1. A Passage to India Main Title (1:52)
2. The Marabar Caves (3:05)
3. Bombay March (2:33)
4. The Temple (5:19)
5. Frangipani (3:01)
6. Chandrapore (4:45)
7. Adela (4:24)
8. Expectations (3:07)
9. Bicycle Ride (3:27)
10. Climbing to the Caves (3:58)
11. Kashmir (2:19)
12. Back to England (2:30)
Mientras muchos científicos siguen devanándose los sesos acerca de la posibilidad de viajar en el tiempo, hay quienes ya lo han hecho en alguna ocasión. Es el caso del director de cine británico David Lean (1908-1991), que viajó hacia su propio pasado en 1984 con la película Pasaje a La India (A Passage to India). Lean es el director de algunas de las más grandes películas de todos los tiempos, incluyendo El puente sobre el río Kwai, Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago. Su estilo visual es inconfundible, y pese a que dejó pasar una década y media en blanco entre la polémica La hija de Ryan (1970) y esta película de la que estamos tratando, no parece ni por un instante que las cosas hayan cambiado en su manera de trabajar; Pasaje a La India parece una película rodada en los cincuenta o los sesenta. Y Maurice Jarre, que formó con el director un tándem estético indisoluble desde Lawrence, pareció viajar en la misma cápsula del tiempo que Lean con su banda sonora.
Maurice Jarre
A Passage to India se basa en la novela homónima de E. M. Forster, uno de los principales nombres en la literatura de habla inglesa del siglo XX. Como no quiero desvelar excesivos detalles argumentales, diremos que la novela y la película de David Lean reflexionan con gran riqueza descriptiva sobre las consecuencias del choque de dos civilizaciones radicalmente distintas: la británica, con un imperio que a principios del siglo pasado se extendía sobre medio globo terráqueo, y la india, mucho más mística y "primitiva" (entendamos esto en un sentido para nada insultante). Pese a los muchos años de ocupación del subcontinente indio, los británicos nunca llegaron a conquistarlo desde un punto de vista cultural; La India tenía un carácter propio tan marcado que en muchos sentidos fueron sus colonizadores europeos quienes terminaron invadidos por su sensualidad, sus olores, sus costumbres y sus raíces religiosas y tradicionales.
En la novela de Forster, los británicos parecen recluirse en su ambiente de decadente opulencia clasista más para protegerse de estas influencias culturales que para afianzarse como la clase dominante, y son las peculiares circunstancias que tienen lugar entre la protagonista Adela Quested y el doctor indio Aziz, en las cuevas de Marabar, las que desatan la inevitable conclusión: pese a que la convivencia es posible, la comprensión cultural mutua no lo es, al menos mientras los radicalismos ideológicos y sociales persistan.
Contraportada del CD.
Toda esta parrafada viene muy a cuento si queremos comprender del todo el planteamiento inicial del músico. Maurice Jarre apuesta por una banda sonora muy en la línea del David Lean de siempre, totalmente alejada de lo que el compositor de origen francés haría durante los ochenta. Guarda un cierto parecido en su tema principal con el de La hija de Ryan, pese a que en su día hasta Jarre se llevó algún palo por su participación en aquella película. No obstante, el elemento clave que da carácter a A Passage to India es el uso de las ondas Martenot, un instrumento electrónico de los años veinte que, fuera de su uso en el cine, casi siempre se ha asociado a trabajos experimentales un tanto opacos. Su sonido recuerda al del theremin, aunque no posee una tonalidad tan "fantasmagórica", sino que más bien tiene un toque exótico, como de ensueño. Jarre ya lo utilizó en Lawrence de Arabia, aunque aquí es poco menos que un personaje de la propia película: la exuberante y un tanto erótica cultura india que parece agredir a la estirada beatitud inglesa de Adela Quested.
El equipo musical conocido como ondas Martenot.
Las ondas Martenot se cuelan allí donde suena el leitmotiv de Adela, sobre todo en el tema del mismo nombre y en otros como Bicycle Ride (en la escena clave de toda la película), convirtiendo lo que podría haber sido una colección de melodías de época casi bailables en algo totalmente distinto, mucho más sugestivo y arriesgado. También suena en la íntima Climbing to the Caves y en la obertura de la obra, A Passage to India Main Theme, tema que responde a la costumbre inflexible de David Lean de poner los créditos al comienzo de la película (a la vieja usanza del cine clásico).
Otra parte de la banda sonora que es típica en todo trabajo Lean-Jarre es, por ejemplo, la marcha militar de sus escenas de masas. Aquí se cumple esta premisa con Bombay March, y parcialmente con varios fragmentos del tema Expectations. En el resto de temas del álbum encontramos música excelentemente bien compuesta, con un sabor mucho más clásico que otros trabajos orquestales para el mundo del cine de aquel entonces. Una auténtica exquisitez clasicista es, con ondas Martenot y todo, la triunfal Kashmir. En general, de todos modos, son las variaciones sobre el tema de Adela las que funcionan como columna vertebral de este trabajo ganador del último Oscar de Maurice Jarre.
Jarre dirige la Royal Philharmonic Orchestra en un tributo a David Lean (1992).
Es un trabajo delicioso, de una elegancia arrebatadora y con un sonido especialmente nítido que hace estremecer al ser escuchado en un buen equipo de audio. Imprescindible conocer esta banda sonora, si bien hay que tener en cuenta que en la película no escuchamos -ni mucho menos- todo lo recogido en el disco. Resulta que David Lean aprendió bien la lección de La hija de Ryan y no abusó del buen hacer de Jarre; pero éste, que a aquellas alturas se debía tanto a los cineastas como a su propio público, sí quiso que todos disfrutásemos de sus composiciones íntegras. No pasa la cosa de 40 minutos y pico, pero van más que sobrados. Escuchamos una versión orquestal -sin ondas martenot, ojo- del tema de Adela.
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