lunes, 25 de febrero de 2013

Un Oscar para Mychael Danna.

Creo que fue Clint Eastwood quien dijo, en alguna de sus películas, que los gustos son como los culos: cada uno tiene el suyo. Hay quienes pasan completamente de premios y demás, pero a mi me gusta el morbillo de los Oscars, sobre todo cuando hay alguna película (y alguna banda sonora) que despierta mis simpatías. Eso no quiere decir de ningún modo que la partitura ganadora, o las honorables candidatas, sean verdaderamente las mejores del año, pero casi siempre son obras de referencia.

Pinchar para agrandar. Es muy bonito.

Este año creo que se han quedado fuera de las candidaturas de los Oscars 2013 algunas excelentes bandas sonoras que quizá deberían haber estado ahí. Varias incluso han pasado por el blog, como la de Michael Giacchino para John Carter, lastrada a la hora de los premios por la baja aceptación de la película; y sobre todo la de Howard Shore para El hobbit: un viaje inesperado, que pese a los prejuicios por ser un regreso a terreno  musical conocido, prácticamente reduce el material de la anterior trilogía a 10-12 minutos en un total que supera las 2 horas de música, y lo nuevo es más que sobresaliente. Por cierto, el próximo sábado se emite la segunda mitad de la partitura en Radio Clásica de RNE, en el programa El mundo de la fonografía.

Curiosamente, a su salida muchas webs atribuían la BSO a A. Badalamenti. No sé por qué.

La ganadora del Mr Proper dorado ha resultado ser, como pequeño consuelo, mi favorita entre las nominadas: La vida de Pi, de Mychael Danna. Siendo un gran fan de John Williams, no me habría importado que le cayese el premio a la sosilla música para Lincoln, aunque trabajos mucho menos interesantes -que no malos- como las partituras de Argo o Skyfall (no he escuchado la de Anna Karenina) seguramente no tendrían ni que haber estado en las apuestas.

 Mychael Danna recoge su Oscar (de guardian.co.uk).

El caso es que Life of Pi contiene una música estupenda, muy en la línea filo-oriental que el canadiense Mychael Danna ya manejó en películas como La boda del monzón (2001). Es una acertada mezcla de clasicismo y etnicismo indio que funciona exquisitamente en la mística cinta de Ang Lee, si bien en algún punto llega a ponerse algo pesada. Buena elección en cualquier caso, teniendo en cuenta la enorme cantidad de buenas bandas sonoras publicadas cada año en las que nadie repara, y sin olvidar que la Academia de Hollywood suele utilizar esta categoría o bien para hinchar el palmarés de la ganadora de los premios principales, o bien para consolar a las grandes perdedoras.

domingo, 24 de febrero de 2013

Brian Eno - LUX


1. Lux 1 (19:22)
2. Lux 2 (18:14) 
3. Lux 3 (19:19)
4. Lux 4 (18:28)

Con Brian Eno hay veces que no sé qué hacer. Cuando se mete de lleno en ese ambient que le dio sus mayores laureles, no sé muy bien si debo valorar la innovación o la discreta continuidad de sus trabajos en esta línea. Eso es lo que me ocurre con este reciente Lux (2012), que puede considerarse a todas luces como un regreso a sus mimbres más puristas.

Cotejando otras críticas que podemos encontrar en Internet, en general hallamos una positividad casi unánime hacia el nuevo álbum, si bien se detecta que hay mucho más de admiración al gran innovador del género que al artista en concreto que es autor del concreto Lux. Eno ha conseguido, mitad gracias a su evidente continuidad como experimentador, mitad gracias a la obvia falta de riesgo que no es inherente a la música ambiental, que nadie se le eche al cuello como sí sucede con otros tantos músicos instrumentales de su generación. Siendo un camaleón (un perro verde, quizá), se le ha permitido hacer de todo, con resultados no necesariamente fáciles de digerir, por aquello de la caprichosa alquimia del genio inquieto. No se es del todo objetivo con el Brian Eno actual, o eso pienso yo.

 Imagen del interior del álbum.

Lux se compone de cuatro movimientos largos en los que las variaciones sonoras son lentas y tenues. Podemos afirmar que no se trata de una música tan básica como la de su serie iniciada por Music for Airports en los setenta, pero creo que la diferencia es más cuantitativa que cualitativa. El concepto es nuevamente el de una música que subraye una situación no musical, un sonido dulce y no agresivo que puede tanto inducirnos a la serenidad como acompañarnos en un viaje en  ascensor por un edificio de oficinas. Al parecer, tal como Eno ya ha hecho en otras ocasiones anteriores, ha compuesto Lux para una galería de arte. En este caso se trata de la Gran Galería del Palacio de Venaria, en Turín (Italia), imaginamos que para complementar lo que el turista vaya a ver allí.

Otra imagen diseñada para el álbum.

No quiero restar mérito a Brian Eno, porque Lux cumple de sobra con todas las exigencias que pueden hacérsele a un disco así: es planeador, envolvente, misterioso, sosegado, y no nos distraerá de ese libro que estamos leyendo mientras lo escuchamos. Los "soundscapes" o paisajes sonoros de Eno son tan interesantes como lo han sido siempre, en esta ocasión bastante cálidos y luminosos, y subrayados por el toque sentimental que aportan las aparentemente azarosas notas de piano que le aportan su difusa estructura melódica. Muchas de las frases melódicas que podríamos extraer del desarrollo de las piezas, por cierto, parecen inconclusas, como suspendidas, lo que aporta un clima un tanto misterioso al trabajo. Un efecto común a estas composiciones del británico es la sensación que se produce tras varios minutos de escucha, momento en el que la música parece volverse más compleja, más profunda si se quiere, aunque seguramente sea más un efecto provocado en la mente del oyente que una realidad objetiva. Si es Eno quien ha logrado ese efecto adrede, otro punto para él.

No es que Lux sea una gran innovación, ni un álbum seminal que vaya a venir a revolucionar el género, pero en cualquier caso es una obra que actualiza el subgénero favorito de su autor con unos resultados muy satisfactorios. No es un título imprescindible, pero si nos gusta el ambient tampoco deberíamos dejarlo pasar así como así.

Un pequeño muestrario de Lux, con imágenes enviadas por aficionados a la web del artista.

domingo, 17 de febrero de 2013

Sundog - INSOFAR


1. Light on Stone (5:50)
2. 4LB (6:00)
3. For You, When It Rains (3:36)
4. Bosso I (3:50)
5. Bosso II (4:09)
6. The Heart Waits (5:36)
7. Shadows in Water (4:18)
8. Parise (Song for Wayland) (6:27)
9. Machell (3:14)
10. Je Crois... (5.43)
11. Things Fall Apart... (5:09)
12. A Simple Loss (5:52)
13. Perc'y (5:06)
14. Both Hands in Pockets (3:07)

Sundog es el proyecto paralelo del músico y compositor Arthur Jeffes, que en los últimos años ha dado la gran sorpresa de las "nuevas músicas" al refundar una nueva formación de la Penguin Cafe Orchestra de su padre. Parece que la Penguin Cafe (como se hacen llamar) prepara un nuevo álbum para dentro de poco, y mientras tanto podemos recrearnos con esta bella obra de Arthur, que no se aleja demasiado del sonido de los pingüinos.

En la web oficial de Sundog se comenta que el proyecto sirve como válvula de escape para Jeffes, que aquí no se siente obligado a mantener la línea tan adorada que estableció la banda de su progenitor. Según parece, el piano es su instrumento favorito a la hora de explorar su personal vena creativa, y aunque los tratamientos melódicos son compatibles -al menos sobre el papel- con los de la PCO, el sonido resulta quizá demasiado íntimo, demasiado minimalista o clásico si queremos, como para que Insofar (2012) pudiese haberse unido a la discografía "normal" de la formación. Me sorprende que en esta época de mancillamientos y sodomías artísticas en la que vivimos, sobre todo en lo referente a manipular el legado propio o ajeno (véanse ciertas secuelas o "reboots" cinematográficos, por ejemplo), un artista joven sea tan exquisitamente pulcro a la hora de escribir créditos en la portada de sus discos.

Arthur Jeffes (de www.sevenstreets.com).

Sundog es un dúo. El otro componente es el violinista Oli Langford (curtido en colaboraciones con grandes nombres del pop y la clásica actuales), pero no debemos pensar que Insofar es un simple trabajo para piano y violín, sino que ambos intérpretes se pueden permitir el lujo (de nuevo, fuera de la PCO) de hacer pequeños experimentos, como el uso del piano Fender Rhodes o del dulcitono.

Oli Langford (de myspace.com).

El resultado es un álbum de exquisito gusto, envolvente e inspirado, que a ratos recuerda a aquellos cortes más sobrios de la Penguin en álbumes como Union Cafe, o incluso a minimalistas universales como Wim Mertens, Yann Tiersen, Philip Glass o Michael Nyman. Los miembros de Sundog reconocen abiertamente estas influencias, si bien queda claro desde el principio que Insofar tiene carácter propio. En la línea Glass nos encontraríamos por ejemplo el primer y excelente tema Light on Stone o el rápido Bosso I; y Parise tiene un piano que recuerda al escuchado en el imprescindible Glassworks. Con un toque Tiersen  tendríamos por ejemplo For You, When It Rains. El estilo Nyman es evidente en algún corte como Shadows in Water. Wim Mertens puede rastrearse por ejemplo en Machell. Y por supuesto, la PCO está viva en temas como Things Fall Apart...

Portada del EP promocional Side 1, que se lanzó antes que el álbum completo.

Sin embargo, pese a tanta influencia de gran peso, se consigue un álbum con un sonido sólido y coherente, con piezas algo más difíciles de rastrear en sus influencias pero que funcionan a la perfección, como 4LB, The Heart Waits (¿mezcla rutilante de Glass y Nyman?), Perc'y o Both Hands in Pockets...

Una cosa está clara: pese a que la idea de resucitar el viejo grupo de Simon Jeffes resultó polémica por lo supuestamente oportunista, Arthur Jeffes está demostrando ser un músico cargado de inquietudes que, por cierto, se está moviendo muchísimo en festivales tanto con los PC como con Sundog. No me atrevería a decir que sus promesas ya han sido cumplidas, pero bien podrían andar camino de ello. En Spotify.

4LB

domingo, 10 de febrero de 2013

Jean Michel Jarre, ni contigo ni sin ti.

Vaya por delante que esto no pretende ser una crítica al trabajo del músico francés, sino que más bien quiero hacer una breve retrospectiva algo escéptica sobre la última década y pico en su carrera. Creo que estaremos de acuerdo, al menos, en que han sido -y siguen siendo- unos años un tanto caóticos a nivel de lanzamientos discográficos, en los que Jarre ha sido un creador difícil de seguir.

Tras el álbum Metamorphoses (2000) ha tenido lugar una transformación en el estilo de Jean Michel, que ha tanteado diferentes direcciones en su evolución artística, si bien ninguna de ellas parece haber sido una nueva línea sólida de trabajo. Jarre se mueve entre la modernización de su sonido clásico y su reinvención personal (estéticamente incluso) como una especie de "veterano proto-DJ".

Portadas de Interior Music y Geometry of Love, dos álbumes realizados por encargo.

Por una parte, Jarre ha lanzado una serie de trabajos con tiradas muy limitadas, exclusivas incluso. Estamos hablando de Interior Music (2001), para la compañía de electrodomésticos Bang & Olufsen; Geometry of Love (2003), para promocionar la discoteca Vip Room; o Printemps de Bourges (2002), álbum en vivo de venta en Internet. En los tres casos estamos hablando de álbumes muy poco difundidos en los medios y de cuya existencia solamente han sido conscientes los seguidores que estábamos bien atentos.

 
 Portadas de Sessions 2000 y Printemps de Bourges, dos álbumes con sesiones de improvisación.

En cuanto a nuevos álbumes con un alcance general, tendríamos que mencionar solamente Sessions 2000 (2002), un álbum con improvisaciones ambientales lanzado prácticamente como excusa para cumplir con su contrato; Oxygene New Master Recording (2007), una regrabación nítida pero innecesaria del mítico disco; y  Téo & Téa (2007), obra conceptual bastante fallida de la que el propio Jarre ha renegado amargamente.

 
Portadas del nuevo Oxygene y de Téo & Téa.

Recopilatorios de todo pelaje también hemos tenido, desde el interesante AERO (2004) con versiones revisadas de clásicos, al más reciente Essentials & Rarities (2011), comentado en este blog a su salida y cuyo título habla por sí mismo.

Portada de AERO.

Donde más ha brillado Jarre es en su faceta en directo, realizando en estos años algunos de sus conciertos más sonados. Hubo grandes citas en la Acrópolis de Atenas, en el desierto marroquí (Water for Life), en Dinamarca (Aero: A Tribute to the Wind), en la Ciudad Prohibida de Pekín (Jarre in China) o en los astilleros polacos de Gdansk (Solidarnosc), y estos sin olvidar la presente gira en la que, amén de los conciertos de rutina, ha hecho paradas de gran lujo en lugares como Santiago de Compostela o el principado de Mónaco.

Portada del sampler InFiné by JMJ.

No es que Jarre haya dejado de trabajar, cosa que sigue haciendo y mucho. Últimamente incluso ha colaborado con el sello electrónico InFiné para recopilar una serie de temas en un álbum recién publicado. Lo que mantiene un poco inquieto al seguidor de siempre es el poco tino -o las pocas ganas- que ha puesto el músico en ampliar su discografía con trabajos en la línea cósmica de otros tiempos, y sobre todo con su misma difusión popular. Me parece que, o bien ha ido esquivando el asunto o bien simplemente ha fallado el tiro (Téo & Téa) cuando lo ha intentado. Quizá Jean Michel simplemente ha aceptado a pies juntillas el radical escenario actual en el que es el directo y no el disco el que produce beneficios. ¿Volveremos a tener algún trabajo con movimientos numerados? Yo no digo que Jarre tenga que volver atrás en el tiempo, pero me apetecería mucho toparme con algo más sólido y tangible que lo que viene ofreciendo en los últimos tiempos. ¿Opiniones?

sábado, 2 de febrero de 2013

Jean Michel Jarre - METAMORPHOSES


1. Je Me Souviens (4:25)
2. C'est la Vie (7:11)
3. Rendez-Vous à Paris (4:19)
4. Hey Gagarin (6:20)
5. Millions of Stars (5:41)
6. Tout Est Bleu (6:01)
7. Love Love Love (4:26)
8. Bells (3:49)
9. Miss Moon (6:08)
10. Give Me a Sign (3:49)
11. Gloria, Lonely Boy (5:31)
12. Silhouette (2:29)

Hagamos un repaso mental rápido a la trayectoria de Jean Michel Jarre. Podríamos decir que desde mediados de los setenta hasta mediados de los ochenta se sitúa su época más fértil creativamente hablando. Desde mediados de los ochenta a mediados de los noventa vendría una segunda época, ésta de asentada y solvente madurez. Desde ese momento hasta hoy, no tengo ni idea de cómo calificar la carrera de Jarre. ¿Indecisión? ¿Anquilosamiento? ¿Crisis de identidad? Si en algún momento hemos tenido problemas para poner nombre a la última década y pico en la vida de este señor, es posible que encontremos como punto primario de inflexión el álbum Metamorphoses (2000).

El anterior trabajo de Jarre, Oxygene 7-13 (1997), no funcionó nada mal. Satisfizo a los fans, pero parece que el propio autor no terminó de quedarse contento del todo, entre otras cosas -supongo- porque algunos críticos lo vieron como un álbum más o menos conformista. Es de imaginar que un tío tan ambicioso como Jarre se quedó con las ganas de pegar un pelotazo que volviese a ponerle en el mapa tras unos años en que iba perdiendo tirón en los medios, al menos en comparación con sus años de gloria una década antes. Metamorphoses fue la idea que concibió en aquel momento, un álbum mayoritariamente compuesto por temas cantados que en ciertos detalles quería recordar vagamente su sorprendente Zoolook de 1984.

Contraportada.

Ciertos detalles: la presencia de la diva avant-garde Laurie Anderson, un sonido más urbano que el de sus desarrollos cósmicos típicos, un claro afán experimental... incluso la portada se parece a la de Zoolook, y seguro que me olvido de algún otro parecido. Sin embargo, aunque Metamorphoses es un álbum muy bien trabajado y más que disfrutable, no gozó ni por asomo del éxito de otras obras previas de Jarre. Personalmente, creo que el motivo puede hallarse también en su comparación con Zoolook: mientras que aquel álbum era revolucionario, todo un salto en su estilo que reivindicaba al músico como pionero y máximo exponente de la música electrónica, Metamorphoses parece sugerir todo lo contrario. Es como si Jarre hubiese necesitado afirmarse a sí mismo mediante la identificación con lo que hacían en aquel momento otros músicos del género bastante más convencionales, con estilos más bien coyunturales, lo que en cierto modo era dar un paso atrás para mezclarse (perdónenme los aludidos) con el populacho. Para mi es el primer álbum publicado por Jarre cuyo sonido podría confundirse con el de otros músicos.

Imágenes del libreto del CD.

Metamorphoses se gestó paralelamente, al menos a partir de cierto punto, al concierto que le encargaron a Jean Michel para celebrar el nuevo milenio. Tendría lugar en Egipto, frente a las pirámides de Giza nada menos, y se desarrolló para la ocasión un espectáculo "total" que, a través de elementos mitológicos egipcios y filosofía new age (sigo pensando que Jarre es masón), venía a subrayar el proceso de cambio que la mentalidad del mundo entero sufriría en la nueva era por llegar. De no ser porque quedó levemente deslucido por una tormenta de arena, estaríamos hablando de uno de los espectáculos musicales más grandiosos que jamás se hayan visto en el mundo. El álbum, cuyo título hace también referencia a estos "cambios", contendría algunos temas de los que se escucharon en el show de Egipto, si bien las mezclas y los arreglos serían bastante diferentes.

Vídeo oficial de C'est la Vie.

El primer tema es Je Me Souviens. En él intervienen la voz de Laurie Anderson y la del propio Jean Michel, enumerando algunos elementos de la tradición mitológica de la que trató el concierto de las pirámides. Cést la Vie fue el primer single, un tema con mucho ritmo y la voz étnica de la egipcia Natacha Atlas. Rendez-Vous à Paris es casi un instrumental, salvo por la voz de Jarre al vocoder repitiendo el título del tema. Colabora Sharon Corr, de The Corrs, con un exquisito solo de violín. Hey Gagarin es bastante convencional pero tiene su encanto. Suena como cabecera de un programa en la 2 de TVE. Millions of Stars está entre las piezas más logradas ambientalmente del disco, con unos fabulosos arreglos sinfónicos. El gran tropezón del álbum es Tout Est Bleu, una canción sosa y ramplona que no aportó nada como segundo single. Me recuerda a aquel olvidable I'm Blue (Da Ba Dee) de Eiffel 65 que sonaba en aquella época. 

El vídeo de Tout Est Bleu.

Love Love Love es un corte muy inspirado y con saborcillo galáctico. Dicen que los de Kraftwerk estuvieron a punto de colaborar en el álbum, y me pregunto si no sería en este tema precisamente. El instrumental Bells se utilizó en el concierto de Egipto, The Twelve Dreams of the Sun ("Los doce sueños del Sol") como una potente obertura que pudo verse en el mundo entero por televisión. Rubén Alonso sugiere en su libro sobre Jarre que quizá pudiese ser una parodia u homenaje hacia su "archienemigo" Mike Oldfield, que andaba entre campanas una vez más aquellos años, y podría tener razón.

Bells, en Egipto.

Miss Moon es un tema largo y con un desarrollo lento, pero muy cuidado y lleno de matices ambientales. Mucho más popero es Give Me a Sign, una canción bastante convencional pero tan melódica y luminosa que cautiva al instante. Con el tiempo, su melodía sería reciclada por Jarre para convertirse en una solemne pieza sinfónica que escucharíamos en varios conciertos, en un tono parecido al del clásico Souvenir of China. Gloria, Lonely Boy también tendría su versión orquestal, y en el propio álbum ya podemos escuchar arreglos en esta línea que se mezclan con unos potentes sintetizadores que crean un ambiente melancólico. Silhouette es una dulce y ligera conclusión para un álbum excelente pero un pelín irregular.

Portada del single Tout Est Bleu.

Metamorphoses ha crecido con los años, pero tampoco parece haber dejado buen sabor de boca al propio Jarre. Como hemos mencionado, en algunos casos ha recuperado melodías para conciertos y obras posteriores (me olvidaba de que el tema Aero es idéntico al estribillo instrumental de Je Me Souviens), pero no es habitual escuchar los temas del álbum en conciertos actuales, al menos no tal cual aparecieron en el CD. En la próxima entrada, hablaremos sobre qué ha hecho Jean Michel Jarre desde entonces. Terminamos con una comparación entre el tema Give Me a Sign en el concierto de Egipto (prácticamente igual a la del álbum) y su versión el el concierto editado como Jarre in China (2004).


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