miércoles, 26 de junio de 2013

Francisco José Villaescusa - EL BOSQUE


1. El bosque - Parte I (El despertar) (3:12)
2. El bosque - Parte II (Riachuelos) (3:18)
3. El bosque - Parte III (Niebla invernal) (4:55)
4. El bosque - Parte IV (Raíces) (3:37)
5. El bosque - Parte V (Árboles centenarios) (3:11)
6. El bosque - Parte VI (El baile de las luciérnagas) (2:35)

Siempre se ha dicho que Beethoven compuso su 6ª Sinfonía, la Pastoral, cuando supo que se estaba quedando sordo sin remedio. Le encantaba dar paseos por el campo, y al saber que no podría volver a escuchar el canto de los pájaros o el murmullo de los arroyos, se dedicó a componer una partitura cuya sola lectura le sirviese para recrear en su cabeza ese paisaje sonoro que tanto le gustaba. No creo que Francisco José Villaescusa vaya a enfadarse si afirmo que él no es Beethoven, entre otras cosas porque con la comparación no vengo a referirme a una diferencia cualitativa de perogrullo, pero cuando escuchas esta obra suya titulada El bosque (2012) te queda el pensamiento de que es un locus amoenus portátil, un agradable paseo por la naturaleza que cabe en un pendrive.

Francisco José Villaescusa.

El músico albaceteño (de Caudete, para ser exactos), lanzó su primer álbum en 2010, y se ha ido depurando como compositor de música instrumental desde entonces. El bosque es un disco muy sencillo, sin alardes en la instrumentación y los arreglos, pero efectivo cuando intenta aportar una música descriptiva delicada y con un sonido envolvente y cuidado. Como suele suceder en mi caso, me llegan mucho más los temas más sutiles y/o  sombríos, como por ejemplo Niebla invernal o Raíces, mientras que los más alegres (Árboles centenarios, El baile de las luciérnagas) seguramente puedan identificarse más con danzas campesinas o fantasías mitológicas con duendes y gnomos que con sonidos verdaderamente "naturales".

Raíces.

Si no fuera porque se nota que los temas han sido bastante lijados en estudio (¿habrá ayudado el que el autor sea informático profesional?) y porque hay en ellos un claro componente de sintetizador, casi podríamos decir que Villaescusa se sale de algo que podríamos llamar new age para moverse de lleno en una especie de música neo-clásica hiperaccesible. El mismo título que lleva cada tema, como si fuesen movimientos de una sinfonía, deja claro que todo el trabajo es una unidad musical que evoluciona sobre sus conceptos básicos, con diferentes tratamientos tonales y rítmicos. 

El baile de las luciérnagas.

En fin, se puede decir que El bosque es un trabajo muy agradable que satisface -sin complicarse demasiado la vida, cosa buena o mala según se mire- sus propias aspiraciones musicales y, además, deja un poso en el oyente. Un buen sabor de boca ante lo sencillo, directo e inspirado. Me pregunto qué tal sonará El bosque sentado a la sombra de alguna arboleda este verano...

Puede escucharse al completo aquí.

sábado, 15 de junio de 2013

Anthony Gonzalez / Joseph Trapanese - OBLIVION


1. Jack's Dream (1:23)
2. Waking Up (4:10)
3. Tech 49 (5:59)
4. StarWaves (3:41)
5. Odyssey Rescue (4:09)
6. Earth 2077 (2:23)
7. Losing Control (3:57)
8. Canyon Battle (5:58)
9. Radiation Zone (4:12)
10. You Can't Save Her (4:57)
11. Raven Rock (4:34)
12. I'm Sending You Away (5:38)
13. Ashes of Our Fathers (3:31)
14. Temples of Our Gods (3:14)
15. Fearful Odds (3:10)
16. Undimmed by Time, Unbound by Death (2:27)
17. Oblivion (Feat. Susan Sundfor) (5:57)

Tras dos semanas de inactividad bloguera a causa de la acumulación de trabajo con el fin de curso, regresamos con esta interesante banda sonora que seguramente algún lector estaba echando en falta, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que me gustó la música de Tron: Legacy (2010).

¿Qué pinta aquí Tron Legacy? Pues es sencillo. Para empezar, el director de ambas películas es el mismo, Joseph Kosinski, y el arquitecto sonoro de sus dos partituras musicales es también el mismo, Joseph Trapanese. Y para continuar, la idea central a la hora de crear la banda sonora es similar: buscar a un grupo francés ultramoderno y "domarlo" hasta sacar de él una serie de piezas que encajen con los convencionalismos de Hollywood, dejando un sabroso regusto a ciencia-ficción musical. Debo advertir que buena parte del análisis del álbum se ha realizado por comparación entre ambas obras, al ser la primera tan digna de referencia.

Una imagen de Oblivion.

Si en Tron teníamos a Daft Punk, aquí tenemos a M83, una formación electrónica fundada por Nicolas Fromageau y el coautor de esta Oblivion, Anthony Gonzalez. La portada del álbum te deja un tanto dudoso respecto a quién está y quién no, ya que indica que la música es de M83 y la composición está en manos de Gonzalez y Trapanese. Me da en la nariz que, tras la presencia aquí del nombre de la banda, puede haber más de estrategia mercadotécnica que de otra cosa. Algo parecido sucedió en Tron: Legacy, donde el trabajo de Joe Trapanese quedó reconocido solamente en los títulos del interior del libreto, a pesar de ser responsable de cosas tan importantes como la orquestación, los arreglos y... en fin, de sacar una auténtica obra maestra de las manos de dos músicos electrónicos house normalitos como son los miembros de Daft Punk.

Realmente hay que decir que M83 es una banda de gran talento, con unas miras musicales (pop-rock electrónico con tintes épicos y una cierta inclinación hacia lo instrumental) claramente más amplias que las de Daft Punk, por lo que Anthony Gonzalez debe haber metido mucha más mano en Oblivion que aquellos otros, en lo que se refiere a pedalear junto al especialista Trapanese. Afirma haber compuesto su parte de Oblivion durante momentos de descanso en la última gira del grupo, como una forma de desconectar un poco.

Otra imagen de la película.

Oblivion, película estrenada hace un par de meses y protagonizada por la megaestrella Tom Cruise, ha recibido numerosas buenas críticas que hacen referencia explícita a su banda sonora. La visión de Kosinski de un futuro postapocalíptico es bastante elegante y algo minimalista, basada en imágenes naturales para las que una música con un toque electrónico y ambient le ha venido que ni pintada. Por supuesto, no habría encajado aquí una electrónica tan angulosa, tan agresiva como la de ciertos pasajes de Tron: Legacy, y se ha optado por hacer más visible la presencia orquestal y lucir sintetizadores en algunos momentos tan acertados como StarWaves o Earth 2077, ejemplos perfectos de paisajismo electrónico. A Trapanese lo rastreamos sobre todo en cortes de acción y/o tensión, con golpes de sonido parecidos a los escuchados en Tron, que en algún caso restan frescura al conjunto del disco. Gana el puso lo orquestal frente a lo electrónico, aunque la brillantez de los pasajes más "M83" puede dar la impresión de que es al revés.

¿Una portada alternativa? Creo que es la de la edición en vinilo.

Para cerrar el disco, se incluye un tema cantado por la vocalista noruega Susanne Sundfor, bastante bonito pese a que no es quizá la clase de canción que pueda servir como single promocional en la radio y demás. Complemente al resto del disco y le da un toque cálido. Y poco más.

El tema cantado de Oblivion.

Es cierto que quedarán dudas sobre quién manda en la música de Oblivion, o sobre si la idea de contratar músicos europeos es una sutil forma de esnobismo, pero esta banda sonora es un gran trabajo que no solamente se disfruta como álbum, sino sobre todo (y esto es hoy en día cada vez más raro) dentro de la propia película. Siempre se ha tratado de eso, ¿no?

Aunque existe una edición "deluxe" del disco, enlazo a continuación con la versión normal, la que he utilizado para el análisis. En Spotify.

StarWaves

sábado, 1 de junio de 2013

Tubular Bells: secuelas, derivados... y miscelánea.

Cerramos este especial sobre el 40 aniversario de Tubular Bells con una última entrada sobre las secuelas y pseudo-secuelas del álbum. Aunque he estado a punto de hacerlo, he decidido no comentar todos los álbumes que llevan la famosa campana diseñada por Trevor Key en la portada, ya que podríamos estar aquí otra semana entera. Me limitaré a lo estrictamente "tubular", aclarando algún que otro equívoco. Vayamos por partes:

Las secuelas: aunque suele echarse a este saco casi cualquier trabajo de Mike Oldfield con una campana en la portada, solamente existen dos secuelas de Tubular Bells en sentido estricto:

a) Tubular Bells II (1992). Tal como comentamos en la entrada correspondiente, la primera continuación del álbum del '73 no solamente fue un lanzamiento oportuno en el tiempo (cerca del 20 aniversario del TB original y posterior a una etapa algo ardua en la vida del autor, cuando se desligó de Virgin) y fructífero en lo económico, sino también muy ansiado por los fans. Afortunadamente, Tubular Bells II es un trabajo excelente, a la vez homenaje y "remake", brillante por la manera en que retoma los conceptos de su predecesor para crear algo que es reconocible y al mismo tiempo nuevo y coherente. No suele mencionarse entre las grandes obras de Oldfield, pero podría estar con facilidad entre ellas. Fue número 1 en Inglaterra, y Oldfield llenó las arcas a rebosar. Tanto las suyas como las de su nueva compañía, WEA.


b) Tubular Bells III (1998). Es la antítesis de la segunda parte: inoportuno en el tiempo (se publicó sólo 6 años después de la secuela anterior), oportunista en lo económico e incoherente en las formas y el fondo. Sin ser un álbum malo del todo, se puede decir que del auténtico Tubular Bells solo conserva el famoso riff. Hubo sitio en él para aglutinar un montón de música electrónica, temas bonitos y de sonido espectacular pero poco sorprendentes, e incluso un revival del tema pop de 1983 Moonlight Shadow, llamado Man in the Rain, simpático pero fuera de lugar. Lo más criticable es que Mike tuviese en mente una especie de álbum conceptual sobre la temporada que vivió en Ibiza, y terminase convirtiéndolo en otra secuela de su obra maestra. Y es que una de las señas de identidad del "concepto Tubular Bells" es su abstracción meramente musical, poco compatible con la sensación que transmite Tubular Bells III de ser una especie de narración autobiográfica demasiado coyuntural. Bien podría haber llevado otro nombre, aunque en cualquier caso volvió a recaudar un dineral.


Los derivados: aquí sí que tiene la cosa enjundia, de modo que es mejor ir a ello sin más:

a) The Orchestral Tubular Bells (1975). Otro álbum ya comentado en el blog. A iniciativa de David Bedford, se realizaron adaptaciones para orquesta sinfónica de Tubular Bells y Hergest Ridge. El primero, pese a ser un trabajo interesante y contar con la prestigiosa Royal Philharmonic Orchestra y el propio Mike a la guitarra, no solamente pinchó en lo económico sino que fue acusado de sacacuartos. Lo peor es que, así las cosas, The Orchestral Hergest Ridge no llegó a ver la luz, a pesar de ser netamente superior.


b) The Millennium Bell (1999). Como los críticos de Oldfield no se habían ensañado lo suficiente con Tubular Bells III, sólo un año después -y con mucha más brevedad que la habitual en el Mike de la época- salió a la venta este álbum conceptual sobre diferentes momentos relevantes de la Historia de la humanidad.  Se acercaba la nochevieja en que entraríamos en los 2000, y Mike Oldfield fue contratado por las autoridades berlinesas para amenizar la velada con un gran concierto en la ciudad, cosa que posiblemente influyó en la manera en que se concibió la publicación del álbum. Generalmente se lo sitúa entre los puntos más bajos de la carrera del músico, aunque personalmente siempre lo he considerado un disco muy original, un trabajo menor pero a reivindicar. Hay que admitir que el gran error fue colocarle una campana en la portada y ponerle un título como ese, una evidente maniobra mercadotécnica que llevó a buena parte de crítica y público, no sin razón, a recelar de la propuesta aun sin darle una oportunidad. El fondillo del tema Pacha Mama tenía un toque tubular, y se escucha un campanazo en el tema homónimo al álbum. Hasta ahí los parecidos. Equívoco resuelto: The Millennium Bell NO es una secuela de Tubular Bells.


Miscelánea: en este apartado mencionaremos algunos otros títulos a tener en cuenta en este donoso escrutinio. Se admiten sugerencias en los comentarios.


-Tubular X (1998). No sé cómo rayos le llegó el encargo, pero Oldfield realizó una bizarra mezcla de Tubular Bells y el tema de la serie de culto Expediente X, original de Mark Snow, como parte de un EP editado en Japón con motivo del estreno de la película de Mulder y Scully. Como acababa de publicarse Tubular Bells III, el tema tuvo cierto movimiento en la radio, aunque dudo que tuviera mucha trascendencia más allá del coleccionismo acérrimo oldfílico.

Tubular X.

-Tubular Beats (2013). El más reciente álbum con el nombre de Oldfield en la portada es en realidad un disco de remezclas a cargo del músico electrónico York, en el que el autor de Tubular Bells realiza una labor -me atrevería a decir- simplemente de asesoría. Pese al título y la portada, el CD incluye temas de toda la carrera de Mike. En cualquier caso, es evidente que la compañía Mercury piensa poner una campana en absolutamente todos los trabajos que publique Mike con ellos, excepción hecha de las reediciones de sus discos antiguos. Si hay que valorar el disco en sí, admito que es bastante mejor de lo que indican nuestros amigos los prejuicios. Se hicieron cosas mucho peores cuando se publicaron los diversos singles de Tubular Bells II, por ejemplo. El remix de Tubular Bells a cargo de York:


-Tubular World (1994). Formó parte del álbum The Songs of Distant Earth, fabulosa, apasionante obra conceptual que adaptaba el libro del mismo título de Arthur C. Clarke. No es que en esta novela de ciencia-ficción hubiese un mundo en forma de tubo que pudiesen visitar los protagonistas, pero Oldfield quiso hacerse un guiño a sí mismo y a su anterior trabajo, TB II. Podemos criticarlo tanto como queramos a causa de su título, pero funciona muy bien dentro de un álbum imprescindible cuya aceptación popular sigue aumentando exponencialmente con los años. En España, no sé muy bien cómo, está por lo menos en 2 de cada 3 hogares.

Tubular World.

-Music of the Spheres (2008). No, no es una secuela ni un derivado confeso de Tubular Bells, aunque resulta evidente que ciertos elementos estructurales del álbum "clásico" de Mike Oldfield y Karl Jenkins no existirían sin la influencia de su gran obra maestra. Pensemos en el riff de Harbinger o en el carácter acumulativo, muy a lo "maestro de ceremonias" del conclusivo Musica Universalis. Creo recordar a Mike diciendo por ahí que contempló la posibilidad de llamarlo (¡horror!) Tubular Bells IV.

Harbinger suena sobre cuadros de Salvador Dalí en este montaje amateur.

-El tema Five Miles Out (1982) incluye un brevísimo sampleado de Tubular Bells a modo de parodia. El comienzo del instrumental largo Crises (1983) es como el riff inicial de TB, que cumplía 10 años, un par de tonos por encima y con distinto ritmo; y algo parecido podría decirse de ciertos elementos del tema Airborne, del álbum Platinum (1979). La escucha de las demos originales de TB, disponibles oficialmente a partir de la edición en dvd 5.1 de Tubular Bells 2003, revela que un fragmento de las mismas fue reutilizado en  Amarok (1990). 

-La curiosa adaptación en tono swing que se realizó de Tubular Bells para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 fue publicada oficialmente para su venta, tanto en el recopilatorio oficial Isles of Wonder como por separado. Esta publicación no podía faltar aquí, por supuesto, si consideramos que el acontecimiento supuso uno de los mayores picos de popularidad de Mike Oldfield a lo largo de toda su carrera.


Mencionaremos, para terminar, un par de trabajos relacionados con TB pero ajenos al control de Oldfield que han tenido una importante difusión.

-Tubular Bells Part 1. Version for two pianos and two synthesizers (Tubular Bells para dos pianos y dos sintetizadores) y Tubular Bells for four pianos (Tubular Bells para cuatro pianos), ambas piezas editadas en un solo CD por Brilliant Classics, arregladas por Marcel Bergmann e interpretadas por una formación llamada Piano Ensemble. 


De cuantas yo conozco, y a pesar de centrarse únicamente en la primera cara del álbum, es la más famosa adaptación de la obra de Oldfield de las no realizadas por él mismo. Interesante, y con vídeo:

La pieza continúa en YouTube.

-Tubular Bells for Two. Es un espectáculo muy célebre en la actualidad. Los jóvenes multi-instrumentistas australianos Aidan Roberts y Daniel Holdsworth recorren el mundo con un show consistente en la interpretación completa de Tubular Bells a cuatro manos y cuatro pies, en una divertida mezcla de virtuosismo y malabarismos en sus contorsiones y piruetas para llegar a tiempo a tocar cada instrumento. Las críticas en la prensa internacional son un puro elogio, y el espectáculo, en su gira europea, ha sido todo un referente cultural en el 40 aniversario del álbum. Puede adquirirse en dvd. Aquí la página web oficial y, a continuación, un clip publicitario:



ACTUALIZACIÓN:

Añadimos, con todo agradecimiento, la sugerencia del comentarista Oscar. Puntualizaba que el Dúo Sonare  (Thomas Offermann y Jens Wagner) es autor de una interesante versión de Tubular Bells para dos guitarras clásicas, y adjuntaba un enlace para escuchar un trocito. Como en YouTube tienen una serie de vídeos, mucho más ilustrativos, he optado por incluir el primero de ellos a continuación:

En el vídeo, Anna Tasiemska "sustituye" a Thomas Offermann.

Y nos informa juanitochapal en los comentarios (muchas gracias) de que un tal Marcin Pater tiene en YouTube un interesante vídeo en el que reproduce con varias percusiones el sonido los pasajes de guitarra de Tubular Bells II. No tenía intención de profundizar demasiado en las secuelas y sus derivaciones, pero ahí va de todas formas:

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