miércoles, 22 de abril de 2015

Eric Serra - LE GRAND BLEU / THE BIG BLUE


1. The Big Blue Overture (4:47)
2. Deep Blue Dream (1:33)
3. Sailing to Death (2:22)
4. Rescue in a Wreck (2:34)
5. La Raya (2:05)
6. Huacracocha (5:29)
7. Water Works (3:12)
8. Between the Sky-Scrapers (1:06)
9. Remembering a Heartbear (1:15)
10. Spaghetti del Mare (2:02)
11. Let Them Try (3:20)
12. Synchronized Instant (2:10)
13. Homo Delphinus (8:09)
14. The Monastery of Amorgos (1:16)
15. Much Better Down There (1:40)
16. Cruise of the Dolphin Tribe (2:43)
17. Second Dive (1:50)
18. Leaving the World Behind (2:27)
19. My Lady Blue (5:20)
20. La Raya (original demo) (1:39)
21. Let Them Try (original demo) (0:48)
22. The Big Blue Overture (original demo) (2:45)

Un gran logro de lo que podríamos llamar "new age aplicada" es la banda sonora de El gran azul, película de 1988 dirigida por Luc Besson. Su banda sonora, y sobre todo su tema principal, es un exquisito referente de lo que puede aportar una partitura diferente a una película con grandes aspiraciones desde un punto de vista introspectivo. Le Grand Bleu es una historia sobre buceadores "a pulmón" que en más de un momento consigue llamar nuestra atención sobre las sensaciones de moverse en el medio subacuático (indescriptibles para quien las conoce) más que en la historia personal de los protagonistas. No es el único caso en que se acude a compositores fuera del mundo clásico para acompañar a películas de amplio alcance comercial, mucho menos en aquellos eclécticos años ochenta, y desde luego el trabajo que realiza Eric Serra es sobresaliente.

Eric Serra (de dolphinproductions.fr).

Serra es el compositor fetiche del realizador Luc Besson, con quien trabajaría posteriormente en películas tan conocidas como Nikita, León: el profesional o El quinto elemento. Aunque ha realizado algunos trabajos sueltos para películas de otros directores, Serra nunca ha terminado de despegar del todo dentro del gremio, a nivel internacional al menos. Esto podría deberse a que su gran oportunidad para dar el salto, la música original de la película Goldeneye, no gustó nada a los acérrimos de 007, que no aceptaron una banda sonora mayoritariamente electrónica en una saga tan intrínsecamente conservadora.

Portada alternativa.

Efectivamente, en Le Grand Bleu nos encontramos con una banda sonora predominantemente electrónica, con suaves sintetizadores y sensuales toques de jazz gracias al uso del saxofón. En algún momento suena como un Angelo Badalamenti sin malos rollos, tal vez como un Vangelis muy urbano y modernizado, o incluso como una refinada respuesta europea al sonido de Miami Vice. Más allá de su tema principal The Big Blue Overture, que como decíamos arriba es exquisito, el resto del álbum que recoge la música del filme refleja la naturaleza bastante utilitaria -en el buen sentido- del grueso de la obra. Me refiero a que, mientras que este famoso corte es una pieza con entidad propia fuera de la película, muchos de los demás temas viven por y para las escenas a las que acompañan. En la película se produce una compenetración perfecta entre imágenes y sonido, pero desde mi punto de vista el álbum con la BSO no es del todo comprensible como obra independiente. Quizá es demasiado sintético en momentos en los que habría funcionado mejor con arreglos más tradicionales, pero estas son manías mías. Sí que funciona el álbum perfectamente si nos acercamos a él como si de un trabajo ambient o new age al uso se tratase.

Contraportada.

Se me hace muy difícil quedarme con un puñado de temas para destacar como antológicos, sobre todo porque el sonido de Le Grand Bleu es muy parecido a lo largo de todo el disco, siempre sofisticado y elegante, unas veces más solemne y otras más intrascendente. Yo recomendaría la escucha del álbum en su totalidad y de un tirón, tanto a quienes desean recordar los buenos momentos de esta estupenda película como a quienes se acerquen a él desde lo puramente musical. Al final, por cierto, nos deja Eric Serra un buen ejemplo de su faceta como autor de canciones con la conclusiva My Lady Blue, aunque ya sabemos que la típica canción de cierre suele tener poco que ver con el resto de la partitura de una película. Aquí es todo obra de la misma persona, y aunque la canción no sea nada del otro mundo, se agradece la coherencia sonora. Una muy buena banda sonora y un disco, como poco, difícil de ignorar.

No perderse el "sabías qué" de nuestra versión Facebook.

The Big Blue Overture

sábado, 11 de abril de 2015

Michael Nyman - DECAY MUSIC


1. 1-100 (27:18)
2. Bell Set No. 1 (22:35)

Todos los grandes artistas vienen de alguna parte. Michael Nyman, el famosísimo compositor británico que durante varias décadas ha estado a la cabeza del minimalismo clásico junto a gente como Philip Glass o Steve Reich, empezó al otro lado del escenario: como musicólogo divulgador y crítico musical para publicaciones de gran prestigio, siendo precisamente él quien utilizó por primera vez el término "minimalismo" para referirse a una obra musical, a finales de los años sesenta. Bastante más centrado en la experimentación que en el desarrollo de un estilo propio, Nyman tuvo su primera oportunidad, discográficamente hablando, gracias al mecenazgo del inquieto Brian Eno. Fue en su pequeño sello Obscure Records donde se publicó Decay Music en 1976. 

Michael Nyman en una fotografía contemporánea al disco.

Decay Music recoge dos de los pocos temas que Michael Nyman había compuesto hasta entonces, 1-100 y Bell Set No. 1, el primero de los cuales ya es una temprana colaboración con el director de cine Peter Greenaway, que en este caso no fructificó. 

Probablemente debamos dedicar más tiempo a comentar 1-100 que Bell Set, ya que las intenciones del músico son aquí bastante específicas. Michael Nyman maneja el concepto musical de "duración" o "decaimiento" (decay), que puede explicarse en pocas palabras como el tiempo que sigue sonando una nota después de que haya sido producida, mientras se pierde en el silencio. Para desarrollar totalmente esta exploración sonora, Nyman hace que 1-100 suene a la mitad de la velocidad con la que fue grabado en realidad. Dice la larga explicación de la contraportada que el concepto surge de una observación casi numerológica de El Danubio azul, y que el tema propiamente dicho se inspira en Les Moutons de Panurge, de Frederic Rzewski. También mencionan por ahí la influencia de Erik Satie, aunque nosotros lo experimentamos como una lánguida sucesión de notas que forman una melodía mínima y a medio vislumbrar, en la que las notas que se extinguen y el silencio que queda entre ellas comparten protagonismo a lo largo de 100 acordes.

La edición original incluía una larga explicación de la música incluida en el LP.

Bell Set No. 1 también intenta profundizar en los mismos conceptos, aunque en este caso Michael Nyman se une a Nigel Shipway para tocar una buena cantidad de instrumentos de percusión (campanas, triángulo, gong...) que terminan sonando como un gamelán para crear un largo tema hipnótico, cíclico. Ninguno de los dos cortes del disco es especialmente fácil de escuchar para el aficionado de a pie, aunque yo diría que ambos -sobre todo el primero- podrían hallar su lugar en alguna discoteca como piezas pseudo-ambient.

Algún detallito más en nuestra versión Facebook.

1-100

Bell Set No. 1

miércoles, 8 de abril de 2015

Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 1: "APACHE"


Comenzamos nueva sección. Se trata de recordar unos cuantos temas instrumentales que nos suenan a todos y todas en mayor o menor medida, y que en algún caso -sé que no muchos- serán un poco difíciles de identificar con nombre y autor para los novatos y los jovenzuelos. Venía pensando en algo parecido desde que publicamos aquella entrada sobre Popcorn, que tuvo mucho éxito, y creo que con un poco de ayuda por vuestra parte, a través de los comentarios y en forma de sugerencias, tendremos sección para rato. Volveremos sobre ella con regularidad, en la medida en que haya buenas ideas sobre las que hablar.

Por empezar con algo bien conocido, me he acordado de Apache:

La versión de The Shadows.

Apache es un tema original del británico Jerry Lordan, que se inspiró en la película del mismo título, protagonizada por Burt Lancaster. Fue grabado por primera vez en 1960 por el guitarrista Bert Weedon, aunque conoció su mayor difusión unos meses más tarde en el repertorio de The Shadows, un excepcional grupo británico de pop instrumental que compaginaba su propia carrera con su actividad como banda de acompañamiento del cantante Cliff Richard. Parece que Lordan se encontraba de gira con The Shadows cuando se le ocurrió la idea de prestarles aquella melodía que él solía interpretar al ukelele, y el mítico Hank Marvin le aplicó su cautivador sonido de guitarra, a medio camino entre el rock primitivo y las divertidas y macarras tonadillas surfers. Fue número 1 en el Reino Unido durante cinco semanas.

Apache ha conocido multitud de versiones, algunas de las cuales cuelgo a continuación. Todo un hit internacional e imperecedero que sigue siendo objeto de referencia de campos tan diversos como el rap o la electrónica de baile. Parece que incluso los Beatles, cuando empezaban, solían incluir Apache en sus conciertos.

La versión de los Pekenikes, nuestros Shadows patrios.

La versión de The Incredible Bongo Band, que en 1973 fue también un gran éxito en listas.

Dos famosos primos de la tele bailan la versión proto-rapera de The Sugarhill Gang, de 1981.

viernes, 3 de abril de 2015

King Crimson - LARKS' TONGUES IN ASPIC


1. Larks' Tongues in Aspic, Part One (13:36)
2. Book of Saturday (2:53)
3. Exiles (7:40)
4. Easy Money (7:54)
5. The Talking Drum (7:26)
6. Larks' Tongues in Aspic, Part Two (7:07)

Publicado en marzo de 1973, Larks' Tongues in Aspic ("Lenguas de alondra en gelatina") es uno de los discos más importantes en la evolución del sonido de King Crimson. Yo tengo mis favoritos, que son In the Court of the Crimson King e Islands, pero al echar un vistazo a distintos sitios especializados -y de fans- parece ser también el favorito de mucha gente. Y es curioso, porque el giro experimentado en este título es principalmente hacia un sonido mucho menos comercial, difícil incluso, que venía a definir a King Crimson como el grupo más "cultureta" de su generación. 

Suele comentarse que Robert Fripp, ya entonces el único miembro fundador que seguía en la banda tras la salida de Peter Sinfield, optó por dar al álbum resonancias de la música clásica de Europa del este, así como una tendencia a lo jazzístico y lo instrumental mucho más acusada que antes. También afirman muchas fuentes que posee influencias claras de heavy metal o hard rock, aunque personalmente no creo que el empleo puntual de unos guitarreos duros tengan por qué implicar tal cosa. Cuestión de opiniones.

De izquierda a derecha: Muir, Bruford, Fripp, Cross y Wetton.

Como han comentado algunos ex-miembros de King Crimson, Fripp solía reclutar a intérpretes señeros del rock progresivo, generalmente virtuosos instrumentistas de técnica depurada y reconocible, para a su vez pedirles -de forma más bien tácita- que se olvidasen de sus costumbres habituales y se reinventasen a sí mismos. Todo el mundo en King Crimson tenía que hacer algo que no hubiese hecho antes. Con esta filosofía aterrizaron el batería Bill Bruford, que se había hecho famoso en Yes; el violinista David Cross, cuyo instrumento vendría más o menos a sustituir el saxofón de obras previas; el percusionista polivalente Jamie Muir; y el bajista John Wetton, que también fue componente de Family, Roxy Music, Uriah Heep y Wishbone Ash. Esta formación no llegaría completa al siguiente álbum de King Crimson.

Larks' Tongues in Aspic, Part One en vivo. Atentos a Jamie Muir.

Larks' Tongues in Aspic comienza con la primera mitad del tema que le da título, una épica suite instrumental que se mueve entre movimientos de pura percusión, fragmentos de guitarra eléctrica potente y el suave contrapunto del violín. Se comenta que parte de la composición está inspirada en The Lark Ascending, del clásico Ralph Vaughan Williams, y de ahí la alondra del título. En Book of Saturday nos encontramos con un tema cantado breve, casi urgente, y tras este y una introducción intrigante a base de Mellotron llega Exiles, el inevitable (y bienvenido) tema largo y baladístico que nunca falta en cualquier gran obra progresiva. Con la jazzística, casi bluesera Easy Money -y algo intangible, no solo el título, recuerda al Money de Pink Floyd- concluye la parte cantada del disco. Los tres temas tienen en común tanto las letras de Richard Palmer-James como un muy original trabajo en lo que a percusiones varias se refiere.

El álbum incluía las letras de sus tres temas cantados.

The Talking Drum es un largo ejercicio de percusión medio étnica que va in crescendo hasta un tramo final bastante intenso, y el disco termina con la segunda encarnación de los conceptos del tema inicial, llamada Larks' Tongues in Aspic, Part Two, reordenados y, en general, efectivos a la hora de dotar al álbum de una estructura casi capicúa. No me extrañaría que hubiese otra conexión aquí con Pink Floyd, en este caso con su mítico álbum Wish You Were Here de dos años más tarde.

El mérito principal de Larks' Tongues in Aspic, y de estos buenos tiempos de King Crimson en general, es que prácticamente cualquier aficionado a la buena música puede acceder a ellos con relativa facilidad. Si además hablamos de un amante del rock progresivo, su primera escucha resultará poco menos que una experiencia religiosa. Actualmente circula por las tiendas alguna reedición de superlujo con abundante material en vivo y de estudio, además de una remasterización con Steven Wilson de por medio. Tanto si se opta por estas mercaderías como si se acude al disco original, es una grabación absolutamente recomendable para cualquiera e imprescindible para los iniciados.

Alguna curiosidad extra en nuestra versión Facebook.

Exiles, audio en vivo desde Central Park (Nueva York).
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