jueves, 11 de agosto de 2011

¡Más de 100.000 visitas!

Más o menos cien mil, si contamos con que yo mismo he debido inflar bastante los números con mis auto-visitas. Aun así, es una cifra bastante bonita que merece la pena celebrar. Mientras soplo mi matasuegras os informo de que he puesto en los enlaces de la derecha una dirección de contacto, por si queréis hacerme sugerencias, críticas mordaces, amenazarme, proponerme matrimonio, enviarme dinero (que gustosamente gastaré en chorradas), vales de descuento en gasolineras o spam de todo tipo. Advierto que no pienso reenviar ningún e-mail para que algún pobre chaval de un país en desarrollo obtenga milagrosamente una silla de ruedas por ciencia infusa, ni tampoco para librarme a mí mismo o a mis allegados de alguna maldición tribal transmitida vía Google. En fin, casi cualquier cosa que se os ocurra.


Gracias a todos y a todas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

¿Por qué Pink Floyd?

Porque su sonido es único y siempre lo fue. Comenzaron a finales de los sesenta como banda psicodélica underground y evolucionaron de forma gradual y coherente -haciendo camino al andar- hacia la cumbre del rock progresivo, por mucho que este género se les haya quedado pequeño en algún caso, y se opte por el de Art-Rock como definición más amplia y menos precisa de lo que han hecho musicalmente. Es más, cuando el progresivo pasó de moda Pink Floyd sobreviviría dos décadas más sin perder un ápice de creatividad y acumulando más y más admiradores con el paso de los años. Solamente las desavenencias internas del grupo, y nunca el favor popular, repercutieron en la continuidad de su trayectoria. La triste desaparición del teclista Richard Wright ha imposibilitado in extremis una reunión oficial del grupo que durante un tiempo pareció inminente.

Edición Immersion de The Dark Side of the Moon.

Porque están entre los pocos músicos (si es que realmente hay alguien más) que verdaderamente han alcanzado la perfección artística en su campo. Lo lograron al menos en dos ocasiones: en los álbumes The Dark Side of the Moon (1973) y Wish You Were Here (1975), piezas maestras indiscutidas y célebres, entre otras cosas, por el carácter perfeccionista de su elaboración, que rozó lo obsesivo. Podían pasar un día entero afinando uno de los tambores de la batería para lograr el sonido exacto. Ambos álbumes son tan enloquecidamente perfectos que su escucha es un placer que va mucho más allá del hecho de que nos guste el estilo del cuarteto. Son como las películas de Kubrick para los cinéfilos.

Edición Immersion de Wish You Were Here.

Porque siempre han estado entre los mejores y más vendidos. Pink Floyd es una de las cuatro o cinco bandas más importantes en la historia con mayúsculas del rock, y en su haber se cuentan algunos de los álbumes más vendidos de la Historia. Su popular The Wall (1979) es el tercer álbum más vendido de todos los tiempos, lo que tiene todavía más mérito si recordamos que es un disco doble y, por ello, más caro; y The Dark Side of the Moon es uno de los LPs que más tiempo han figurado en listas oficiales de ventas.

Edición Immersion de The Wall.

Porque poseen una iconografía visual propia que reviste sus trabajos de un toque fascinante. El fotógrafo Storm Thorgerson es responsable de algunas de las portadas y las imágenes promocionales de Pink Floyd, entre ellas el famoso prisma, el cerdo hinchable sobre la fábrica y los hombres en traje de chaqueta -uno de ellos en llamas- saludándose en la calle. Pocas veces en el mundo del rock ha existido una relación tan íntima entre música e imagen, más aún si consideramos la espectacularidad escénica de sus conciertos.

Portada de A Foot in the Door. The Best of Pink Floyd. Me gustó más Echoes.

Porque los seguidores de Pink Floyd siempre han sido unos privilegiados. Los álbumes de Pink Floyd se han venido reeditando desde hace muchos años en multitud de versiones remasterizadas y estuches de lujo como los impresionantes Shine On (1992) y Oh, By the Way (2007). No contentos con ello, y teniendo en cuenta la gran cantidad de material que sigue en los archivos de la discográfica EMI, Pink Floyd relanza su discografía a partir de este otoño en tres ediciones distintas, dentro de una campaña que se ha llamado Why Pink Floyd?: Discovery, que incluirá los álbumes requete-masterizados otra vez, en digipack; Experience, CDs dobles con rarezas; e Immersion, paquetazos con libro y cinco o seis CDs llenos de conciertos inéditos, caras B, maquetas y descartes. Toda la discografía aparecerá en el formato Discovery, pudiendo adquirirse tanto cada álbum por separado como todos juntos en una caja. Y los imprescindibles The Dark Side of the Moon, Wish You Were Here y The Wall estarán en los otros dos formatos tochos para coleccionistas. No tan interesante es la recopilación que saldrá en noviembre, A Foot in the Door, que aun conteniendo una selección muy razonable, no aporta absolutamente nada nuevo.

En fin, que todo esto es una pasta gansa para los reconciliados bolsillos de Mason, Gilmour y Waters, aunque debemos admitir que hay buena carnaza para los mitómanos del grupo y quienes, como yo, estamos algo desorientados con tantísimo material pirata como abunda por la red, y que seguramente verá aquí la luz con algo más de orden y pulcritud. Por mi, perfecto.

domingo, 7 de agosto de 2011

Conrad Schnitzler - ROT


1. Meditation (19:40)
2. Krautrock (20:09)

El pasado 4 de agosto falleció Conrad Schnitzler. Prácticamente no conocía a este artista, aunque debo decir que últimamente había estado pensando comentar el único de sus álbumes que he escuchado, titulado simplemente 3. Sin embargo, la noticia de su muerte me ha llevado a hacerme con este, su primer trabajo en solitario (que alguien me corrija si me equivoco) como muestra de lo que este señor hizo en pro de la música de vanguardia.

Schnitzler fue uno de los más inquietos músicos alemanes que, durante el apogeo del krautrock, tocaron varias posibilidades aquí y allá. Al igual que Klaus Schulze, estuvo presente en el bizarro debut de Tangerine Dream, Electronic Meditation (1970), donde tocó el violín, el chelo y atención: una máquina de escribir. También intervino en el debut de Cluster (o Kluster), Klopfzeichen, del mismo año, y en los posteriores Zwei-Osterei y Schwarz, ambos de 1971. Después, este artista comenzó una carrera en solitario -viendo quizá que no terminaba de encajar en los planes de futuro de ninguna de las bandas anteriores- que tuvo como partida este Rot ("Rojo").

Conrad Schnitzler (1937 - 2011).

¿Cómo definir el estilo de Conrad Schnitzler? Por una parte hay que apelar a los preceptos del krautrock: música electrónica muy experimental, muy rupturista, a menudo solamente instrumental, derivada hacia una especie de pop "siniestro" otras veces, y decantada en sus mejores años hacia lo cósmico, dando lugar finalmente a la Escuela de Berlín, que hoy en día es seguramente la corriente más conocida del movimiento electrónico germano. La producción de Schnitzler es brutal en términos cuantitativos, y también debe serlo en lo cualitativo si atendemos a la enorme influencia que se le atribuye como pionero de un montón de cosas, sobre todo de lo que conocemos como música industrial. Además, parece que ha seguido en activo hasta el final de su vida, publicando un par de álbumes en este mismo 2011.

Rot (1973), no sé muy bien por qué, es un álbum muy difícil de encontrar incluso en formato descarga. Por ahí he leído algo sobre que se imprimieron pocas copias en vinilo, aunque existe al menos una edición en CD relativamente reciente. Estoy escuchando Rot por primera vez mientras escribo esta entrada, y puedo decir desde ya que es uno de los trabajos más complicados que he escuchado hasta ahora dentro de la electrónica. El primer tema, Meditation, tiene un fondo estable, un pedal (drone, en inglés), sobre el que Schnitzler superpone montones de trazas de sintetizador que parecen crecer del grave al agudo como si de las fluctuaciones del motor de una máquina se tratase. En un momento dado se une una segunda capa algo más musical al pedal, aunque la lluvia de pitidos continúa sin asomo de detenerse, dando la impresión de que estamos casi ante un álbum que contiene música "concreta". En la segunda mitad de Meditation desaparecen los pitidos y toman su lugar algunas notas sueltas de teclado bastante espaciales, marcianas casi, sin desarrollar ni por un instante nada parecido a una melodía.

Portada de la edición en CD de 2004.

El segundo tema, titulado Krautrock, comienza también crípticamente, aunque después emerge un ritmillo sintético, hoy diríamos que de videojuego, sobre el que vuelven los pitidos. No pensemos ni por un instante que la base rítmica y los punteos eléctricos funcionan en armonía, porque más bien parecen estorbarse, convirtiéndose cada uno en ruido respecto al otro. El resto del corte es una algarabía de efectos de laboratorio aplicados sobre la base. Muy muy oscuro y opaco.

Rot es, ahora que ha terminado puedo decirlo, uno de los trabajos más áridos a los que me he enfrentado en el blog y no tiene nada que ver con casi nada de lo que hemos escuchado antes por aquí. Parece mucho más cerca de la órbita de la música clásica contemporánea que del ámbito krautrock que conocemos los no muy expertos. No es un álbum para iniciarse en la electrónica germana, pero es evidente que en su día abrió muchas puertas. Sirva como homenaje a Conrad Schnitzler y queda firmado mi compromiso de seguir analizando obras suyas.


Un fragmento de Krautrock.

martes, 2 de agosto de 2011

Jon and Vangelis - PRIVATE COLLECTION


1. Italian Song (2:53)
3. Deborah (4:54)
4. Polonaise (5:24)
5. He Is Sailing (6:47)
6. Horizon (22:43)

Intentando superar el cabreo de estos días, me he planteado realizar una entrada sobre algún disco "buenrollero" que se adapte a la temática habitual del blog, y en seguida me ha venido a la cabeza Private Collection, álbum publicado por Jon and Vangelis en 1983 que supone la cúspide creativa de su carrera como dúo. Mucho cuidado con el título, ya que no se trata de un recopilatorio. Más bien debe referirse a una "colección privada" entendida como galería de arte musical o algo así.

A pesar de la fuerte personalidad artística de Jon Anderson y Vangelis Papathanassiou, el dúo que formaron oficialmente desde finales de los setenta -sin abandonar por ello sus respectivas carreras independientes- nunca fue, para alegría nuestra, una siempre suma de lo que podría aportar teóricamente cada uno de sus miembros. Jon and Vangelis es otra cosa musicalmente hablando, por mucho que ahí esté la voz peculiar de Anderson y los no menos peculiares teclados de Evangelos; Cada uno de ellos trabaja para dar lo mejor de sí, pero también para respaldar completamente al otro.

¿Os acordáis de aquella comedia de TV llamada Primos lejanos,
en la que un tipo de ciudad acogía en su piso a un primo suyo, que era griego?

Como siempre, es bueno que nos pongamos en antecedentes. Jon Anderson andaba liado en la constante deconstrucción de Yes con estos o aquellos miembros, capeando de paso el temporal de la nueva ola musical británica que, o bien convertía a la banda en una reliquia viviente, o bien la obligaba a abrazar con lascivia el AOR (Adult-Oriented Rock), concepto en sí bastante deprimente pese a los buenos resultados de algunas bandas. Jon Anderson colaboraría ese año con Mike Oldfield y daría a Yes un gran espaldarazo comercial con Owner of a Lonely Heart, del álbum 90125. Por su parte, Vangelis sí que estaba un momento algo más sólido de su trayectoria gracias al éxito magnífico de su reciente banda sonora para Blade Runner y los ecos de Chariots of Fire, que seguían sin apagarse. Ese mismo año publicaría la partitura para la película japonesa Antarctica.

Al menos cuatro temas de Private Collection fueron singles. Aquí, dos portadas.

Private Collection es un álbum pequeño en lo que a número de temas se refiere, pero enorme en lo que a melodías y producción se refiere. Es imposible que nadie en aquel entonces lograse un sonido más perfecto. No tengo claro del todo si se trata de una obra conceptual o no, aunque las letras sí que desprenden abundantes referencias a la ternura, el amor y la fe religiosa. Aun siendo sus primeras canciones muy pop y perfectamente comerciales, hay sitio para los experimentos. En este sentido tenemos Italian Song, primer corte del álbum, que Anderson canta en un italiano inventado. O sea, que no es italiano sino una imitación fonética. Es una canción lenta que, gracias a la voz de soprano del vocalista, parece casi un aria. La balada And When the Night Comes es quizá el tema menos conocido del álbum, y no por ser de menos calidad, sino porque no es tan luminoso e invita menos al tarareo. Deborah es de mis favoritas, una de esas canciones que pareces conocer desde siempre aunque nunca la hayas escuchado antes. La letra hace referencia, según entiendo, a un padre que mantiene correspondencia por carta con su hija pequeña. Exquisito tema.

Imagen del interior del libreto del álbum (de Vangelis Movements).

Polonaise (una polonesa, según apunta el título) tampoco es de lo más famoso de Private Collection. Suena como un himno que comienza con timidez y va creciendo hacia un tramo final muy poderoso. Al parecer, esta canción se inspiró en los sucesos políticos que tuvieron lugar en aquellos años en Polonia, con el sindicato Solidaridad y su lucha contra el régimen soviético. Pero mi tema favorito es He Is Sailing. No sé muy bien qué clase de imágenes me trae al pensamiento, pero quizá sean playas tropicales paradisíacas y nativos vestidos con colores brillantes. Todo eso está ahí, y sin embargo pesa sobre lo demás su contenido religioso, ya que He Is Sailing ("Él -Dios- está navegando") es prácticamente el Padrenuestro con algunas variaciones. Por su ritmo marcado y la suntuosidad de sus arreglos instrumentales, sobre todo unas percusiones apabullantes, recuerda un poco en su planteamiento al State of Independence de The Friends of Mr. Cairo, aunque en cualquier caso se trata de una canción que produce una sensación de libertad, de viaje y aventura difíciles de explicar si no se escucha.

La segunda cara de la edición en vinilo la ocupa por completo el tema Horizon, la pieza más larga en la carrera del dúo y una de las más ambiciosas. Es prácticamente una canción convencional alargada durante los primeros diez minutos, pero la atmósfera es tan espectacular, tan enorme, que en todo momento tenemos la sensación de estar realmente ante una suite mucho más complicada de lo que es en realidad. La segunda mitad es mucho más íntima, aunque Vangelis se las arregla para que sus más sutiles toques de piano nos transporten a algún lugar sublime más allá de la estratosfera. En cuanto a su temática, es una plegaria a la autoconfianza que abunda en el optimismo casi utópico -muy new age, todo hay que decirlo- que aportan las letras de Anderson a la práctica totalidad del disco. Se grabó un sexto tema durante las sesiones de Private Collection, que además apareció como cara B entre los singles del álbum, aunque nunca como integrante del mismo. Se trata de Song Is, y se escucha en este vídeo:


¿Y qué hace a Private Collection mejor que Short Stories (1980) o The Friends of Mr. Cairo? (1981) No es fácil de explicar, pero creo que todos quienes hemos escuchado estos álbumes llegamos a la misma conclusión: Private Collection es un álbum mucho más sólido, con mayor sabor de conjunto que logra calar más hondo en nuestra memoria de oyentes, mientras que Short Stories no tenía grandes afanes melódicos y Mr. Cairo parecía más una colección de temas sueltos -algunos un poco fuera de tono- que un todo coherente. Todavía quedaba por llegar un cuarto álbum, Page of Life (1991), tardío en las fechas y un poco escaso de frescura y originalidad.

Quedémonos con Private Collection por ahora, y ojalá nos sirva para hacer un poco más dulces los pequeños sinsabores de este tórrido agosto.


He Is Sailing, directa de un vinilo con su característico sonido.


Deborah.
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