Este tema es tan conocido, ha sido tan reutilizado, tan destripado de mil y una maneras y para mil y un propósitos distintos, que millones de personas pueden tararearlo a la perfección sin tener ni idea de dónde ha salido.
Pues bien, se trata de un tema de la BSO de la película ¡Hatari!, de 1962. Fue compuesto por el inolvidable Henry Mancini, autor de temazos emblemáticos como Moon River (de Desayuno con diamantes) o el de La Pantera Rosa.
Portada del álbum con la BSO.
¡Hatari! es de algún modo una curiosidad, ya que reunió al director Howard Hawks y al actor John Wayne en una película que no es un western sino una de safaris en África. Baby Elephant Walk ("El paseo del bebé elefante") aparece en una escena en la que la actriz protagonista Elsa Martinelli lleva a un grupo de crías de elefante a darse un baño de barro en una laguna en la sabana, ante la mirada divertida del aguerrido protagonista de La diligencia.
La escena de la película
No es una escena cómica en sí (no es que la chica termine sumergida en el barro), en todo caso graciosa, pero la melodía de Mancini encaja perfectamente con el caminar de los animales y el momento desprende desenfado. Es con mucho el tema más recordado de la película y -aunque en origen era un tema vocal al que se decidió no aplicar la letra compuesta- ganó un premio Grammy al mejor arreglo instrumental.
La versión cantada, a cargo de Pat Boone.
Según su autor, Baby Elephant Walk pertenecería al género boogie-woogie, una rama del blues bailable que estaría, entre algunos otros estilos, en la raíz del primitivo rock and roll. Aunque el boogie-woogie clásico se interpretaba al piano, Henry Mancini mezcla aquí instrumentos de viento con un calíope, curioso artefacto lejanamente parecido al órgano que funciona a base de silbatos de vapor, para darle un toque como de circo. Hoy en día se ha convertido en arquetipo musical de lo torpón y simpático.
Henry Mancini dirige una versión orquestal para la televisión.
1. The Untouchables (End Title) (3:10) 2. Al Capone (2:55)
3. Waiting at the Border (3:46)
4. Death Theme (2:41)
5. On the Rooftops (2:33)
6. Victorious (2:09)
7. The Man with the Matches (2:46)
8. The Strength of the Righteous (Main Title) (2:26)
9. Ness and His Family (2:45)
10. False Alarm (1:12)
11. The Untouchables (3:04)
12. Four Friends (2:51)
13. Machine Gun Lullaby (7:02)
Los intocables de Elliot Ness es una película de 1987 dirigida por Brian De Palma. En su momento fue un gran éxito de crítica y público, sin duda uno de los trabajos más populares de su director, aunque si sabemos verla con un poco de distancia (y no me refiero necesariamente a los años transcurridos sino a un punto de vista crítico) apenas se distingue de lo que suele llamarse una "película de temporada", esto es, una de estas películas realizadas de manera competente pero sin alardes que no aspira más que a una taquilla discreta y a llevarse con suerte un par de premios. No está nada mal, o a mí al menos me gusta, pero creo que hoy en día tiene más prestigio por el papelón de Sean Connery, por la confirmación como superestrella de Kevin Costner y por la BSO de Ennio Morricone que por sus bondades fílmicas globales.
The Untouchables (End Title).
Lo más interesante de esta banda sonora, como siempre intentando yo aportar una visión no tan común, es que confirma como pocas el hecho evidente de que Morricone es una rara avis en el gremio. Me refiero a que su manera de trabajar casi nunca encaja con los métodos neorrománticos de los maestros de Hollywood de toda la vida, la mayoría de ellos de procedencia o influencia centroeuropea. Morricone emergió de otro contexto. Recordemos que su gran explosión en la cultura popular fue mediante los westerns italianos de Sergio Leone, que eran películas con una estética muy "extrema" y para las que el músico componía, por encima de cualquier otro recurso musical, un par de temas potentes y bien diferenciados que podían ser reutilizados, a veces editados sin contemplaciones en la sala de montaje, para acompañar escenas específicas, cuando no para servir de mero efecto sonoro. No siempre podemos encontrar variaciones sobre estos temas o estructuras sinfónicas complejas basadas en ellos, por ejemplo para su uso como música incidental, y esta manera de enfocar la composición siguió más o menos vigente para el italiano incluso cuando, estando en camino de ser un mito viviente en la década de los ochenta, se volcaba sólo ocasionalmente en el cine americano.
The Strength of the Righteous (Main Title).
The Untouchables es, en este sentido, y como decíamos, una muestra perfecta de cómo una BSO de las "grandes" de Morricone es a veces mucho más una colección de magníficos temas individuales que un todo conectado mediante una urdimbre de "leitmotivs" al uso. Incluso parecería que algunas piezas de esta partitura son tan distintas que podrían proceder de contextos diversos y no de una misma película. El tema de los títulos finales, que curiosamente abre el CD original lanzado a la venta, no se parece absoluamente en nada al segundo corte, que es el vodevilesco, caricaturesco tema de Al Capone. Salvo en el hecho de que son geniales, claro.
Al Capone.
Y el resto de la BSO camina en la cuerda floja entre una cosa y la otra, entre el sinfonismo de los temas más íntimos (Death Theme, cuyo fraseado melódico ya presagia algo de Cinema Paradiso, Ness and His Family, Four Friends) y el llamativo efecto anacrónico de los ritmos sintéticos de On the Rooftops y otras piezas para escenas de tensión como Waiting at the Border. Caso aparte es la mil veces parodiada escena del carrito de bebé que cae por las escaleras, para la que Morricone se sacó de la manga una tétrica canción de cuna bajo el título de Machine Gun Lullaby / "Nana de la metralleta".
Machine Gun Lullaby.
Viendo la propia película por enésima vez, te vas dando cuenta de que en realidad es una producción más bien modesta en lo técnico pese al gran elenco reunido, hasta el punto de que cuando escuchamos aquí y allá el tema triunfal de Elliot Ness (que en el CD se repite en varios cortes con estructura similar) a veces no parece que la escena merezca un musicón de tal calibre. Da la sensación de que Brian De Palma, o el encargado del montaje, no siempre sabe muy bien dónde merece la pena subrayar la épica del relato y abusa de este tema heroico. No llega al nivel chocante de lo que le ocurría a menudo a Jerry Goldsmith, que componía piezas musicales para películas grandiosas cuando en realidad a veces eran bodrios del quince, pero en algún punto anda cerca. Como he dicho, la película me gusta bastante, así que lo dejo en que la obra de Morricone ayuda a mejorar el nivel del producto y a darle un toque original que le sienta bien.
La edición expandida de 2012.
No es tan arrebatadoramente bella como Once Upon a Time in the West o The Mission, pero The Untouchables es una de las que no pueden faltar en una colección del maestro italiano, por modesta que sea. No sé si el CD original sigue a la venta en alguna parte, pero si quieres conseguir una copia de la edición expandida de La-La-Land Records (2012) vas a tener que hipotecar tu casa.
1. Above the Treetops (2:43) 2. Facing West (6:05)
3. Cathedral in a Suitcase (4:52)
4. Finding and Believing (10:00)
5. The Longest Summer (6:34)
6. Sunlight (3:53)
7. Rain River (7:09)
8. Always and Forever (5:26)
9. See the World (4:48)
10. As a Flower Blossoms (I Am Running to You) (1:53)
11. Antonia (6:11)
12. The Truth Will Always Be (9:15)
13. Tell Her You Saw Me (5:11)
14. Not to Be Forgotten (Our Final Hour) (2:22)
Secret Story (1992) es quizá el álbum en solitario del guitarrista Pat Metheny que goza de más popularidad. Ganó un Grammy y hasta se ha publicado un libro que lo plantea como objeto de análisis. Metheny, que en general se ha movido entre el jazz fusión y los experimentos con las nuevas músicas, presenta aquí una obra de corte autobiográfico con numerosos elementos de world music. No me atrevo a decir que se trate de un trabajo con voluntad comercial, pero desde luego es un disco muy accesible.
Pat Metheny, en un cartel promocional del álbum.
Parece ser que Pat Metheny mantuvo una relación con la brasileña Shuzy Nascimento, y según apunta la web Tomajazz, todo el álbum sería una crónica sentimental de este noviazgo que terminó en ruptura. No tengo claro del todo si la inclusión de un fuerte componente étnico en varios temas responde a que la pareja viajó a estos lugares concretos del mundo pero, por ejemplo, el álbum comienza con el tema Above the Treetops ("Sobre las copas de los árboles"), que contiene un cántico camboyano. Hay un toque latino importante en Antonia, algunas voces étnicas sampleadas en Cathedral in a Suitcase ("Catedral en una maleta") y Finding and Believing ("Encontar y creer"), además de algún instrumento exótico en Rain River ("Río de lluvia") y un matiz como de sitar en Facing West ("Enfrentando el oeste").
Facing West, de la versión en vivo de Secret Story.
Las piezas iniciales desprenden un aroma urbano, urgente, como la estupenda Facing West, Cathedral in a Suitcase o See the World ("Ver el mundo"), o una alegría pura y desenfadada en Sunlight ("Luz solar"). Casi parece una colorida colección de postales. Se aprecia que, aunque el álbum comienza con vitalismo, el último tercio abunda en piezas de carácter íntimo como As a Flower Blossoms ("Como florece una flor"), Antonia, The Truth Will Always Be yNot to Be Forgotten ("Para no ser olvidado"), que desprenden nostalgia en distintos grados. Especialmente desgarradora es The Truth Will Always Be ("La verdad siempre será"). El orden en que se presentan en el álbum responde sin duda a diferentes etapas de la relación sentimenta, pero al tratarse de un álbum instrumental, Metheny mantiene intacta su privacidad.
The Truth Will Always Be.
Lo más destacable de disco es su carácter aventurero, explorador, entre lo tradicional y lo decididamente contemporáneo. Además de su guitarra característica e inconfundible, Metheny se hace acompañar de numerosos colaboradores que aportan colorido al trabajo. Destacan el Coro y la orquesta del Palacio Real de Camboya; Lyle Mays, mítico componente del Pat Metheny Group (figuran otros componentes del mismo en Secret Story); el veterano intérprete de armónica Toots Thielemans; el percusionista brasileño Naná Vasconcelos; la artista jazz japonesa Akiko Yano, coautora del décimo tema; y la London Orchestra, grabada en los estudios de Abbey Road.
Contraportada de la edición en vinilo.
Se trata, en resumidas cuentas, de un disco variado, bellísimo en sus melodías y delicado en cada detalle de la producción. Tiene ya sus años, pero sigue siendo un referente de lo que puede hacerse dentro de un ámbito musical más o menos culto de cara a llegar a públicos amplios. Magnífico.
Este año, de hecho hace pocas semanas, se ha cumplido el 50 aniversario de Red (1974), uno de los títulos más apreciados por los seguidores de King Crimson. La verdad es que su discografía está tan cuajada de álbumes míticos que costaría menos trabajo hacer un listado de los discos que gustaron menos.
Siempre hay que recordar que, en general, quienes escuchamos a King Crimson somos conscientes de que su música es un gusto adquirido. Es verdad que son autores de unos cuantos temazos que impresionan a cualquier oyente casual, pero la mayor parte de su discografía sí que requiere un pequeño esfuerzo de "apertura mental" por parte del aficionado. Precisamente es en esta época en la que termina su sonido progresivo clásico (mediados de los setenta) cuando más se acumulan trabajos que no entran a la primera pero que, tiempo al tiempo, deslumbran cuando empiezas a cogerles el tranquillo. Ahí están Larks Tongues in Aspic y Starless and Bible Black, y este Red viene a cerrar la serie en términos parecidos.
La portada del estuche de 2013 The Road to Red
recuperaba la fotografía de la contraportada original.
Red tiene como peculiaridad el que, tras la desbandada habitual de miembros de la banda, ésta se convirtió por primera vez en un trío: Bill Bruford a la batería y percusiones, Robert Fripp a las guitarras y algún teclado, y John Wetton al bajo y como cantante en los tres temas que incluyen letras, que son Fallen Angel, One More Red Nightmare y Starless. Entre los músicos adicionales destacan David Cross, recién salido oficialmente de King Crimson, que aporta el violín del tema final; Mel Collins, cuyo saxofón estuvo -y estaría- en la banda en varias ocasiones; e Ian McDonald, miembro fundador, que también tocó el saxo aquí y allá.
Red
Red es un álbum apreciado por su valor seminal por parte de seguidores del rock duro, merced a su sonido contundente. La guitarra de Fripp está bastante distorsionada y el trabajo conjunto de bajo y batería es demoledor. En el tema inicial esto es bastante evidente, pero incluso en cortes más clásicamente "progresivos" como Starless sigue habiendo algún tramo realmente peleón. Es un álbum elegante y con una producción muy cuidada pese a consistir en gran medida en piezas fruto de la improvisación, pero suena muy afilado, muy crudo y sin pulir en exceso, lo que lo hace también tener un carácter atemporal. No hay duda de que es Starless su tema más mítico, una de estas piezas largas que cualquier conocedor del rock progresivo puede calificar como un clásico. Debió formar parte del álbum anterior Starless and Bible Black (1974), que hasta en el título resulta obvio, pero no pudo incluirse por falta de tiempo. Esto explica el que David Cross todavía esté acreditado en Red.
Starless
Y debe ser una impresión subjetiva motivada por mis últimas lecturas, pero el tema Providence (que al fin y al cabo se titula así por ser una improvisación grabada durante un concierto en esta localidad de Rhode Island) no deja de parecerme ideal para acompañar a un buen relato gótico de H. P. Lovecraft o similares.
Tan volátil seguía siendo King Crimson que la banda se había desintegrado totalmente antes de que Red saliese a la venta. Robert Fripp pensó en descansar un tiempo y propuso a varias personas para sustituirle (dice el rumor que incluso mencionó a Steve Hackett), pero no hubo trato y terminó echando el cierre.
A estas alturas, Red ha sido reeditado en varias ocasiones. Destacan la caja The Road to Red (2013), que incluye 24 CDs con una cantidad absurda de conciertos de King Crimson de 1974; y la reedición de este 50 aniversario, con varios formatos de sonido (Dolby Atmos y Hi-Res Stereo incluidos) en 2 CDs y 2 blurays, con remezclas más o menos creativas de David Singleton y el habitual Steven Wilson, amén de material en directo del que en su día se publicó en el álbum USA (1975).
Hago un aparte para comentar el documental estrenado en cines en 2022 In the Court of the Crimson King. King Crimson at 50. No me extenderé hablando de su calidad, que es enorme, y lo recomiendo fervientemente a todos los seguidores de King Crimson. Me interesa lo más importante de la película, que es el hecho de que descubres como nunca antes la que de verdad siempre ha sido la esencia de la banda: excelencia y compromiso hasta la extenuación.
Ya hemos mencionado en alguna ocasión que Robert Fripp exigía a cada nuevo miembro de King Crimson que diese no sólo el 100%, sino incluso un poco más, exprimiendo las posibilidades de su instrumento o aprendiendo a utilizarlo de un modo distinto a como lo había estado haciendo hasta entonces. Formando parte de una banda creativamente solidaria, abierta a la improvisación y la experimentación constantes. No hay duda de que muchos miembros que entraban en KC y salían después de un disco o dos iban hasta cierto punto "quemados" por el nivel de (auto)exigencia, tanto de las grabaciones de estudio como -sobre todo- de las actuaciones en vivo.
Tráiler del documental.
King Crimson tenía que acabarse. De hecho, y a pesar de que desde 1969 hasta 1974 grabaron una cantidad respetable de álbumes de una calidad indiscutida, es de imaginar que hubo decenas de ocasiones en las que Fripp estuvo a punto de disolver la banda. Y después llegaban otros artistas, una nueva idea a la que dar forma, y KC volvía a recomponerse una y otra vez.
No voy a hacer un "spoiler" sobre el hecho de que King Crimson resucitaría por sorpresa en un tardío 1981, porque todo el mundo lo sabe, pero desde luego ello da testimonio del carácter legendario de una banda que era tan grande que no podía permanecer muerta mucho más tiempo, a pesar de lo difícil que era mantenerla viva, y que ha estado en funcionamiento hasta antes de ayer. De hecho, cuesta creer que no vaya a volver en el futuro.