1. Toccata and Fugue in D Minor BWV 565 (7:50)
2. Contradanza (3:52)
3. Classical Gas (3:24)
4. Theme from "Caravans" (5:09)
5. Warm Air (3:38)
6. Jazz Will Eat Itself (3:30)
7. Widescreen (3:58)
8. Tequila Mockingbird (3:26)
9. City Theme (4:32)
10. Red Hot (3:16)
Continuando en una de las líneas clásicas del blog ("viejos superventas que pocos recuerdan", podría llamarse) nos dedicaremos hoy a echar un vistazo a aquel trabajo de la británica Vanessa Mae de 1995 titulado The Violin Player. Podríamos decir que se encuentra en medio de un montón de "crossovers" entre música clásica y pop llano, de tantos como ha dado la música de masas en las últimas décadas, y de la que han surgido figuras tan curiosas como el pianista rubiales Richard Clayderman o los tenores gañanes de Il Divo. Por lo general, los trabajos que se realizan dentro de este pseudo-género recaudan enormes cifras de ventas en poco tiempo, y unos años más tarde suenan viejísimos.
Portada alternativa.
Ese es exactamente el caso de The Violin Player, primer disco de Vanessa Mae con ambiciones internacionales (que no el primero de su carrera) y un vehículo diseñado al dedillo para su lucimiento como virtuosa del violín. Y digo virtuosa porque lo es. Esta chica de origen tailandés, una adolescente entonces, tiene ese peculiar manejo de su instrumento que hace parecer fácil su dominio incluso a quienes nos vemos incapaces de sujetarlo bajo la barbilla siquiera. Lo malo, y aquí entramos de lleno en el terreno de las opiniones personales, es que todos los acompañamientos del violín a nivel de arreglos, producción e instrumentaciones varias, si bien son de calidad, suenan a muy de los noventa, en una línea tecno-pop más bien recauchutada. Da la impresión de que, tal vez por la gran belleza racial de la muchacha, se persiguiese el éxito sobre todo en el mercado asiático, que probablemente no tenga tantos miramientos como nosotros a la hora de distinguir lo sofisticado de lo hortera. En música, al menos, y que nadie se me enfade.
Contraportada.
Tampoco es que The Violin Player sea un álbum intrínsecamente hortera. Contiene unos cuantos temas originales compuestos para la ocasión por un tal Mike Batt, así como un par de versiones de temas clásicos (J. S. Bach y Mason Williams), colaboración de la Royal Philharmonic Orchestra inclusive; y cualquiera de los cortes del CD tiene su encanto si hacemos un ejercicio de distanciamiento como oyentes. Es bonito. Lo que ocurre es que, en mi humilde opinión, un instrumento con una capacidad expresiva tan delicada como la del violín quizá habría necesitado un acompañamiento algo menos estruendoso a base de sintetizadores y efectos de eco, que en algún caso nos hace pensar que el violín de Vanessa es el equivalente a una guitarra eléctrica.
Portada del primer single.
Hay rinconcitos musicales bastante agradables en la versión de la Toccata y fuga de Bach (primer single), o en Contradanza y Theme from "Caravans", pero también nos topamos con pifias de la talla de Jazz Will Eat Itself que nos quitan las ganas de tomarnos el asunto demasiado en serio. La cosa es que Vanessa Mae ha mantenido una carrera discográfica más o menos estable, y hoy en día goza de un merecido reconocimiento, pero creo que el fenómeno The Violin Player fue flor de un día, y seguramente sea mejor acercársele con mucha precaución si queremos disfrutarlo hoy. En Spotify.
La Toccata y fuga.
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