez conduce a que Juno to Jupiter se perciba como un trabajo que en la primera escucha se hace tal vez un poco largo.

In the Magic of Cosmos.

Aunque el álbum contiene piezas que sorprenden por su frescura y su ritmo modernos (Inside Our Perspectives, Space's Mystery Road), y contando con que Vangelis nunca ha renegado del todo de sus hallazgos sonoros en los setenta y ochenta (Jupiter's Veil of Clouds), hay gran cantidad de cortes que consisten en las conocidas improvisaciones neoclásicas de Vangelis con su colección de teclados. Esto no es que sea negativo, porque esta es la esencia misma del sonido de este artista casi desde sus orígenes, pero buscando ser un poco críticos podemos llegar a pensar que quizá Juno to Jupiter podría haberse "redondeado" un poco dejando fuera o abreviando alguno de los temas de su segunda mitad. En cualquier caso, como llevo afirmando desde hace ya unos años, cualquier trabajo que Vangelis publica a estas alturas solo puede aceptarse como un maravilloso regalo al que, desde el cariño y la reverencia más absolutos, no se le pueden poner pegas.

Inside Our Perspectives.

Otro cliché que se achaca a la última etapa de la discografía de Vangelis (sobre todo desde El Greco y Mythodea) es su inclusión habitual de sopranos en sus álbumes. Aquí tenemos a Angela Gheorghiu haciendo lo propio en tres temas: Juno's Tender Call, Juno Queen of the Gods y Juno's Accomplishments. Vangelis explica que la soprano representa de manera directa a Juno, esposa de Júpiter en la mitología clásica, mientras que sus notas telúricas de sintetizador personifican a Júpiter, una fuerza de la naturaleza. Todo esto viene a cuento porque la misión de la NASA buscaba observar con una sonda (Juno) lo que sucede bajo la capa de nubes del mayor de los planetas, del mismo modo en que la esposa del dios mitológico procuraba echar un vistazo bajo la niebla que este ponía a su alrededor cuando le era infiel con numerosas mujeres mortales. Este planteamiento musical funciona bastante bien. Por cierto, la misión ha sido un gran éxito y sus operaciones de exploración del sistema joviano se han prorrogado hasta 2025.

Juno's Tender Call.

En todo caso, es totalmente cierto que Juno to Jupiter no es ese álbum de trepidante música cósmica un poco trillado que seguramente podía esperarse. Es más bien un trabajo cálido, de atmósfera agradecidamente clásica y hasta onírica (Juno's Ethereal Breathe, In Serenitatem) que me recuerda un poco, más en algunos detalles de su atmósfera que en el grueso de su contenido, a la BSO que compuso en 2004 para la película de Oliver Stone Alejandro Magno. A Vangelis le ocurre como a otros grandes músicos de su generación: no debemos esperar de él grandes cambios de registro a estas alturas, pero todo lo que hace posee una pátina de impecable calidad que lo convierte en un deleite para sus seguidores. Donde no hay grandes riesgos sí que hay experiencia, donde no hay muchas sorpresas sí que hay virtuosismo. ¡A Vangelis le vamos a hablar a estas alturas de virtuosismo!

Jupiter's Veil of Clouds.

Decca ha publicado Juno to Jupiter en formato digital y en CD normal, creo que en digipack. Próximamente se pondrán a la venta ediciones en vinilo y en lujosos estuches de coleccionista. Si la página elsew.com no miente, parece que el LP incluirá un tema extra titulado Cosmos Autopator, y a la vez editará un poco In Serenitatem, supongo que para recortarlo y que quepa todo. El álbum cuenta también con su propia página web, en la que podemos descargar gratuitamente un extenso e interesantítimo archivo PDF con notas sobre el álbum. Aquí: https://www.junotojupiter.com/

In Serenitatem.

martes, 14 de septiembre de 2021

Moby - REPRISE


1. Everloving (3:18)
2. Natural Blues (4:30)
3. Go (3:44)
4. Porcelain (5:54)
5. Extreme Ways (5:00)
6. "Heroes" (5:18)
7.  God Moving Over the Face of the Waters (7:42)
8. Why Does my Heart Feel so Bad? (4:38)
9. The Lonely Night (5:43)
10. We Are All Made of Stars (6:01)
11. Lift Me Up (5:22)
12. The Great Escape (2:51)
13. Almost Home (5:28)
14. The Last Day (5:13)

Este álbum es bastante inusual, tanto por la naturaleza misma de la grabación como por el hecho de que Moby, un artista que (siento mucho decirlo) ha ido decayendo en popularidad gradualmente desde su momento de gloria en el cambio de siglo con el álbum Play (1999), haya conseguido algo tan otrora poco común como grabar un disco con Deutsche Grammophon, sello especializado en música clásica. Parece que todo comenzó cuando invitaron a Moby a tocar con la Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Gustavo Dudamel, y allí mismo alguien de la mencionada discográfica alemana le propuso grabar un álbum.

Moby hizo su parte y realizó los arreglos básicos en su casa de Los Ángeles, y después todo esto se envió a Hungría, donde un orquestador preparó las piezas para ser interpretadas por la Budapest Art Orchestra. Moby no estuvo presente durante las sesiones de grabación de la orquesta, pero tampoco se suponía que fuese a actuar como director o algo así.


Cuatro portadas de singles promocionales.

Reprise (2021) es como el típico álbum de grandes éxitos con orquesta, solo que Moby no es un artista "típico", y a la crítica profesional parece haberle impresionado la madurez con la que el artista electrónico ha adaptado de manera orgánica algunas de sus piezas más conocidas para su interpretación en tono clásico. Esto se consigue, en parte, gracias a que en todos los temas sigue habiendo elementos no orquestales, tales como las voces de Natural Blues o Why Does my Heart Feel so Bad?, o el piano de God Moving Over the Face of the Waters. Por supuesto, el propio Moby canta en varios temas (Porcelain, Extreme WaysWe Are All Made of Stars, etc.) como lo hiciese en los álbumes originales, y cuenta con varios artistas variopintos como colaboradores, entre ellos Gregory Porter, Jim James, Víkingur Ólafsson y Kris Kristofferson.

Natural Blues

Personalmente, después de haber escuchado Reprise al completo, el álbum me ha parecido un poco irregular. Esto es inevitable al contar con temas tan distintos y abordados de maneras a veces bastante chocantes. En la mayoría de los casos, Moby apuesta por arreglos minimalistas y evita el enfoque orquestal grandilocuente propio de las bandas sonoras de películas. Más bien intenta que sea el cantante o el instrumento solista quien tenga todo el protagonismo, y el elemento orquestal tiende a sonar como un pequeño añadido puntual y siempre en un segundo plano. Pero algunos temas que en su momento fueron muy rítmicos y potentes (tipo Lift Me Up) suenan un poco descafeinados con esta aproximación tan sobria que hace Moby. Prácticamente dejan de tener sentido.

"Heroes"

Tampoco acierta mucho el Moby con el tema nuevo que incluye Reprise, nada menos que la enésima versión del "Heroes" de David Bowie. Es bonito y delicado, pero "Heroes" está tan trillado que, en mi modesta opinión, a estas alturas no aporta demasiado. En resumidas cuentas, creo que Reprise es un buen álbum si sabes de antemano lo que te vas a encontrar, pero salvo que conozcas de antemano (aunque sea superficialmente) la trayectoria de Moby, vas a necesitar tener en mente los temas originales para disfrutar a fondo de las nuevas versiones. Reprise funciona en contexto y hará las delicias de los fans, pero adentrarse en la discografía de Moby a partir de él no es una buena idea.

Porcelain

viernes, 20 de agosto de 2021

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 11: "WUTHERING HEIGHTS"

Hace mucho tiempo que me llegan recomendaciones de trabajos de Kate Bush, y mientras me decido a comentar aquí alguno de sus álbumes, nos quedamos por el momento con este temazo, el primero cantado que recogemos en esta pequeña sección tan ecléctica. No por ser un clásico de la música popular deja de merecer nuestra reseña.

La portada del single.

¿Por qué lo he elegido? Porque su melodía es tremendamente popular, y porque tanto su instrumentación como -sobre todo- la voz de la cantante son cualquier cosa menos convencionales. En realidad, y aunque Kate Bush es hoy en día una leyenda que se reivindica incansablemente desde los ámbitos del art pop y el rock progresivo, quien escuchase en su momento Wuthering Heights y viese uno de sus videoclips debió asumir que era una friki de tomo y lomo. Tan extravagante como queramos, esta canción fue la primera compuesta por una mujer y cantada por ella misma que llegó al numero 1 en las listas británicas. Casi nada.

El videoclip.

Wuthering Heights ("Cumbres borrascosas") se inspira en la novela de Emily Brontë y reproduce una escena muy concreta en la que la protagonista Catherine ruega al turbulento Heathcliff que la deje entrar en su casa por la ventana. En realidad, alerta spoiler, ella es un fantasma. Kate Bush la canta con un tono tan agudo que llama mucho la atención, y su extraña atmósfera ha abocado a Wutherting Heights a aparecer en más de una campaña publicitaria.

La portada del álbum.

La canción formó parte del álbum de debut de Kate Bush, The Kick Inside (1978), del que fue su primer single. Bush, que llevaba componiendo música desde la infancia y aquí tenía solo diecinueve años, contó con apoyo del mismísimo David Gilmour y de Andrew Powell (el tercer componente, si alguna vez lo hubo, de The Alan Parsons Project), productor del álbum, y con el adelanto que recibió de la discográfica se pagó unas clases de interpretación y mímica que superó con nota. No sé si el famoso vídeo en el que Bush baila en el bosque es causa o consecuencia de que se matriculase, pero forma parte del mito y nunca te deja indiferente aunque lo veas cien veces. Lo dicho: Wuthering Heights es un temazo.

El otro videoclip.

viernes, 30 de julio de 2021

"Juno to Jupiter", el nuevo álbum de Vangelis, sale en septiembre.

Lleva anunciado desde hace más de un año y ha sufrido un par de retrasos, pero por fin hay fecha para la publicación definitiva de Juno to Jupiter. Será el 24 de septiembre. No sabemos si la versión final será idéntica a la que estuvo vendiéndose durante unas horas, en formato digital y supuestamente por error, hace más o menos un año. Lo que sí sabemos es que saldrá en CD, vinilo y como descarga, y que el vinilo contendrá un tema más, a cambio de recortar otro tema que estará completo en el CD. Así habrá que comprarse ambos, amigos frikis. Habrá también una edición limitada, aunque no se sabe qué contendrá exactamente. Lo que me sorprende, quizá porque se explica mal (?) en la página http://elsew.com/vangelis.htm, es que incluso el CD regular contendrá un libreto de 89 páginas cargado de fotografías inéditas. La tienda oficial de Decca ayuda a aclarar nuestras dudas.

Juno to Jupiter es ya el tercer trabajo que publica Vangelis correspondiente a música empleada por misiones espaciales, si bien en este caso es el segundo con piezas totalmente nuevas y compuestas para la ocasión. Muchas de las piezas del álbum han podido escucharse en los clips que la NASA ha colgado en YouTube con imágenes de la misión Juno, y el disco busca recrear mediante una narración musical la misión en su conjunto, como sucedió en el anterior Rosetta (2016). Además de la voz de la soprano Angela Gheorghiu, que "interpreta" el papel de Juno, el trabajo contiene tanto las voces de científicos y técnicos de la misión como, creo, sonidos obtenidos por la propia sonda.

Lleva filtrado desde el pasado otoño y obviamente lo he escuchado, pero por respeto al músico esperaré a la fecha oficial de publicación antes de colgar una crítica. Sin malos rollos, porque el disco es muy bueno. Por cierto, si alguien es especialmente puntilloso con la legalidad y piensa llegar virgen al día señalado, queda decir que se ha publicado hoy mismo un single digital para ir abriendo boca: In the Magic of Cosmos.

lunes, 5 de julio de 2021

Jean-Michel Jarre - AMAZÔNIA


1. Amazônia Part 1 (4:42)
2. Amazônia Part 2 (9:59)
3. Amazônia Part 3 (8:10)
4. Amazônia Part 4 (3:16)
5. Amazônia Part 5 (6:04)
6. Amazônia Part 6 (3:33)
7. Amazônia Part 7 (4:18)
8. Amazônia Part 8 (3:19)
9. Amazônia Part 9 (6:23)

Cerramos un pequeño paréntesis en el que me he volcado en el fin de curso académico, para comentar el último lanzamiento de Jean-Michel Jarre, todavía una novedad, titulado Amazônia (2021). Cuando saltó la noticia de la publicación del álbum hace unos meses, algunos comentarios apostaban por una obra atmosférica a lo Waiting for Cousteau, y aunque las diferencias con aquel tema largo son obvias, está claro que las predicciones eran acertadas.

Jean-Michel Jarre

Amazônia es, por encima de cualquier otra consideración, la banda sonora que acompaña a la exposición del mismo título del cineasta y fotógrafo Sebastiao Salgado con fotografías de sus viajes por la más importante selva tropical del planeta. No sé si toda la música creada por Jarre se encuentra en el álbum publicado, pero son más de cincuenta minutos los que se nos ofrecen, que no es poco. 

Puede sonar a tópico, pero es verdad que en Amazônia encuentras cosas nuevas cada vez que lo vuelves a escuchar. Por ejemplo, la primera vez te centras inevitablemente en los sonidos ambientales de gente que habla, de agua corriente, de pasos, de respiraciones, del roce de las hojas y el crujir de la madera. Y después ya empiezas a notar los añadidos musicales que aporta Jarre, como algunos ritmos, drones sintéticos, punteos electrónicos, etc. Incluso es posible que lleguemos a vislumbrar ciertos patrones, estructuras intencionadas, tras cada uno de los temas numerados.

Part 1

Creo que Jarre hace algo bastante interesante y valiente: en lugar de recurrir a una típica fusión de electrónica y música étnica tribal, la música de Amazônia escapa del folklore para "recrear" una experiencia realista de caminata por la selva impenetrable en la que los añadidos de sintetizador funcionan más como una argamasa de unión que como un elemento protagonista. El antes mencionado Waiting for Cousteau, pieza clave del álbum homónimo de 1990, consistía más bien en una composición minimalista pero 100% musical que recreaba vagamente algunos aspectos de lo que sería una inmersión submarina, mientras que Amazônia es en un 95% contenido no musical, no melódico, no rítmico, no premeditado. Tampoco se busca que la música de este nuevo disco sea como un documento científico, porque el enfoque de Jarre permite que en su personal expedición selvática haya espacio para la introspección, la imaginación, lo lúdico y lo onírico.

Part 9

Parece que Jarre recurrió a los archivos sonoros del Museo Etnográfico de Ginebra, aunque no sabemos si parte del material fue grabado por el propio Salgado. Se entiende que lo que hace Jarre es, digamos, un "collage" en el que se busca que, sin salirse en ningún momento de un planteamiento ambiental, siempre estén sucediendo cosas a nuestro alrededor. No es fácil aburrirse si tenemos la paciencia de recrearnos en los pequeños detalles, y entiendo que la experiencia es mucho más interesante si escuchamos la versión Surround 5.1 o la binaural, que se descargan digitalmente tras la compra del álbum en CD o vinilo.

Quizá lo más discutible del álbum sea la división del mismo en cortes o temas en según qué edición, que salvo que le echemos un poco de imaginación resulta en apariencia arbitraria. Está claro que cualquiera puede sentirse libre de decidir qué fragmento le gusta más, pero dudo que esto pueda hacerse extensivo a uno de los temas tal cual nos son presentados en el tracklist.

...aunque en la trasera del CD figura un único tema.

Creo que Amazônia, sin ser un álbum muy representativo del momento actual de la carrera de Jean-Michel Jarre (que está más cómodo revisando sus clásicos e innovando con el software), sí que es una obra que está mucho mejor en las tiendas que en un oscuro archivo, aunque sea como curiosidad para audiófilos o como un bonito ítem para fans y coleccionistas. Tampoco hay que olvidar que Jarre lleva tres décadas siendo embajador de la UNESCO, por lo que le gusta volcarse en cualquier iniciativa en la que su música ayude a impulsar proyectos de interés cultural, humano y medioambiental.

Por mi parte, recomiendo especialmente el álbum en su versión binaural, aunque también sus tradicionales ediciones en CD y vinilo supondrán una grata experiencia que merece la pena disfrutar.

martes, 18 de mayo de 2021

Aphrodite's Child - 666


CD 1

1. The System (0:23)
2. Babylon (2:47)
3. Loud, Loud, Loud (2:42)
4. The Four Horsemen (5:53)
5. The Lamb (4:34)
6. The Seventh Seal (1:30)
7. Aegian Sea (5:22)
8. Seven Bowls (1:28)
9. The Wakening Beast (1:11)
10. Lament (2:45)
11. The Marching Beast (2:00)
12. The Battle of the Locusts (0:56)
13. Do It (1:44)
14. Tribulation (0:32)
15. The Beast (2:26)
16. Ofis (0:14)

CD 2

1. Seven Trumpets (0:35)
2. Altamont (4:33)
3. The Wedding of the Lamb (3:38)
4. The Capture of the Beast (2:17)
5. ∞ (5:15)
6. Hic and Nunc (2:55)
7. All the Seats Were Occupied (19:19)
8. Break (2:58)

Aphrodite's Child ("Hijo de Afrodita") sería hoy un grupo de culto incluso si de entre sus filas no hubiesen salido Demis Roussos y Vangelis Papathanassiou. Aunque actualmente los Aphrodite's Child son conocidos sobre todo gracias a la carrera posterior de los mencionados, lo cierto es que en su momento fueron una bomba comercial que llegó a vender la bestialidad de 20 millones de copias con solo tres discos publicados.

En 1967, el teclista y compositor Vangelis venía de liderar The Formynx, el arquetípico émulo (griego) de los Beatles, con tanto éxito que hasta rodaron una película tipo A Hard Day's Night; y el cantante y bajista Demis Roussos, pariente suyo, también había estado ya en dos bandas. Con ellos estaba el batería Loukas Sideras y después se les unió Anargyros Koulouris, conocido como Silver, a la guitarra. Tras alguna maqueta interesante, una discográfica los convenció para que viajasen a Londres, la meca de la música pop, donde su estilo comercial melódico con aura psicodélica seguramente iba a funcionar bien. 

Imagen de portada del single Break
De izquierda a derecha: Loukas Sideras, Demis Roussos y Vangelis Papathanassiou.

Pero algo tan sencillo como cuatro amigos que iban a trabajar a Inglaterra se complicó cuando Koulouris tuvo que quedarse a hacer la mili (en Grecia había una dictadura), y para más problemas los otros tres se toparon con las revueltas de Mayo del 68 en su escala en París, lo que les impidió viajar a Londres. Optaron por quedarse allí, y ya bajo el nombre definitivo de Aphrodite's Child grabaron, justo antes de su primer álbum End of the World (1968), el single superventas Rain and Tears. Era una versión cantada y exquisitamente arreglada del Canon de Pachelbel y sonó en la radio hasta el hartazgo.

En 1969 se lanzó un segundo álbum, It's Five O'Clock, y a pesar del éxito continuado del trío, a Vangelis empezaba a picarle el gusanillo del rock progresivo de cara al siguiente trabajo de estudio. Tal como ocurriría con varios de los grandes grupos del rock progresivo posteriores, el que destruiría la banda desde dentro iba a ser su álbum más ambicioso: 666, también conocido como 666: The Apocalypse of John 13/18 (1972). Recordemos lo que pasó con The Lamb Lies Down on Broadway o The Wall.

Una extraña ilustración del libreto del álbum.

Lo primero que sorprende es cómo Aphrodite's Child, un grupo con unas propuestas musicales bastante ingenuas (sus canciones se movían entre "Con su blanca palidez" de Procol Harum y, si acaso, algo parecido a las canciones medio en broma que componía Syd Barrett para Pink Floyd en aquella época), se embarcó en algo tan descabellado con un doble vinilo conceptual sobre el Apocalipsis bíblico que, para más enjundia, encima contenía algunos provocadores guiños oscurantistas. 666, pese a que cuenta con un par de canciones que encajarían bien con lo escuchado en los dos álbumes previos de los griegos (Babylon y Break, quizá The Four Horsemen), es sobre todo una larga pieza unitaria en la que muchos cortes son un puro experimento, atmosféricos, instrumentales, llenos de efectos sonoros muy impresionistas que no tienen ni asomo de una atmósfera pop. Casi no es ni rock, y eso que ya contaban con un muy buen guitarrista al reunirse por fin con su banda para este tercer álbum Silver Koulouris.

Aegian Sea

Resulta complicado describir el conjunto de un álbum tan extenso y abigarrado que cuesta tener una visión global del mismo, pero sí que podemos destacar algunos momentos importantes como los mencionados Babylon y el epílogo Break, el impresionante instrumental Aegian Sea, la extraña invocación esotérico-sexual ∞ (en la que colabora con mucho, mucho, pero que mucho placer la actriz Irene Papas), la suite conclusiva All the Seats Were Occupied o el temazo tremendo de rock progresivo The Four Horsemen ("Los cuatro jinetes"), que hoy en día llega a todo el mundo gracias a un anuncio de coches. Suenan geniales la voz de Roussos, la batería y las percusiones exóticas, varios fragmentos corales muy logrados, algunas partes recitadas, y todo un arsenal de sintetizadores de última generación. Curiosamente, Vangelis (compositor principal por no decir único del álbum) contó con un letrista ajeno al grupo, el cineasta griego Costas Ferris.

The Four Horsemen

666 funcionó bien comercialmente y para la crítica, y eso que sufrió la censura en varios países, entre ellos España, por sus contenidos supuestamente satánicos (el tema de Irene Papas, una voz al final del álbum que dice "hazlo", un supuesto uso de drogas durante la grabación). Vangelis, que entonces se encontraba bien metido en la farándula avant-garde, conoció en aquella época a Salvador Dalí, que se quedó entusiasmado con esta música y propuso una performance en Barcelona para promocionar 666. Habría en teoría parafernalia nazi, lanzamiento de animales y clérigos desde aviones y demás ideas surrealistas. Véase una vieja entrada sobre Dalí en este mismo blog. Por supuesto, nada de aquello fue más allá de la imaginación del artista catalán.

Break

En la actualidad, 666 es un álbum de referencia, no solo por su gran calidad artística y su ambición conceptual, sino porque fue un ejemplo relativamente temprano del grado de libertad compositiva que llegaría a desplegar el rock progresivo. Por supuesto, quienes somos seguidores de Vangelis no podemos evitar considerarlo un álbum importante en su carrera, aunque todo aquel que disfruta de los mejores y más cuidados desvaríos de la auténtica era psicodélica va a gozar muchísimo con cada escucha. Es un clásico de culto que cuenta también con una edición griega con algunas pequeñas pero interesantes variaciones muy del gusto del coleccionista.

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