domingo, 21 de febrero de 2021

Anthony Phillips - THE GEESE AND THE GHOST


1. Wind-Tales (1:02)
2. Which Way the Wind Blows (5:51)
3. Henry: Portraits of Tudor Times (12:11)
I. Fanfare
II. Lute's Chorus
III. Misty Battlements
IV. Henry Goes to War
V. Death of a Knight
VI. Triumphant Return
4. God If I Saw Her Now (4:09)
5. Chinese Mushroom Cloud (0:46)
6. The Geese and the Ghost (15:40)
I. Part I
II. Part II
7. Collections (3:07)
8. Sleepfall: The Geese Fly West (4:33)

Sin menoscabo de los estupendos éxitos pop de la encarnación de Genesis como trío, está claro que hoy resulta bastante más atractivo, sobre todo si eres aficionado a la clase de músicas que traemos por este blog, la primera etapa de la banda, aquella en la que tocaba gente tan emblemática como el guitarrista Steve Hackett y el cantante y letrista Peter Gabriel. No obstante, a veces se nos olvida que existe una formación anterior a la que podríamos referirnos como "proto-Genesis", que llegó a grabar dos álbumes: From Genesis to Revelation (1969) y Trespass (1970). El primero es un extraño álbum entre el pop y una especie de sinfónico muy melódico a lo Moody Blues, y el segundo se trata ya de un disco en el que reconocemos lo que nos gustará de los álbumes inmediatamente posteriores. 

En aquellos álbumes iniciáticos se encargaba de la guitarra principal Anthony Phillips. Estamos hablando de chavales con apenas la edad propia de ingresar en la universidad, y Phillips, totalmente autodidacta y con una concepción amateur de lo que hacía, se encontró arrastrado por el éxito de Trespass al mundo de las giras y los medios. Comenzó a sufrir una enfermedad glandular unida a un creciente miedo escénico que le obligaron a dejar Genesis antes de que la banda llegase a grabar alguno de sus álbumes de plenitud. Al parecer, sí que llegó a forjar unos lazos de amistad muy fuertes con varios miembros de la banda, y a pesar de su marcha nunca perdieron el contacto. Incluso se llegaron a utilizar piezas compuestas parcialmente por Phillips en Nursery Cryme (1971).

Trasera de una edición en vinilo.

En un giro de los acontecimientos que muy raras veces tiene lugar en el mundillo del pop-rock, Phillips decidió nada más y nada menos que dejarlo todo y ponerse a estudiar. No solamente afianzó su dominio de la guitarra, sino que además aprendió a tocar debidamente el piano (en su momento le avergonzaba tocarlo delante de Tony Banks) y a utilizar la notación musical con rigor académico. Llegó a trabajar como profesor, pero su aspiración era tan justa como honrosa: tener su propia carrera como músico solista. 

Ya manejaba algunas composiciones propias desde su etapa en Genesis y contaba con la promesa de ayuda de Mike Rutherford para terminarlas antes de plasmarlas él mismo en un estudio. Tristemente, el auge de Genesis en los setenta no dejaba mucho tiempo a este último para reunirse con su amigo Anthony (Ant) y avanzar en su proyecto común. Un poco a ratos, sacando tiempo de descansos, contando con amigos comunes y ganando experiencia Phillips gracias a sus estudios y a trabajos esporádicos como instrumentista de sesión, se fue configurando The Geese and the Ghost (1977), un álbum que estuvo en desarrollo durante siete años. "Los gansos y el fantasma" tuvo la mala suerte de publicarse en un año demasiado tardío, cuando el progresivo ya no estaba de moda y el establishment ya había girado hacia otros géneros como el punk. Y aun así, el tiempo ha diluido las impresiones de aquel momento y se lo considera clásico.

Anuncio del álbum en la revista Melody Maker
"En el principio, estaba Anthony Phillips"

En realidad, el álbum que nos ocupa ya habría sonado antiguo mucho antes, ya que parece salido de aquellos primeros hornos del progresivo que dieron lugar a los propios Genesis. Aunque gracias a él notamos cuánto de Anthony Phillips había en Trespass (y se diría que es mucho), The Geese and the Ghost es un álbum mucho más tranquilo y pastoral. Salvo por algún toque sutil de sintetizador y escasos punteos de guitarra eléctrica, es un trabajo predominantemente acústico a base de guitarra, flautas e instrumentos de orquesta clásica, sobre todo de viento. También es casi en su totalidad instrumental, salvo por un par de dulcísimas canciones en las que interviene nada menos que Phil Collins: Which Way the Wind Blows y God If I Saw Her Now (en la segunda, acompañado de la voz de Vivienne McAuliffe) y alguna otra cantada por el propio Phillips (Collections). 

God If I Saw Her Now ("Dios, si pudiese verla ahora")

The Geese and the Ghost está construido alrededor de dos suites instrumentales, una a cada lado del vinilo y divididas en pequeños movimientos. La primera es Henry: Portraits of Tudor Times ("Henry: retratos de los tiempos de los Tudor"), un pintoresco relato caballeresco medieval; y la segunda, algo más cercana al concepto de poema sinfónico que al de narración musical, es la que da título al álbum. Por cierto, lo de los gansos y el fantasma viene a cuento de dos breves efectos sonoros de sintetizador que escuchamos aquí, que a Anthony Phillips le sugerían el sonido de ambas cosas. E insisto: poca electrónica vamos a encontrar entre sus temas, porque el álbum parece emanar de aquel mundo de leyendas y cuentos de la vieja Inglaterra, de bardos errantes, iglesias musgosas y prados verdes invadidos por la niebla. 

Henry: Portaits of Tudor Times

Es posible que, llegados a este punto, te estés planteando si Anthony Phillips y The Geese and the Ghost pueden tener algo en común con Mike Oldfield y sus primeros álbumes. Pues sí que hay varias cosas, aparte del carácter rural y campestre que hay tanto en el álbum que nos ocupa como en buena parte de Tubular BellsHergest Ridge y Ommadawn. La primera es que Phillips reconoce la influencia de Jean Sibelius en su etapa de aprendizaje musical formal; la segunda, que el músico principal trabaja de hombre-orquesta salvo por unas cuantas ayudas puntuales de otros; y la tercera, que el álbum contó con apoyo de Tom Newman y Simon Heyworth en la producción. Las propias discográficas le echaron en cara estos parecidos a Anthony Phillips, pese a que el espíritu del álbum no tiene absolutamente nada que ver con el carácter enérgico y a veces cubista del Oldfield temprano, y pese a que su aproximación instrumental es totalmente distinta y personal. Pero fue publicado y supuso un éxito discreto, al menos lo suficientemente grande como para que su autor continuase viviendo de su música hasta la actualidad. Y no cualquier música, ya que Anthony Phillips podría ser el más interesante artista instrumental de cuantos nunca te han recomendado antes.

Diseño para uno de los estuches con material sobre el álbum.

Junto con Voyage of the Acolyte de Steve Hackett, The Geese and the Ghost es considerado hoy en día como un álbum inconfeso de Genesis. Es cierto que, muy grosso modo, el álbum que nos ocupa podría ser un trabajo realizado por la banda en una realidad paralela en la que nunca llegaron a abrazar del todo el rock, pero esta clase de etiquetas populares no hacen justicia a un trabajo fascinante, un pedazo de campiña inglesa de cuento de hadas en el que perderse un rato. Una joya de obligada escucha que ha sido objeto de numerosas reediciones con material adicional abundante.

The Geese and the Ghost

jueves, 11 de febrero de 2021

Hans Zimmer - MILLENNIUM: TRIBAL WISDOM AND THE MODERN WORLD


1. Shaman's Song (0:27)
2. Stories for a Thousand Years (1:00)
3. The Journey Begins (1:58)
4. The Stone Drag (2:19)
5. Courting Song / Love in the Himalayas (3:18)
6. Inventing Reality (2:16)
7. Fiddlers / Pilgrimage to Wirikuta (4:30)
8. The Shock of the Other (7:15)
9. Race of the Initiates (2:00)
10. The Art of Living (2:17)
11. Geerewol Celebrations (5:00)
12. Song for the Dead (0:58)
13. Pilgrim's Chant / In the Land of the Ancestors (3:47)
14. An Ecology of Mind (4:32)
15. Well Song / A Desert Home (3:37)
16. Initiation Chant / Rites of Passage (2:09)
17. The Journey Continues (3:13)
18. Millennium Theme (3:06)

Si te estás preguntando por qué he elegido comentar un título tan relativamente desconocido dentro de la amplísima y popular discografía del prolífico Hans Zimmer, deberás saber que llegué a la música aquí contenida sin saber quién era su autor. El tema principal del disco, que escuchamos con especial notoriedad en el conclusivo Millennium Theme, ha aparecido en un sinfín de programas de televisión y cortinillas de todo tipo. Es posible que muchos lo conozcan al haber servido durante varios años como música de cierre del programa de Iker Jiménez en la radio, Milenio 3. Millennium, supongo que el título inclinó la elección, es la banda sonora del documental del mismo título que fue emitido por la PBS (la televisión pública de Estados Unidos) en 1992 y que se centra en diversas poblaciones humanas del mundo que mantienen una forma de vida ancestral, no tecnologizada, y que sobreviven o se adaptan como pueden al signo de los tiempos en los últimos años del milenio.

Hans Zimmer

El alemán Hans Zimmer, que por aquel entonces podía considerarse un compositor de bandas sonoras joven y pujante (ya contaba con algún título prestigioso en su discografía, como son las BSOs de Thelma & Louise o Paseando a Miss Daisy) publicó este trabajo, en el que ejerce como compositor y productor, en el sello Narada, especializado en música new age. Lo cierto es que, si bien la música de Zimmer siempre ha poseído el don de la variedad a la hora de mezclar instrumentación clásica y electrónica, entonces creaba algunas melodías realmente estupendas con un toque exótico que funcionaban bien en películas bastante dispares y que agradaban a aficionados a las "nuevas músicas". Un tema que todo el mundo recuerda es, por ejemplo, el de Rain Man, que tenía un evidente toque tribal -y funcionaba muy bien- pese a ser la película un drama sobre el autismo. 

Stories for a Thousand Years

Aunque él mismo ha reconocido la influencia de gigantes de los sintetizadores como Vangelis, en realidad puede decirse que aquel Zimmer de finales de los ochenta y principios de los noventa era más bien el alumno listo de la clase a la que acudían "synthesizer heroes" de la vieja Europa no tan trascendentales, como el checo Jan Hammer (Corrupción en Miami) o el también alemán Harold Faltermeyer (Superdetective en Hollywood). No es que Zimmer fuese el enchufado del profe, sino que realmente sabía ofrecer una música adecuada en cada encargo y logró sobrevivir a los años del teclado puro y duro para seguir vigente cuando se reinstauró el predominio de lo sinfónico-orquestal. Aunque él siguiese haciéndolo a su manera.

Inventing Reality

El caso es que, precisamente por bandas sonoras como esta y alguna otra con temática parecida publicada en fechas cercanas, alguien de Disney se fijó en él y terminó ganando su hasta ahora único Oscar por la música incidental de El Rey León (1994). Centrándonos en el álbum, que es lo que toca, debemos admitir que no es de corte africano toda la música contenida en Millennium, ya que hay numerosos elementos étnicos de aquí y allá, obviamente reflejando la tribu sobre la que trataba cada episodio de la serie. Escuchamos música del sureste asiático, de sudamérica, con un toque árabe, y hasta con algún matiz celta, si bien es inevitable que la parte africana se nos quede más en la memoria, por ejemplo gracias a algunos coros realmente logrados y las abundantes percusiones.

Fiddlers / Pilgrimage to Wirikuta

Sin que el álbum contenga demasiada hojarasca, sí que da la sensación de que lo mejor está en su primera mitad, con un arranque estupendo y algunas piezas llamativas como la épica The Journey BeginsThe Stone Drag y sus extraños cánticos, las delicadas y muy new age Inventing Reality y The Art of Living, la también extrañamente familiar Fiddlers y alguna otra. Se prefiguran tanto algunas soluciones de producción como hasta algunas melodías ya casi idénticas a las que escucharemos en El Rey León, aunque en general el trabajo tiene como su mayor defecto un sonido a veces excesivamente electrónico que los arreglos étnicos no terminan de arropar del todo. Algunas piezas (estoy pensando por ejemplo en Race of the Initiates) se habrían beneficiado, creo yo, de una aproximación orquestal clásica y de coros humanos reales.

Millennium Theme

Los intérpretes materiales del álbum, dicho sea de paso, son en realidad el teclista pop y músico de sesión John Van Tongeren (otro del aula de Hammer y Faltermeyer, se diría) y el también compositor de bandas sonoras Mark Mancina, que seguramente en aquella época era solo un subalterno de Media Ventures, la productora de Zimmer rebautizada después como la mefistofélica Remote Control Productions. Intervienen igualmente Michael Grant, Richard Meech y Terence McKeown, además de algún artista étnico que hace colaboraciones muy puntuales. Es un álbum interesante, tanto para los numerosos fans de Hans Zimmer como para los aficionados a  la new age y quienes disfrutan de aquellos tiempos en los que todavía se podía disfrutar con normalidad del sonido de sintetizadores sin pulir en bandas sonoras de primera fila.

viernes, 5 de febrero de 2021

The Alan Parsons Project - EYE IN THE SKY


1. Sirius (1:55)
2. Eye in the Sky (4:36)
3. Children of the Moon (4:51)
4. Gemini (2:10)
5. Silence and I (7:20)
6. You're Gonna Get Your Fingers Burned (4:22)
7. Psychobabble (4:52)
8. Mammagamma (3:34)
9. Step by Step (3:54)
10. Old and Wise (4:55)

Me encanta The Alan Parsons Project, no solo porque conecto con su manera de desarrollar entretenidísimos álbumes conceptuales, sino porque tengo bastante claro que en su momento fue la perfecta puerta de entrada al mundo del rock progresivo desde un ámbito pop-rock algo más mainstream, como podía ser la música que hacían grupos en la línea de la E.L.O. (Electric Light Orchestra), los Wings de Paul McCartney o -a ratos- la Steve Miller Band y los personalísimos Supertramp. Hasta desde la música disco hubo una oportunidad de usar el Project como bisagra para explorar otros territorios. 

La lámina trasera del CD.

Lo malo es que, cuanto más tiempo pasa más me doy cuenta de lo difícil que puede ser para parte del público actual aceptar ese toque tan "de entonces" de Alan Parsons y Eric Woolfson, sobre todo con sus lentas baladas hipermelódicas, sus instrumentales con trompetas y sus coros en falsete. Desde el respeto y la admiración  hacia ellos, que en mi caso nunca menguarán, creo que mucho tienen que cambiar los gustos musicales populares para que The Alan Parsons Project vuelva a sonar fresco en el futuro.

Dicho esto, podemos ir presentando Eye in the Sky (1982) como uno de los dos álbumes más célebres del Project, junto con Tales of Mystery and Imagination (1976), este último quizá menos vendido a su salida pero más atemporal y con un mayor prestigio crítico. Eye in the Sky cuenta, por encima de todo, con el tema más radiado de la trayectoria del dúo, el que da título al disco, y eso al final tiene tanto peso que la popularidad del álbum ha crecido exponencialmente a su alrededor. En realidad, y voy adelantando lo que comentaré después, es una pena que a su lado sean mucho más "desconocidos" otros trabajos a mi juicio superiores y más redondos como Pyramid (1978) o, sobre todo, The Turn of a Friendly Card (1980).

Sirius

Para empezar, es un hecho innegable que entre el álbum anterior y Eye in the Sky se produjo la pausa creativa más larga que había necesitado hasta entonces el grupo para lanzar material nuevo. Hasta entonces habían publicado un álbum al año, mes arriba o abajo, y aquí hubo más tiempo para componer y grabar, por lo que era de esperar que las expectativas fuesen altas. Sin embargo, Eye in the Sky es el trabajo más irregular del Project hasta aquel momento. El más descompensado entre sus mejores y sus peores momentos. Incluso poniendo sobre la mesa el flojete Eve (1979), tengo la certeza de que los puntos bajos de Eye in the Sky son un poco más bajos. Por suerte, sus puntos altos también son mucho más altos.

Eye in the Sky explora la idea un tanto conspiranoica de que existe alguien vigilándonos constantemente, un Gran Hermano que diría Orwell, llamémosle gobierno mundial en la sombra, iluminati, conspiración masónica o gobierno dictatorial de turno. El diseño de la portada es una estilización de ese ojo que todo lo ve. No me parece que el álbum termine de desarrollar del todo bien este concepto más allá de los textos, sobre todo porque su naturaleza es más bien política y esto es difícil de ilustrar musicalmente con la clase de piezas que en discos anteriores reproducían bien los ambientes tétricos de Allan Poe, la ciencia-ficción de Asimov o el antiguo mundo egipcio. No obstante, el álbum comienza fuerte con el estupendo instrumental Sirius (que en la TV norteamericana se utiliza como sintonía de transmisiones deportivas), seguido de la mencionada canción homónima Eye in the Sky, de sobra conocida.

Eye in the Sky

Children of the Moon es un poco menos potente, si bien su producción y arreglos marca de la casa le aportan muchisimo encanto; y Gemini, un tema en general modesto, sorprende al menos por lo poco trillado de su sutil sonido en la discografía de la banda. Una gran sorpresa es el largo Silence and I, "muy Woolfson" y con un pasaje central instrumental-sinfónico fabuloso. Creo que la peor parte del álbum comienza a partir de aquí.

Silence and I, con un cortometraje animado hecho por fans.

You're Gonna Get Your Fingers Burned ("Te vas a quemar los dedos"), sin ser una cosa horrible, parece un intento de hacer un tema pop extremadamente convencional que encaja a medias como un parche en medio del álbum. Está bien hecho y tal, pero difícilmente parece encajar con los desarrollos de pop progresivo escuchados antes. Eye in the Sky toca fondo con la -esta sí- horrible Psychobabble, cuya existencia solo se explica mediante la idea de rellenar unos minutos que aporten duración al álbum, y si acaso con la letra, que trata sobre alguien que habla al psiquiatra sobre sus pesadillas recurrentes y puede emparentarse con el concepto general del disco. La expresión "tema de relleno" encuentra aquí un ejemplo digno de un diccionario. Ni los arreglos, que en un álbum de The Alan Parsons Project se dan por sentados, aportan prácticamente nada. Los coros son especialmente molestos.

Mammagamma, en una versión extendida.

Tras la estupenda Mammagamma, que es una de esas geniales pero a veces demasiado breves piezas instrumentales de mitad de álbum del Project, seguimos poco entusiasmados con Step by Step, que es apenas mejor que las dos canciones previas al instrumental. Afortunadamente, el álbum reserva uno de sus mejores momentos para el final: Old and Wise, una maravillosa balada producida en el olimpo de Parsons, genialmente bien compuesta y arreglada con instrumentos de cuerda y un gran saxofón.

Old and Wise

En la línea de otros trabajos de The Alan Parsons Project, son varios y variados los vocalistas invitados, todos masculinos: David Patos (Children of the Moon), Chris Rainbow (Gemini), Lenny Zakatek (You're Gonna Get Your Fingers Burned y Step by Step), Elmer Gantry (Psychobabble) y Colin Blunstone (Old and Wise), además del propio Eric Woolfson (Eye in the Sky y Silence and I), que como todos sabemos, era el alma compositiva del dúo por mucho que Alan Parsons le diese nombre.

Mencionaba lo del espacio de tiempo respecto al trabajo anterior porque, escuchado con distancia y sin profundizar en detalles sobre el proceso de grabación, la impresión paradójica que se percibe es que Eye in the Sky se concibió como con prisas. Parece que, en el momento mismo en que Parsons y Woolfson se reunieron para grabarlo, traían en la mochila solo tres o cuatro temas que mantenían la brillantez de los mejores trabajos de ambos. Después, no sabemos si con premura, por desgana o buscando un nuevo horizonte musical en el panorama de los ochenta, el trabajo se completó con piezas que resultan más ramplonas por estar poco maduradas que por la falta de talento de sus autores.

La edición del 35º aniversario.

Existe una edición regular en CD en la que se incluyen seis temas más, tanto versiones preliminares y maquetas de los temas del álbum como algunas interesantes piezas inéditas, al parecer borradores instrumentales de los momentos más destacados del álbum, por lo que esta es la compra que recomendamos. Si todavía la puedes encontrar por ahí a un precio decente, también es suculenta la edición de 2017, del 35 aniversario, con 3 CDs, vinilos, etc. No es ni de lejos un mal álbum, pero tengo claro que no es el primero que recomendaría a alguien que quiera sentirse del todo impresionado por lo que eran capaces de hacer estos dos. Si ya eres seguidor y todavía no lo conoces, eso sí, merecerá mucho la pena.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Philip Glass - THE MUSIC OF CANDYMAN


1. Music Box (1:05)
2. Cabrini Green (3:27)
3. Helen's Theme (1:56)
4. Face to Razor (6:13)
5. Floating Candyman (7:04)
6. Return to Cabrini (9:46)
7. It Was Always You, Helen (3:07)
8. Daniel's Flashback (2:55)
9. The Slave Quarters (5:22)
10. Annie's Theme (3:33)
11. All Falls Apart (3:13)
12. The Demise of Candyman (4:05)
13. Reverend's Walk (1:09)

La historia de Candyman y su banda sonora original podrían verse desde cierta óptica como el relato de una estafa artística. Resulta que, a finales de los años ochenta, alguien en Hollywood le comió la oreja al célebre escritor Clive Barker, creador de algunas de las obras más impactantes del género de terror de la época, para que se implicase en una adaptación al cine de su relato Lo prohibido. Parece que los productores vendían el proyecto como una película pequeña, autoral, casi experimental, y utilizando este planteamiento "cultureta" atrajeron tanto a Barker como al compositor Philip Glass como sus mayores reclamos más allá de lo cinematográfico.

El trailer original no es muy representativo de lo que después transmite la película.

Al final, una vez estrenada la película se impuso la idea de que Candyman: el dominio de la mente (Bernard Rose, 1992) era en realidad un slasher del montón con un asesino sobrenatural tipo Freddy Krueger persiguiendo a una pobre chica y dejando detrás un reguero de cadáveres ensangrentados. No sé qué le pareció a Clive Barker, que también había hecho sus pinitos en el cine con la brutal Hellraiser, pero se sabe que Philip Glass se tomó a mal el hecho de haber puesto su música (recordemos que el Glass de aquella época era más sibarita que hoy al elegir proyectos) al servicio de una película simplona de sustos y palomitas.

Philip Glass

Pero el tiempo puso a Candyman en su sitio. La película cuenta la historia de una investigadora de Chicago que anda detrás de la leyenda urbana de Candyman ("hombre chuchería", "hombre de los dulces"), un joven artista negro que en la época de la esclavitud se enamoró de una rica heredera blanca y fue mutilado, untado en miel y picoteado por abejas hasta la muerte. Supuestamente se aparece a tu espalda para convertirte en un amasijo sanguinolento con su garfio si pronuncias su nombre cinco veces ante un espejo. La cuestión es que, si bien la premisa y parte de la trama de la película responden a la típica historia de terror manida que mencionábamos antes, su ambientación y su tono general son cosa bien distinta, con una atmósfera de suburbio sucia y gris, un clima de angustia y ambigüedad psicológica muy bien logrado y -sobre todo- con algunas imágenes icónicas que resultan verdaderamente perturbadoras. No es una película convencional, por mucho que algún articulista cínico se viniese arriba en el estreno.

Helen's Theme.

Hay que destacar lo mucho que aporta al enrarecido universo de la película la música del "estafado" Philip Glass, que en este caso es mayormente una mezcla gótica de fluctuantes coros mixtos y órgano, alguna melodía para voz solista y una pieza de piano, la principal, más que memorable. Se trata de minimalismo puro, lo que no debe confundirse con una música delicada o sutil, sino que más bien, en este caso al menos, es en general obsesiva y densa, muy presente en cada escena de la película en la que se utiliza. Ejercen como colaboradores de Glass su productor habitual Kurt Munkacsi y el director de orquesta Michael Riesman

Tanto el uno como el otro están libres de toda sospecha de copia, pero es posible que hubiese un inconfeso, tácito intercambio de ideas entre Glass y el entonces en boga Danny Elfman, que para algunas películas de Tim Burton desarrollaba conceptos musicales muy parecidos.

Annie's Theme (de Candyman 2).

La cosa es que, como la película funcionó y terminó teniendo cierto prestigio (hoy lo tiene mucho más), se concibió una secuela (Candyman 2, estrenada en 1995) y el propio Philip Glass accedió a que se reutilizase la música ya compuesta. El productor encargado del corta-pega musical destinado a la segunda parte, Don Christensen, logró incluso que Glass compusiese cuatro piezas nuevas. En el libreto del disco en CD, Christensen aporta algunos de los detalles arriba explicados.

Edición en vinilo de 2014 que recoge solo la música de la primera película.

El caso es que, ante la demanda popular de un álbum oficial con la música de Candyman y lo breve que fue la partitura de Glass, se optó por lanzar al mercado en 2001 el álbum en CD que estoy comentando, que contiene tanto la música original de las dos películas como una pieza introductoria que viene a ser el tema principal (Helen's Theme) con sonido de cajita de música. No sé si estará entre los trabajos imprescindibles de Philip Glass, pero sí que es una de sus partituras para el cine más memorables.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...