(Ver lista de temas aquí.)
No sé si es orgullo patrio, pero debe haber pocas series documentales en la historia de la televisión tan brillantes e influyentes como El hombre y la Tierra (1974-1981), el programa de Televisión Española que encumbró al naturalista Félix Rodríguez de la Fuente a la categoría de mito. Lo cierto es que la televisión pública de nuestro país, la única que existía aquí entonces, vivió en aquellos años del final del régimen franquista y la posterior Transición momentos de efervescencia en lo creativo. Incluso las sintonías de los programas eran fabulosas, y una de las joyas más perdurables es la música que compuso Antón García Abril para la serie que nos ocupa.
El de Antón García Abril era ya en 1974 un nombre destacado en la música clásica y la "música aplicada" de nuestro país, realizando bandas sonoras para cine y televisión muy identificables, como la de Sor Citroen y varias comedias protagonizadas por gente como Paco Martínez Soria o Alfredo Landa. Lo que se llevaba entonces, vamos. Y pese a que El hombre y la Tierra posee un enfoque mucho más serio, García Abril no solo dio la talla sino que realizó una obra monumental tanto por su calidad como por su extensión, en especial si tenemos en cuenta que la edición que estamos comentando aquí cuenta con 4 CDs bastante repletos.
El hombre y la Tierra consiste en realidad en tres series distintas reunidas bajo un solo título general. Hay una primera serie titulada Fauna ibérica, la que todos recordamos por sus episodios sobre el lobo y las rapaces. La segunda es la Serie venezolana, más selvática, en la que vimos entre otros el episodio de las anacondas. Y la tercera es la Serie americana, grabada en Canadá y Alaska, que quedó inconclusa debido al accidente de helicóptero en el que falleció Félix. La primera parte de este extenso álbum, por lo tanto, corresponde a Fauna ibérica, una larga serie de cortes de estilo romántico con un amplio colorido musical, y aunque encontraremos algún que otro detalle étnico al comenzar los pocos temas propios de la Serie venezolana, el cambio estilístico no es tan acusado como en la Serie Americana, que aquí aparece dividida entre Serie canadiense e Iditarod (la famosa carrera de trineos en Alaska), y en las que la música adopta en varios puntos un sonido más "local", como de western.
Domina la práctica totalidad del trabajo el sonido plenamente clásico de la orquesta sinfónica, integrada por músicos de sesión bien escogidos para cada jornada de trabajo, con numerosas piezas impresionistas en las que adquieren especial protagonismo diversos instrumentos solistas, probablemente buscando representar al animal sobre el que trata cada pieza en cuestión, así como varios fragmentos corales muy intensos. Pese a esta aproximación desde lo clásico, es cierto que muchos temas tienen ese toque sencillo y "cantabile" de lo pop, el adecuado si pensamos que El hombre y la Tierra fue una serie sin elitismo alguno, un programa divulgativo para todos los públicos (las audiencias debían ser millonarias, siendo TVE, insistimos, el único canal de televisión en España en aquel momento) y con un impacto muy especial en los niños y niñas, seguidores de Félix desde la emisión de un programa anterior. No obstante, también hay cortes más experimentales en esta BSO, piezas con sintetizadores, ondas Martenot y hasta un botellófono diseñado por García Abril. Y claro, también está ahí el tema de los títulos iniciales del episodio, que todos tenemos grabado a fuego:
Algún crítico comenta que es una pieza con muchas percusiones y melodía tribal de estilo "afrobeat", aunque a mí me gusta calificar este sonido como "de safari", algo parecido a lo que en la misma época podíamos escuchar en las bandas sonoras de Vangelis Papathanassiou para documentales de Frédéric Rossif, y que entronca con un estilo cuyo arquetipo viene a ser la música para la película ¡Hatari! (1962), a cargo de Henry Mancini. El tema de El hombre y la Tierra es un icono popular, mil veces homenajeado y hasta parodiado.
Podemos perdernos en esta tremenda cantidad de música buscando piezas que recomendar, aunque el nivel es tan alto desde el primer tema hasta el último que solo es posible basar nuestros gustos en si cada pieza nos cautiva por su epicidad, su dramatismo, su melancolía o su cariz cómico, que también lo hay aquí y allá. Todo el material, que fue reunido por el propio García Abril y su esposa para la edición que tenemos entre manos, es artísticamente deslumbrante, lo que resulta inusual si tenemos en cuenta lo extenso del álbum. Puedes ponerte a buscar piezas de relleno, pero me temo que no las vas a encontrar; más bien se tiene la sensación de que 9 de cada 10 piezas podrían, por sí mismas, ser temas centrales de otras películas o documentales. De hecho, es también destacable que muy pocas veces a lo largo del álbum García Abril retome melodías anteriores para versionarlas o hacerles un arreglo puntual. La facilidad para la melodía de este señor es milagrosa. No creo que haya muchas series y programas de televisión que cuenten con tanta música original y de una calidad tan alta que pueda disfrutarse en su totalidad como obra independiente con peso propio.
Cántico para Félix.
Sí que me gustaría comentar los dos últimos temas del álbum: Cántico para Félix y Llanto para una amarga despedida. Atendiendo al título de ambos y pensando en el sentimiento de pesar que todavía nos produce a algunos la trágica desaparición de Félix hace ya cuarenta años, sobre el papel podríamos pensar que van a ser piezas sentimentales, melancólicas, y sin embargo sorprenden. La primera es un crescendo épico que parece celebrar los méritos de Félix más que lamentar su pérdida. Y la segunda es una pieza con una naturaleza atmosférica muy oscura. Nunca mejor dicho, porque parece recrear un mundo selvático digno de El corazón de las tinieblas, como si la naturaleza volviese a un estado primitivo y oscuro al morir su destacado defensor.
Esta edición cuenta con un sobresaliente trabajo de restauración y remasterización a cargo de Chris Malone, y con la supervisión directa de Miguel Ángel Ordóñez (autor de los textos del libretillo) y el propio Antón García Abril. Hay muchos motivos por los que deberíamos escuchar y conocer a fondo este trabajo, un título esencial del mundo de las bandas sonoras de la televisión mundial. Un clásico popular y una obra maestra.