Otras músicas. Otros mundos.
miércoles, 10 de diciembre de 2025
Esa musiquilla en mi cabeza, capítulo 16: "KAVAL SVIRI"
viernes, 5 de diciembre de 2025
Dungeon Synth: música desde un inframundo fantástico.
Para mantener fresco un blog como el nuestro, hay que embarcarse en una constante investigación para descubrir cosas nuevas. Yo suelo hacerlo a través de varias fuentes, entre otras los estupendos espacios sobre música que mantienen varios "streamers", y últimamente me he encontrado con un par de vídeos sobre un género que yo desconocía por completo y que me ha resultado muy llamativo e interesante: el "Dungeon Synth", o lo que es lo mismo, "Sintetizador de mazmorra".
Por resumir un poco, el sub-subgénero Dungeon Synth nació en los años noventa y alcanzó cierto estatus de culto, por supuesto en su contexto muy minoritario, mediante la difusión todavía limitada de Internet en aquellos años. Es un estilo musical con un evidente regustillo friki, no por lo "rarito" o por su inclinación hacia lo fantástico, sino más bien por lo enormemente especializado. Al parecer, el Dungeon Synth surge de la idea de varias bandas de black metal del norte de Europa de incluir piezas instrumentales en sus discos que servían para dotarlos de una atmósfera épica y reforzaban el carácter conceptual de estos trabajos. A los aficionados del metal debió gustarles la iniciativa, ya que algunos músicos del gremio comenzaron a realizar álbumes completos de música instrumental con sintetizadores muy básicos, con sonidos de instrumentos midi, prácticamente a modo de maquetas. Un álbum muy representativo de esta primera época es Depressive Silence II (1996), probablemente una demo más que cualquier otra cosa. Es obra del músico alemán B. S. (B. Schmidt), guitarrista y teclista de black metal.
Se trataba inicialmente de álbumes a menudo breves, realizados a menudo por músicos semiprofesionales o por profesionales con una intención puramente experimental, con recursos técnicos precarios y grabados originalmente en el soporte más pobre del momento: el cassette. Hoy en día, con muchas posibilidades tecnológicas baratas o gratuitas, se mantiene la idea de que un álbum de Dungeon Synth debe sonar sólo regular, lo que llaman en "lo-fi" o "baja fidelidad", como una cinta grabada y reproducida muchas veces hasta que el sonido pierde nitidez. El universo de este género ha experimentado un auténtico big bang, ya que la variedad de sub-sub-subgéneros que hoy en día pululan por la red (YouTube mismo está repleto) es abismal. El Dungeon Synth nunca ha logrado meter la cabeza, ni de lejos, en la escena mainstream, pero tiene su público y se está diversificando. Pongo aquí el álbum Mark of the Worm (2023) de Landsraad, inspirado en Dune con un acierto -para mi gusto- espectacular.
Temáticamente hablando, un álbum de Dungeon Synth busca recrear una atmósfera oscurantista, gótica y decadente aunque más onírica que terrorífica, con regusto medieval si se puede, aunque en especial inspirada por la fantasía épica literaria y videojuegos modernos con un espíritu parecido, como el famoso Dark Souls. De hecho, parece que este estilo es especialmente codiciado por los aficionados a los juegos de rol, que lo utilizan de fondo durante sus partidas. En lo que nos toca, el Dungeon Synth resultará más que agradable a los aficionados al ambient y el dark ambient, y no descarto que pueda hacer las delicias de los nostálgicos de la música añeja de sintetizador, en general. Termino con este estupendo vídeo especializado del canal de YouTube Central Sonora, del que he obtenido -agradecido- mucha de la información del texto:
lunes, 17 de noviembre de 2025
Aphelion Psalm - PORTAL TO CASSIOPEIA
Alguna vez, hace mucho tiempo, hice un elogio de uno de los mejores momentos que experimenta quien mantiene un blog como este: abrir el buzón y encontrarte un estupendo CD, a menudo autografiado pero siempre con la pátina de lo minoritario e interesantísimo. Todo un placer fue encotrarme con este breve álbum, un EP si nos remontamos a la época de los formatos físicos, enviado desde Nerja por el artista que se hace llamar C. Pilgrim. Supongo que Aphelion Psalm es más el nombre del proyecto que un alter ego del propio músico.
Todavía más placer se siente al sumergirse en un buen trabajo de música cósmica (la portada es en sí misma una sólida promesa) al estilo del que hacían los artistas de la denominada Escuela de Berlín. Para los nuevos en el blog, porque ya llevamos comentados por aquí un buen montón de trabajos de este subgénero de la electronic music, se trata de música generada con sintetizador que suele poner más énfasis en la atmósfera que en el colorido musical, más acento en las complejas texturas superpuestas que en las melodías. Durante los años setenta, fue precisamente en Alemania (no solamente Berlín, aunque allí estaba el epicentro) donde se desarrolló este estilo musical vanguardista, buscando una forma de posmodernidad que iba más allá del rock convencional y funcionaba en paralelo al krautrock, a veces cruzándose los caminos de ambos sin que sea fácil distinguir siempre dónde terminaba uno y comenzaba el otro. Los gurús de esta escuela, cuyos máximos exponentes son Tangerine Dream y Klaus Schulze, con permiso de algún otro, hacían las delicias de los fans de la psicodelia con conciertos en iglesias y catedrales, luces apagadas, ojos cerrados y alguna que otra sustancia por allí diluida.
El rock progresivo, otro subgénero con el que también daban lugar a híbridos, tuvo un claro declive en su popularidad durante la segunda mitad de la década de 1970, de sobra conocido por producirse en un contexto que rebasaba lo meramente musical... Pero en el caso de la música de la Escuela de Berlín no me parece tan claro que hubiese una decadencia tan marcada, un canto del cisne concreto, pese a que su edad de oro quedó enmarcada en aquellos años. Experimentó un bajón durante los años ochenta, en los que el tecnopop (pongamos a los también alemanes Kraftwerk) acaparó el protagonismo de la electrónica europea "dura", pero algunos de sus representantes más ilustres han seguido haciendo una música bastante coherente con los postulados iniciales del movimiento hasta la actualidad. Hoy en día, además, el estilo Escuela de Berlín se ha reencarnado en diversas formas de electrónica entre las que destaca por su relativa cercanía el dark ambient. No es tan común encontrar obras a la berlinesa fuera de la propia Alemania, pero haberlas haylas. Aquí mismo, en España, hay que recordar la interesantísima discografía de Neuronium y los posteriores trabajos en solitario de Michel Huygen.
Portal to Cassiopeia (2025), como buen álbum en su estilo, se trata de un trabajo conceptual con una narrativa muy concreta (un viaje a través de un portal a la constelación de Casiopea, en el centro de la ilustración de portada) que se desarrolla musicalmente a lo largo una única pista dividida en cuatro secciones. La primera, "Apertura del portal" es la más atmosférica y oscura, con capas de sonido entre las que destaca un afilado zumbido electrónico, en la línea de la Escuela de Berlín más primitiva, antes de que comenzase a adquirir tintes new age. Es como asomarse al abismo, literalmente. La segunda sección, "Criosueño de diez mil años", tiene una melodía indefinida, juguetona, y un ritmo más marcado. Quizá busca emular el tictac de un reloj, el mecanismo de esta maquinaria de hibernación que nos mantiene jóvenes mientras viajamos por el cosmos, o incluso el latido del corazón del durmiente, que vuelve a sonar mientras éste se aproxima a su destino. "Abismo del vacío de antimateria" retoma un planteamiento estático, menos tétrico que el del primer tramo de la suite pero también cósmico e inquietante. No habría desentonado en alguna escena de Blade Runner. Concluye el trabajo con "A las puertas de Alfa Casiopea", que hace referencia a la estrella más brillante de la constelación (la estrella Schedar, una gigante naranja) y contiene unas grandiosas notas de teclado que no se quedan muy lejos del sonido de un órgano de iglesia. Se pierden en la lejanía mientras concluye la composición.
El álbum es muy satisfactorio si se escucha en contexto, sabiendo lo que te vas a encontrar y más todavía si conoces el estilo musical aunque sea sólo un poco, aunque un melómano casual deberá hacer un ejercicio de escucha activa libre de prejuicios para entender con qué conceptos juega aquí C. Pilgrim. Por mi parte, quedo a la espera de escuchar nueva música de Aphelion Psalm y recomiendo a connoisseurs y curiosos que se acerquen a su espacio en Bandcamp, donde pueden escuchar Portal to Cassiopeia al completo y descargarlo para su escucha en un reproductor en condiciones.
martes, 11 de noviembre de 2025
The Tolkien Ensemble - AN EVENING IN RIVENDELL
2. The Old Walking Song, The Road... (4:58)
Uno de mis fenómenos literarios favoritos, y creo que también uno de los más queridos de la cultura popular, es el conjunto de obras del autor inglés J.R.R. Tolkien sobre la Tierra Media. Ni que decir tiene que el fenómeno de El señor de los anillos ha ido mucho más allá de lo literario a partir de la fiebre suscitada hace ya casi un cuarto de siglo por el estreno de la trilogía cinematográfica. Es un mundillo que me encanta, que me llena, y por eso intento traer por aquí de vez en cuando alguna de las numerosísimas obras musicales relacionadas con el vasto "legendarium" que constituye toda esta mitología moderna.
Lo cierto es que el universo de la Tierra Media fue durante muchos años, y para mucha gente, una afición de culto. No es que hubiese de qué avergonzarse por leer fantasía (Tolkien fue candidato al Nobel), pero todos sabemos que el seguimiento de esta clase de material se ha asociado habitualmente con la cultura friki, los juegos de rol o a la pura evasión psicodélica, por no hablar de músicas fuera del circuito de la radio comercial. Existe, de hecho, toda una constelación de grupos de rock duro (metal, sobre todo) que han tirado de la inspiración Tolkiana para su música y sus letras. Todo tan estupendo como nos quiera parecer, pero indudablemente minoritario. Aunque el propio profesor llegó a grabar en su día un disco recitando -y hasta cantando- algunos de los poemas contenidos en sus libros, nunca hubo un intento tan riguroso como el de The Tolkien Ensemble que aquí nos ocupa por grabar todos los poemas y canciones contenidos en El señor de los anillos, que no son pocos. En total, llegaron a registrar cuatro álbumes, el primero de los cuales, de 1997, es anterior incluso al inicio de la producción de las películas, momento en el que el "fandom" se volvió poco menos que universal.
La influencia de Tolkien abarca desde Led Zeppelin hasta Enya, pasando por la música clásica académica, el jazz de vanguardia y el rock progresivo. No obstante, lo que hace tan interesante el álbum que tenemos entre manos es que está ideado para responder precisamente a lo que promete su título: un atardecer en Rivendell. Rivendell es un refugio para el pueblo de los elfos que aparece tanto en El hobbit como en El señor de los anillos. Es la residencia del sabio Elrond y su corte, una casa de exquisita arquitectura al pie de las montañas, en un valle repleto de riachuelos y cascadas. Es también un bastión de las artes, y en sus salones se compone y se interpreta música, se canta y se recitan poemas a diario. Este Ensemble nos ofrece con coherencia la clase de música que podríamos escuchar si estuviésemos de paso en Rivendell, interpretada por un pequeño conjunto que utiliza instrumentos sencillos y tradicionales. Está a caballo entre el folk y la música de cámara, sin arreglos épicos y sin recurrir gratuitamente a socorridas sonoridades new age.
The Tolkien Ensemble es un conjunto danés fundado en Copenhague en 1995 que tiene como líderes y compositores principales a Peter Hall (guitarra, armónica y flauta irlandesa) y a Caspar Reiff (guitarra), que había sido alumno del anterior. Destacan también la voz solista de Signe Asmussen, el acordeón de Oyvind Ougaard, el contrabajo de Katja Nielssen y el violín de Morten Ryelund Sorensen. Su debut en concierto se produjo en 1996, en el castillo de Gjorslev, tras el cual realizaron esta primera grabación suya de obras de Tolkien. En An Evening in Rivendell intervienen, además de otros músicos, varios vocalistas que hacen el papel de personajes como Aragorn, Bilbo Bolsón, Gildor y Baya de Oro, todos interpretando las mismas canciones que cantan en el libro. Cuentan con el beneplácito de las editoriales que han publicado las obras de Tolkien, así como con el visto bueno de los herederos del autor, que se han dejado ver en alguno de sus conciertos. Una aliada de lujo de este conjunto musical es la reina Margarita II de Dinamarca, que aporta la ilustración de la portada en este trabajo y que continuó aportando material de su colección personal, creado cuando era princesa heredera, para posteriores álbumes.
La sensación que queda al escuchar el álbum al completo es que hay dos tipos de canciones bastante diferenciadas: algunas de corte rústico, popular, con sabor a cancionero medieval; y otras con un carácter más elevado, más etéreo, en este caso un poco más propias de un contexto fantástico, y que en algún momento (por ejemplo, en el tema de Eldamar cantado por la reina élfica Galadriel) parece entrar en un campo parecido a aquel en el que se mueven algunos fragmentos de las posteriores BSOs de Howard Shore. El contraste es notable, pero el propio libro establece bien ambos tipos de canción, condicionados por el intérprete y el contexto. Y de ambos tipos se canta en Rivendell, al fin y al cabo.
Posteriormente, saldrían a la venta A Night in Rivendell (2000), At Dawn in Rivendell (2002) y Leaving Rivendell (2005), que completan el conjunto de poemas y canciones de El señor de los anillos y que en alguna ocasión se han publicado en un solo pack. En los dos últimos discos mencionados, ya a rebufo del éxito de las películas de Peter Jackson, contaron con la intervención del actor Christopher Lee y realizaron una gira en la que reinterpretaban pasajes compuestos por Howard Shore mezclados con sus propias versiones del poemario.
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