El 29 de agosto se publicará la BSO de la película de Ridley Scott, a cargo de Vangelis, en un doble vinilo de color amarillo. También se reeditará la versión en CD, en este caso con dos temas extras que no estarán -parece- en la versión en vinilo: Line Open y Landscape, que en su momento se publicaron en el CD single de Conquest of Paradise. Line Open estuvo en un recopilatorio posterior, pero Landscape sigue siendo relativamente desconocida. Por el momento no conocemos otros detalles de la edición, pero prestaremos atención porque estamos ante uno de nuestros discos favoritos del griego inmortal.
Otras músicas. Otros mundos.
jueves, 26 de junio de 2025
lunes, 23 de junio de 2025
Kronos Quartet - KRONOS QUARTET PERFORMS PHILIP GLASS
Y hablando del más popular de los minimalistas, tenía ganas de traer por aquí al Kronos Quartet, una de las formaciones de referencia en la interpretación de la obra de Philip Glass. El Kronos Quartet es un cuarteto de cuerda surgido en Seattle (Washington) a comienzos de los setenta pero afincado en San Francisco. Ha tenido un buen número de componentes lo largo de todos estos años, pero sólo su fundador David Harrington permanece con ellos desde el principio hasta la actualidad. La música clásica contemporánea y el cuarteto siempre han mantenido una relación íntima, tanto que en muchos casos se han compuesto obras específicamente para ser interpretadas por ellos. Tampoco han evitado colaborar con artistas del mundo del folk y de la música popular, por supuesto, desde Bob Dylan hasta Frank Zappa, pasando por Björk, Paul McCartney o Nine Inch Nails.
El disco que hoy traemos es de 1995. El propio Philip Glass explica que, cuando un compositor afronta la escritura de un cuarteto para cuerdas, tiene tendencia a tomárselo mucho más en serio que obras de otro tipo, consiguiendo -según él- que la obra terminada tenga una carácter muy personal respecto a la identidad musical del autor. De alguna manera, podemos estar de acuerdo en que una partitura para orquesta sinfónica siempre puede quedar elegante, resultona, a poco que tenga los ingredientes más básicos, mientras que las piezas, digamos, de cámara exigen más calidad en la composición al ir más "desnudas", carentes del efectismo rutilante de la gran orquesta.
Este álbum contiene cuatro cuartetos distintos de Glass, los números 5, 4, 2 y 3, el último de los cuales corresponde a música compuesta para la película Mishima (1985), reestructurada por el compositor como obra para cuarteto. En la página oficial del Kronos Quartet, Philip Glass admite que el número 5, con el que comienza en disco, fue un intento de componer un cuarteto de cuerda con una actitud despreocupada y orientado a darle "musicalidad", que él mismo entiende que al final es "la cuestión más seria de todas".
Aparte de los cortes correspondientes a Mishima, que al final llaman la atención porque son territorio conocido, me quedo con el primero de los cuartetos, el número 5, muy expresivo y con unas texturas musicales muy ricas. Por ahí he leído a alguien que afirma que le recuerda al estilo de Michael Nyman, y es verdad que tiene a ratos ese toque barroco del británico, aunque el efectismo de piezas como el quinto movimiento (y quinto corte del álbum) es Glassiano al 100%. Puede recordar más a Nyman en su faceta de autor de BSOs de cine que en su vertiente más cercana al folk. El segundo cuarteto incluido aquí, el número 4, dedicado al pintor Brian Buczak, es en general solemne aunque contiene fragmentos con mucho nervio. Y el tercero, el número 2, que se titula Company al estar compuesto para una obra de teatro de Samuel Beckett del mismo nombre, es breve, relativamente contenido y más o menos medidativo.
Siempre podemos plantearnos qué tiene de especial una interpretación del Kronos Quartet que no pueda aportar cualquier otro ensemble de prestigio, y escuchando el álbum comprobamos que no solamente hay un perfecto entendimiento mutuo entre Glass y los intérpretes (entre otras cosas, porque el Kronos ya había interpretado total o parcialmente alguno de los cuartetos), sino que éstos consiguen que una serie de piezas que -en otras circunstancias- quizá no llegarían más que a unos cuantos oyentes sibaritas, al final resulten muy accesibles para públicos relativamente amplios por la perfecta, virtuosa, colorista, extraordinariamente dinámica ejecución de las mismas. Apunta nuestro siempre referencial Mike Shooter en su fantástico blog La voz de los vientos que el álbum se grabó en el estudio del Rancho Skywalker de George Lucas, lo que asegura una calidad sonora importante. Recordemos, queridos frikis, que Lucas y Glass ya habían tenido contacto, directo o indirecto, al ser el primero productor de la citada Mishima y de Powaqqatsi (1988), ambas con música del segundo.
El Kronos Quartet que grabó este álbum estaba formado entonces por David Harrington y John Sherba a los violines, Hank Dutt a la viola y Joan Jeanrenaud al violonchelo. Ejercen como productores -entre otros- el propio Philip Glass y su productor habitual Kurt Munkacsi. Todo queda en casa.
martes, 27 de mayo de 2025
Max Richter - IN A LANDSCAPE
miércoles, 7 de mayo de 2025
Pink Floyd en Pompeya: ruinas, morbo y cintas de vídeo.
Parece que la edición en audio del evento de Pink Floyd en las ruinas de Pompeya ha llegado al número 1 de las listas de ventas en Reino Unido y otro buen montón de países. Esto de las ventas ya no tiene mucho interés para la muchachada y los medios más urbanitas, que prefieren medir el éxito en términos de reproducciones en streaming (Spotify, YouTube o un sitio nuevo que apareció hace dos semanas y nosotros, la órbita boomer, no conoceremos hasta que haya pasado de moda), pero está claro que, tratándose hoy en día el mercado de venta de CDs y vinilos de una piscina de bolas para muchísimos mitómanos y coleccionistas con el síndrome de Diógenes, sigue teniendo mérito llegar a lo más alto.
Como ya sabéis, Pink Floyd lanzó la semana pasada una edición en doble vinilo, doble CD y Blu-ray con su famoso concierto de 1972, por primera vez oficialmente en formato de sólo audio y acompañado de la proyección de la película correspondiente en salas Imax durante unas días, para darle más relevancia en los medios. Lo de llamarlo "concierto" es hablar por hablar, primero porque sólo interpretaron in situ tres temas: Echoes, A Saucerful of Secrets y One of these Days, mientras que el resto de piezas incluidas en la película se grabaron en estudio y se montaron sobre imágenes de los muros caídos, los frescos, los mosaicos y los charcos humeantes de la ciudad romana arrasada por el Vesubio en el año 79 después de Cristo. Y segundo, es hablar por hablar, lo de "concierto", porque la actuación se grabó sin público. Se reconoce el valor del documento tanto por su originalidad como por dar testimonio del extraño viaje que transformó a los psicodélicos Pink Floyd en una banda de rock progresivo tan importante que muchos aficionados al género no se atreven a reconocerla como tal..
En su momento, la película se estrenó internacionalmente y debió tener cierta repercusión, ya que hasta los cines de España llegó en momentos políticos muy delicados. Después ha tenido algún reestreno en salas y numerosas reediciones domésticas en VHS y DVD, añadiendo y retocando cosas. A falta del ver el nuevo Blu-ray, que seguramente respetará la versión original, vi en su momento el DVD y me pareció que era una cosa para muy fans, café para los muy cafeteros, sobre todo porque contiene extensas entrevistas en un estudio de grabación que difícilmente pueden ser interesantes para el espectador casual. Lo más que podemos sacar de esta parte no pompeyana del filme es el hecho de que ya se escuchan fragmentos del que iba a ser el gran mito de Pink Floyd, The Dark Side of the Moon, pendiente de publicarse unos meses después. Escucho la nueva versión en audio (CD) mientras escribo y suena realmente bien, con algún agradecido alarde en el efectismo de la remezcla de Steven Wilson.
Pero todo esto es un poco lo de siempre: una mezcla entre completismo de coleccionista, curiosidad de fan y consumismo puro. La infinita mayoría de compradores de alguno de los nuevos fetiches de PF lo escuchará una sola vez -o ninguna- y lo colocará en el estante como quien cuelga la cabeza de un ciervo sobre la chimenea, si acaso para contar alguna anécdota a las visitas y presumir de buen gusto. Los aficionados a la lectura también hacemos esto con los libros que más nos gustan, porque encontramos extrañamente gozoso ver de vez en cuando el lomo de aquella novela que tanto nos impresionó y sentirnos satisfechos, cual cerdo haciendo la croqueta en el barro, de tener tan bonita como inútil edición en la biblioteca.
Con los formatos de audio pasa también algo curioso en la mente del aficionado. Sale una nueva edición de coleccionista por nosequé aniversario y parece que la que tenemos en casa pierde lustre. El estuche está viejo, el papelín arrugado, saqué el CD hace años y ahora no sé en qué otro lo metí (casi siempre está en un CD-rom pirata de Windows 95 o en un pack de rancheras de tu padre, búscalo ahí). ¿Por qué yo, hombre de bien y carente de otros vicios de los malos, no me puedo comprar otra vez esta cosa que ya tengo, ahora con algún tema extra, nueva portada, lavado sonoro para que suene más fresco y tal y cual, sólo por el gusto de verla ahí puesta en la leja? Pues eso, siempre picamos. Puede ser por nostalgia de aquellos años en los que encontrabas un CD en la tienda que tus amigos no tenían y se formaba un revuelo admirativo mientras te pedían amablemente una copia en casete.
Es el morbo de tener, de acumular y presumir de lo acumulado. No descartaría el peso que puede tener este vicio oscuro en la práctica imposibilidad de que un régimen colectivista llegue algún día a buen puerto en Occidente. Y parece que va a ir a más, entre quienes se van dando cuenta de que los productos culturales en streaming tienen una disponibilidad efímera y quienes no terminan de asumir que una cosa que está alojada por ahí, en algún lugar indeterminado al que puede acceder sólo bajo ciertas condiciones (una suscripción, fibra de alta velocidad, un reproductor apropiado), realmente es algo que no le pertenece. Hay un gusanillo consumista que los verdaderos aficionados al cine, a los libros y a la música necesitan aplacar, y que no descansará por mucho que hoy podamos reproducir casi cualquier cosa en la cochambrosa pantallita y los altavoces minúsculos del teléfono.
Prefiero no hablar, porque nunca ha sido mi estilo ni el del blog, del hecho de que tantísimas personas estemos encantadas de recuperar música de hace cincuenta años (incluso quienes tenemos menos) porque el 99% de lo que se publica hoy sencillamente no es para nosotros. Da para pensar que incluso chavales de 15 años empiecen a darse cuenta de lo mismo.
Me está encantando este nuevo-viejísimo CD de Pink Floyd. Va a quedar perfecto en el estante junto a los cinco o seis trastos anteriores que en algún caso no he sacado ni del precinto de fábrica.