Para mantener fresco un blog como el nuestro, hay que mantener una constante investigación para descubrir cosas nuevas. Yo suelo hacerlo a través de varias fuentes, entre otras los estupendos espacios sobre música que mantienen varios "streamers", y últimamente me he encontrado con un par de vídeos sobre un género que yo desconocía por completo y que me ha resultado muy llamativo e interesante: el "Dungeon Synth", o lo que es lo mismo, "Sintetizador de mazmorra".
Por resumir un poco, el sub-subgénero Dungeon Synth nació en los años noventa y alcanzó cierto estatus de culto, por supuesto en su contexto muy minoritario, mediante la difusión todavía limitada de Internet en aquellos años. Es un estilo musical con un evidente regustillo friki, no por lo "rarito" o por su inclinación hacia lo fantástico, sino más bien por lo enormemente especializado. Al parecer, el Dungeon Synth surge de la idea de varias bandas de black metal del norte de Europa de incluir piezas instrumentales en sus discos que servían para dotarlos de una atmósfera épica y reforzaban el carácter conceptual de estos trabajos. A los aficionados del metal debió gustarles la iniciativa, ya que algunos músicos del gremio comenzaron a realizar álbumes completos de música instrumental con sintetizadores muy básicos, con sonidos de instrumentos midi, prácticamente a modo de maquetas. Un álbum muy representativo de esta primera época es Depressive Silence II (1996), probablemente una demo más que cualquier otra cosa. Es obra del músico alemán B. S. (B. Schmidt), guitarrista y teclista de black metal.
Se trataba inicialmente de álbumes a menudo breves, realizados a menudo por músicos semiprofesionales o por profesionales con una intención puramente experimental, con recursos técnicos precarios y grabados originalmente en el soporte más pobre del momento: el cassette. Hoy en día, con muchas posibilidades tecnológicas baratas o gratuitas, se mantiene la idea de que un álbum de Dungeon Synth debe sonar sólo regular, lo que llaman en "lo-fi" o "baja fidelidad", como una cinta grabada y reproducida muchas veces hasta que el sonido pierde nitidez. El universo de este género ha experimentado un auténtico big bang, ya que la variedad de sub-sub-subgéneros que hoy en día pululan por la red (YouTube mismo está repleto) es abismal. El Dungeon Synth nunca ha logrado meter la cabeza, ni de lejos, en la escena mainstream, pero tiene su público y se está diversificando. Pongo aquí el álbum Mark of the Worm (2023) de Landsraad, inspirado en Dune con un acierto -para mi gusto- espectacular.
Temáticamente hablando, un álbum de Dungeon Synth busca recrear una atmósfera oscurantista, gótica y decadente aunque más onírica que terrorífica, con regusto medieval si se puede, aunque en especial inspirada por la fantasía épica literaria y videojuegos modernos con un espíritu parecido, como el famoso Dark Souls. De hecho, parece que este estilo es especialmente codiciado por los aficionados a los juegos de rol, que lo utilizan de fondo durante sus partidas. En lo que nos toca, el Dungeon Synth resultará más que agradable a los aficionados al ambient y el dark ambient, y no descarto que pueda hacer las delicias de los nostálgicos de la música añeja de sintetizador, en general. Termino con este estupendo vídeo especializado del canal de YouTube Central Sonora, del que he obtenido -agradecido- mucha de la información del texto:

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