Mostrando entradas con la etiqueta trance. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta trance. Mostrar todas las entradas

viernes, 22 de abril de 2011

Robert Miles - DREAMLAND


1. Children (Dream Version) (7:05)
2. Fable (Message Version) (6:23)
3. Fantasya (5:44)
4. Landscape (6:02)
5. In my Dreams (6:15)
6. One and One (4:00)
7. Princess of Light (6:21)
8. Fable (Dream Version) (7:13)
9. In the Dawn (8:00)
10. Children (Original Version) (6:20)
11. Red Zone (6:57)

Como lo que da cuerpo a este blog es la niebla que divide las fronteras entre los géneros musicales, nos toca hablar de Dreamland (1996), disco fundamental en lo que fue la evolución de la música electrónica en los noventa y cuyas ambiciones "ecuménicas" son, como poco, reseñables.

Dreamland es el primer álbum del músico italiano Roberto Concina. Concina, nacido en Suiza, desarrolló su técnica al piano desde la infancia, y cuando fue entrando en la edad adulta se inclinó por la escena electrónica, la de los clubes y los DJs de la música de baile que se hacían fuertes en Europa a finales de los ochenta. Bajo el seudónimo de Robert Miles, más internacional, Concina dio el salto a la fama en el '94 con el tema Children. Se trata de una pieza con ritmo y producción electrónica y de baile que, sin embargo, posee un alma dulce encarnada en una sencilla melodía de piano. Personalmente, puedo recordar que en aquellos años andábamos fritos en España con todo el revuelo de la "ruta del bakalao" y la tramolla pachanguera que acompañaba aquel florecimiento de lo machacón y cutre en las discotecas de moda, donde nombres como el de Chimo Bayo eran ídolos de la juventud mientras en las listas de ventas triunfaban colecciones techno-dance de bajísima calidad como la titulada Máquina total. Además, todo aquello parecía no tener fin e ir cada vez en una dirección peor, hacia el ridículo más absoluto. Children, cuyo planteamiento rítmico esencial era parecido, no fue la solución; pero admito que fue refrescante.

Portada alternativa de alguna de las muchas ediciones del CD.

Robert Miles era asociado en los medios por un género que seguramente acababa de surgir de sus propias manos, el "dream". El dream viene a ser una mezcla de música trance con techno y algo de ambient, todo fusionado de forma más bien gruesa (que no grosera) para recrear una atmósfera delicada, propia de lo que un Tony Manero de entonces habría llamado "new age" a su medida. Es evidente que a los jovenzuelos que entonces consumían pastillas mientras cantaban lo de "vente de vareta con la tía Enriqueta" no iban a pasar jamás de los jamases por el aro de la verdadera música new age de los sellos especializados, con lo que Miles dio en el clavo a la hora de proveer a toda aquella masa pueril de una alternativa algo más dulce y relajada a lo que escuchaban normalmente. También es de suponer que Children hizo su agosto en estas salas llamadas entonces chill-out con las que contaban algunas discotecas importantes, y en las que la gente aprovechaba para descansar un poco, entablar conversaciones con los ligues recientes o tomar una copa sentaditos en enormes cojines y pufs.

Vídeo oficial de Children.

Vídeo oficial de Fable.

Vídeo oficial de One and One.

Children vendió 30.000 copias en dos semanas y sería posteriormente reconocido como el single de más éxito en todo el mundo de 1996, además de proveer a su autor con montones de discos de oro y platino, y premios varios. La compañía BMG no tardó en meter prisas a Robert Miles para que publicase un álbum completo. Se trató de Dreamland, título que hacía honor al género recién implantado, y que puede entenderse como un único tema electrónico con escasas variaciones que, a su vez, contaban con títulos propios. Miles no arriesgó mucho con el álbum, aunque consiguió un trabajo efectivo y otro single de éxito titulado Fable, que era prácticamente igual que Children pero con otra melodía.

Portada de uno de los singles que recogieron el tema Children.

Además, buscando el éxito en Estados Unidos, se añadió un tema vocal a la lista de temas oficial de la versión europea del CD. Se tituló One and One (también escrito One & One), y salvo por el hecho de que su estilo -tanto en lo vocal como en lo instrumental- fue copiado diez mil veces en los peores antros poligoneros del mundo, podría ser la mejor composición de Dreamland. Es hermosa y equilibrada, llena de luminosidad y colorido que deben tanto a la calidad de ciertos pasajes instrumentales como a la voz dulce de Maria Nayler. Y repito, One and One ha sido tan imitada y con resultados tan espeluznantes que jamás sonará otra vez como sonó entonces. One and One se incluyó también en Dreamland - The Winter Edition, editado en Alemania para sacar mayores réditos al pelotazo de Miles, y engrosando de paso la enorme cantidad de ediciones con portadas y tracklists distintas que ya llevaba encima aquel trabajo.

La edición "invernal" de Dreamland, con el libreto desplegado.

No tengo noticia de que Robert Miles haya vuelto a tener una relevancia internacional tan grande como la de entonces en todo el mundo, aunque ha publicado más álbumes y su nombre sigue vivo en el mundillo de los remixes. ¿Y qué pasó con el subgénero dream? Pues supongo que el propio Concina lo creó y lo destruyó. Rompió el molde, ya que casi todo lo que se ha hecho después ha sonado exactamente igual, y normalmente bastante peor. No es de extrañar que dentro de esa tierra estéril que es la música de baile pura y dura la ocurrencia etérea de Miles no arraigara ni desprendiese semillas al viento. El inmovilismo de unos patrones rítmicos que permanecen inalterados desde hace décadas, el empleo nada imaginativo de sampleados cortados por un mismo patrón y, sobre todo, su concepción desde el principio como una "música para fines específicos" hacen aun hoy en día que, pese a que existen artistas y grupos que luchan loablemente por ofrecer alternativas, la música de baile siga siendo un erial para quienes preferimos disfrutar de la música como arte. No diré si Dreamland es un disco que recomiendo mucho o poco; solamente diré que, puestos en los noventa a mezclar la electrónica con algo más "espiritual", mejor lo hizo Robert Miles que alguna de las múltiples imitaciones de Enigma. En Spotify.

sábado, 17 de abril de 2010

Dreadzone - SECOND LIGHT


2. Little Britain (5:14)
3. A Canterbury Tale (8:40)
4. Captain Dread (5:16)
5. Cave of Angels (6:13)
6. Zion Youth (6:05)
7. One Way (6:00)
8. Shining Path (7:22)
9. Out of Heaven (5:57)

He aquí a una de las formaciones más sorprendentes e inspiradas de cuantas dieron los '90, una década musicalmente poco definida en la que, sin embargo, sí que se llevaron a cabo buenos proyectos en lo experimental. Dreadzone es una banda británica que mezcla sabiamente estilos como la electrónica, el reggae, el trance, el folk y el dub, consiguiendo con este Second Light (1995) una obra digna de entrar a formar parte de las "biblias del sampleado" en cuyos altares están My Life in the Bush of Ghosts, Zoolook o Who's Afraid of the Art of Noise?, el último seguramente muy en la mente del trío que nos ocupa: Greg Roberts, Tim Bran y Leo Williams.

Los miembros de Dreadzone, en la contraportada del álbum.

Tras su debut con 360º (1993), Dreadzone se volcó en este Second Light, donde echaron toda la carne en el asador. Se trata de una obra bastante ambiciosa, una especie de homenaje a Gran Bretaña como micro-continente aglutinador de culturas de todos los rincones del mundo. Efectivamente, el antiguo imperio británico, desmembrado lentamente a lo largo del siglo XX, ha ido dando lugar a que lugares como la ciudad de Londres sean escenario de una amalgama multiétnica y pluricultural, donde conviven asiáticos, gentes de Oriente Medio, africanos, caribeños, latinos, etc.

Este Second Light, y toda la obra de Dreadzone en general, está orientada a un público joven al que le gusta bailar y exige para ello unos mínimos de calidad musical. No es raro que una banda tan personal e inteligente como esta hiciera las delicias de miles de bailones en los macrofestivales que se celebraron por aquel entonces en Inglaterra. Representan lo mejor de lo que hoy se conoce popularmente como "música electrónica", evolución o derivación casi siempre inadecuada -tanto en ejecución como en espíritu- de lo que este género dio en décadas anteriores, y que está sobre todo conectada al gremio del disc jockey y las "raves" (macrofiestas con luces y sonido, para bailar y... tomarse algo).

Single Little Britain.

Second Light contiene, como se decía arriba, sampleados de lo más variopinto, sobre todo cinematográficos: de la película Excalibur (en Little Britain), de Los caballeros de la mesa cuadrada (en Life, Love and Unity) de Capitán Blood (en Captain Dread) ; e incluso de una pieza de Ryuichi Sakamoto (en Out of Heaven). Nótense las referencias a dos de las obras más populares de nuestro tiempo sobre la leyenda artúrica: la película de John Boorman y la de Monty Python, quizá buscando cimentar el sabor británico del álbum en las raíces culturales de las islas.

Portada de Zion Youth.

Algunos de los temas son un poco repetitivos, demasiado en la onda "trance" que estaba entonces de moda, y algunos incluso encajarían bien en algún musical de la industria cinematográfica de India, Bollywood. Pero a mí el tema que me impresionó, que fue a su vez el primero que escuché de Dreadzone, fue A Canterbury Tale, un ejercicio de folk electrónico exquisito, digno de aquellos cuentos de Chaucer que no distan demasiado en su importancia del mito artúrico antes mencionado. El tema Little Britain, además, entró con fuerza en las listas de ventas, alcanzando el puesto más alto de cuantos singles se editaron del álbum. Yo lo recomiendo alegremente, porque sospecho que para más de uno puede ser una sorpresa muy agradable escuchar a esta banda por primera vez.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...