2. Os Dias são à Noite (4:31)
3. A Tempestade (5:14)
4. A Andorinha da Primavera (3:04)
El subtítulo del álbum O Paraíso (1997) no deja mucho lugar a la duda: 14 canciones. Es esto y nada más que explicar, entre otras cosas porque es probable que los componentes de Madredeus no tuviesen mayores ambiciones que las de componer canciones. Buenas canciones, me explico, con su estilo característico y todo eso, pero canciones al fin y al cabo. No conozco mucho de su trayectoria posterior, pero difícilmente se diría que, cuando salió a la venta el álbum que nos ocupa, los de Madredeus se habían vuelto vanidosos. Porque el éxito y los agasajos no les faltaban.
Madredeus, pese a ser una banda con un estilo en teoría muy localista (portugués), logró hacerse con un espacio muy importante en todo lo que fue el auge mainstream de la constelación new age a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Quizá porque la "saudade", siendo un concepto difícil de traducir, sin embargo es bastante fácil de comprender, su sonido se nos antojó universal, prácticamente una de tantas propuestas de world music como también entonces había. Tranquilidad, bienestar, placeres sencillos y un puntillo de melancolía no del todo definido. Lo que hacían no era exactamente fado, dicho por ellos, sino una especie de amalgama de matices de la tradición musical popular portuguesa. No era new age, desde luego, pero sí que podía tocar al mismo tiempo esa fibra espiritual y al final era común que apareciese alguna canción suya en los muchísimos recopilatorios de nuevas músicas de aquellos años.
O Paraíso llegó en uno de los momentos de más popularidad de la banda, después de un muy promocionado documental de Wim Wenders sobre Lisboa (Lisbon Story) para el que Madredeus aportó su banda sonora. También fue su primer álbum sin el teclista Rodrigo Leão, que se había marchado de la banda no mucho después de arrancar su carrera en solitario con Ave Mundi Luminar (1993). Llegaron a la formación dos nuevos miembros, Carlos Maria Trindade (sintetizadores) y Fernando Júdice (bajo acústico), y el grupo que había llegado a ser un sexteto pasó a ser un quinteto. Están ahí también el fundador Pedro Ayres Magalhães (guitarra acustica), José Peixoto (también guitarra acustica) y sobre todo la esencial Teresa Salgueiro. Su voz suave y expresiva aquí se recrea un poco más en lo lúdico que en otros discos anteriores, tiene un poco menos de carga dramática. La propia Salgueiro, según parece, intentaba dejar atrás su imagen como de joven viuda rural.
Supongo que el tema más conocido de O Paraíso es Haja o que Houver, pero todos los temas tienen un buen nivel. En general, el sonido del álbum evoca escenas más bien luminosas, optimistas si se quiere. El disco se grabó en Venecia (Ayres dijo que la ciudad italiana era "el destino ideal para la construcción de este nuevo barco en el que vamos a viajar"), en un espacio de tiempo relativamente corto y buscando aislarse un poco del bullicio, en un estudio no muy transitado. Teresa Salgueiro buscaba una conexión íntima con las canciones que la ayudasen a desarrollarlas con naturalidad, y el álbum en su conjunto irradia una sensación serena y agradable, de "paraíso".
El álbum, de gran éxito internacional, fue considerado por muchos críticos como el mejor de Madredeus hasta aquel momento, y que el propio Pedro Ayres consideraba que O Paraíso quería ser desde su origen una demostración del estado de gracia del grupo, un momento dulce en el que todo funcionaba armónicamente en lo musical y en lo personal. Parece que, después, los seguidores se lo han pensado un poco y ponen algún otro trabajo por delante de este, pero desde luego yo recomendaría O Paraíso como un punto de partida perfecto para introducirse en la música de Madredeus.
1 comentario:
Ciertamente son otros mundos jeje. La world-music de hace 30 años ha quedado ya bastante lejos para las nuevas generaciones. Esto es como el Barroco, el que lo descubra y le interese pues tendrá que estudiarlo y conocerlo al igual que la new age - world music de los años 90.
Madredeus pertenece a la World Music donde tiene presencia la tradición interpretativa acústica, algo que choca de frente con el otro lado de la new age; esos super-productores chill-out que se expresaron a través de la música electrónica, dígase Cretu, Nicky Ryan productor de Enya, Frank Peterson y Sarah Brigthman o Mike Oldfield.
El punto de más éxito de la World Music se lo anotó Peter Gabriel en una fusión perfecta de World Music y música Pop (algo así como Enigma dentro del Chill-out) y es que Peter era o es productor musical y se interesó mucho por el sampleaador Fairligth que le sacó un provecho extraordinario en sus discos PGIV, So, Passion y Us. So fue nº 2 en el Billboard y nº 1 en no pocos paises incluido UK con lo que Gabriel amasó una fortuna de millones de dólares y su posterior Real World Studios con los que apoyó a músicos de la World Music.
Madredeus vendió 3 millones de discos, según wikipedia, mayoritariamente en Portugal (algo así como Schiller que casi todo lo vendió en Alemania). En España también vendería algo imagino gracias a la insistente promocion de Ramon Trecet en su programa Diálogos-3, jeje qué recuerdos.
No fui seguidor de Madredeus pero sí me enganchó Peter Gabriel y Deep Forest, creo que los máximos exponentes de la World Music y es que si algo salió claro de la New Age era que la producción musical iba a cambiar el mundo. Madredeus o el piano de George Winston, por ejemplo, son ya añoranzas para la melancolía o conocimientos para la musicología.
Pues eso, Otros mundos, toca tirar de melancolía. Hoy día hay otro mundo y no va a durar poco; Jarre y los diyeis jeje.
Publicar un comentario