1. Cristofori's Dream (6:09)
2. Spiral Dance (6:17)
3. Green Into Gold (10:05)
4. Wings to Altair (6:17)
5. Summer's Child (6:15)
6. Free Fall (4:25)
7. A Whiter Shade of Pale (6:52)
8. Madre de la Tierra (Live) (3:03)
El pianista de Seattle David Lanz lanzó al mercado en 1988 este Cristofori's Dream a través del sello especializado Narada. Pese a ser una obra sencilla que no llamaría especialmente la atención a los neófitos que se la encontraran por casualidad hoy en día, en su momento tuvo un importantísimo éxito económico, ocupando el primer puesto en las listas de ventas norteamericanas y siendo considerada como una de las grabaciones esenciales del género new age.
Lanz, pianista vinculado desde la adolescencia al mundo del rock e integrante de alguna que otra banda, al parecer comenzó su deriva hacia la new age -según la biografía incluida en su página Web oficial www.davidlanz.com- cuando su amigo, el Dr. Larry Iverson, le pidió que compusiese algo al piano para ilustrar musicalmente un seminario que impartía sobre el flujo energético a través de ciertas partes del cuerpo, las conocidas como chakras. El éxito entre los participantes en el seminario debió iluminar a Lanz, haciéndole comprender que no solamente había piezas musicales capaces de causar efectos beneficiosos en el organismo humano, sino que había también un montón de gente que estaría dispuesta a disfrutar de esta clase de terapia musical, incluso en habitaciones y quirófanos de hospitales. El caso de David Lanz es ilustrativo de lo que sucedió en los años '80 con todo ese cajón de sastre que es la new age, una forma de entender la música más que un estilo en concreto. Podríamos hablar de "música para fines específicos", y podría yo refrescar mis comentarios sobre los discos que se venden en herbolarios y demás, si bien es cierto que la new age suele caracterizarse, además de por su poder relajante y curativo, por una indudable calidad musical. No obstante, mi tendencia suele ser la de valorar para mejor aquellas obras que asumen ciertos riesgos, y la new age nunca me ha parecido que lo haga del todo. Me explico.
Cristofori's Dream.
La música new age viene a ser considerada como el equivalente místico del género conocido como AOR ("Adult Oriented Rock", o sea, rock para adultos), lo que le confiere una cualidad conservadora, como de quien sabe lo que quiere y renuncia a seguir buscando nuevos sonidos. En la música norteamericana de los '80 se llevaba mucho aquello, y no es de extrañar que este Cristofori's Dream, un álbum ciertamente bello y cuidado, supusiese un gran éxito. Es necesario considerar que la carrera del propio David Lanz también contribuyó a ello, ya que hasta entonces había tenido muy frecuentes devaneos con el sintetizador, y su regreso al piano en composiciones tan logradas era algo muy esperado por sus devotos.
Portada alternativa (de Amazon.com).
No obstante, no es el piano el único instrumento que escuchamos en Cristofori's Dream, sino que éste va acompañado de percusiones, cuerdas y algunos fondos realizados con sintetizador, muy sutiles. El disco funciona perfectamente como acompañamiento a una lectura, a la reflexión, o de cara a las terapias de las que hablábamos antes. No se trata, eso que quede claro, de una obra aburrida o monótona, aunque tanta new age se ha hecho en su línea desde entonces que al final puede terminar por sonarnos todo un pelín empalagoso, casi como si la música de Lanz no sirviese a otro propósito que el de acompañar una cena romántica con velitas y rosas. Yo pienso que esta percepción, perfectamente válida y respetable por parte de quien la pueda tener, está causada más por lo relativamente rutinario de los arreglos y los fondos que por las melodías propiamente dichas, o por la destreza de David Lanz al piano, que es magistral. Yo incluso doy mi brazo a torcer con su versión de A Whiter Shade of Pale, de Procol Harum, en la que colabora el organista original de la banda, Matthew Fisher, y eso que opino que versionar éxitos del pop quita algo de peso a estas obras para piano.
1 comentario:
Estupendo trabajo que me retrotrae a otras épocas mías más lozanas. Creo que haberlo escuchado cuando se publicó, le da un plus especial a la hora de valorar este disco. También he de decir que prefiero a este teclista cuando se junta con su amigo, el guitarrista Paul Speer, no obstante, este es un trabajo soberbio, con una calidad fuera de toda duda, de que me alegro bastante que hayas traído a tu blog. Su música me recuerda en cierta manera a la de Chris Spheeris, teclista griego que no sé si habrás incorporado en alguna otra entrada.
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