domingo, 31 de enero de 2010

John Williams - CLOSE ENCOUNTERS OF THE THIRD KIND


2. Navy Planes (2:07)
3. Lost Squadron (2:23)
6. Chasing UFOs (1:18)
7. False Alarm (1:42)
9. The Cover-Up (2:26)
10. Stars and Trucks (0:44)
12. TV Reveals (1:50)
14. The Mountain (3:31)
16. The Escape (2:18)
18. Trucking (2:01)
21. Lightshow (3:43)
22. Barnstorming (4:26)
23. The Mothership (4:34)
24. Wild Signals (4:12)
25. The Returnees (3:45)

"Encuentro del primer tipo: avistamiento OVNI"
"Encuentro del segundo tipo: evidencia física"
"Encuentro del tercer tipo: contacto"

Casi desde el mismo instante en que tuve la idea de montarme este blog sobre música contemporánea me asaltó la idea de si habría en él cabida para el gran maestre de las bandas sonoras de cine de los últimos 40 años: John Williams. Pienso que, pese a haberse hecho célebre por una forma de acercarse a la música clásica desde patrones clásicos, alejados de la vanguardia del siglo XX, Williams ha realizado una serie de composiciones para películas de naturaleza algo más experimental que no necesariamente cuadran en la nutrida colección de fanfarrias que todos conocemos (Star Wars, Indiana Jones, Jurassic Park, etc.).

Portada de la edición original (deja más a la imaginación).

Un buen punto de inicio para meternos en la música de John Williams puede ser este Close Encounters of the Third Kind ("Encuentros cercanos del tercer tipo", o Encuentros en la tercera fase, como se conoce esta película de 1977 en España). Eclipsada en parte por el éxito aplastante de La guerra de las galaxias ese mismo año, esta propuesta ufológica de Steven Spielberg ha pasado de ser una cinta de culto a un muy respetado título clásico de la ciencia-ficción, entre otras cosas por estar claramente influenciada por la oleada de OVNIs que, según se cuenta, tuvo lugar en aquellos años, y también porque fue reestrenada en varias ocasiones con ligeros cambios en el montaje. Esta banda sonora, que en los Oscars fue derrotada por la de Star Wars, también de Williams, es una de las obras más ominosas y oscuras del compositor, por lo menos de las que ha escrito para superproducciones.

John Williams en la actualidad.

Los temas no desembocan en marchas triunfales ni en algarabías épicas de trompeta, sino que se mueven en tonos bajos y dependen de las cuerdas y los coros casi más que de los metales. Asimismo, tampoco hay un "tema principal oficial" de la película que se haya quedado clavado en el inconsciente colectivo, como el amenazante tema de Tiburón o el mágico de E.T., el extraterrestre. No obstante, hay lugar para la anécdota: según el argumento de la película, los humanos logran crear un código de comunicación no lingüístico para entablar contacto con los diplomáticos alienígenas, consistente en una sucesión de cinco notas musicales procedentes de un cántico étnico ritual. Spielberg encargó a Williams que compusiera esta mini-melodía, y al final, de forma muy sutil, no solamente funciona a la hora de asociar la película en su conjunto con un tema musical (algo asombrosamente frecuente en las colaboraciones de Spielberg y Williams), sino que sirve como leitmotiv más o menos soterrado de buena parte de la banda sonora. En la propia película, además, es muy conocida la secuencia en la que la enorme nave nodriza extraterrestre entabla una especie de diálogo con el comité de recepción humano, pieza que también se ha recogido en otros álbumes, versionada al sintetizador.

Como sorpresa final, musicalmente hablando, nos encontramos con una versión a orquesta completa del tema When You Wish Upon a Star, de la banda sonora de Pinocho (1939), que termina revistiendo el encuentro entre civilizaciones de un ambiente fantástico indescriptible. Supongo que el soñador Spielberg -que siempre ha sido un poco niño- quería acercarnos a los espectadores a esa misma inocencia de infancia que cualquiera podría sentir ante un contacto de esa magnitud.



Fotogramas de la película.

John Williams, muy activo en su faceta de concertista, ha creado con los años un par de composiciones-resumen de Close Encounters of the Third Kind concebidas como suites orquestales con aires de poemas sinfónicos. Son los más difundidos en recopilatorios, aunque está claro que la banda sonora completa del filme supone una experiencia mucho más poderosa y satisfactoria. Debe tenerse en cuenta que existen diferentes álbumes oficiales con la banda sonora del filme, sucesivamente ampliada con los años. La lista de temas que incluyo arriba es la de la edición de coleccionista, la más completa publicada hasta ahora. Una obra digna de un genio, así que escuchadla y "¡Vigilad los cielos!".

sábado, 30 de enero de 2010

Steve Roach - STRUCTURES FROM SILENCE


2. Quiet Friend (13:15)

En los primeros días de andadura de este blog comenté Dreamtime Return, una de las obras más célebres de la carrera de Steve Roach (no confundir con Steve Reich), y de todo el subgénero de la música electrónica conocido como "ambient". Structures from Silence (1984) es otra de ellas, para algunos el logro máximo de su autor, y un clásico indiscutible de aquella oleada new age sintética de los primeros años ochenta.

Steve Roach entre fogones.

Parece que este compositor tiene dos vertientes, una más o menos rítmica y otra muy sutil, apenas susurrante y muy envolvente, ambas dentro del ambient. Este álbum pertenece a la segunda vertiente: se sostiene en la elaboración de texturas musicales más que en la creación de melodías o ritmos, y al parecer fue la primera inmersión de Roach en esta concepción del estilo. En el primer tema, "Reflejos en suspensión", encontramos una mínima estructura marcada por unas pocas notas que sirven de lienzo, sobre el que flotan una serie de sonidos aéreos, muy en la línea clásica del ambient a lo Music for Airpots; "Amigo silencioso" es todavía más recatada, un poco más oscura y errante; y "Estructuras desde el silencio", que da título al disco, es la más lenta de las piezas, bastante solemne y con un tono bajo que le aporta sobriedad. Los tres temas son muy largos, y la verdad es que ninguno de ellos sufre grandes progresiones durante su desarrollo.

Colaboran con Steve Roach dos nombres relevantes del género: Kevin Braheny y el bastante más conocido Michael Stearns, cuyas partituras para las películas Chronos y Baraka, el último paraíso, pasarán tarde o temprano por esta página.

Portada de la reedición más reciente del disco. El diseño es de Steve Roach.

Al parecer, Structures from Silence tuvo una versión en vídeo en 1987, en la que una serie de imágenes creadas por una tal Marianne Dolan acompañaban el tercer tema del álbum como si de una suerte de videoclip de treinta minutos se tratase. Y no debió funcionar mal a nivel de ventas, puesto que se llegó a publicar en el efímero formato laserdisc con el título de Space Dreaming. Desde luego, Steve Roach deja claro que es un muy buen profesional de su oficio, ofreciendo una música que cumple perfectamente bien con las expectativas del consumidor del estilo ambient, si bien, tal y como sucede con Dreamtime Return, adolece de un cierto conformismo que le resta puntos ante quien ya ha profundizado en los trabajos de Brian Eno o los minimalistas clásicos. Pero funciona bien, como si de una novela de género se tratase: sabes lo que quieres, conoces las normas y no piensas ceder en nada, y finalmente Steve Roach cumple con lo prometido. Y que conste que no todos cumplen.

viernes, 29 de enero de 2010

Pat Metheny Group - TRAVELS


CD 1

1. Are You Going with Me? (9:09)
2. The Fields, the Sky (7:46)
3. Goodbye (8:16)
4. Phase Dance (8:03)
5. Straight on Red (7:26)
6. Farmer's Trust (6:25)

CD 2

1. Extradition (5:45)
2. Goin' Ahead - As Falls Wichita, So Falls Wichita Falls (16:22)
3. Travels (5:03)
4. Song for Bilbao (8:28)
5. San Lorenzo (13:35)

Nos encontramos ante una de las más importantes obras del muy admirado Pat Metheny, músico de referencia del jazz actual y pionero en la introducción de lo electrónico en este estilo musical. Metheny es, además, inventor de varios modelos de guitarra. Por ejemplo, es muy común verle utilizar una con varios juegos de cuerdas entrecruzados (uno de ellos no va en paralelo) de apariencia tremebunda, llamada Picasso.

El álbum que nos ocupa, ganador en 1984 del Grammy a la mejor grabación de música de fusión, es un doble disco, en vivo, con piezas recogidas de actuaciones en Dallas, Hartford, Philadelphia y Sacramento. No soy un gran entendido en jazz, aunque está claro que los temas, pese a ser producto de la genuina improvisación del género, mantienen un tono parecido, flirteando con los ritmos cálidos de América latina. Yo noto sobre todo un agradable aire a bossa nova, y a ratos a samba (Straight on Red). Como en la variedad está el gusto, hay en Travels tanto temas muy potentes como otros más discretos, casi susurrante la guitarra de Pat en estos últimos. Are You Going with Me?, que abre el disco, es un ejemplo de jazz muy para todos los públicos, mientras que otros como The Fields, the Sky son más juguetones. La sobriedad la encontramos en temas como el homónimo Travels, o en Farmer's Truth, que es casi un pequeño himno. Un buen número de cortes del CD consiste simplemente -sin que ello sea negativo- en temas bastante ambientales (Extradition, San Lorenzo), repletos de interesantes efectos sonoros. La sublime pieza Goin' Ahead no solamente es la más larga del disco, sino que contiene tantas referencias musicales -sobre todo orientales- que es prácticamente indefinible.

Pat Metheny y (creo) su guitarra Picasso. El nombre le va bastante bien.

Como suele ser habitual en los grandes discos del jazz, el músico principal se arropa de colaboradores de etiqueta. En este caso, Metheny cuenta con Lyle Mays, que se hace cargo de casi todo lo que tenga teclas (muy buenos sus solos de piano, dispersos en varios temas) y es coautor de medio álbum; Steve Rodby, a los bajos; Dan Gottlieb, estupendo a la batería; y Nana Vasconcelos, vocalista y percusionista de origen brasileño que seguramente haya tenido un peso desequilibrante en el espíritu de todo el disco.

¿Y qué decir de la guitarra de Pat Metheny? Pues que, de no ser porque tenemos que reconocerla como guitarra por descarte, ni siquiera lo parece de tan limpia como suena, desprovista completamente de los "carraspeos" quejumbrosos de las guitarras convencionales. La de Metheny no contiene ruidos que denoten su artesanía, porque la artesanía auténtica está aquí en los dedos del intérprete -controlados por su imaginación-, que no recurren a la siempre efectiva y descarnada guitarra clásica para aludir a lo superficialmente espiritual. Sin condimentos convencionales todo es más auténtico. Yo recomendaría tranquilamente Travels a quien tenga curiosidad por iniciarse en el jazz, ya que se trata de una propuesta luminosa y accesible, perfecta tanto para degustar concentrados como para ambientar la vida misma.

sábado, 23 de enero de 2010

Steve Reich - MUSIC FOR 18 MUSICIANS


1. Pulse - Sections I-X - Pulse (56:33)

Quienes todavía no estamos familiarizados del todo con la rama dura del minimalismo seguramente pensaremos que esta partitura del estadounidense Steve Reich se parece bastante a aquella otra llamada In C, de Terry Riley. Y no andaríamos desencaminados, porque ambas obras comparten una concepción de la obra musical como una entidad viva y única, dependiente de las personas que la interpretan y lo que sean capaces de hacer en ese momento. Para no irme directamente a decir si me gusta o no, diré que la obra, según Reich y la Wikipedia, no tiene por qué ser necesariamente interpretada por 18 músicos (en teoría cello, violín, dos clarinetes, cuatro pianos, tres marimbas, dos xilófonos, un metalófono y cuatro vocalistas femeninas), y que se basa en un ciclo de once acordes en el que cada movimiento corresponde a uno de los acordes, que vuelve al ciclo principal en cuanto llega al final.

Más interesante y menos técnico me parece mencionar que Steve Reich pretendía experimentar con los efectos psicológicos que pueden producir ciertas piezas musicales con gran número de intérpretes, sobre todo teniendo en cuenta el factor humano de esta obra: los pulsos musicales, esa especie de nota repetitiva que nos va hipnotizando, es producto de la respiración humana, lo que añade un elemento más de complejidad orgánica al asunto.


Music for 18 Musicians (1976) es una obra perfectamente definitoria del estilo de su autor, pionero del minimalismo propiamente dicho, tal vez su máximo difusor inicial en los Estados Unidos, y perteneciente a una generación de músicos que sigue de forma inmediata a la del gurú John Cage. Lo suyo son los bucles, los inusitados efectos de la repetición de patrones, al principio por un afán rupturista y experimental, más adelante buscando la expresión artística mediante el tratamiento de conceptos externos a lo musical.

Steve Reich.

La verdad es que Music for 18 Musicians no es una obra demasiado apta para novatos, pero tampoco es necesariamente opaca. Su sonido es sorprendente y su tono llevadero, aunque puede causar aburrimiento a quien le gusten las cosas más movidas. Aquí, información en la lengua de Shakespeare y mucho más.

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