1. Freak'n'roll (19:15)
2. Jenseits (24:18)
Regresemos a aquellos años setenta y sus experimentos raros a la europea. Ya hemos hablado en muchas ocasiones del krautrock, y hemos comentado tanto en qué consistió el movimiento como algunos de sus trabajos más significativos. Join Inn (1973) es uno de los que nos faltan, y es especialmente importante si lo consideramos como disco-bisagra. Me explico.
Tal y como sabéis quienes que seguís este género alemán, el krautrock comienza como variedad rock un tanto liberal, casi contestataria -en una línea más o menos cercana a lo que se hacía en otras partes del mundo- frente a viejos valores sociales, para ir derivando de la mano de algunos grupos como Tangerine Dream o estos Ash Ra Tempel hacia algo mucho más abstracto, que terminó convirtiéndose en eso que se conoce como "música cósmica", o más específicamente, el sonido de la escuela de Berlín. De unos planteamientos de rock alternativo y vocal se evolucionó hacia lo etéreo, puramente instrumental en esencia, con único hilo conductor encarnado de principio a fin en el uso de maquinaria electrónica como base creativa para los grupos y solistas. Join Inn, uno de los álbumes claves de la carrera de Ash Ra Tempel es ambas cosas: krautrock psicodélico y coyuntural en su primera cara, y música cósmica en la segunda.
Tal y como sabéis quienes que seguís este género alemán, el krautrock comienza como variedad rock un tanto liberal, casi contestataria -en una línea más o menos cercana a lo que se hacía en otras partes del mundo- frente a viejos valores sociales, para ir derivando de la mano de algunos grupos como Tangerine Dream o estos Ash Ra Tempel hacia algo mucho más abstracto, que terminó convirtiéndose en eso que se conoce como "música cósmica", o más específicamente, el sonido de la escuela de Berlín. De unos planteamientos de rock alternativo y vocal se evolucionó hacia lo etéreo, puramente instrumental en esencia, con único hilo conductor encarnado de principio a fin en el uso de maquinaria electrónica como base creativa para los grupos y solistas. Join Inn, uno de los álbumes claves de la carrera de Ash Ra Tempel es ambas cosas: krautrock psicodélico y coyuntural en su primera cara, y música cósmica en la segunda.
Join Inn tiene además un aliciente añadido, nada menos que la presencia de Klaus Schulze, el nombre propio más importante de todo el género electrónico alemán con permiso de Edgar Froese. Recordemos que Schulze llevaba tiempo dando tumbos de banda en banda mientras trataba de consolidar un estilo propio, pasando, por ejemplo, por Tangerine Dream. Aquí aporta sus teclados electrónicos y sus percusiones (tocó la bateria en el debut de TD, Electronic Meditation), además de Manuel Göttsching y su guitarra, Hartmut Enke al bajo y la cantante Rosi Müller (una especie de trasunto alemán de Nico, la de la Velvet Underground). No está aquí el Juan Valdés de los ácidos Timothy Leary, que actuó como invitado y alma mater en el anterior Seven Up (1972), aunque ambos lados del vinilo deben ser igual de efectivos a la hora de apreciar en technicolor los efectos del LSD.
Contraportada. El pasmao de abajo es Klaus Schulze.
Join Inn se abre con Freak'n'roll, una suite en apariencia improvisada con mucha guitarra jazzística sesentera y mucha batería, aunque según avanza van apareciendo sonidos más propios del krautrock, con efectos cósmicos y regresos constantes a la palestra de la guitarra, la batería y el bajo. Estas cosas tan rítmicas pero carentes de melodía se bailaban, además. Jenseits ("El más allá"), en la cara B, es un tema mucho más relajado, introspectivo y casi ambient, con la curiosidad de la voz de Rosi hablando más que cantando, casi como creando un efecto de sampleado, como si su voz hubiese sido recogida en una conversación casual. Sobre el bajo recae buena parte del peso de esta segunda suite de Join Inn, ya que el resto es un extraño ruido electrónico sobre el que Rossi continúa su entrecortada letanía. La cosa contribuye bastante al trance hipnótico-lisérgico. Hacia la mitad del tema, éste se vuelve más "organístico", más en la línea épica y oscurantista de los primeros trabajos en solitario de Klaus Schulze, y los punteos de guitarra se hacen notar aquí y allá. Música para escuchar de noche, otra vez.
Lo mejor: que si nos dejamos sugestionar podemos tener una experiencia extracorpórea digna de la más efectiva música cósmica de los setenta; y que es precisamente la clase de disco que seguramente jamás volverá a grabarse en el panorama pop, a causa su extremo sentido de la libertad creativa. Y lo peor: que la primera parte es algo aburrida, adecuada para escuchar pasivamente, pero algo falta de jugo si queremos poner en ella nuestros cinco sentidos. También está en Spotify, aquí y aquí.
Jenseits, casi completa.
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