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martes, 2 de septiembre de 2025

Camel - MUSIC INSPIRED BY THE SNOW GOOSE

 
 
1. The Great Marsh (2:02)
2.  Rhayader (3:01)
3. Rhayader Goes to Town (5:19)
4. Sanctuary (1:01)
5. Fritha (1:19)
6. The Snow Goose (3:11)
7. Friendship (1:43)
8. Migration (2:01)
9. Rhayader Alone (1:50)
10. Flight of the Snow Goose (2:40)
11. Preparation (3:58)
12. Dunkirk (5:19)
13. Epitaph (2:07)
14. Fritha Alone (1:04)
15. La Princesse Perdue (4:43)
16. The Great Marsh (1:20)

Una de las bandas más "de culto" del rock progresivo es Camel. No es tan archiconocida como Genesis, King Crimson y Yes, pero sus seguidores la ponen siempre en lo más alto del escalafón del género en cuanto a calidad se refiere. Sin menosprecio de otros trabajos emblemáticos que todavía no conozco, he querido que el primer álbum de Camel que tengamos por aquí sea Music Inspired by the Snow Goose (1975), que este año cumple su cincuenta aniversario. Menudo año fue aquel.

Camel, de izquierda a derecha y de arriba abajo: 
Andrew Latimer, Peter Bardens, Andy Ward y Doug Ferguson.

Al parecer, en el disco anterior de Camel, titulado Mirage (1974), se incluía un tema inspirado en El señor de los anillos que tuvo mucha aceptación. Esto animó a la banda a realizar un álbum completo inspirado en un libro. El elegido fue la novela corta El ganso de las nieves (1941), de Paul Gallico, una historia de amistad entre un artista solitario y una muchacha ambientada en la ofensiva alemana sobre Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Según he leído por ahí, Gallico, que era anti-tabaco, se opuso a que el álbum se titulase exactamente igual que su libro por un motivo interesante: la banda Camel no sólo tenía el mismo nombre que una marca de cigarrillos, sino que en varias ocasiones empleó en sus portadas la misma tipografía que aparecía en las cajetillas. Es por eso que el título fue Music Inspired by..., de la misma manera que The Alan Parsons Project tuvo que quitar la coma de I, Robot para su álbum conceptual sobre los relatos de Asimov.

 
Rhayader

La aproximación a la novela es parecida a la de otros álbumes conceptuales que han pasado por aquí, el más reciente de ellos A Celtic Tale: The Legend of Deirdre. Se trata de una serie de piezas musicales cortas que funcionan a modo de "banda sonora" del libro en cuestión, buscando más una recreación de ambientes y sensaciones que una narración que pueda seguirse independientemente. Lo cierto es que sorprende que un disco instrumental tan dulce y meditativo sea obra de una banda de rock que además estaba en un momento fuerte de su trayectoria. Sólo en los años setenta se hacían estas cosas y, encima, se vendían bien y la crítica daba el visto bueno.

 
 The Snow Goose

Hay rock en The Snow Goose, aunque mezclado con arreglos orquestales, en ocasiones dando el protagonismo a instrumentos solistas muy diversos, desde el oboe a la guitarra acústica. Supongo que a esto es a lo que llamaban con pleno acierto rock sinfónico. Y algunos temas son puramente experimentales, como las versiones de introducción y de cierre de The Great Marsh o el tema correspondiente a la evacuación de Dunkerque (Dunkirk), casi cinematográfico. Se considera que Camel tenía pie y medio en lo que se conocía como Escena de Canterbury, y esto se refleja en el toque jazzístico de temas como Rhayader -cuya flauta recuerda un poco a Jethro Tull- y en la pátina bucólica, muy británica, del conjunto de la grabación. Hay algún detalle curioso, como cuando Doug Ferguson agita un abrigo tipo parka junto al micrófono en el tema Epitaph para simular el sonido de aleteo del ganso.

 
 Epitaph

Los componentes de Camel eran entonces los que hoy se consideran su formación clásica: Andrew Latimer (guitarras, flauta y voz), Peter Bardens (teclados de todo tipo), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería y percusiones). Bardens y Latimer figuran como compositores de este trabajo en particular, y participan también en el álbum la London Symphony Orchestra y David Bedford como director y en los arreglos. Se volvieron a unir estos últimos a Camel para la exitosa presentación del disco en el Royal Albert Hall en octubre del mismo año, cuya grabación posteriormente ocuparía uno de los dos vinilos del doble álbum en directo A Live Record (1978).

Portada de la versión de 2013.

El álbum que nos ocupa podría ser la obra más referencial de Camel, con permiso del posterior Moonmadness (1976) y el mencionado Mirage. Lo más interesante de la apuesta es que el álbum huye totalmente de la pomposidad de algunas obras conceptuales de su época. Nada de grandes fanfarrias ni de arranques de virtuosismo sin sentido. The Snow Goose es un trabajo sobrio y elegante, de gran madurez pese a que se trata sólo del tercer disco de la banda, lo que ayuda a que haya envejecido con plena dignidad. La nostalgia es poderosa, y en 2013 la formación actual de Camel (en la que sólo permanece Latimer) regrabó el álbum al completo, con algunos pequeños retoques, en esta ocasión con el título reducido a The Snow Goose. No lo he escuchado todavía pero, según parece, el resultado fue excelente y debe merecer mucho la pena.

miércoles, 7 de mayo de 2025

Pink Floyd en Pompeya: ruinas, morbo y cintas de vídeo.

Parece que la edición en audio del evento de Pink Floyd en las ruinas de Pompeya ha llegado al número 1 de las listas de ventas en Reino Unido y otro buen montón de países. Esto de las ventas ya no tiene mucho interés para la muchachada y los medios más urbanitas, que prefieren medir el éxito en términos de reproducciones en streaming (Spotify, YouTube o un sitio nuevo que apareció hace dos semanas y nosotros, la órbita boomer, no conoceremos hasta que haya pasado de moda), pero está claro que, tratándose hoy en día el mercado de venta de CDs y vinilos de una piscina de bolas para muchísimos mitómanos y coleccionistas con el síndrome de Diógenes, sigue teniendo mérito llegar a lo más alto. 

 "Uno de estos días te voy a cortar en trocitos".

Como ya sabéis, Pink Floyd lanzó la semana pasada una edición en doble vinilo, doble CD y Blu-ray con su famoso concierto de 1972, por primera vez oficialmente en formato de sólo audio y acompañado de la proyección de la película correspondiente en salas Imax durante unas días, para darle más relevancia en los medios. Lo de llamarlo "concierto" es hablar por hablar, primero porque sólo interpretaron in situ tres temas: Echoes, A Saucerful of Secrets y One of these Days, mientras que el resto de piezas incluidas en la película se grabaron en estudio y se montaron sobre imágenes de los muros caídos, los frescos, los mosaicos y los charcos humeantes de la ciudad romana arrasada por el Vesubio en el año 79 después de Cristo. Y segundo, es hablar por hablar, lo de "concierto", porque la actuación se grabó sin público. Se reconoce el valor del documento tanto por su originalidad como por dar testimonio del extraño viaje que transformó a los psicodélicos Pink Floyd en una banda de rock progresivo tan importante que muchos aficionados al género no se atreven a reconocerla como tal.. 

 El tráiler.

En su momento, la película se estrenó internacionalmente y debió tener cierta repercusión, ya que hasta los cines de España llegó en momentos políticos muy delicados. Después ha tenido algún reestreno en salas y numerosas reediciones domésticas en VHS y DVD, añadiendo y retocando cosas. A falta del ver el nuevo Blu-ray, que seguramente respetará la versión original, vi en su momento el DVD y me pareció que era una cosa para muy fans, café para los muy cafeteros, sobre todo porque contiene extensas entrevistas en un estudio de grabación que difícilmente pueden ser interesantes para el espectador casual. Lo más que podemos sacar de esta parte no pompeyana del filme es el hecho de que ya se escuchan fragmentos del que iba a ser el gran mito de Pink Floyd, The Dark Side of the Moon, pendiente de publicarse unos meses después. Escucho la nueva versión en audio (CD) mientras escribo y suena realmente bien, con algún agradecido alarde en el efectismo de la remezcla de Steven Wilson.

Portada de la edición en DVD.

Pero todo esto es un poco lo de siempre: una mezcla entre completismo de coleccionista, curiosidad de fan y consumismo puro. La infinita mayoría de compradores de alguno de los nuevos fetiches de PF lo escuchará una sola vez -o ninguna- y lo colocará en el estante como quien cuelga la cabeza de un ciervo sobre la chimenea, si acaso para contar alguna anécdota a las visitas y presumir de buen gusto. Los aficionados a la lectura también hacemos esto con los libros que más nos gustan, porque encontramos extrañamente gozoso ver de vez en cuando el lomo de aquella novela que tanto nos impresionó y sentirnos satisfechos, cual cerdo haciendo la croqueta en el barro, de tener tan bonita como inútil edición en la biblioteca. 

 En el estudio de grabación.

Con los formatos de audio pasa también algo curioso en la mente del aficionado. Sale una nueva edición de coleccionista por nosequé aniversario y parece que la que tenemos en casa pierde lustre. El estuche está viejo, el papelín arrugado, saqué el CD hace años y ahora no sé en qué otro lo metí (casi siempre está en un CD-rom pirata de Windows 95 o en un pack de rancheras de tu padre, búscalo ahí). ¿Por qué yo, hombre de bien y carente de otros vicios de los malos, no me puedo comprar otra vez esta cosa que ya tengo, ahora con algún tema extra, nueva portada, lavado sonoro para que suene más fresco y tal y cual, sólo por el gusto de verla ahí puesta en la leja? Pues eso, siempre picamos. Puede ser por nostalgia de aquellos años en los que encontrabas un CD en la tienda que tus amigos no tenían y se formaba un revuelo admirativo mientras te pedían amablemente una copia en casete.


Hablando de casetes: dos ediciones distintas en VHS.

Es el morbo de tener, de acumular y presumir de lo acumulado. No descartaría el peso que puede tener este vicio oscuro en la práctica imposibilidad de que un régimen colectivista llegue algún día a buen puerto en Occidente. Y parece que va a ir a más, entre quienes se van dando cuenta de que los productos culturales en streaming tienen una disponibilidad efímera y quienes no terminan de asumir que una cosa que está alojada por ahí, en algún lugar indeterminado al que puede acceder sólo bajo ciertas condiciones (una suscripción, fibra de alta velocidad, un reproductor apropiado), realmente es algo que no le pertenece. Hay un gusanillo consumista que los verdaderos aficionados al cine, a los libros y a la música necesitan aplacar, y que no descansará por mucho que hoy podamos reproducir casi cualquier cosa en la cochambrosa pantallita y los altavoces minúsculos del teléfono.

Roger Waters dándole al gong en el anfiteatro.

Prefiero no hablar, porque nunca ha sido mi estilo ni el del blog, del hecho de que tantísimas personas estemos encantadas de recuperar música de hace cincuenta años (incluso quienes tenemos menos) porque el 99% de lo que se publica hoy sencillamente no es para nosotros. Da para pensar que incluso chavales de 15 años empiecen a darse cuenta de lo mismo.

Me está encantando este nuevo-viejísimo CD de Pink Floyd. Va a quedar perfecto en el estante junto a los cinco o seis trastos anteriores que en algún caso no he sacado ni del precinto de fábrica. 

 Un fragmento de Echoes.

miércoles, 23 de abril de 2025

Steven Wilson - THE OVERVIEW


1. Objects Outlive Us (23:17)
2. The Overview (18:27)

De ser bastante escéptico con la obra en solitario de Steven Wilson (The Raven that Refused to Sing, pese a que me despierta una sonrisa, me sigue pareciendo un collage no muy fresco de los grupos setenteros que todos conocemos), estoy pasando a respetar profundamente su trabajo, e incluso a ponerme de su lado cuando le atacan por cosas que me parecen injustas. Este The Overview (2025), su último trabajo publicado hace un par de semanas, parece que ha gustado. No obstante, lo atacan por no profundizar, por ser demasiado breve, por no parecerse (¡Ay!) a los grandes álbumes progresivos de los años setenta en los que se inspira, etc.

Steven Wilson en una imagen promocional.

Entiendo que quizá su anterior trabajo The Harmony Codex (2023) había despertado unas expectativas demasiado altas, y que se queda en tierra de nadie entre el experimento electrónico y el deseado regreso a las esencias del prog rock. No obstante, The Overview sí que me parece que da lo que promete. Es un trabajo conceptual que se inspira en la sensación que tienen los astronautas, al ver la Tierra desde el espacio, de lo pequeños que somos ante la grandeza inconmensurable del Universo. Wilson define esta música como un "viaje Kubrickiano". Está dividido en sólo dos suites al estilo vinilo, aunque es posible reproducirlo en streaming con una división en distintas pistas de cada uno de los temas largos.

Diseño para el álbum que aparece en los carteles promocionales de la nueva gira.

Vamos a ver... Lo que ocurre aquí es que Steven Wilson, que es un artista genuino y más que meritorio, no necesariamente puede -ni quiere- competir con otras epopeyas que ha dado la música popular inspiradas en la inmensidad del espacio. Seguramente nunca se haya publicado nada tan abismal como aquel Zeit (1972) de Tangerine Dream, pero no creo que a Wilson se le pueda echar en cara el quedarse por detrás en la comparación. Steven Wilson hace la música que él quiere hacer, con su estilo, pensando en un público muy concreto, no para ser "el no va más" de ninguna idea musical. No creo que aspire a ser el Christopher Nolan de la música, y sé que algunos vais a entender la referencia. Por eso The Overview es ligerito si lo queremos comparar con algún mamotreto clásico de la música cósmica. 

 Objects Outlive Us

Incluso si queremos buscarle los tres pies al gato, podemos encontrar fragmentos de las suites que nos recuerdan a piezas bien conocidas, tales como un pasaje cantado al comienzo de la primera cara que suena un poco al Astronomy Domine de Pink Floyd, y otra pieza con recitación de Rotem Wilson (esposa de Steven) que yo emparentaría muy claramente con el tema final del Albedo 0.39 de Vangelis. Por ahí lo han desmenuzado hasta encontrar detalles de Yes, King Crimson y demás, pero no me parece tan claro como en el caso de los dos fragmentos mencionados. Y desde luego no me resulta tan prosaico como en los préstamos de estilo tan abundantes de aquel The Raven... Una teoría interesante es que la referencia a varios temas de Pink Floyd le puedan servir como antesala a una serie de remezclas suyas de álbumes de la banda británica, para empezar, con ese relanzamiento del concierto de Pompeya que está al caer.

 The Overview

Se escucha con agrado porque las melodías son buenas y la producción todavía mejor. Porque ambas suites, acertadamente distintas, ofrecen una paleta de sonidos diferentes y variados. Porque no dura mucho más de 40 minutos y nada en él da la sensación de que esté ahí para hacer de relleno. No me va a cambiar la vida ni me va a hacer mejor persona, y seguramente recurriré a piezas bastante más "hardcore" si en algún momento quiero zambullirme en una experiencia musical de ciencia ficción, pero es un disco que de verdad suena como debería sonar el rock progresivo clásico que tanto nos gusta tras haber evolucionado hasta bien entrado el siglo XXI. Y que vengan muchos más de estos.

viernes, 15 de noviembre de 2024

King Crimson - RED


1. Red (6:20)
2. Fallen Angel (6:03)
3. One More Red Nightmare (7:08)
4. Providence (8:08)
5. Starless (12:18)

Este año, de hecho hace pocas semanas, se ha cumplido el 50 aniversario de Red (1974), uno de los títulos más apreciados por los seguidores de King Crimson. La verdad es que su discografía está tan cuajada de álbumes míticos que costaría menos trabajo hacer un listado de los discos que gustaron menos. 

Siempre hay que recordar que, en general, quienes escuchamos a King Crimson somos conscientes de que su música es un gusto adquirido. Es verdad que son autores de unos cuantos temazos que impresionan a cualquier oyente casual, pero la mayor parte de su discografía sí que requiere un pequeño esfuerzo de "apertura mental" por parte del aficionado. Precisamente es en esta época en la que termina su sonido progresivo clásico (mediados de los setenta) cuando más se acumulan trabajos que no entran a la primera pero que, tiempo al tiempo, deslumbran cuando empiezas a cogerles el tranquillo. Ahí están Larks Tongues in Aspic y Starless and Bible Black, y este Red viene a cerrar la serie en términos parecidos.

La portada del estuche de 2013 The Road to Red 
recuperaba la fotografía de la contraportada original.

Red tiene como peculiaridad el que, tras la desbandada habitual de miembros de la banda, ésta se convirtió por primera vez en un trío: Bill Bruford a la batería y percusiones, Robert Fripp a las guitarras y algún teclado, y John Wetton al bajo y como cantante en los tres temas que incluyen letras, que son Fallen Angel, One More Red Nightmare y Starless. Entre los músicos adicionales destacan David Cross, recién salido oficialmente de King Crimson, que aporta el violín del tema final; Mel Collins, cuyo saxofón estuvo -y estaría- en la banda en varias ocasiones; e Ian McDonald, miembro fundador, que también tocó el saxo aquí y allá. 

Red

Red es un álbum apreciado por su valor seminal por parte de seguidores del rock duro, merced a su sonido contundente. La guitarra de Fripp está bastante distorsionada y el trabajo conjunto de bajo y batería es demoledor. En el tema inicial esto es bastante evidente, pero incluso en cortes más clásicamente "progresivos" como Starless sigue habiendo algún tramo realmente peleón. Es un álbum elegante y con una producción muy cuidada pese a consistir en gran medida en piezas fruto de la improvisación, pero suena muy afilado, muy crudo y sin pulir en exceso, lo que lo hace también tener un carácter atemporal. No hay duda de que es Starless su tema más mítico, una de estas piezas largas que cualquier conocedor del rock progresivo puede calificar como un clásico. Debió formar parte del álbum anterior Starless and Bible Black (1974), que hasta en el título resulta obvio, pero no pudo incluirse por falta de tiempo. Esto explica el que David Cross todavía esté acreditado en Red.

Starless

Y debe ser una impresión subjetiva motivada por mis últimas lecturas, pero el tema Providence (que al fin y al cabo se titula así por ser una improvisación grabada durante un concierto en esta localidad de Rhode Island) no deja de parecerme ideal para acompañar a un buen relato gótico de H. P. Lovecraft o similares.

Tan volátil seguía siendo King Crimson que la banda se había desintegrado totalmente antes de que Red saliese a la venta. Robert Fripp pensó en descansar un tiempo y propuso a varias personas para sustituirle (dice el rumor que incluso mencionó a Steve Hackett), pero no hubo trato y terminó echando el cierre.

A estas alturas, Red ha sido reeditado en varias ocasiones. Destacan la caja The Road to Red (2013), que incluye 24 CDs con una cantidad absurda de conciertos de King Crimson de 1974; y la reedición de este 50 aniversario, con varios formatos de sonido (Dolby Atmos y Hi-Res Stereo incluidos) en 2 CDs y 2 blurays, con remezclas más o menos creativas de David Singleton y el habitual Steven Wilson, amén de material en directo del que en su día se publicó en el álbum USA (1975).   

Hago un aparte para comentar el documental estrenado en cines en 2022 In the Court of the Crimson King. King Crimson at 50. No me extenderé hablando de su calidad, que es enorme, y lo recomiendo fervientemente a todos los seguidores de King Crimson. Me interesa lo más importante de la película, que es el hecho de que descubres como nunca antes la que de verdad siempre ha sido la esencia de la banda: excelencia y compromiso hasta la extenuación. 

Ya hemos mencionado en alguna ocasión que Robert Fripp exigía a cada nuevo miembro de King Crimson que diese no sólo el 100%, sino incluso un poco más, exprimiendo las posibilidades de su instrumento o aprendiendo a utilizarlo de un modo distinto a como lo había estado haciendo hasta entonces. Formando parte de una banda creativamente solidaria, abierta a la improvisación y la experimentación constantes. No hay duda de que muchos miembros que entraban en KC y salían después de un disco o dos iban hasta cierto punto "quemados" por el nivel de (auto)exigencia, tanto de las grabaciones de estudio como -sobre todo- de las actuaciones en vivo. 

Tráiler del documental.

King Crimson tenía que acabarse. De hecho, y a pesar de que desde 1969 hasta 1974 grabaron una cantidad respetable de álbumes de una calidad indiscutida, es de imaginar que hubo decenas de ocasiones en las que Fripp estuvo a punto de disolver la banda. Y después llegaban otros artistas, una nueva idea a la que dar forma, y KC volvía a recomponerse una y otra vez. 

No voy a hacer un "spoiler" sobre el hecho de que King Crimson resucitaría por sorpresa en un tardío 1981, porque todo el mundo lo sabe, pero desde luego ello da testimonio del carácter legendario de una banda que era tan grande que no podía permanecer muerta mucho más tiempo, a pesar de lo difícil que era mantenerla viva, y que ha estado en funcionamiento hasta antes de ayer. De hecho, cuesta creer que no vaya a volver en el futuro.

viernes, 4 de octubre de 2024

Pink Floyd - PULSE


CD 1

1. Shine On You Crazy Diamond (13:35)
2. Astronomy Domine (4:20)
3. What Do You Want from Me (4:10)
4. Learning to Fly (5:16)
5. Keep Talking (6:52)
6. Coming Back to Life (6:56)
7. Hey You (4:40)
8. A Great Day for Freedom (4:30)
9. Sorrow (10:49)
10. High Hopes (7:52)
11. Another Brick in the Wall (Part Two) (7:07)

CD 2

1. Speak to Me (2:30)
2. Breathe (2:33)
3. On the Run (3:47)
4. Time (6:46)
5. The Great Gig in the Sky (5:52)
6. Money (8:54)
7. Us and Them (6:57)
8. Any Colour You Like (3:21)
9. Brain Damage (3:45)
10. Eclipse (2:37)
11. Wish You Were Here (6:35)
12. Comfortably Numb (9:29)
13. Run Like Hell (8:36)

La controversia sobre si Pink Floyd debió seguir adelante tras la marcha de Roger Waters no acabará nunca. La formación como trío, con David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright, nos dejó dos álbumes de estudio (tres si contamos el experimento a base de descartes que fue The Endless River), a mi juicio bastante buenos, pero que no todo el mundo aprecia por igual. Por fortuna, creo que sí hay prácticamente unanimidad a la hora de valorar los dos álbumes en directo que publicaron: Delicate Sound of Thunder (1988) y este Pulse (1995), que se encuentran en lo más alto de la selecta lista de los mejores trabajos en directo de la historia del rock. ¿Cómo pueden ser tan apreciados dos álbumes que, en teoría al menos, corresponden a las giras mundiales que se realizaron para promocionar estos dos discos de estudio que no gustan a todo el mundo?
 
Gilmour (arriba), Mason (derecha) y Wright (abajo). De Hipgnosis.

Recuerdo que compré Pulse bastantes años después de su publicación, entrados los 2000, en una época en que mi única fuente de ingresos eran unas horillas semanales de clases particulares de inglés. Tenía que ahorrar varias semanas para cada compra de este tipo en la recordada revista de venta por correo Discoplay, y Pulse no era precisamente barato. Indocumentado de mí y sin acceso a Internet en casa (como casi todo el mundo), pensé que era un recopilatorio y me tiré a la piscina, intentando escuchar por fin los grandes éxitos de aquellos Pink Floyd de los que apenas conocía un par de canciones.
 
 ¿Alguien más recuerda el anuncio del búho?
 
Me alucinó ver brillar la bombillita roja del lomo del estuche (cuyo "pulso" hace referencia al título del álbum) y la calidad de las fotos del libro del interior, pero me dejó chafado la pegatina que incluía la palabra "live". Con la hucha vacía y pocos ánimos de quejarme, puse el disco y aluciné. La respuesta a la pregunta que planteé antes queda aquí respondida: el sonido. Me explotó la cabeza, y eso que escuché Pulse en una sencilla minicadena con dos altavoces.
 
 Astronomy Domine

Es difícil de explicar cómo se consigue un equilibrio perfecto entre el sonido ambiente monumental de una sala de conciertos gigantesca con la nitidez cristalina, de cada instrumento. Al parecer, el disco se grabó con un sistema llamado QSound que lograba un efecto de audio tridimensional pese a tratarse de un registro sonoro en estéreo. No es una de estas grabaciones de conciertos que suenan regular pero que gustan a los fans porque transmiten fuerza o carisma, o que se valoran más por su carácter histórico que porque la experiencia auditiva sea la mínima deseable. No. En este caso, vamos un paso más allá de lo logrado en el también tremendo Delicate Sound of Thunder, ya que este Pulse, en términos de puro disfrute sensorial, está -y aquí me tiro a la piscina- en el top 3 de los mejores discos en directo de la historia de la música popular. 
 
 
Una de las muchas fotografías del librillo del interior del estuche.

La gira en la que se grabó Pulse fue la que siguió al lanzamiento de The Division Bell. En ella se interpretaron casi todos los temas de susodicho álbum, además de una selección de grandes éxitos de la banda. Se centró sobre todo en sus discos míticos de los setenta, aunque se coló una muy afortunada versión de Astronomy Domine, así como un par de temas del relativamente reciente A Momentary Lapse of Reason. Suenan impresionantes algunos temas como Learning to Fly o High Hopes, que ya habían sido concebidos desde el principio para impresionar al público en los estadios, pero del primer CD se llevan la palma el inicial Shine On You Crazy Diamond, verdadera apoteosis de lo cósmico, y las grandilocuentes Coming Back to Life y A Great Day for Freedom. Las grabaciones provienen de los conciertos en el Earls Court de Londres, en Cinecittà (Roma), en Festa de l'Unita (Módena), en el Niedersachsenstadion (Hanover) y en el Stadio Delle Alpi (Turín).
 
 Un ensayo de A Great Day for Freedom.

El segundo CD tiene mucha miga, ya que comienza con una interpretación íntegra y muy dinámica de The Dark Side of the Moon. El disco de 1973 suena moderno, fresco, atemporal. Sólo por este tramo ya merece la pena hacerse con una copia de Pulse, y todavía queda la traca final: Wish You Were Here, Comfortably Numb y una atronadora Run Like Hell a modo de fin de fiesta, para acabar de quemar la pólvora. Las ediciones en casete y vinilo incluían One of These Days, y sólo en casete se encontraba también Soundscape, un tema atmosférico que servía de antesala a los conciertos de la gira, mientras el público se iba acomodando.
 
El arte conceptual del librillo que contiene los CDs es espectacular.
 
Además de en doble CD, doble casete y un vinilo cuádruple carísimo, Pulse también se publicó en una edición en vídeo VHS y laserdisc en el mismo 1995. La filmación corresponde al concierto en el Earls Court, un espacio enorme en el que se desplegó el show de rayos láser a todo tren. El escenario emula vagamente un ojo humano cuya pupila corresponde a una pantalla circular parecida a la que se usó en la gira anterior, en la que se proyectan muchos de los vídeos con diseños del estudio Hipgnosis (Storm Thorgerson) y con dibujos animados de Gerald Scarfe para temas clásicos de la banda. 
 
Las ediciones en DVD y BluRay.

La lista de temas no es idéntica, ya que en el vídeo no están Astronomy Domine, What Do You Want from Me, A Great Day for Freedom ni Hey You, pero sí que se interpretan Take It Back y One of These Days. En esta última se recurrió al icónico cerdo hinchable convertido aquí en jabalí, supongamos que para que Roger Waters no montara un pollo. La posterior versión en DVD del concierto, publicada en 2006, es mucho más nítida y contiene extras. Pero la palma se la lleva la versión en bluray de 2022, que repetía el diseño del estuche con bombillita en el lomo que la edición en audio ya había dejado de incluir hacía tiempo. Existe también una versión abreviada del concierto, de hora y media, para su emisión en TV y en streaming.
 
Un montaje de fotos de los músicos del concierto.
 
Además de Pink Floyd (David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright) intervienen el percusionista incansable Gary Wallis, el saxofonista Dick Parry, el bajista Guy Pratt, el teclista y vocalista ocasional John Carin, el guitarrista Tim Renwick y las cantantes Sam Brown, Durga McBroom y Claudia Fontaine, que brillan especialmente en The Great Gig in the Sky. Ejercen de productores David Gilmour y James Guthrie, que pulió un poquillo la afinación de alguna nota suelta de la grabación. Al parecer, en el anterior Delicate Sound of Thunder se tuvo que regrabar algún que otro tema en estudio a modo de falso directo, pero en Pulse no fue necesario. Un álbum magnífico, imprescindible para seguidores de Pink Floyd y más que recomendable para cualquier aficionado al rock progresivo/psicodélico. Pongo el concierto completo en su versión para YouTube, liberada durante la pandemia para hacer más llevadero el confinamiento.
 

viernes, 6 de septiembre de 2024

Habrá edición 50 aniversario de 666, de Aphrodite's Child.

La edición de lujo de este álbum de 1972 se ha demorado dos años, pero el 8 de noviembre estará disponible en vinilo o en un estuche con cuatro CDs y un bluray, conteniendo el álbum en su versión internacional, en su versión exclusiva para Grecia (de 1974, quizá por eso el retraso) y en versiones Surround y Atmos. Incluirá también un librito explicando el proceso creativo del doble disco.
 
 
Lo que no incluye en ninguna parte, y esto es raro de verdad, es el tema , que no aparece en la lista de temas de la nota de prensa que se ha difundido. Recordemos que era un tema cantado por Irene Papas que parecía un largo orgasmo con un toque de mal rollo. Fue polémico en su momento, pero parece excesivo que se haya suprimido del álbum.
 
 

Vangelis en persona supervisó las remezclas junto a Philippe Colonna antes de su fallecimiento en 2022. Se incluye una entrevista de 1972 con el músico griego, compositor principal del álbum. Es un trabajo esencial del rock progresivo y psicodélico de todos los tiempos y merece la pena revisarlo una vez más.

Actualización: informan en la página Elsewhere de que el tema con Irene Papas sí estará incluido en la nueva edición. En la tienda de Universal Music se puede adquirir una versión exclusiva en vinilo rojo.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Magma - MËKANÏK DËSTRUKTÏẀ KÖMMANDÖH

 
 1. Hortz Fur Dëhn Štekëhn Ẁešt (9:36)
2. Ïma Süri Dondaï (4:30)
3. Kobaïa Is de Hündïn (3:34)
4. Da Zeuhl Ẁortz Mëkanïk (7:48)
5. Nebëhr Gudahtt (6:02)
6. Mëkanïk Kömmandöh (4:10)
7. Kreühn Köhrmahn Ïss Dëh Hündïn (3:13)

"El juicio a la Humanidad por su crueldad, su falta de honestidad, su inutilidad, su vulgaridad y su falta de humildad. Tal como predijo el profeta NËBËHR GUDAHTT, guiado e inspirado por El Espíritu del Universo, en su infinita sabiduría".

En este blog siempre nos ha atraído lo raro. En ocasiones incluso he comentado discos totalmente desconocidos de gente que nadie recuerda, por el hecho de que me haya llamado la atención algún detalle. No es este el caso de Magma, un grupo relativamente bien conocido al que, por su pertenencia más o menos aceptada al campo del rock progresivo, tenía que acercarme antes o después. Pero qué raro es esto. Madre mía.
 
 Magma en 1973. Christian Vander está en primer plano, a la derecha.
 
Entre los muchos álbumes publicados por Magma, he querido comenzar por este Mëkanïk Dëstruktïẁ Kömmandöh (1973) al tratarse, según los entendidos, de su disco más importante. No sé si será también un álbum representativo de su estilo, porque desde luego admito que me va a costar volver a escuchar un trabajo de esta gente, aunque sea para comparar. Y no porque no me haya gustado ni porque no reconozca su mérito musical, sino porque en este momento me sigue pareciendo un cubo de Rubik en el que no logro poner dos casillas del mismo color juntas. Se supone que Mëkanïk Dëstruktïẁ Kömmandöh forma una especie de trilogía llamada Theusz Hamtaahk junto con otras obras de la época.
 
Magma es un grupo francés fundado por el batería especializado en jazz Christian Vander en 1969. Como en una fantasía de ciencia ficción hecha realidad, Vander creó un idioma propio para sus álbumes: el kobaïano, supuestamente hablado por un grupo de futuros exiliados terrícolas en el planeta Kobaïa. El kobaïano, que a primera vista parece un chapurreo caricaturesco del alemán, no es un idioma totalmente estructurado sino que su valor está ligado a la música de manera inseparable. Son sus sonidos los que transmiten significados, no las palabras como tales. Parece que Vander lo elaboró sobre la marcha, adoptando ideas de aquí y de allá (incluyendo sus sueños) y lo fue desarrollando mientras Magma componía y grababa su música.
 
 Hortz Fur Dëhn Štekëhn Ẁešt
 
Mëkanïk Dëstruktïẁ Kömmandöh (MDK) estuvo fraguándose desde 1971, siendo al comienzo una única pieza de 38 minutos con un sonido muy acústico a base de percusión, teclados, coros y un bajo que resultó demasiado rupturista para la compañía discográfica A&M. Después de tenerlo ya grabado en 1973, Vander y los suyos aceptaron retocarlo, hacerlo un poco más comercial, y la versión definitiva se grabó en los estudios británicos The Manor (calculo que al mismo tiempo que se fraguaba allí mismo Tubular Bells con el mismo ingeniero, Simon Heyworth), añadiendo guitarras, instrumentos de viento y algunas voces más. Ahora parece más un disco de rock... aunque sigue siendo café para los muy cafeteros. La versión primigenia del álbum se acabó publicando en 1989 bajo el título reducido de Mëkanïk Kömmandöh.
 
 
 Portada de la edición de 1989 con la primera versión del álbum.
 
Terminada la parte enciclopédica, tocaría describir MDK para el oyente casual que quiera acercarse a él por primera vez. Yo lo describiría como una fantasía psicodélica que mezclase propuestas un tanto crudas de la escena europea del momento (me recuerdan a ratos a Popol Vuh) con unas pinceladas hippies como de musical a lo Jesucristo Superstar, todo envuelto en una atmósfera ritualista, prácticamente de tipo religioso/sectario y trascendental. Hay también toques de free jazz y música neoclásica al estilo de Stravinksy y Carl Orff. El productor del álbum fue Giorgio Gomelsky, y he notado en MDK el parecido con las atmósferas de aquellas grabaciones que realizó en 1971 con Vangelis, de las que salió el álbum no oficial The Dragon
 
Kreühn Köhrmahn Ïss Dëh Hündïn
 
Las estructuras de los temas no son especialmente melódicas, pero sí muy recargadas a nivel de instrumentación y juegos vocales. Se aprecia claramente que el álbum fue concebido inicialmente como una única suite, por ejemplo, en el parecido entre los cortes 2, 3 y 4, que básicamente contienen un único tema in crescendo. No se sale del esquema el tema número 5, aunque el mismo crescendo se ve atenuado en su primer tramo. A mitad del sexto corte hay un nuevo clímax musical muy grandilocuente y el último tema funciona como un epílogo, que en realidad resulta ser otro pequeño crescendo coral con conclusión grandiosa. Por si faltaba algo, el álbum termina con un largo pitido de 20 segundos que, dependiendo del volumen al que lo estés escuchando, te puede hacer la puñeta.
 
Contraportada de una edición reciente en vinilo.
 
Lo he escuchado por segunda vez antes de escribir esta reseña, y admito que me ha parecido una experiencia musical muy distinta, más positiva. La vez anterior, MDK me transmitió una sensación de malignidad, como de invocación satanista, que en esta ocasión no ha aflorado en mi cabeza. Desde luego, y aunque me sigue costando trabajo sumergirme en un trabajo tan marciano, sí que entiendo que lo que hicieron los de Magma fuese una pequeña revolución, si no comercial, al menos sí artística. De hecho, Magma popularizó el subgénero musical conocido como zeuhl (palabra en kobaïano que significa más o menos "celestial"), adoptado por varios grupos europeos, franceses sobre todo, y también japoneses. Magma sigue en activo en la actualidad, habiendo publicado su último álbum Kartëhl en 2022. Igual sí que me pongo...

miércoles, 24 de julio de 2024

Genesis - WIND & WUTHERING


1. Eleventh Earl of Mar (7:46)
2. One for the Vine (10:10)
3. Your Own Special Way (6:19)
4. Wot Gorilla? (3:23)
5. All in a Mouse's Night (6:40)
6. Blood on the Rooftops (5:29)
7. Unquiet Slumbers for the Sleepers... (2:24)
8. ...In that Quiet Earth (4:50)
9. Afterglow (4:11)

"Maestros de las maravillas... Tejedores de fábulas... Urdidores de mitos y misterios... Los cuentacuentos de la música. Genesis".

El octavo álbum de estudio de Genesis se tituló "Viento y borrasca", haciendo referencia a la novela de Emily Brontë Cumbres Borrascosas, de la que sacaron la idea para los títulos de dos canciones. Por lo demás, no había aparentemente un clima desapacible en el seno del cuarteto británico formado entonces por Tony Banks, Phil Collins, Steve Hackett y Mike Rutherford.

Genesis en 1976 (Lee & Leeeser photographics)

El anterior A Trick of the Tail (1976) había funcionado de maravilla tanto en lo artístico como en lo comercial, evidenciando que la marcha del cantante Peter Gabriel -sustituido por el hasta entonces batería Phil Collins- no iba a ser en absoluto el fin de la banda. Wind & Wuthering se publicó sólo unos meses después del disco anterior. Se nota que estaban en estado de gracia, y en mi opinión les salió un trabajo más profundo y reflexivo que transmite una sensación uniforme pese a no ser exactamente un álbum conceptual. Ayuda a ello el que se repitan aquí y allá un par de melodías, subrayando el hecho de que la ausencia de un hilo conductor claro no impide que se concibiese el álbum como una experiencia artística para disfrutar de un tirón.

Portada de una de las primeras ediciones en CD.

Las maravillosas y evocadoras portada y contraportada, diseñadas por el estudio Hipgnosis, ahondan en el clima un poco mortecino y gris, muy British, de un disco que se me antoja perfecto para escuchar en casa durante un día de lluvia. Leo en la estupenda web Progjazz que la primera tirada del vinilo iba con una funda cuya portada imitaba la textura de una pintura con acuarelas.

Contraportada

Los temas más difundidos de Wind & Wuthering son el conclusivo Afterglow, puro "arena rock" en potencia, imprescindible en conciertos posteriores, y Your Own Special Way, una bonita balada romántica más bien ingenua que suena un poco a lo que iba a se Genesis en los ochenta. Yo me quedo con otros cortes más elaborados como Eleventh Earl of Mar, Blood on the Rooftops, Unquiet Slumbers for the Sleepers... y sobre todo la enorme One for the Vine y su llamativo tramo medio instrumental aderezado con percusiones juguetonas y Mellotron, que es una gozada.

One for the Vine

La gran mayoría de las letras de los temas consiste en pequeños cuentos, al estilo de lo que venían haciendo desde los tiempos de Gabriel, y también encuentran la inspiración en poemas y episodios históricos. Por ejemplo, Eleventh Earl of Mar ("El undécimo conde de Mar") trata sobre la fallida rebelión jacobita de 1715, One for the Vine ("Uno para la viña") sobre el periplo del miembro de una secta que pierde la fe, All in a Mouse's Night ("Todo en la noche de un ratón") sobre un gato que persigue a un ratón y pone excusas al no conseguirlo, y Blood on the Rooftops ("Sangre en los tejados") sobre los gustos televisivos de una familia inglesa de clase obrera.

Blood on the Rooftops

Se incluyen tres piezas instrumentales, Wot Gorilla?, que retoma un trozo de una melodía de One for the Vine y podría ser un guiño al batería de la banda para los conciertos, Chester Thompson; Unquiet Slumbers for the Sleepers... , atmosférica primero y puro prog clásico y épico después. Esta última se funde con el siguiente corte ...In that Quiet Earth (el título de ambas sale de la frase final de Cumbres Borrascosas, como decíamos) para formar un todo muy sugerente antes de Afterglow, que suena más bien a epílogo.

Afterglow

Algunas de las canciones descartadas de este disco fueron a parar al EP Spot the Pigeon (1977), que no me dice gran cosa y del que tampoco he encontrado muchos elogios, por lo que seguramente se quedaron fuera para bien.

El mayor impulso creativo para Wind & Wuthering fue el que aportó el teclista Tony Banks, y a pesar de que todos los miembros de Genesis tuvieron su espacio y se buscó el consenso a la hora de elegir los temas del álbum, Steve Hackett ya estaba inmerso en su carrera en solitario y necesitaba sentirse más representado. Tal como ocurriese con Peter Gabriel, Hackett dejó Genesis tras la gira que daría lugar al doble LP Seconds Out (1977) sin hacer demasiado ruido y en buenos términos con sus colegas, para construir poco a poco una de las carreras más duraderas -y quiza la más sólida para un solista- del rock progresivo.

Y entonces, Genesis fueron tres.

viernes, 7 de junio de 2024

The Alan Parsons Project - AMMONIA AVENUE


1. Prime Time (5:03)
2. Let Me Go Home (3:20)
3. One Good Reason (3:36)
4. Since the Last Goodbye (4:34)
5. Don't Answer Me (4:11)
6. Dancing on a Highwire (4:22)
7. You Don't Believe (4:26)
8. Pipeline (3:56)
9. Ammonia Avenue (6:30)

No es que Ammonia Avenue (1983) sea uno de mis discos favoritos de The Alan Parsons Project. Ni siquiera diría que es de los mejores de su discografía, pero es innegable que todos los trabajos de este dúo (digamos que es un dúo por no complicarnos) tienen al menos unos mínimos de calidad que los hacen interesantes. Incluso no habiendo envejecido bien del todo algunos de ellos, todos siguen siendo obras musicales agradables y bien trabajadas.

Woolfson y Parsons, en el diseño interior del álbum.

Asignar a cada nuevo álbum un significado conceptual era lo más característico que hacían en aquellos años Alan Parsons y Eric Woolfson, pero me temo que desde el anterior y exitoso a rabiar Eye in the Sky (1982), la temática elegida era ya algo que quedaba bastante diluido, a veces restringido sólo a unos cuantos temas, o en todo caso difícil de rastrear en las letras y/o los arreglos. Se supone que Ammonia Avenue era el nombre de una "calle" completamente rodeada de tuberías que Woolfson vio durante su visita a una planta química de Billingham, bautizada así -"Avenida del amoníaco"- como una broma por parte de los trabajadores del complejo.

En teoría, y tirando de varias fuentes -y la bienamada Wiki-, este álbum trata sobre las posibilidades de la ciencia de cara al avance de la sociedad, y sobre cómo ésta -la sociedad- no siempre sabe encajar estos cambios. Un concepto un poco árido, creo yo, si lo comparamos con ideas mucho más abiertas a la inspiración como sus discos sobre libros de Poe y Asimov, por poner un ejemplo. Al final, Ammonia Avenue es mucho más una colección de canciones elegantemente compuestas, producidas y cantadas que un verdadero tratado, por desenfadado que éste pudiese ser, sobre el concepto planteado. El cantante principal del disco es el propio Woolfson (en cuatro temas), aunque hay también intervenciones de Lenny Zakatek y Chris Rainbow. La portada y el diseño son de Storm Thorgerson.

Una imagen muy "Thorgerson" para la contraportada.

Personalmente, durante la escucha que le he dedicado justo antes de ponerme a escribir esto, he notado que Ammonia Avenue, y por extensión, buena parte de la discografía del Project, tiene un toque a teatro/película musical muy fácil de detectar. Es la mezcla entre temas pop rápidos y pegadizos como el inicial Prime Time, Let Me Go Home o Dancing on a Highwire con baladas muy de manual como Since the Last Goodbye. El temazo Don't Answer Me se mueve entre una cosa y la otra. No sólo es uno de los mejores temas del Project tanto en la melodía como en los arreglos, sino que también contó con un vídeo musical que recibió elogios por la técnica de animación utilizada.

Prime Time

Don't Answer Me

Aunque siempre me gusta que los discos de The Alan Parsons Project comiencen con una de sus potentes intros instrumentales (como Sirius o Lucifer), aquí este elemento imprescindible se queda para casi el final, con el interesante pero no tan molón tema Pipeline. Sí que deja un muy buen sabor de boca, para terminar, la compleja Ammonia Avenue, que reivindica el sonido progresivo del dúo con el mismo acierto que en clásicos como The Turn of a Friendly Card. Tiene su parte cantada muy melódica, su arreglo orquestal con cuerdas y trompetas y su sección media instrumental. Ojalá hubiese habido más de esto a lo largo del disco, pero estábamos en los años ochenta y estas ínfulas había que camuflarlas un poco.

Ammonia Avenue

Me suena muchísimo mejor que los posteriores Vulture Culture (1984) y Stereotomy (1985), y creo que en Gaudí (1987) volvemos a recuperar un pelín de brillantez experimental que nunca debió arrinconarse en pos de la creación de canciones demasiado convencionales. Para su escucha, recomiendo la edición expandida de 2008, que incluye demos y pruebas, además de una curiosa versión de You Don't Believe al estilo de The Shadows.

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