viernes, 10 de enero de 2014

The Moody Blues - DAYS OF FUTURE PASSED


1. The Day Begins (5:45)
2. DAWN: Dawn Is a Feeling (3:50)
3. THE MORNING: Another Morning (3:40)
4. LUNCH BREAK: Peak Hour (5:21)
5. THE AFTERNOON: Forever Afternoon (Tuesday?) (8:25)
6. EVENING: The Sun Set: Twilight Time (6:39)
7. THE NIGHT: Nights in White Satin (7:41)

Si bien sabemos que fue en los años setenta cuando se produjo la edad de oro del rock progresivo y los álbumes conceptuales, la verdad es que había sido a finales de la década anterior cuando se establecieron las bases de todo aquel movimiento. Suele citarse como gran precedente al inevitable Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles, aunque en su día ya hice una emocionada defensa de In the Court of the Crimson King (1969), y ahora -sin olvidarnos de gente que ya estaba dando mucha guerra, tipo Jethro Tull- tenemos que acordarnos de The Moody Blues y su legendario Days of Future Passed ("Días del futuro pasado", como se tradujo al español), de 1967.

Antes de escuchar una sola nota de este álbum es prudente tener en cuenta que, a mi juicio al menos, Days of Future Passed ha envejecido bastante mal. Despide un aura de ingenuidad en las melodías y una gran pomposidad en algunos despliegues orquestales cuya mezcla nos hace darnos cuenta de que el rock de vanguardia todavía no estaba lo suficientemente maduro como para alcanzar el equilibrio atemporal de años posteriores, con los clasicazos que todos conocemos a cargo de Pink Floyd o Genesis. Por otra parte, como testimonio de la creatividad de aquella generación, Days of Future Passed es una joya como hay pocas, por los muchos caminos que allanó.

Posteriores ediciones, como la Deluxe de la imagen, contienen gran cantidad de material extra.

Los arreglos orquestales habían sido amigos íntimos de la canción melódica desde tiempos remotos, e incluso los ya mencionados Beatles solían aplicar algún retoque sinfónico a temas diversos a lo largo de su discografía, pero desde luego es evidente que la música popular de los fructíferos años sesenta se decantó mucho más por las bandas de guitarra-bajo-batería-teclados que por lo orquestal. Como no soy lo bastante entendido como para afirmar rotundamente que The Moody Blues fue el primer grupo de pop-rock en fusionar su sonido con el de una orquesta clásica completa, me contentaré diciendo que fueron los primeros en lograr un enorme éxito comercial y crítico al hacerlo. De hecho, desde siempre han coexistido dos términos bastante  paralelos, rock sinfónico y rock progresivo, el primero de los cuales existe precisamente gracias a trabajos como este que nos ocupa.

The Moody Blues, en la portada del single estrella del álbum.

En plena efervescencia de lo experimental, en aquellos años se puso muy de moda versionar temas del repertorio clásico académico a cargo de gente bastante marciana (recordemos los álbumes de Walter Carlos), y también se estaban poniendo a prueba nuevos avances técnicos en los estudios de grabación que mejoraban la calidad del sonido -se estaba implantando  del todo el sonido estéreo, por ejemplo- y nuevos instrumentos -sintetizadores como el Mellotron, aquí utilizado-, de manera que los Moody Blues recibieron teóricamente el encargo del sello Decca de grabar un álbum experimental versionando la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak. Un sub-sello dentro de Decca, llamado Deram Records, había perfeccionado un nuevo sistema de audio llamado "Sistema de Sonido Derámico", y querían que la banda hiciese una demostración de sus virtudes. La idea era mezclar el sonido elegante de la que entonces era una banda emergente de R&B blanco con la amplitud acústica de toda una orquesta clásica, y aunque el grupo descartó la idea de ir a por Dvorak, el planteamiento musical se mantuvo.

Contraportada de una edición en CD, con una foto de la banda en todo lo suyo, chorreras y cardados inclusive.

No solo se mantuvo respecto al uso de la orquesta, sino la idea de hacer algo conceptual, y The Moody Blues optaron por una obra que abordase distintos momentos de un día normal, de la mañana a la noche. En algunos momentos del álbum, entre los temas, se introdujeron fragmentos de narración para ayudar a sostener la unidad del conjunto, al estilo de lo que después harían Rick Wakeman en Journey to the Centre of the Earth o Jeff Wayne en su versión de La guerra de los mundos. El resultado, como ya comentábamos antes, es una mezcla bastante interesante de rock suave con sinfonismo de alta ralea, pero es inevitable que hoy en día, muy pulido ya el experimento de fusionar rock y orquesta (hasta Metallica lo hizo a la perfección), Days of Future Passed suena un poco rancio... o simplemente "oldie", según te pille el día.

El vídeo original de Nights in White Satin. Por fortuna, han vuelto a montar el audio.

También es verdad que el tema más emblemático del álbum, Nights in White Satin ("Noches de blanco satén") ha sido desviado por la cultura popular más hacia el repertorio de los bailes de salón que hacia el de las grandes baladas rock, un poco como sucedió con A Whiter Shade of Pale de Procol Harum. El trabajo realizado por los músicos, de todos modos, es más que meritorio con independencia de la perspectiva que dan los años. A la cabeza de The Moody Blues se situó claramente Justin Hayward (voz principal, guitarras y teclados), acompañado de Graeme Edge (voz y percusiones), John Lodge (voz y guitarras), Mike Pinder (voz y teclados) y Ray Thomas (que hace un poco de todo), a los que añadimos a la London Festival Orchestra dirigida por Peter Knight.

Versión alternativa de la psicodélica portada.

Days of Future Passed no es seguramente la clase de disco que uno recomienda a sus amigos cuando se muestran dispuestos a descubrir cosas nuevas (habría que empezar por algo más actual, creo yo) pero sí que es una herramienta de primera categoría para comprender la evolución del rock en uno de sus momentos de mayor creatividad. Un disco realmente importante que merece la pena conocer y valorar en su contexto. En Spotify puede escucharse con abundante material extra.

5 comentarios:

Mike Shooter dijo...

En algún sitio leí que la idea original era grabar en uno de los canales del "stereo" el disco "rock" y el otro la versión orquestal de Dvorak de manera que el oyente podía optar por oír una, otra, o las dos mezcladas manipulando el balance de los dos canales en su amplificador. Imagino que el experimento sonaría horriblemente mal cuando no se llevó a cabo finalmente...

Un saludo, Conde.

José Ramón dijo...

Bueno, aquí has dado con uno de mis grandes grupos de toda la vida.
Este disco se grabó porque DECCA quería presentar su nuevo sistema de sonido, DERAM, y cogieron a este grupo entre otras cosas porque Mike Pinder trabajaba probando el Mellotron, el nuevo teclado antecedente del sintetizador que tanto supuso l Rock progresivo. Es verdad que querían hacer una grabación sobre música de Dvorak pero al final se compuso música orquestal nueva alas que los Moody Blues reformados añadían su parte mas rockera. De hecho no se mezclan ambas partes.
Es verdad que es un disco ingenuo y totalmente desfasado. Yo tiendo a pensar que su siguiente disco, In search of the lost chord, es su primer disco de pop progresivo mas que este que propones.
Las reediciones de algunos de estos discos en 5.1 son una delicia de coleccionista.

Víctor Hugo dijo...

Aquí hay quilates...

Juan Pini dijo...

Totalmente de acuerdo en que el tiempo le ha pasado factura. Yo lo compré hace unos 30 años y ya sonaba rancio al lado de otras obras que igualmente fusionaban orquesta sinfónica con banda de rock, como Atom Heart Mother o The Snow Goose, de Camel. Su valor reside probablemente más en lo intentado que en lo conseguido.

Enrique Farelo dijo...

Days of Future Passed "suena un poco rancio y ha envejecido bastante mal". En fin, nada más alejado de la realidad. Qué peca de ingenuidad?, (y ahí es donde radica su encanto y sensibilidad) por supuesto obsérvese el año de grabación, 1967 y todo lo que influyó a partir de ese momento a montones de grupos como los mismos King Crimson en su primera etapa o Renaissance.
Y efectivamente seguramente sea el primer álbum para grupo y orquesta de la historia.
Lo incluiría entre las 100 mejores obras de rock progresivo clásico. Chapeau

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