jueves, 4 de septiembre de 2025

Nueva edición de "Amarok" en vinilo: el sacacuartos por antonomasia.

Si prácticamente cualquier edición revisada, remasterizada y con nuevo diseño  de portada que se publica actualmente va destinada a complacer sólo al coleccionista, el nuevo lanzamiento de Amarok de Mike Oldfield se tira de cabeza a hacer las delicias de los afectados por el síndrome de Diógenes. Debe ser ínfima la cantidad de compradores de este ítem que verdaderamente le quiten el plástico y lo pongan a girar en el tocadiscos. ¿Y por qué? Porque Amarok (1990) es un álbum ideado desde el minuto uno para ser escuchado de un tirón. Es un único tema musical de 60 minutos sin interrupción, ideado así adrede por varios motivos, que se ajustaba perfectamente al formato físico dominante cuando salió a la venta (sí, el CD) y que hoy también puede disfrutarse de manera parecida en versión digital (mp3, flac, etc.).

La cosa.

No se les ha ocurrido mejor idea que lanzar Amarok en LP y a media velocidad, con lo que la pieza original de una hora queda troceada en cuatro cachos, o sea, en dos vinilos. Se supone que Mike Oldfield en persona ha dado el visto bueno, pero no veo a este hombre amarrando el velero y bajando por la pasarela hasta el puerto para rubricar la mutilación de su obra. Si ya fue todo un atraso la primera versión en vinilo, en la que hubo que partir Amarok por la mitad, el nuevo invento es un despropósito. ¿Qué tal un lanzamiento en Bluray, Dolby Atmos, surround 5.1 o algo por el estilo, si de verdad querían celebrar el 35 aniversario del álbum con algo que mereciese la pena?

Como gancho para el fan acrítico, la publicidad promete arte conceptual expandido. Si está en la línea del nuevo título en la portada, que tira por tierra aquella tipografía que parecía formada por piezas de metal reales en favor de una horterada digital feísima, por mí se lo pueden ahorrar. La moda del vinilo se nos ha ido de las manos, y es que una estupidez como la que nos ocupa apenas puede justificarse como una broma anti-establishment en la línea de lo que supuso el propio Amarok a nivel compositivo. Sólo falta que un audiófilo analice el vinilo una vez se publique y descubra que, como tantas otras veces, no es más que un "transfer" de la versión digital del álbum.

martes, 2 de septiembre de 2025

Camel - MUSIC INSPIRED BY THE SNOW GOOSE

 
 
1. The Great Marsh (2:02)
2.  Rhayader (3:01)
3. Rhayader Goes to Town (5:19)
4. Sanctuary (1:01)
5. Fritha (1:19)
6. The Snow Goose (3:11)
7. Friendship (1:43)
8. Migration (2:01)
9. Rhayader Alone (1:50)
10. Flight of the Snow Goose (2:40)
11. Preparation (3:58)
12. Dunkirk (5:19)
13. Epitaph (2:07)
14. Fritha Alone (1:04)
15. La Princesse Perdue (4:43)
16. The Great Marsh (1:20)

Una de las bandas más "de culto" del rock progresivo es Camel. No es tan archiconocida como Genesis, King Crimson y Yes, pero sus seguidores la ponen siempre en lo más alto del escalafón del género en cuanto a calidad se refiere. Sin menosprecio de otros trabajos emblemáticos que todavía no conozco, he querido que el primer álbum de Camel que tengamos por aquí sea Music Inspired by the Snow Goose (1975), que este año cumple su cincuenta aniversario. Menudo año fue aquel.

Camel, de izquierda a derecha y de arriba abajo: 
Andrew Latimer, Peter Bardens, Andy Ward y Doug Ferguson.

Al parecer, en el disco anterior de Camel, titulado Mirage (1974), se incluía un tema inspirado en El señor de los anillos que tuvo mucha aceptación. Esto animó a la banda a realizar un álbum completo inspirado en un libro. El elegido fue la novela corta El ganso de las nieves (1941), de Paul Gallico, una historia de amistad entre un artista solitario y una muchacha ambientada en la ofensiva alemana sobre Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Según he leído por ahí, Gallico, que era anti-tabaco, se opuso a que el álbum se titulase exactamente igual que su libro por un motivo interesante: la banda Camel no sólo tenía el mismo nombre que una marca de cigarrillos, sino que en varias ocasiones empleó en sus portadas la misma tipografía que aparecía en las cajetillas. Es por eso que el título fue Music Inspired by..., de la misma manera que The Alan Parsons Project tuvo que quitar la coma de I, Robot para su álbum conceptual sobre los relatos de Asimov.

 
Rhayader

La aproximación a la novela es parecida a la de otros álbumes conceptuales que han pasado por aquí, el más reciente de ellos A Celtic Tale: The Legend of Deirdre. Se trata de una serie de piezas musicales cortas que funcionan a modo de "banda sonora" del libro en cuestión, buscando más una recreación de ambientes y sensaciones que una narración que pueda seguirse independientemente. Lo cierto es que sorprende que un disco instrumental tan dulce y meditativo sea obra de una banda de rock que además estaba en un momento fuerte de su trayectoria. Sólo en los años setenta se hacían estas cosas y, encima, se vendían bien y la crítica daba el visto bueno.

 
 The Snow Goose

Hay rock en The Snow Goose, aunque mezclado con arreglos orquestales, en ocasiones dando el protagonismo a instrumentos solistas muy diversos, desde el oboe a la guitarra acústica. Supongo que a esto es a lo que llamaban con pleno acierto rock sinfónico. Y algunos temas son puramente experimentales, como las versiones de introducción y de cierre de The Great Marsh o el tema correspondiente a la evacuación de Dunkerque (Dunkirk), casi cinematográfico. Se considera que Camel tenía pie y medio en lo que se conocía como Escena de Canterbury, y esto se refleja en el toque jazzístico de temas como Rhayader -cuya flauta recuerda un poco a Jethro Tull- y en la pátina bucólica, muy británica, del conjunto de la grabación. Hay algún detalle curioso, como cuando Doug Ferguson agita un abrigo tipo parka junto al micrófono en el tema Epitaph para simular el sonido de aleteo del ganso.

 
 Epitaph

Los componentes de Camel eran entonces los que hoy se consideran su formación clásica: Andrew Latimer (guitarras, flauta y voz), Peter Bardens (teclados de todo tipo), Doug Ferguson (bajo) y Andy Ward (batería y percusiones). Bardens y Latimer figuran como compositores de este trabajo en particular, y participan también en el álbum la London Symphony Orchestra y David Bedford como director y en los arreglos. Se volvieron a unir estos últimos a Camel para la exitosa presentación del disco en el Royal Albert Hall en octubre del mismo año, cuya grabación posteriormente ocuparía uno de los dos vinilos del doble álbum en directo A Live Record (1978).

Portada de la versión de 2013.

El álbum que nos ocupa podría ser la obra más referencial de Camel, con permiso del posterior Moonmadness (1976) y el mencionado Mirage. Lo más interesante de la apuesta es que el álbum huye totalmente de la pomposidad de algunas obras conceptuales de su época. Nada de grandes fanfarrias ni de arranques de virtuosismo sin sentido. The Snow Goose es un trabajo sobrio y elegante, de gran madurez pese a que se trata sólo del tercer disco de la banda, lo que ayuda a que haya envejecido con plena dignidad. La nostalgia es poderosa, y en 2013 la formación actual de Camel (en la que sólo permanece Latimer) regrabó el álbum al completo, con algunos pequeños retoques, en esta ocasión con el título reducido a The Snow Goose. No lo he escuchado todavía pero, según parece, el resultado fue excelente y debe merecer mucho la pena.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...